Los problemas que hoy enfrenta el gobierno de Cristina no fueron creados por ella. Son la responsabilidad conjunta de Eduardo Duhalde y de Néstor Kirchner y por supuesto, del ministro al que la mayoría de la gente atribuye los éxitos de este período: Roberto Lavagna.
Cristina, en lugar de tener a Néstor susurrándole al oído, a Duhalde armando un futuro gobierno encabezado por Cobos y a Lavagna tratando de lavarse las manos y criticar una orientación de la economía que él puso en marcha y sobre la que instruyó a Kirchner, debería ponerlos contra las cuerdas e integrarlos a su gobierno.
Mi propuesta es la siguiente: que nombre a Néstor Kirchner Jefe de Gabinete, a Eduardo Duhalde Ministro del Interior y a Lavagna Ministro de Economía. Y los haga corresponsables del manejo de la economía y de la relación con las provincias. Ella tiene que asumir el rol de Jefa de Estado, como el Presidente de Francia y ocuparse de las relaciones exteriores, de la fuerzas armadas y de las políticas sociales y dejar que Néstor Kirchner actúe como Jefe de Gobierno en todos los demás aspectos.
El nombramiento de Néstor Kirchner será un acto de sinceramiento político Para usar dos imágenes rusas, Néstor Kirchner dejará de ser el Rasputín de la Zarina para pasar a ser el Putin de Medvedev.
Duhalde, ya que tiene tanta vocación de seguir en contacto con la dirigencia peronista y seducir a los radicales, debería aceptar el Ministerio del Interior. Tiene mucha experiencia, sobre todo en como manejar la relación entre la Nación y la Provincia de Buenos Aires, que es la que aparece enfrentando una situación más crítica. Si se niega, estará confesando que tiene vocación desestabilizadora.
Lavagna es la persona indicada para manejar el modelo económico que él ha creado y sobre cuyas bondades ha convencido a Néstor Kirchner. Además tiene muchos economistas profesionales, particularmente los autores del denominado Plan Fénix, que se desvivirán por ayudarlo.
A pesar de que Néstor, Eduardo y Roberto han tenido sus enfrentamientos, en un momento como éste, con tantos peligros en el horizonte, deberían dejar de lado viejas rencillas y trabajar juntos para el éxito del gobierno. Al fin y al cabo Duhalde es el responsable político de que Néstor Kirchner haya llegado a la Presidencia en 2003. Roberto Lavagna fue la tabla de salvación del gobierno de Duhalde y quien re-educó a Kirchner en la economía del Plan Fénix, desintoxicándolo de la ideología neo-liberal, que, según ellos y el propio Kirchner, yo le había metido en la cabeza.
En materia de economía y de relaciones con los gobernadores, Cristina los debería dejar hacer y deshacer a ellos. Entre la gente que la apoya o debería apoyarla no podrá conseguir mejores políticos en quien confiar esas responsabilidades.
No tiene ningún sentido que algunos se ilusionen con un Gobierno de Julio Cobos luego de una renuncia de Cristina. Sería un desastre para el país y para el propio Vicepresidente. Lo tironearán de todos lados de una manera infernal y le bloquearían su gobierno con paros, manifestaciones y atentados de todo tipo.
La gran misión política que tiene Julio Cobos, muy importante y merecida, luego de su valiente y sensata actitud frente al conflicto del campo, es la de reunificar al Partido Radical, lograr un acuerdo con los Socialistas y la Coalición Cívica y competir en una interna abierta con Binner y con Carrió por la candidatura a Presidente para el 2011 de una coalición Socialdemócrata que sea la alternativa al Peronismo. Para entonces, en mi opinión, el Peronismo volverá a representar a la vertiente Popular (en contraposición a la Socialdemócrata, como en Europa), con un candidato como Reuteman, Scioli, De la Sota, Romero, Rodríguez Saa, Puerta o el mismo Macri, que espero también compitan entre sí en una interna abierta.
Si Cristina adopta esta estrategia, podrá cumplir su mandato con dignidad. La historia la recordará como una presidenta a la que le tocó un período muy difícil y que supo estar a la altura de sus responsabilidades. Con respecto a Néstor Kirchner, Eduardo Duhalde y Roberto Lavagna, cualquiera sea la evaluación que la gente haga de sus gestiones, tendrán como mínimo el reconocimiento ciudadano de haberse animado a asumir una responsabilidad con generosidad política y sin cálculos especulativos sobre sus respectivos posicionamientos futuros.
Si tienen éxito perceptible para la gente y ojala lo tengan para bien de los Argentinos, alguno de los tres podrá ser el próximo Presidente. Y si no, al menos sus conciudadanos no podrán acusarlos de haberle escapado al bulto.
Espero que Cristina tome en serio mi propuesta. La hago con afecto y respeto y con la mejor intención de ayudar a sobrellevar con dignidad la pesada cruz que ha sido puesta en sus espaldas.