¿Que está pasando en el mercado cambiario?

Hoy, jueves 23 de enero de 2014, el precio del Dólar en el mercado oficial llegó en algún momento a 8.30 mientras el Banco Central mantuvo la política que se insinuó ayer cuando dejó de intervenir vendiendo reservas. Pero poco después del mediodía, mientras el Ministro Kicillof estaba en el Banco Central, supuestamente disconforme con la decisión que había tomado esa institución, revirtieron la política del día anterior y salieron a intervenir con más de 100 millones de dólares de las reservas. El precio del dólar bajó y lograron que cerrara a 7.80. ¿Que pasará mañana? Imposible predecirlo porque nadie sabe quien toma decisiones sobre las intervenciones del Banco Central en el mercado y no existe ninguna regla a la que la autoridad monetaria parezca sujetarse. Que esto iba a ocurrir era cantado. Justamente hoy releí un reportaje que me hizo, hace exactamente un año, Jimena Zuñiga. Acá les doy el link para que lo puedan leer. De paso conocerán Bastión Digital, un sitio a través del cual uno puede informarse sin temor a que lo engañen. Este es el link: http://www.bastiondigital.com/notas/conversando-con-domingo-cavallo

Un muy buen artículo sobre el déficit fiscal y la pérdida de reservas.

Si no controlamos el déficit fiscal, el BCRA seguirá vendiendo dólares

 

No cabe duda que, entre todos los problemas que atraviesa la economía argentina, la escasez de dólares y la consecuente caída de las reservas internacionales es el más urgente. Las reservas internacionales han caído casi trece mil millones de dólares en 2013, y acumulan una caída de quinientos millones en tan sólo la primera quincena de enero. Decir que semejante ritmo de perdida de reservas es insostenible no es novedad. Ahora bien, mientras hay un consenso casi absoluto respecto a cuál es la principal prioridad macroeconómica en el corto plazo, hay una gran confusión respecto a cuáles son las causas y, por ende, cómo atacar el problema. Rara vez se menciona el déficit fiscal (y su financiación monetaria) como una de las causas detrás de las ventas de dólares del BCRA, mientras es la principal.

 

La falta de consenso sobre la causa de la caída de reservas y como atacar dicho problema es sorprendente. La gran mayoría de los economistas parece ignorar que: i) el mercado de cambios no es más que una pata del mercado de dinero, ya que cuando el BCRA compra dólares está vendiendo pesos y viceversa; ii) el mercado de dinero opera como cualquier otro mercado -si la oferta de un bien aumenta (y su demanda permanece constante), entonces su precio disminuirá. Entonces, cuando el banco central emite dinero para financiar al fisco (aumenta la oferta de pesos), genera presiones al alza en el tipo de cambio (si el TC sube, la moneda está perdiendo valor, es decir que su precio está cayendo). Entonces, como la presión sobre el peso aumenta, la autoridad monetaria se ve forzada a vender reservas para evitar la sobre-depreciación del peso. Pero, en definitiva, no está haciendo otra cosa que neutralizar (o “esterilizar”) el aumento de la oferta de dinero consecuencia del financiamiento al fisco. Lo que ocurre es que en economía no se pueden controlar precios (en este caso el tipo de cambio) y cantidades simultáneamente; si se controla el precio, entonces la oferta deberá acomodarse a la demanda. Si el BCRA emite pesos para financiar al fisco, entonces deberá absorber dichos pesos por otra ventanilla, y hoy por hoy eso lo está haciendo mediante la venta de dólares.

 

Para ver esto con mayor claridad, es de utilidad hacer algunos números. En 2013 el banco central emitió aproximadamente noventa y cuatro mil millones de pesos para asistir al tesoro. ¿Es esto poco o mucho? Básicamente, es un 31% de la base monetaria un año atrás, o aproximadamente 3.5% del PBI. Es decir que aumentó la base monetaria inclusive en términos reales. Como resultado, el banco central tuvo que vender moneda extranjera por treinta y dos mil millones de pesos para absorber el aumento “en exceso” de la oferta monetaria, consecuencia del financiamiento monetario del déficit fiscal.

 

Así, con las necesidades fiscales actuales y la emisión que requieren, será extremadamente difícil que el banco central pueda seguir controlando el tipo de cambio y, al mismo tiempo, dejar de vender dólares. En definitiva, el límite lo pone la demanda de dinero, como siempre ocurre y como ya deberíamos haber aprendido de nuestra propia historia. Por ejemplo, si durante los últimos doce meses el BCRA hubiese comprado los dólares suficientes para que las reservas no caigan (unos ocho mil millones), la base monetaria hubiese aumentado casi 50%. No hace falta decir que semejante aumento de la base monetaria es incompatible con la actual tasa de inflación y depreciación del peso.

 

Cuando uno entiende esto, se da cuenta de lo pobre y errada que está siendo la reacción del gobierno. También serían erradas muchas de las políticas que proponen los referentes de la oposición, salvo que creamos que la demanda de pesos de la economía puede aumentar a tasas cercanas al 50% anual (o 20% en términos reales), lo cual parece bastante voluntarista. Si no atacamos el déficit fiscal, el cual es financiado con emisión monetaria debido a la falta de acceso del país a los mercados de deuda, entonces las reservas seguirán cayendo, el gobierno eventualmente deberá dejar que el peso se deprecie a una tasa significativamente mayor y la inflación aumentará en una magnitud similar.

 

 

 

El «atraso tarifario» es más grave que el «atraso cambiario»

Los ideólogos del modelo económico basado en el tipo de cambio real alto, inspiradores de las políticas económicas desplegadas desde los primeros días de 2002 en adelante, argumentan que el principal desequilibrio macroeconómico actual es el «atraso cambiario». Cometen un grave error de diagnóstico. El mayor desequilibrio macroeconómico actual es el atraso tarifario y de todos los precios de bienes y servicios que han estado sujetos, directa o indirectamente, a controles represivos.  Utilizo la expresión «controles represivos» para referime a las medidas administrativas e impositivas que obligan a los productores a vender sus productos a precios muy por debajo de los que resultarían en mercados libres y con competencia.A partir de aquí, en este artículo, utilizaré la expresión «atraso tarifario» para referirme tanto al atraso de las tarifas públicas como de los precios y servicios sujetos a controles represivos.

Si no se corrigen antes estos desequilibrios, cualquier intento de corregir el «atraso cambiario» va a terminar en una gran frustración. Ello es así porque el «atraso tarifario», además de constituir inflación reprimida, es la principal causa tanto de los cuellos de botella productivos como del descontrol del gasto público y del abultado déficit fiscal. Los cuellos de botella y la emisión de pesos para financiar el déficit fiscal van a impedir que cualquier devaluación nominal del Peso se transforme en una devaluación real sostenible en el tiempo.

El «atraso tarifario» tiene dos consecuencias graves. Al impedir que los productores obtengan retorno por las inversiones que permitieron crear la capacidad instalada, paralizan nuevas inversiones. La capacidad productiva se va deteriorando con la depreciación del capital invertido antes de los controles. Esto se ve claramente con el proceso de desinversión en los sectores de la energía, el transporte urbano y la ganadería. Pero además, como los precios que surgen de los congelamientos tarifarios y los controles represivos no alcanzan a cubrir los costos variables de producción, para que pueda seguir aprovechándose la capacidad instalada, el Gobierno tiene que subsidiar la producción. El costo de los subsidios aumenta tanto por el creciente defasaje entre precios y costos como por la corrupción asociada a los mecanismos de distribución de esos subsidios.

La relación entre el supuesto «atraso cambiario» y el verdadero «atraso tarifario» es muy engañosa. En realidad, el «atraso tarifario» es la consecuencia que debía esperarse de la insistencia de mantener un «tipo de cambio real alto» y al mismo tiempo propiciar la suba de los salarios nominales para sostener la demanda interna y hacer crecer la economía a través del consumo. Si los salarios en dólares se empujan hacia niveles incluso más altos que los que se pagaban mientras estuvo vigente la convertibilidad, la única forma de que el tipo de cambio real sea alto es que los precios de los servicios públicos y de los bienes y servicios cuyos precios el Gobierno tiene forma de reprimir, sean cada vez más bajos. Es decir que el «adelanto cambiario» es el origen y la causa permanente del «atraso tarifario». En otros términos, pretender eliminar el «atraso cambiario» sin eliminar previamente el «atraso tarifario» es remar contra una corriente imposible de superar.

Me parece oportuno hacer estas consideraciones porque no sólo el Gobierno sino buena parte de la oposición razona sobre la realidad actual sin advertir que el «atraso tarifario» requiere ser resuelto antes de que sea posible encarar con probalidades de éxito una eliminación sostenible en el tiempo del «atraso cambiario». Y este razonamiento equivocado aumenta peligrosamente el riesgo que pronto nos enfrentemos a una explosión inflacionaria de una magnitud que nadie, hoy por hoy, está anticipando.

“Dejen al Mercado jugar un rol decisivo”

Esta no es una síntesis de mis reiteradas recomendaciones a los gobiernos de Néstor y Cristina  Kirchner, sino la orden que la Décima Octava Asamblea del Partido Comunista Chino dio a toda la dirigencia de ese país. En el documento oficial que da a conocer las conclusiones de esa Asamblea se explica que esa orden tiene por objetivo  profundizar las reformas económicas y sociales enderezadas  a mejorar la asignación de recursos económicos,  reducir la corrupción y mejorar la distribución del Ingreso.

Ya en la Décimo Segunda Asamblea del Parido Comunista Chino, que tuvo lugar en 1992, Deng Xiao Ping definió al “Socialismo de Mercado” como un sistema económico en el que el Mercado jugaría un rol “básico”. Él explicó que la experiencia que habían desarrollado entre 1978 a 1991, demostraba las virtudes del mercado como asignador de los recursos escasos. La experiencia de aquel período, cuando se permitió que se  comercializaran libremente los productos agrícolas y que se desarrollara la industria orientada al mercado externo en las zonas económicas especiales, había convencido   a Deng Xiao Ping de la necesidad de que China complementara la planificación central con la organización de mercados que pasarían a cumplir un rol “básico”.

Veintiún años después de aquella histórica decisión, los nuevos líderes chinos han llegado a la conclusión que la ineficiencia, la corrupción y las injusticias en materia distributiva tienen mucho que ver con las intervenciones discrecionales del Estado y las interferencias que impiden a los mercados desplegar todas sus virtudes. Por eso, no sólo en materia de asignación de recursos sino fundamentalmente como herramienta para aumentar la eficiencia, reducir la corrupción y mejorar la distribución del ingreso, los líderes chinos ordenan ahora que se deje al Mercado jugar un rol “decisivo”.

Acabo de constatar  esta evolución reciente del pensamiento de los líderes chinos en la reunión del “International Finance Forum 2013”  a lo largo de los días 14 y 15 de diciembre en la ciudad de Beijing. Es la octava vez que participo como disertante invitado a esta reunión que se organiza con el patrocinio del Gobierno de Beijing y  del Banco Central de China (PBC). Gracias a ello he podido conocer el pensamiento predominante entre los líderes y economistas chinos sin intermediarios y en reuniones en la que se habla con mucha franqueza.

Qué bueno hubiera sido que Axel Kicillof escuchara las conferencias que yo escuché en el  IFF2013!. Él había pasado por Beijing sólo dos días antes y, por las respuestas que dio a las preguntas de algunos periodistas, no parece haber tomado conocimiento de las importantes decisiones recientes del Partido Comunista Chino.

Los problemas que enfrenta hoy la economía argentina tienen su origen en los efectos distorsivos de la intervención del Estado en los mercados, tal como lo han constatado los chinos para su país. Que se lo demuestren a Kiciloff líderes políticos y economistas a los que no podrá etiquetar de “neoliberales” podría acelerar su proceso de aprendizaje práctico. Eso sería muy bueno para nuestro País.