La confesión de Lavagna

“CAVALLO ESTA BUSCANDO TRABAJO CON KIRCHNER”

Así titula Perfil una parte del reportaje que le hizo a Roberto Lavagna, y que publica en su edición de hoy.

La lectura atenta de las respuestas que Lavagna le da a las inteligentes preguntas del periodista revelan errores conceptuales e incapacidad para contra-argumentar, todo lo cual refuerza las predicciones que hice en mis seis notas de algunas semanas atrás.

Antes de leer mis comentarios, recomiendo a mis lectores la lectura del mencionado reportaje, cuyas partes relevantes reproduzco a continuación:

Periodista: le leeré tres párrafos del último artículo de Cavallo en www.cavallo.com.ar y sobre cada uno de ellos le pido su opinión. El primero dice: “Los colchones ofrecidos por la fuerte inversión modernizadora de los 90, la paciencia de los trabajadores y jubilados postergados, y el viento de cola de la bonanza internacional ya han comenzado a atenuarse en algunos casos y a agotarse en otros y difícilmente ayuden por muchos años más”.

—Lavagna: la tasa de inversión hasta 2005 medida en proporción al producto bruto del precio corriente, que es como se debe medir, es más alta que en el mejor año de la década del ’90. Dicho sea de paso, el mejor año fue un año en el cual este señor no era ministro. En cuanto a la paciencia, la gente la tuvo antes, dieciocho récords de híperdesempleo en la Argentina. Nunca habíamos tenido híperdesempleo. De la bonanza internacional, que mire el mapa y vea qué cerca de Argentina hay un país más grande, Brasil, y que tiene más bonanza internacional que Argentina porque además de granos o de soja exportan minerales, cosa que Argentina no hace. Y los minerales subieron más que los granos y, sin embargo, ha crecido en promedio 2% en los últimos años.

Periodista: el segundo dice: “En el caso de Lavagna, como principal ideólogo del ‘Modelo Productivo’, (de ser presidente) no tendrá otra alternativa que ser consecuente con su promesa de mantener el tipo de cambio real alto y, por consiguiente, luego de permitir todos los aumentos de tarifas, precios, salarios, jubilaciones y gastos necesarios para remover los desequilibrios entre oferta y demanda causantes de las crisis, se verá obligado a devaluar el peso en la misma proporción en que aumente la inflación. El resultado será una espiralización de la inflación que, en pocos años, retrotraerá la realidad del país a la década de los 80, con inflación persistente y esporádicos episodios de estanflación y, si no se abandona antes la política de tipo de cambio real alto, hasta de hiperinflación”.

—Lavagna: Si está buscando el conchabo con Kirchner, esa parte la va a tener que corregir. A Kirchner no le va a gustar que diga que yo soy el ideólogo del ‘Modelo Productivo’. A los políticos, o a la gente que actúa en política, y a la prensa yo les digo siempre: “No le crean a nadie, incluyéndome a mí”. Lo que tienen que hacer es preguntarse cuál es la trayectoria debida y cuál es la trayectoria de gestión, quién fue un fracaso y quién hizo las cosas bien.

Periodista: el tercero dice: “Kirchner no podrá evitar los aumentos de tarifas, precios, salarios, jubilaciones y gastos necesarios para remover las causas de las crisis, pero por su testarudez tratará de demorarlos tanto como le sea posible. Me atrevo a predecir que Kirchner no convalidará con una devaluación el impacto inflacionario de todos estos reajustes. Es decir, antes de correr el riesgo de espiralizar la inflación, abandonará la lógica del ‘Modelo Productivo’ y su tipo de cambio real alto”.

—Lavagna: Cavallo está diciendo: cuando eso ocurra, llámeme que yo hago otra nueva convertibilidad. Y alguien en años venideros tendrá que hacerse cargo del nuevo derrumbe de la convertibilidad.

Periodista: ¿Usted cree, como pronostica Cavallo, que Kirchner se va a volver más ortodoxo después de las elecciones?

—Lavagna: No, eso es lo que Cavallo quiere. El se está ofreciendo. Está buscando trabajo. Como ya dije (ver texto principal) la izquierda folklórica y populista termina abriéndole la puerta a la derecha. Ha ocurrido permanentemente así. Y la derecha, que ya olfatea deterioro económico, se prepara y se ofrece: “Acá estamos”.

El argumento que hace Lavagna sobre la supuestamente mayor inversión actual que en la década del 90, es falso. Primero, no es cierto que lo correcto sea medir la tasa de inversión a precios corrientes y no a precios constantes. Después de una devaluación que encarece los bienes de capital, una mayor tasa de inversión a precios corrientes no necesariamente refleja un aumento en la tasa de ampliación de la capacidad productiva. Esto lo descubrió hace mas de 40 años Carlos Diaz Alejandro, cuando estudiando precisamente la historia económica de la Argentina, encontró que los bienes de capital se valuaban a precios relativos mucho mas altos en nuestro país que en el resto del mundo, y esto creaba la ilusión de aumentos en la capacidad productiva que no eran reales.

Pero, más allá de las disquisiciones técnicas, es evidente que la capacidad productiva de la Argentina actual se origina preponderantemente en las inversiones de la década del 90. Desde 2001 no ha habido inversiones significativas en Energía y Transporte e incluso en rubros manufactureros como el automovilístico, las nuevas fábricas de automóviles se instalaron en aquella década. La fuerte inversión en construcciones de lujo que se registran desde la crisis de 2002, no amplían la capacidad productiva del país. Esto, para señalar sólo algunos ejemplos y ayudar a interpretar mi argumento desde el sentido común, algo que Lavagna no parece estar en condiciones de hacer.

Con respecto a las consideraciones peyorativas respecto del Brasil, Lavagna también se equivoca. Las exportaciones de Brasil desde 2001 aumentaron mucho más que las Argentinas, en contraste con la experiencia de los 90, cuando el crecimiento de las exportaciones de Argentina superaron ampliamente a las del país hermano. Y si el consumo de Brasil creció menos que el de Argentina, es simplemente porque en aquel país no aplicaron políticas devastadoras del ingreso familiar como la pesificación combinada con fuerte devaluación que provocaron en 2002 el colapso del consumo en nuestro país.

Además Brasil ha seguido disminuyendo la inflación y es receptor de inversiones externas que han dejado de pensar en la Argentina. Mientras en Argentina, que siempre tuvo gas y petróleo, avanzamos hacia una crisis energética, ellos, que eran deficitarios en hidrocarburos, están avanzando rápidamente hacia el autoabastecimiento de combustibles fósiles y se han transformado en líderes no sólo para la producción de etanol de Caña de Azúcar, sino que se perfilan como líderes tecnológicos a escala global en materia de biocombustibles

La equivocada apreciación de Lavagna sobre Brasil también aparece en otra parte del reportaje a Lavagna, que es oportuno reproducir ahora:

-Periodista: ¿Usted dice que Brasil, hasta antes de Fernando Enrique Cardoso, tuvo un modelo más parecido al de los tigres asiáticos, y por lo tanto al suyo?

-Lavagna: Sin duda.

Periodista: ¿Y que Cardoso y Lula se hicieron”cavallistas”?

-Lavagna: Si, y así les va a ir.

Para Lavagna, el Plan Real y su continuidad con tipo de cambio flotante no tuvieron ningún m
érito, como según él no tuvo ningún mérito la convertibilidad en Argentina. Esta actitud deja en claro que para Lavagna la economía brasilera anterior al Plan Real, lo mismo que la economía argentina de los 80, son el modelo que debería haberse seguido. Esta es la mejor demostración que estoy en lo cierto cuando sostengo que una presidencia de Lavagna nos llevaría directamente a la estanflación e incluso a la hiperinflación, como en Brasil antes del Plan Real y en Argentina antes del Plan de Convertibilidad.

A confesión de parte, relevo de prueba…

Una Propuesta Inteligente

Es de un joven Argentino. He podido conocerla gracias a los intercambios de mensajes generados por mi blog. La comparto en un 100 % y me recuerda el tipo de propuestas que yo solía hacer, desde el IERAL de la Fundacion Mediterránea, durante la decada de los 80’s.

Recomiendo a los lectores de mi blog y a los políticos interesados en solucionar los problemas económicos de la Argentina, prestarle atención. Vale la pena imprimir el contenido del articulo y leerlo sobre base papel, porque tiene 15 páginas.

El autor es Nicolás Magud, un joven argentino, profesor asistente en la Universidad de Oregon. El artículo a que me refiero esta en su sitio al que pueden acceder haciendo click en «http://www.uoregon.edu/~magud/Redistribucion.pdf«.

Es particularmente valioso su análisis sobre las redistribuciones de ingreso y riqueza presentes y futuras a que da lugar el actual modelo «Productivo» de tipo de cambio real alto. Al que mas le convendria leer este tipo de aportes es al gobierno de Kirchner para desintoxicarse de su Lavagnismo.

Una alternativa electoral, difícil pero no imposible

Ultima nota de seis

A esta altura, el lector habrá entendido porqué sostuve, en un artículo anterior, que elegir a Lavagna en reemplazo de Kirchner era como salir de la sartén para caer en el fuego. ¿Pero debemos resignarnos a esta sola opción? ¿Es imposible construir otra alternativa que tenga chances de ganar la elección presidencial de 2007?

En mi opinión, es difícil pero no imposible. Pero para imaginar una alternativa superadora a Kirchner hay que olvidar por un momento la discusión económica y poner el foco en los temas de seguridad, transparencia y espíritu republicano.

Desde mucho antes del Golpe Institucional de 2001, los argentinos sufrimos un problema creciente de inseguridad física, pero este fenómeno se ha agravado desde que los gobiernos, tanto el de Duhalde como el de Kirchner, por temor a ser acusados de represores o mano dura y por ceder a la filosofía “garantista” de muchos jueces, muy preocupados por no violar los derechos de defensa a los delincuentes, han dejado de priorizar la defensa de los derechos a una vida segura de millones de ciudadanos argentinos, especialmente de aquellos que no pueden contratar seguridad privada.

Además, desde la pesificación combinada con fuerte devaluación de 2002, se agregó una enorme sensación de inseguridad jurídica para los ahorristas, inversores, jubilados con haberes apenas superiores al haber mínimo, empresarios con contratos de concesión y todo tipo de relación contractual con el estado, trabajadores en sectores de servicios no protegidos por sindicatos amigos del gobierno, pequeños y medianos empleadores que han comenzado a sufrir nuevamente la industria del juicio laboral y los trabajadores de la economía informal, que no han encontrado forma de sustraerse de los efectos corrosivos de la inflación, porque ni siquiera tienen la protección de los sindicatos capaces de negociar aumentos de salarios nominales.

Es bien conocido que la inflación, reinstalada desde el abandono de la Convertibilidad, crea un angustiante sentimiento de inseguridad económica para los millones de trabajadores, jubilados y prestadores de servicios por cuenta propia, que saben que los precios suben siempre antes y más rápidos que sus ingresos.

Este terrible sentimiento de creciente inseguridad física, jurídica y económica no alcanzó a ser neutralizado por la disminución de la desocupación, a pesar de la indudable recuperación económica que se vivió desde 2003 en adelante y por eso la opinión pública señala a la inseguridad como el principal problema de la realidad actual.

La pesificación y la devaluación de 2002 reintrodujeron los mecanismos inflacionarios de redistribución, casi siempre regresiva, de los ingresos y de la riqueza. A diferencia de la época de la Convertibilidad, cuando para redistribuir ingresos y riqueza había que discutir en el Congreso Nacional impuestos, subsidios y el nivel y distribución del gasto público desde 2002 en adelante, basta con una fuerte devaluación y la consecuente inflación, para producir brutales reducciones de los salarios y las jubilaciones en términos reales y ajustes fiscales mucho mas extremos que los recomendados por los economistas fiscalmente más conservadores. La transparencia, aún insuficiente, que existía en la época de la Convertibilidad, desapareció por completo, y desde entonces, el grado de arbitrariedad y oscuridad de la intervención del estado en la economía es sólo comparable con la de la década del 80, cuando predominaron la stagflación (recesión con inflación) y la hiperinflación. Todo esto aumenta la sensación generalizada de inseguridad ciudadana.

En el plano político, desde la reinstauración de la democracia en 1983, nunca se vivió un clima de desprecio a las instituciones republicanas y federales tan acentuado como el que se vive en los últimos años. No hay diálogo con la oposición sobre ningún tema, ni siquiera existe diálogo entre los integrantes del mismo gobierno, el Congreso Nacional está pintado, los gobernadores se han resignado a la repartija arbitraria de recursos federales y la Justicia busca sin disimulo los sentimientos y pensamientos del Presidente, como criterio para discernir como debe pronunciarse sobre cuestiones fundamentales de la vida en sociedad.

Ante un panorama tan desolador en materia de inseguridad, transparencia y espíritu republicano, quien aspire a liderar una propuesta opositora con chances de ganar la Presidencia y luego poder gobernar con éxito, no se tiene que enredar en la discusión de temas puntuales de la economía. En esta materia tiene sólo que mostrar que cuenta con numerosos economistas capaces de analizar los problemas y resolverlos. Para enredarse con Kirchner sobre temas económicos hay que dejarlo a Lavagna para que con el apoyo de Alfonsín y algunos radicales le enrostre los supuestos desvíos en la ejecución del “Modelo Productivo” con tipo de cambio real alto.

La única bandera económica que un dirigente que aspire a liderar a la oposición debe levantar es la de la lucha contra la inflación y de todas las injusticias sociales que la misma acarrea. Ya hay muchas evidencias de esas injusticias y las habrá cada vez más elocuentes y aberrantes a medida que pase el tiempo, sobretodo si Lavagna lograra ganarle a Kirchner la elección del 2007. Pero las banderas que pueden ser la carta ganadora de un verdadero líder opositor son las de la lucha por la seguridad, la transparencia y la República. No como conceptos abstractos, sino como problemas que llenan de angustia a millones de familias argentinas.

Si yo no sufriera el acoso de la “justicia” antes “Menemista” y ahora “Kichnerista” y si no estuviera en la bancarrota en la que me han sumido anteriores campañas electorales, yo me lanzaría a ofrecer ese liderazgo desde Acción por la República. Pero no podré hacerlo en 2007.

Ojalá haya dirigentes con coraje y con recursos que puedan transformarse, sin demoras, en una alternativa verdaderamente superadora de Kirchner. Alternativa que, con aquellas banderas de la lucha contra la inflación, la inseguridad, la transparencia y la República, tiene chances de imponerse en la elección del 2007, y, si no lo logra, seguramente resultará triunfante en el 2011, como colofón de un gobierno de Kirchner, que con cuatro años más terminará como mínimo empantanado en el barro stagflacionario, o, Dios nos libre, de un gobierno de Lavagna quemado en la hoguera de la hiperinflación.

Los inevitables sobresaltos de una futura gestión de Kirchner o Lavagna

Quinta nota de seis

En mis notas anteriores enumeré los problemas presentes y futuros que se derivan de la implementación del denominado Modelo «Productivo» con tipo de cambio real alto. Todos estos problemas provocarán muchos sobresaltos y crisis durante el transcurso del próximo mandato presidencial. Muchas más graves y frecuentes que las que tuvo que enfrentar Kirchner hasta ahora.

Los colchones ofrecidos por la fuerte inversión modernizadora de los 90, la paciencia de los trabajadores y jubilados postergados, y el viento de cola de la bonanza internacional ya han comenzado a atenuarse en algunos casos y a agotarse en otros y difícilmente ayuden por muchos años más. Por consiguiente resulta interesante especular sobre cómo reaccionarían Kirchner y Lavagna frente a estos sobresaltos y crisis.

En el caso de Lavagna, como principal ideólogo del Modelo “Productivo”, no tendrá otra alternativa que ser consecuente con su promesa de mantener el tipo de cambio real alto y, por consiguiente, luego de permitir todos los aumentos de tarifas, precios, salarios, jubilaciones y gastos necesarios para remover los desequilibrios entre oferta y demanda causantes de las crisis, se verá obligado a devaluar el Peso en la misma proporción en que aumente la inflación.

El resultado será una espiralización de la inflación que en, pocos años, retrotraerá la realidad del país a la década de los 80, con inflación persistente y esporádicos episodios de stagflación y, si no se abandona antes la política de tipo de cambio real alto, hasta de hiperinflación. Se habrá desandado totalmente el proceso económico reeducativo de la Convertibilidad, que con su éxito estabilizador de mas de 10 años, había logrado cambiar los comportamientos inflacionarios de los argentinos.

Kirchner no podrá evitar los aumentos de tarifas, precios, salarios, jubilaciones y gastos necesarios para remover las causas de las crisis, pero por su testarudez tratará de demorarlos tanto como le sea posible. Me atrevo a predecir que Kirchner no convalidará con una devaluación el impacto inflacionario de todos estos reajustes. Es decir, antes de correr el riesgo de espiralizar la inflación, abandonará la lógica del Modelo “Productivo” y su tipo de cambio real alto. Porque Kirchner, como Lula en Brasil, tiene olfato político y desapego a ortodoxias ideológicas. Ello le permitirá descubrir que no es buena para la gente ni para él, como Presidente, reintroducir en la economía Argentina una inflación virulenta.

La experiencia de Lula, cuando asumió la Presidencia de Brasil en 2002, puede servir de guía para predecir el futuro comportamiento de Kirchner. Lula había sido muy crítico del Plan Real, al que acusaba de haber provocado “atraso cambiario”, y de las políticas anti-inflacionarias de corte monetarista que le habían seguido, a las que responsabilizaba por las altas tasas reales de interés. Pero cuando apenas asumido, Lula observó lo que estaba aconteciendo en la Argentina, advirtió que la recomendación Paulista de hacer bajar drásticamente las tasas de interés convalidaría la fuerte devaluación del Real que se estaba produciendo y provocaría una fuerte aceleración inflacionaria. Entonces optó por instruir al Banco Central que lejos de relajar, acentuara las políticas monetarias anti-inflacionarias y no cedió a las presiones Paulistas por un tipo de cambio real alto.

Pese a que la moneda brasilera, en términos reales está tan apreciada como en la época del tipo de cambio virtualmente fijo del Plan Real de Fernando Enrique Cardozo, las exportaciones brasileras han crecido mucho más que las argentinas en los últimos cinco años. En la década del 90 habían crecido mucho menos que las exportaciones de nuestro país. La inflación de Brasil ha disminuido a menos del 4 % anual y, a pesar de que el crecimiento de la economía ha sido lento, la distribución del ingreso no ha desmejorado en comparación con la década anterior, como sí ha ocurrido en la Argentina. Brasil enfrenta menos riesgos de sobresaltos hacia el futuro inmediato que los que se prevén en nuestro país.

El pueblo brasilero premió a Lula con la reelección a pesar de que enfrento en las elecciones a un rival con mucho prestigio y que su gobierno ofreció muchos flancos de críticas por el lado de la corrupción. Lo que el pueblo brasilero valoró, fue el compromiso de Lula con la estabilidad.

Aún cuando para el momento del necesario sinceramiento de precios, tarifas y salarios, Kirchner tendrá suficientes evidencias de la inefectividad y de los costos de los controles de precios, y de las virtudes de la competencia, la estabilidad monetaria y la eficiencia de la empresa privada, en contraste con la corrupción y la ineficiencia que normalmente caracterizan a las empresas públicas, no creo que Kirchner vaya a estar en condiciones políticas como para dar un giro fundamental en la organización de la economía, como el que sería necesario para evitar una fuerte recesión. Por eso, en el mejor de los casos, su compromiso antiinflacionario y su desapego a ortodoxias ideológicas, al menos le permitirá evitar un escalamiento peligroso, como el que ineludiblemente provocarían las decisiones de Lavagna

Puede que me equivoque, y que Kirchner a diferencia de Lula en Brasil, vuelva a someterse a la influencia de los ideólogos del Modelo Productivo también en el dogma del tipo de cambio real alto. Pero en ese caso, sólo conseguirá producir los mismos resultados inflacionarios que describí para una eventual gestión futura de Lavagna.

Triste final. Pero al menos, con ejecutores pragmáticos, hay una posibilidad de evitarlo. Cuando están equivocados, los ideólogos son mucho más peligrosos

La habilidad persuasiva de los ideólogos del Modelo “Productivo”

Cuarta nota de seis

Lamentablemente, pese a que su influencia inicial fue atenuada, los ideólogos del Modelo “Productivo” lograron imponer su interpretación de la historia económica de la Argentina y han logrado que muchos dirigentes políticos y analistas mediáticos, la utilicen para interpretar la realidad económica de la Argentina actual.

Como ejemplo de esta interpretación equivocada de la historia merecen mencionarse:

a) el olvido de la inflación, la stagflación y la hiperinflación, como enfermedades endémicas de la economía Argentina durante cuatro décadas;

b) la desestimación de los impuestos distorsivos como factores que encarecen y desalientan las inversiones, la producción y el empleo en los sectores más productivos de la economía;

d) la ponderación de la sustitución de importaciones como estrategia de crecimiento y la desestimación de la apertura de la economía como promotora de eficiencia económica y de competitividad externa.

e) la identificación de la Convertibilidad con el “atraso cambiario” ocasionado por la tablita de Martínez de Hoz como responsables del estancamiento de la economía Argentina durante las últimas décadas, omitiendo deliberadamente cualquier mención a los atrasos cambiarios del Ministro Gelbard entre el 73 y el 75 y del Ministro Sourrouille entre 1985 y 1987, gestiones ambas que lo tuvieron a Lavagna como miembro de los respectivos equipos económicos;

Néstor Kirchner fue, lamentablemente, uno de los dirigentes convencidos por los ideólogos del Modelo “Productivo. Este hecho demuestra su habilidad persuasiva, porque me consta que Kirchner antes era conciente de la importancia de erradicar la inflación y estuvo en contra del abandono de la Convertibilidad en 2002, que entendía muy bien que los déficits y no la Convertibilidad eran los responsables del endeudamiento público, a punto tal que durante los 90 nunca endeudó su provincia. En aquel entonces estuvo de acuerdo con la eliminación de los impuestos distorsivos y siempre reclamó la coparticipación automática de todos los impuestos recaudados por la Nación. Además nunca adhirió a los reclamos proteccionistas de los industriales ineficientes y siempre se opuso a los gravámenes que desalientan la exportación desde las economías regionales.

A pesar de haber tenido estas actitudes claras en el pasado, Kirchner sucumbió a los poderes persuasivos de los ideólogos del Modelo “Productivo”

Cabe preguntarse dónde radicó la clave de este éxito persuasivo. La clave estuvo en la combinación de varias circunstancias que favorecieron la difusión de sus ideas:

a) la conveniencia para muchos empresarios, muy influyentes en los medios de comunicación, de esta interpretación de la historia, como forma de cargar la solución de sus problemas de endeudamiento a costa de ahorristas, trabajadores y jubilados, sobre las espaldas políticas de los gobiernos anteriores;

b) la desvalorización del Dólar a escala global (de más del 40 % frente al Euro, por ejemplo), el impresionante aumento de los precios internacionales de nuestros principales productos de exportación y la abundante liquidez internacional que produjo una bonanza mundial nunca antes vista;

c) la existencia de una moderna estructura productiva en el sector agropecuario, la minería y los sectores industriales que habían logrado re-equiparse y modernizarse durante la década de los 90; esta circunstancia permitió aprovechar rápidamente la mejora en los términos del intercambio externo.

d) la modernización de la infraestructura y el excelente grado de capitalización que tenían los sectores de la energía y otros servicios públicos en el momento en que se lanzó el Modelo Productivo; esta circunstancia permitió esconder hasta hoy el proceso de descapitalización y deterioro en que entraron esos sectores desde 2002;

Los ideólogos del Modelo “Productivo” tuvieron una habilidad destacable en atribuir todos los costos de las nuevas medidas al Modelo de la Convertibilidad y de apropiarse de todos los beneficios de las circunstancias internas y externas que posibilitaron una rápida recuperación de la economía y cuatro años sucesivos de crecimiento a ritmo asiático.

Ahora están tan engolosinados con este éxito propagandístico que se han lanzado a convencer a los argentinos que los costos que aún no han sido advertidos por la sociedad, pero que pronto se pondrán de manifiesto con elocuencia, no son responsabilidad del Modelo “Productivo” que ellos pregonan, sino de los errores cometidos por los ejecutores pragmáticos desde la salida de Lavagna del gobierno de Kirchner.

En esta nueva campaña propagandística, esperan tener la complicidad resignada de los derrotados ideólogos liberales, que, por odio a Kirchner, estarán dispuestos a adherir no sólo a las críticas de los ideólogos del Modelo Productivo, sino a su interpretación de la historia, aunque ésta los condene al papel de ingenuos divulgadores del “Consenso de Washington”.