La economía argentina ya está sufriendo estanflación, un fenómeno que se hará aún más virulento luego de las elecciones, con absoluta independencia de cuál sea el resultado. Se trata de una crisis que no se parecerá a la del 2001, año en que la debacle financiera local sobrevino a un proceso depresivo-deflacionario que se había iniciado en el segundo semestre de 1998. La crisis estanflacionaria actual prácticamente no tiene agravantes financieros locales . Es un fenómeno de la economía real que devendrá en crisis fiscal. En todo caso tendrá algunos rasgos de la del 2002, porque como entonces habrá inflación y fuerte recesión. Pero será una crisis mucho más parecida a las de 1975-76 y a la de 1989-1990.
La estanflación argentina, a diferencia de lo que ocurre en la mayor parte de las economías emergentes, tiene poco que ver con la crisis financiera global. Argentina es uno de los países menos afectados por lo que está pasando en la economía mundial porque sus principales productos de exportación mantienen precios bastante más elevados que los que predominaron en la década anterior. No han caído tanto como los precios de los minerales de uso industrial y del petróleo. Además Argentina no había estado recibiendo capitales financieros del exterior y sus bancos no habían tenido una gran expansión del crédito en los últimos años. Por esa razón tampoco adquirieron grandes riesgos crediticios como los de los bancos de los países avanzados y de las economías emergentes con gran desarrollo financiero reciente.
La crisis argentina es totalmente autogenerada y era totalmente predecible. Yo la anticipé a principios de 2007 cuando describí cómo serían los escenarios de un futuro gobierno según ganara las elecciones Cristina Kirchner o Roberto Lavagna. Luego la describí con más detalle en mi libro Estanflación, escrito durante el invierno del año pasado, cuando todavía no se había producido ningún impacto significativo de la crisis financiera global sobre las economías emergentes.
La crisis argentina tiene su origen en:
1) las medidas impositivas y de controles de precios y tarifas que desalentaron la inversión y la producción en los sectores más productivos de nuestra economía, particularmente los sectores agropecuario y energético;
2) el aumento desmesurado del gasto público improductivo financiado con el producido de los impuestos distorsivos y
3) el encerramiento comercial y el aislamiento financiero que impidieron la recuperación del crédito público y privado y transformaron a Argentina en una economía a la que los demás países y organismos financieros del exterior les importa poco.Por eso la consideran no elegible para recibir los apoyos financieros que se están brindando a la mayor parte de las economía emergentes.
El tercero de estos factores es el que me lleva a predecir que la crisis argentina se va a agravar en la segunda mitad de este año y probablemente durante 2010 y 2011, aún cuando comiencen a verse signos de recuperación en la economía global y en la mayoría de las economías emergentes.
El déficit fiscal adquirirá dimensiones hasta hoy impensadas por la mayor parte de los economistas, aún de los que critican al gobierno. La caída de la recaudación, la necesidad de asistir financieramente a las provincias y de cumplir con los compromisos de pagos de obras públicas y a proveedores, determinarán un déficit fiscal significativo que no podrá financiarse con crédito público. Por lo tanto, habrá una fuerte emisión monetaria con el consiguiente drenaje de divisas. Si el Banco Central intenta frenarlo acentuando los controles de cambio, aparecerá un mercado paralelo como el que existió entre 1975 y 1990. Si el banco Central defiende sus reservas y no impone controles de cambio, se producirá una fuerte devaluación que espiralizará la inflación.
Estoy convencido que Néstor Kirchner sabe que la que acabo de describir es la realidad presente y futura. Hablé con él muchas veces durante la década de los 90 y me siento seguro en afirmar, como profesor de la materia, que tiene suficientes conocimientos de economía como para saber cuál es la interpretación correcta de nuestra realidad. Lo que lo lleva a argumentar que la crisis argentina es fruto de la crisis global y que la crisis se agravará sólo si el Gobierno pierde las elecciones del 28 de junio no es su desconocimiento de cómo funciona la economía argentina si no su falta de escrúpulos políticos .
Ya ha encontrado culpable para la crisis que estamos viviendo: son los EEUU que engendraron la crisis financiera global. Está preparando la lista de culpables del agravamiento de la crisis argentina. Como sabe que el gobierno va a perder esas elecciones (al menos en términos del número de diputados y senadores oficialistas que quedarán en el nuevo Congreso), ha decidido identificar como culpables del agravamiento de la crisis a los ciudadanos que voten a alguna de las variantes opositoras, es decir, a la mayoría del Pueblo Argentino. Sólo así se explica su discurso de campaña.
Esta falta de escrúpulos políticos me preocupa no por el efecto que pueda tener sobre el resultado electoral, sino porque es un indicio de que Néstor Kirchner esté planeando el alejamiento de su esposa de la Presidencia, luego de las elecciones del 28 de junio, en medio de algún episodio que pueda mostrar frente a la gente como un “Golpe Duhaldista”. Por otro lado, hay mucha gente alrededor de Duhalde a la que no le disgustaría esa alternativa, porque piensan que un futuro gobierno de Cobos, para completar período, necesitaría del apoyo del “Piloto de Tormentas” del 2002. Si Néstor Kirchner decide que no quiere pagar el precio político de hacerse cargo del agravamiento inexorable de la crisis, puede encontrar la bandeja servida para aparecer echado. Algo que el visualiza como un episodio histórico semejante al que vivió Perón en 1955.
Para quienes quieran imaginarse como podría ser un futuro gobierno de Cobos apoyado por Duhalde y con Lavagna de Jefe de Gabinete, sugiero a los visitantes de mi blog que relean el artículo que publiqué el 31 de marzo de 2007 titulado “Los inevitables sobresaltos de un futuro gobierno de Kirchner o Lavagna”. Por supuesto que hay una esperanza: la que describí en el artículo inmediato siguiente al anterior titulado: “Una alternativa electoral, difícil pero no imposible”. Pero para que ella vuelva a tener vigencia, habrá que esperar hasta las elecciones presidenciales de 2011.