Muy buen planteo del Presidente en su discurso del 30 de octubre

 

El presidente demostró una gran claridad conceptual y una ajustada interpretación de la realidad política, económica y social sobre la que tendrá que actuar durante los dos próximos años.

Ya no caben dudas que quiere ver a la Argentina organizada conforme a nuestro régimen constitucional en todos sus aspectos, incluidos los principios Alberdianos de buena organización económica de los que estuvimos alejados por demasiado tiempo y que no fuimos capaces de sostener cuando fueron parcialmente recuperados.

Su énfasis en la búsqueda de consensos para modificar y sostener las reglas de juego en la buena dirección es apropiado. Es claro que en el pasado la inestabilidad de las reglas de juego, incluso aquellas que en algún momento estuvieron bien diseñadas, fue la causa principal de nuestros retrocesos económicos y sociales.

Ahora cabe esperar que las propuestas concretas y las negociaciones, tanto en el ámbito del Congreso Nacional, como con los gobernadores avancen suficientemente rápido como para aventar los riesgos de una pérdida del crédito externo e interno que torne imposible el financiamiento del déficit fiscal.

También serán muy importante las negociaciones con empresarios y sindicatos para adoptar las medidas necesarias para el aumento del empleo, la inversión productiva y la competitividad de la economía.

Urge darle un fuerte impulso a las exportaciones, que hasta el momento se muestran como el talón de Aquiles de la recuperación que se ha logrado a partir del segundo semestre de este año.

La información fiscal sobre la ejecución del presupuesto de 2017 es alentadora y si el Presidente Macri logra que su gobierno y los gobiernos provinciales avancen en la dirección sugerida en su discurso, podrán cumplirse las ambiciosas metas fiscales para 2018.

Pero para que estos avances se reflejen en una tasa de inflación sostenidamente decreciente, que no obstaculice en el corto plazo el crecimiento de la economía, el Banco Central tendrá que ajustar su política de metas de inflación, para complementar el manejo de la tasa de política monetaria con una regla clara de intervención en el mercado cambiario, que ayude a bajar las expectativas de inflación y permita que los salarios y jubilaciones no se ajusten en función a la inflación pasada sino conforme a la inflación esperada.

Cuando se haya prácticamente completado el ajuste de las tarifas de los servicios públicos, necesario para reducir a un mínimo los subsidios económicos, será la oportunidad para hacer estos anuncios en materia de política monetaria. Descartar ajustes de tarifas por arriba de la inflación esperada será un complemento importante de la regla de intervención en el mercado cambiario para influir sobre la expectativa de inflación.

No sólo Duran Barba asesora mal al jefe de Gabinete; tambien lo hace equivocar Juan Jose Llach. Una verdadera lástima.

Luego de leer las declaraciones de Marcos Peña tratando de contradecir lo que dije en el reportaje que me hicieron periodistas de El País, me siento obligado a hacer todo lo que esté a mi alcance para sacar al jefe de Gabinete de un equívoco que le puede costar caro al Gobierno de Macri.

Negar que en relación al compromiso con la estabilidad de precios y la integración de Argentina al Mundo hay coincidencia con la orientación económica de los 90’s, no ayuda a convencer a los potenciales inversores externos que el discurso del Presidente Macri es sincero.  Pero puedo entenderlo en función de la campaña electoral y de la estrategia que recomienda Durán Barba para ganar la elección. Creo, de todas formas, que aún en ese sentido sobrestiman la importancia de mis declaraciones. No creo que signifiquen costos electorales de consideración para el gobierno.

Sí me preocupa que, para diferenciar las políticas actuales de las del Plan de Covertibilidad de 1991, pongan énfasis en que ahora el tipo de cambio es flotante mientras que en aquel período era fijo. Este énfasis fue, lamentablemente, sugerido por Juan José Llach en su desafortunado tweet del 9 de octubre pasado.

Hay diferencias mucho más relevantes entre el Plan de Convertibilidad de 1991 y el que, sin alternativas a mano, está aplicando actualmente el Banco Central. Pero, marcar estas diferencias no ayudan a ser optimista respecto a los resultados económicos futuros del gobierno de Macri. Por eso yo no lo hice, salvo en informes no públicos, destinados sólo a profesionales que entienden economía, comenzando con los buenos economistas con que cuentan el Banco Central y el gobierno.

Pero ahora no puedo dejar de mencionar esas diferencias, porque me preocupa que Juan José Llach induzca al Jefe de Gabinete a un error peligroso.

Claro que hay diferencias entre el Plan de Convertibilidad y la política de metas de inflación del Banco Central! Las enumero en orden de importancia:

  1. El Plan de Convertibilidad interrumpió de inmediato la emisión de dinero para financiar al Tesoro. Por el contrario, en la actualidad, el Banco Central ha tenido que seguir emitiendo miles de millones de pesos para financiar el déficit fiscal.
  2. El Plan de Convertibilidad fue acompañado de una reducción del gasto  público desde el 35% en 1989 a 26% del PBI en 1991. Por el contrario, en 2016, el gasto público como porcentaje del PBI se ha mantenido a un nivel muy alto, más del 43%, y tampoco se está reduciendo en 2017.
  3. El déficit fiscal pasó del 7.2% del PBI en 1989 a 1.3% en 1991, 0,4% en 1992 y un superávit del 0.4% en 1993. Lamentablemente, en la actualidad el déficit fiscal se mantiene en los altos niveles heredados del gobierno Kirchnerista, tan altos como los de 1989.
  4. La emisión de deuda para financiar el déficit fue insignificante en los años 1991 y 1992, precisamente porque el déficit fiscal descendió mucho y rápidamente desapareció. En aquel entonces sólo se emitió deuda para consolidar pasivos internos y externos, devengados en los años anteriores (ley de consolidación de pasivos y Plan Brady). En la actualidad el Gobierno está emitiendo deuda, en su mayoría externa,  del orden del 5% del PBI, en concordancia con la parte del déficit fiscal que se financia con emisión monetaria.
  5. A partir de 1991 y hasta bien entrados los 90s, todas las reservas que compró el Banco Central pagadas con emisión de pesos fueron el resultado del regreso de los capitales argentinos que estaban en el exterior o de los dólares billete que estaban en los colchones o en las cajas de seguridad. No hubo emisión de pesos para comprar dólares provenientes del endeudamiento externo, porque la colocación de bonos en el exterior recién comenzó en 1993, por cifras muy moderadas hasta 1997. En la actualidad el grueso de la emisión de pesos del Banco Central es para comprar dólares que ingresan por el endeudamiento externo del Tesoro.
  6. Durante la vigencia del Plan de Convertibilidad el Banco Central tenía prohibido emitir deuda y, por consiguiente, no incurría en pérdidas por pago de intereses. En la actualidad el Banco Central se ve obligado a emitir LEBACs pagando altas tasas de interés en términos reales para absorber parcialmente la fuerte emisión de pesos que se deriva del financiamiento monetario al Tesoro y de la compra de los dólares originados en el endeudamiento público externo.
  7. La fijación del tipo de cambio y la compra de reservas por parte del banco central, permitió la remonetización de la economía e impidió que se produjera una enorme sobrevaluación de nuestra moneda (también llamado «atraso cambiario»). Eso hubiera ocurrido si el Banco Central, en lugar de comprar los dólares que ingresaban, dejaba flotar el Peso. La ley de convertibilidad no obligaba al Banco Central a comprar los dólares a 1 Peso, pero si el Banco Central no compraba los dólares que ingresaban, el precio del Dólar hubiera bajado a 0,90 ó 0,80 ó 0,70, dependiendo de la intensidad del ingreso de capitales. Decidimos ponerle un piso de 1 Peso al precio del Dólar para evitar el atraso cambiario y poder anunciar que su precio no se iba a mover. De esa forma se contribuía a hacer posible la inmediata eliminación de la indexación retrospectiva de salarios y gastos públicos, que siempre es la causa principal de la inercia inflacionaria.
  8. El tipo de cambio fijo es una regla monetaria alternativa a la del manejo de la tasa de interés con tipo de cambio flotante, pero cuál de las dos es más conveniente depende de lo que ocurre con el resto de las variables reales de la economía. Si se puede bajar rápidamente el gasto público y eliminar el déficit fiscal, el tipo de cambio fijo es más conveniente porque evita la apreciación exagerada del Peso a que llevaría la libre flotación con tasas de interés reales positivas. Además, el tipo de cambio fijo permite argumentar a favor de la desindexación de la economía. Por el contrario, si no se puede bajar el gasto público y el déficit fiscal continúa siendo muy alto, no existe otra alternativa que dejar flotar el tipo de cambio. Lamentablemente, en este caso, aunque el Gobierno lo desee, no se puede evitar el atraso cambiario, simplemente porque el Gobierno se transforma en el que ingresa los dólares. Para peor, el Banco Central se ve obligado a emitir LEBACs para absorber los excesos de liquidez e induce más ingresos de dólares golondrina atraídos por la diferencia entre los intereses que paga y el ritmo esperado de devaluación de la moneda.

Para concluir, quiero explicar que no critico al Banco Central, porque lo único que puede hacer es lo que está haciendo. Pero sí brego porque el Gobierno advierta que las diferencias entre su plan y el Plan de Convertibilidad juegan totalmente en contra de su principal objetivo: lograr que la inflación disminuya y la economía crezca de manera sostenida.

Por eso, el mejor consejo que puedo darle al Jefe de Gabinete es que se haga asesorar bien y que, aunque sea gradualmente, ajuste las políticas que acompañan al plan de metas de inflación en la misma dirección de las que acompañaron al Plan de Convertibilidad: reducir el gasto público como porcentaje del PBI, eliminar el déficit fiscal, limitar lo máximo posible el endeudamiento externo del Tesoro, prescindir del financiamiento monetario del déficit fiscal y evitar que el Banco Central se vea obligado a endeudarse y pagar altas tasas de interés para absorber los excesos de liquidez.

 

 

Tengo que ser mas precavido cuando contesto reportajes

La semana pasada dos periodistas del diario El País me pidieron insistentemente un reportaje. Les respondí muchas preguntas durante más de una hora y noté que volvían y volvían sobre el tema de un supuesto asesoramiento mío al gobierno de Macri y de las similitudes entre las políticas actuales y las de los 90s. Como siempre, traté de responder con sinceridad y sin ninguna intención de crearle un problema a la campaña electoral del PRO.

Cuando leí el reportaje vi que había sido mutilado y que sólo se había publicado lo referido a esas comparaciones, previo comentario del periodista sobre que mi nombre provoca miedo en millones de argentinos, algo que no recuerdo haberle escuchado decir a lo largo del reportaje. Tampoco recuerdo haber dicho que ¨todos¨ los funcionarios colaboraron conmigo en el pasado. Pude haber dicho, si, que varios de ellos lo hicieron, pero dejando en claro que no se trataba de la mayoría y mucho menos de todos, porque el grueso de los funcionarios de Macri son jóvenes que en los 90s eran niños.

De todas maneras, no creo que bien leído, el reportaje original pueda haber sido interpretado de la forma que lo hizo mi amigo Juan José Llach en un twit.

Me apresuro a subir el reportaje original, por si quienes se interesen por mi verdadera opinión, lo lean y no se guíen por las interpretaciones malintencionadas que hicieron Página 12 y otros medios kirchneristas.

Este es el reportaje publicado en el País. Y ésta la interpretación de la Nación, que en ningún momento tergiversa lo que yo dije en el reportaje.

Ciertamente cuando comparé la orientación económica del gobierno de Macri con la nuestra de los 90s, dejé bien en claro que me refería a la preocupación por el valor de la moneda, la baja inflación y la integración de la economía al mundo. Pretender que comparo el manejo de la política monetaria en contextos que son muy diferentes, por entonces saliendo de la hiperinflación y con una economía de hecho muy dolarizada y ahora teniendo que salir de una estanflación con fuertes desajustes de precios relativos y un enorme déficit fiscal, es poco menos que temerario.