La tenaz lucha del campo, el apoyo ciudadano, la inteligencia de los gobernadores y senadores que advirtieron el error del gobierno y la valentía del Vicepresidente Julio Cobos le permitieron un triunfo a la Democracia Argentina. Están funcionando las instituciones de la República, pese a los intentos del ex Presidente Néstor Kirchner de tener al Congreso Nacional sometido a su voluntad. Esto es muy bueno para el futuro de la Argentina.
Como análisis político no tengo mucho que agregar a tres excelentes comentarios que recibí por e-mail esta mañana. Se los recomiendo para los que aún no los hayan visto. Se trata del siempre brillante comentario de Jorge Asis, de una reflexión muy valiosa del Juan Carlos Sanches Arnau: «Argentina otro país es posible» y de una recomendación a la Presidente Cristina Fernández de Kirchner formulada por Juan Carlos de Pablo «Votando en contra, Cobos salvó al Gobierno«.
Desde el punto de vista económico, como señalé en mis artículos anteriores, los próximos años serán muy difíciles, aún cuando se implementen las mejores políticas imaginables. Pero los costos sociales serían infinitamente mayores si se trastocara el orden político institucional. Sólo desde instituciones republicanas funcionando normalmente será posible re-introducir el necesario orden en las instituciones económicas, hoy totalmente desarticuladas.
La decisión del Senado de la Nación de no aprobar la resolución 125 por la que se introdujeron retenciones confiscatorias a las exportaciones de soja, crea una oportunidad que el Poder Ejecutivo no debe desaprovechar.
Lo primero que debería hacer la Presidenta Cristina Kirchner es enviar al Congreso Nacional y proyecto integral de reforma tributaria y de ley de Coparticipación Federal de Impuestos. Este proyecto debería incluir los impuestos al Comercio Exterior, con la propuesta de resignar las atribuciones delegadas al Poder Ejecutivo por el Código Aduanero.
Una buena reforma tributaria integral, acompañada por una nueva ley de Coparticipación de Impuestos es una excelente forma de comenzar a recrear buenas instituciones económicas, capaces de permitirle a la Argentina, en un futuro no tan lejano, retomar una senda duradera de prosperidad con estabilidad, estabilidad no sólo de los precios sino, fundamentalmente, de las reglas de juego de la economía y la sociedad.
En materia coyuntural el gobierno sólo tiene que adoptar dos decisiones también institucionales, pero que no requieren cambios en las leyes, sino hacer que las leyes vigentes se cumplan. Debe devolverle total autonomía al Banco Central y encomendarle la lucha contra la inflación como objetivo central. Paralelamente, tiene que instruir a la Secretaría de Comercio para que libere todos los precios y deje que el INDEC vuelva a medir la verdadera inflación. Si se hace esto, la estabilidad no aparecerá de inmediato, pero al menos se podrá comenzar a trabajar seriamente para re-establecerla. La economía se enfriará, pero no será un fenómeno dramático sino sólo transitorio, hasta que se corrijan los fuertes desequilibrios de los precios relativos que se acumularon desde la fuerte devaluación del Peso en el inicio de 2002.