NUEVA YORK.- Domingo Cavallo está acostumbrado a remar en contra de la corriente.
Mientras en la Argentina y en muchos otros lugares del mundo se interpretó que el acuerdo que firmó el gobierno de Néstor Kirchner con el Fondo Monetario Internacional (FMI) fue un triunfo para nuestro país, el polémico ex ministro de Economía se declara "indignado" porque el "FMI está usurpando privilegios que son de los propios acreedores argentinos y de los extranjeros que confiaron en la Argentina".
El cielo está nublado sobre Manhattan, no llueve, pero igual Cavallo, precavido, abre el paraguas antes de tiempo: "No voy a dar opiniones políticas", advierte cuando se encuentra con LA NACION en un hotel del Midtown y comienza la corta caminata hasta la oficina donde se realizará esta larga entrevista. Al principio se muestra muy cauteloso y tenso. Cuenta que está cansado "de que los periodistas saquen de contexto sus palabras", y por eso mismo piensa dos veces cada oración y habla con tono pausado. Pero así como el tráfico neoyorquino matinal empieza a cobrar ritmo en las avenidas del East Side que se ven por las ventanas de la oficina, Cavallo, el ex superministro de Economía de Carlos Menem y fallido piloto de tormentas de Fernando de la Rúa, se distiende, comienza a apasionarse y a hablar libremente del FMI, del presidente Kirchner y de su futuro en la Argentina.
-¿Por qué sostiene que el acuerdo con el Fondo no debe ser interpretado como un éxito de la Argentina? -Los que entienden de temas financieros lo perciben como un éxito del FMI, pero no en términos de que haya cumplido con su misión y su responsabilidad, sino porque defendió sus intereses como acreedor. Que el FMI actúe así es una gran injusticia, además de ir en contra de la ley argentina. El Fondo está pretendiendo hacer valer un privilegio que no tiene. Privilegio que en todo caso sí poseen los que tenían activos en pesos en la Argentina, incluidos los trabajadores que cobraban sus sueldos en pesos; privilegios que sí tienen los depositantes, porque además de la ley de convertibilidad tenían la ley de intangibilidad de los depósitos; privilegios que sí tienen los que aportaron a los fondos de pensiones; lo mismo que los bancos que habían participado en la reestructuración de la deuda en 2001, porque habían transformado sus acreencias en préstamos garantizados, que estaban respaldados por recaudación impositiva, del impuesto al cheque.Todos esos acreedores tenían privilegios que no se les están reconociendo, y, sin embargo, se le reconoció al FMI un privilegio, que no está legislado en ningún lado, como acreedor.
-¿A quién culpa, al Gobierno o al Fondo?-Al Fondo. Atando cabos, y viendo cómo ha actuado ahora, el FMI fue el que en el segundo semestre de 2001 entorpeció la reestructuración ordenada de la deuda, además de no cumplir con desembolsos que había prometido para apoyar ese proceso de reprogramación.En realidad, el FMI le debe dinero a la Argentina porque en agosto de 2001 aprobó un plan para reestructurar la deuda -y la palabra "reestructuración" fue prácticamente impuesta por ellos y por el gobierno de Estados Unidos-, que incluía no sólo los desembolsos pendientes del blindaje de 2000, de los cuales no hicieron el pago que correspondía a noviembre de 2001, por 1290 millones de dólares, sino que además en ese programa habían comprometido 3000 millones de dólares adicionales para apoyar la reprogramación de deuda. Pero a diferencia de la actitud que por entonces tomó el gobierno de Estados Unidos, de apoyo al programa que lanzamos el 1° de noviembre de 2001, el Fondo lo boicoteó.-¿Por qué?-Porque les estábamos reconociendo un privilegio a los tenedores de bonos, argentinos o extranjeros, y a los acreedores, argentinos o extranjeros, que voluntariamente entraran en lo que se llamó la primera etapa de la reestructuración, que fue muy exitosa, porque abarcó 55.000 millones de dólares de bonos y préstamos, incluyó los préstamos que los bancos le habían dado a las provincias, que estaban pactados a tasas de interés muy altas, y significó una reducción de la factura de intereses sobre una base anual de 4000 millones de dólares.Ahora me queda claro que el FMI no quería que respetáramos ese privilegio que se les había dado legítimamente a los acreedores argentinos, sobre todo a los futuros jubilados, y a los depositantes de los bancos, dado que se protegía el valor de los activos que respaldaban esas obligaciones. Y ahora lo ha conseguido. Porque se puso a quienes participaron en la primera etapa de la reestructuración de la deuda en la misma bolsa que a los tenedores de bonos que no lo hicieron. Y en realidad, según la ley argentina -que por otro lado estaba aceptada por el Fondo en todos los préstamos que le dio al país- se reconocían estas ventajas, a partir del privilegio que la ley de convertibilidad les daba a los tenedores de pesos argentinos, respaldados por las reservas del Banco Central.
-¿Quién es menos confiable, el FMI o la Argentina?-El Fondo en estos momentos está siendo muy poco confiable, porque impulsó a la Argentina a ser absolutamente no confiable. Cuando un país deja desvalorizar su ley y su sistema de protección legal a los que confiaron en él, y cuando particularmente deja de proteger a los propios argentinos, obviamente pierde toda credibilidad.
-¿Qué siente cuando ve que personas como Alberto Fernández, que militó en su partido, o Daniel Scioli, con quien hizo alianzas, ahora culpan a la convertibilidad de todos los males?-A ninguno de ellos los escuché aplaudir la devaluación ni el default. Ninguno estaba en el Congreso el día en que se declaró el default, y me parece que Kirchner era muy crítico del abandono de la convertibilidad y de la devaluación en los primeros meses de 2002.La primera actitud de Kirchner y de su gente fue ver esas medidas como un desastre para la Argentina. También entiendo que a esta altura prefiera echarle la culpa a Menem o a De la Rúa o a Cavallo, antes que a Duhalde, Alfonsín y el FMI. Pero creo que los responsables de lo que pasó en la Argentina son Eduardo Duhalde, Raúl Alfonsín y el Fondo.
-¿Por qué el FMI impulsaba el default y la devaluación?-Porque tenía interés en que las reservas que estaban en el Banco Central -respaldando la convertibilidad, los depósitos bancarios y a quienes cobraban en pesos- dejaran de estar comprometidas en ese respaldo y pasaran a estar disponibles para cobrarse de ellas.Y lo lograron, porque en el primer semestre de 2002 la Argentina utilizó 4000 millones de dólares de reservas para amortizar deuda con el FMI. Fue sólo a fines del año pasado que el Fondo empezó a hacer el roll over de la deuda. No sólo consiguió eso, sino que logró no desembolsar los 1290 millones que debería haber pagado en noviembre, porque se habían cumplido todas las condiciones hasta el tercer trimestre de 2001. Y se hizo el burro con los 3000 millones de dólares que deberían apoyar la reestructuración de la deuda
-¿Qué debería planteársele al FMI ahora?-Hay dos alternativas. O el FMI se sienta con los demás acreedores, tenedores de bonos que no entraron en la reestructuración de la deuda de 2001, y juntos negocian con el gobierno argentino y aceptan las mismas condiciones. Es decir, la quita que se le pretende imponer a los acreedores la acepta también el Fondo.O la otra alternativa es que ponga todo el dinero que debería haber puesto: los 1290 millones, más los 3000 millones que comprometió para acompañar la reestructuración, y el dinero que cobró en el primer semestre de 2002 y que nunca le devolvió a la Argentina.Son unos 6000 millones de dólares, con los que el país atraería a los acreedores que tienen bonos y que no cobraron intereses con un pago en efectivo, aunque más no sea una parte de los intereses caídos. Esa sería una buena forma de atraer a los bonistas para que participen en una buena reestructuración de la deuda. También podría servir ese dinero para que se respeten los derechos de los ahorristas que todavía no han aceptado ninguna de las
ofertas que el Gobierno y los bancos les han hecho, y que quieren recuperar sus depósitos en dólares
-¿Aceptar ese dinero no sería endeudarse más con el FMI?-No, aceptar ese dinero sería empezar a resolver el problema de la deuda. Sería para empezar a conseguir efectivamente quitas del resto de los acreedores y serviría para terminar con juicios que pueden costarle mucho al Gobierno.
-¿No se arrepiente de haber impulsado la jubilación privada? -No, en absoluto. El sistema jubilatorio es un avance importante para la Argentina. Si se respetaran los privilegios que tienen los aportantes a los fondos de pensiones, que son privilegios que se acordaron en la reestructuración de la deuda que se concluyó en diciembre de 2001, los fondos de pensiones deberían estar funcionando perfectamente.Y por primera vez en la historia, los futuros jubilados tendrían garantizado el pago de buenas jubilaciones, cosa que no sucede porque el FMI ha impulsado la violación del orden de privilegios que contenía la ley argentina. Y lamentablemente, en el país no se está defendiendo la ley propia; se la está manoseando de una manera muy alevosa. El hecho de que la Corte Suprema todavía no se haya pronunciado sobre la inconstitucionalidad de la pesificación o sobre todas las violaciones de la Constitución que se produjeron desde principios de 2002 durante tres o cuatro meses, con todas esas medidas que adoptó Duhalde, representa un terrible manoseo.
– ¿No fue un error obligar a las AFJP a pasar todos sus depósitos a plazo fijo a letras del tesoro?-No. Nadie suponía que las letras de tesorería dejarían de ser cumplidas por el Estado. Eran el instrumento por el cual se captaban recursos en el mercado local de capitales. Y por supuesto, si las AFJP hubieran mantenido depósitos en el sistema bancario, como los tenían hacia mediados de 2001 en proporciones significativas, hubieran sido más afectadas aún de lo que han sido por tener bonos. Vino la pesificación, la reestructuración compulsiva de depósitos y eso afectó el valor de los depósitos en los bancos.
-¿Las AFJP no deberían haber podido colocar una proporción mayor de sus recursos en papeles empresariales o en el extranjero? -Los papeles empresariales han caído más que los del Gobierno en muchos casos. Porque el default no fue sólo del país, sino de prácticamente todos los endeudados de la Argentina. Pero lo más lamentable, lo que queda ahora claro es que el Fondo empujó no sólo al Gobierno sino a toda la economía argentina hacia el default. Y lo hizo para impedir que los que participaban en la primera reestructuración de la deuda hicieran valer sus privilegios legítimos.
Por Alberto Armendáriz , para LA NACION