Es asombroso lo que ha pasado después que yo publicara en mi modesto sitio un artículo titulado “Quien asesora a Cristina en materia financiera?”
Marcelo Bonelli, en su programa “A dos voces” en TN dijo que yo hice un pronóstico “tenebroso” y Eduardo Van der Kooy y Julio Blanck, nada menos que dos de los principales columnistas políticos del Diario Clarín, me asignaron el premio Pinocho por mi “pronóstico mentiroso de que el dólar va a subir a 4,47 pesos”. Solo faltaría que salga Ignacio de Mendiguren en nombre de la Unión Industrial a acusarme que yo quiero que el dólar se escape!
Puede ser que no hayan leído mi artículo que de ninguna manera pronostica un dólar de 4,47 pesos. Todo lo contrario, advierte sobre el peligro de corrida contra las reservas del Banco Central, precisamente para que la eviten, lo que es perfectamente factible si dejan de cometer errores.
O quizás lo leyeron, y para evitar que Cristina le preste atención, decidieron no reproducirlo sino presentarlo como un supuesto operativo desestabilizador de Cavallo. Yo creo que esa es la verdadera razón por la que se ocuparon de mi artículo en sus programas de televisión y en el diario para el que escriben.
Pero, porqué quieren que yo aparezca como desestabilizador? A nadie que conozca mi absoluta pasividad política de los últimos tiempos se le puede ocurrir que yo pueda estar tratando de desestabilizar. Tratando de desestabilizar a quien? Con qué dirigentes políticos o empresarios o sindicales me reúno? Cuantos medios de comunicación frecuento y que capacidad de influir en el pensamiento y la acción de actores relevantes tengo?
La razón por la que han salido a tergiversar mi opinión no puede ser una sorpresa para quienes conozcan la trayectoria de estos periodistas, especialmente su actuación durante los episodios de diciembre de 2001 y enero de 2002. Todo el mundo mínimamente informado sabe que bregaron con gran entusiasmo no sólo por la pesificación asimétrica y la devaluación de Duhalde, sino que han sido los voceros más destacados de la demanda permanente del dólar caro y del peso depreciado.
Mientras yo escribía artículos diciendo que “Es positivo que el Peso y el Real se fortalezcan” como lo hice ya en marzo de 2003, ellos seguían pidiendo un dólar bien alto y alertaban contra la apreciación del Peso. Allá por julio de 2005, cuando yo escribí mi artículo titulado “La culpa la tiene la devaluación” me criticaron porque dije que sin retenciones a las exportaciones el precio del dólar podría haber bajado a 2,20 o 2,40, como lo había hecho el Real por la misma época.
Y siempre que yo puse a Brasil como ejemplo para señalar que la apreciación de la moneda ayuda a estabilizar la economía me trataron de retrucar diciendo que yo quería quitarle competitividad a la industria. Por supuesto que nunca se ocuparon de destacar que durante la convertibilidad tuvimos superávit comercial permanente con Brasil y desde 2002, con un peso muy desvalorizado, tenemos déficit comercial con nuestro vecino.
Por eso, y para facilitar la comunicación, yo me he referido a ellos como lo hago en el título de este post. Sin lugar a dudas se merecen el apodo de “devaluomaníacos”.
Ahora que yo he escrito cinco notas para señalar cómo se puede luchar contra la inflación, de las que se deduce claramente que sostengo que el peso no tiene que devaluarse más, los devaluomaníacos me quieren hacer aparecer como pronosticando o, peor aún, promoviendo que el dólar suba a 4,47!
Pueden ser tan burros que no hayan entendido mi artículo? Es tan difícil comprender que yo calculé el precio del dólar que podría ser defendido por el Banco Central en caso de una corrida extrema contra sus reservas? El número 4,47 surge de dividir los 179 mil millones de pesos de pasivos monetarios del Banco Central por los 40 mil millones de dólares de reservas que quedarán luego de pagarle al Club de París.
Precisamente el objetivo de mi artículo es abrir los ojos de Cristina Kirchner para que advierta que el mal asesoramiento que la llevó a hacer el anuncio de ese pago, tal como lo hizo, aumenta la probabilidad de un escenario que estoy seguro que ella y su gobierno quieren evitar.
No creo que el gobierno esté dispuesta a aplicar una política monetaria muy restrictiva, con altísimas tasas de interés, que seguramente pararía una corrida aún con reservas escasas, pero al costo de una recesión muy severa. Por eso es muy importante que tenga una estrategia inteligente para recuperar el crédito público sin tener que acudir al uso de las reservas del Banco Central, que no son del Gobierno, para afrontar los vencimientos de capital adeudado de aquí al final de su mandato.
Nadie, a esta altura, puede dejar de advertir que la inflación se debe a la devaluación del Peso. O es casualidad que el índice de precios mayoristas haya aumentado tanto como el precio del dólar (alrededor de 200%) y que el aumento del costo de la vida, si fuera bien medido, seguramente estaría muy cerca de es mismo porcentaje? Que precios o que salarios creen los devaluomaníacos que se podrían mantener permanentemente atrasados frente a una nueva devaluación de nuestra moneda?
Por eso no hace falta ser muy versado en economía para saber que una nueva devaluación sólo agravará el problema inflacionario que ya se está transformando en insoportable.
Pero entonces, que quieren los devaluomaníacos cuando pretenden hacerme responsable del pronóstico de una nueva devaluación? No me cabe ninguna duda que, como ellos sí están promoviendo el aumento del precio del dólar, quieren volverme a transformar en el chivo expiatorio, como lo hicieron con la devaluación del 2002.
Por entonces, a la pesificación asimétrica combinada con devaluación y congelamiento de depósitos le llamaron “corralón” para que la gente la asociara con el corralito y prendiera el argumento de que yo era el responsable del caos que ellos contribuyeron a crear deliberada y alevosamente. En aquella oportunidad se salieron con la suya. Ellos tiraron la piedra, escondieron la mano y me transformaron en el chivo expiatorio. A esa exitosa operación mediática de los devaluomaníacos nunca la voy a poder revertir.
Pero ésta vez no se saldrán con la suya. Los que tiren las piedras no podrán esconder la mano. Voy a concentrar mis esfuerzos comunicacionales, ahora que ellos mismos le han hecho propaganda a mi sitio, para desenmascarar a los verdaderos desestabilizadores.
La devaluación lleva inevitablemente a una mayor inflación, tarde o temprano, y yo quiero que el Gobierno tenga éxito en su lucha con la inflación. Es lo que necesitamos todos los argentinos, aunque no convenga a los intereses a los que responden los devaluomaníacos.