Los subsidios al transporte de pasajeros, al gas natural y a la electricidad benefician fundamentalmente a la Capital Federal y al Gran Buenos Aires. Córdoba paga precios más altos por todos esos bienes y servicios porque prácticamente esos subsidios no le llegan a su gente. Sin embargo, los cordobeses soportan impuestos muy altos para financiarlos. Se está reproduciendo una situación que con Juan Antonio Zapata denunciamos y cuantificamos hace 25 años en nuestro libro «El Desafío Federal». Esta desventaja del interior del País se había logrado revertir con las reformas de los 90’s.
Hay muchos ejemplos claros: el transporte urbano y suburbano de pasajeros es uno de ellos. Mientras en Capital Federal un boleto de ómnibus cuesta entre 1,50 y 1,70, en la Ciudad de Córdoba se paga 4,10 y los empresarios piden aumentarlo a 5,23. Esto se explica porque el Gobierno Nacional paga un subsidio mucho más alto a las empresas que operan en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires.
Además, en la Provincia de Córdoba, más de la mitad de la población vive en pueblos y ciudades que no tienen transporte urbano subsidiado. Su gente se tiene que trasladar en automóviles particulares cuyo combustible (la Nafta o el Gas-Oil) lejos de estar subsidiados pagan fuertes impuestos nacionales . Para agravar el sobrecosto del transporte en Córdoba, la Provincia aplica un impuesto adicional a los combustibles, la denominada tasa vial.
En materia de electricidad, los costos son mucho más elevados en Córdoba que en el Gran Buenos Aires. Las diferencias llegan al 400 % según el tipo de consumo, pero en ningún caso la diferencia a favor del gran Buenos Aires es inferior al 100 % de su tarifa.
Otro ejemplo claro es el del Gas Natural. Una proporción mucho más alta de los domicilios de la Provincia de Córdoba, en comparación con la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, no tienen acceso al Gas Natural y tienen que comprar garrafas de gas licuado no utilizar kerosén o, en muchos casos, leña. El gas natural domiciliario está fuertemente subsidiado mientras que el gas en garrafas resulta un 150 más caro. Para conseguir el mismo efecto calórico el Kerosén y la leña resultan mucho más caros aún.
Con semejante discriminación contra Córdoba y contra la mayor parte del interior del País, no se puede esperar que nuestra economía y nuestra sociedad puedan gozar del progreso y el bienestar que ameritarían tanto sus recursos naturales como sus recursos humanos. Por eso es imprescindible denunciar y exigir que cambien tanto las políticas nacionales como algunas de sus réplicas en el nivel provincial.
Lamentablemente, muchos políticos de la oposición, incluídos quienes gobiernan Córdoba, no pueden denunciar con fuerza esta discriminación, porque votaron a favor de los subsidios y consintieron el aumento de los impuestos. En el caso del Gobierno Provincial, no sólo impuso un gravamen adicional a los combustibles sino que produjo un aumento impositivo desvastador sobre los Ingresos brutos.