El riesgo inflacionario sigue siendo alto

por Domingo Cavallo, para Perfil

 En setiembre del año pasado, cuando terminé de escribir el libro “Estanflación”, los precios de la soja y los demás productos de exportación aún no habían bajado significativamente y tampoco se tenía la sensación de que la crisis financiera de los EEUU provocaría una recesión tan profunda como la que ya se está observando en todo el mundo globalizado. Yo advertía que Argentina entraría en estanflación porque el Gobierno, luego de permitir el aumento precios y tarifas atrasados, para evitar la espiralización de la inflación se vería obligado a aplicar frenos fiscales y monetarios que siempre tienen efectos, inicialemente, mucho más recesivos que anti-inflacionarios.

 En los últimos meses, muchos de los lectores me preguntan si el riesgo de espiralización inflacionaria no desapareció como consecuencia del proceso recesivo que está produciendo en la economía argentina la fuerte caída de los precios de la soja y del resto de los productos de exportación. La pregunta es lógica, porque en EEUU, Europa y Japón, nadie habla de riesgo inflacionario sino de riesgo “deflacionario”, algo que llevaría a que la recesión se transforme en una depresión económica como la de los años 30.

 En este artículo quiero responder a ese interrogante generalizado. Mi respuesta es contundente: no, el riesgo inflacionario no ha disminuido sino, por el contrario, está aumentando. Y está aumentando porque el pronóstico sobre deterioro fiscal durante el año 2009 es hoy mucho más pesimista que cuando terminé de escribir mi libro, en setiembre de 2008.

 Mi argumento sobre los riesgos de espiralización inflacionaria no se basaba en el aumento mundial del precio de los alimentos, del petróleo y de las materias primas. Mi argumento se basaba en la combinación de tres particularidades de la situación argentina: inflación alta y no reconocida, inflación reprimida y deterioro fiscal sin crédito público.

 La inflación alta (del orden del 20% annual) y no reconocida (porque el INDEC la sigue estimando en menos del 7% anual), crea inflación inercial, porque obliga a todos los que deben negociar contratos anuales, como los contratos laborales, a demandar aumentos nominales de alrededor del 20 %.

 La inflación reprimida, es decir aquella que no afloró hasta ahora porque el gobierno logró que los precios se mantuvieran por debajo del nivel de equilibrio de los mercados, no puede mantenerse indefinidamente, por la simple razón que los instrumentos de represión: congelamiento de tarifas, controles de precios y restricciones cuantitativas a las exportaciones terminan obligando a pagar subsidios que se tornan fiscalmente muy onerosos.

 El deterioro fiscal es una consecuencia inexorable de las responsabilidades de gastos que van asumiendo el gobierno central y los gobiernos provinciales, no sólo por los subsidios emergentes de las distorsiones de precios sino también de las inversiones en infraestructura que antes hacía el sector privado y que ahora debe hacer el sector público. La pérdida del crédito público es consecuencia de la falta de voluntad de pago que se puso de manifiesto desde 2002 en adelante, agravada por la distorsión de los índices de precios del INDEC y la estatización de los fondos de pensiones.

 El deterioro fiscal combinado con la ausencia de crédito público provoca necesariamente emisión monetaria, porque no hay otra forma de financiar el déficit fiscal. La emisión monetaria, en un contexto en el que no hay demanda por liquidez en pesos se transforma en demanda de dólares, provocando la devaluación acelerada de la moneda nacional. Si el gobierno trata de reprimir esa devaluación con controles de cambio, la devaluación del Peso se producirá aún más aceleradamente en el mercado paralelo de cambio, estableciendo una brecha con la cotización oficial.

 La recesión global y la caída de los precios de exportación agravarán el deterioro fiscal y harán aún más difícil la recuperación del crédito público. Tanto el Gobierno Nacional como los gobiernos provinciales verán disminuidos sus ingresos tributarios y tendrán que atender mayores demandas sociales derivadas del aumento del desempleo y el agravamiento de la pobreza.

 Hay una única forma de contrarrestar este riesgo inflacionario: recuperar el crédito público. Pero ello sólo será posible si se cambia en 180 grados el discurso del gobierno y la organización de la economía argentina, tal como lo propongo en mi libro “Estanflación”. Si en lugar de seguir este nuevo rumbo, el Gobierno sigue enpeñado en reprimir la inflación o esconderla a través de las mentiras del INDEC, lo único que conseguirá será transformarla en una enfermedad cada vez más grave y de consecuencias más depresivas del nivel de actividad económica.

Se desplomó el valor de las empresas

Hay muchos indicadores que permiten anticipar la magnitud de una recesión. Cuando el impulso recesivo sucede a un período de euforia durante el cual aumentaron sostenidamente el precio de los activos, hay un indicador que es particularmente apropiado para comparar las expectativas de recesión en distintas economías nacionales: se trata de la observación de los índices de precios de las acciones.

El precio de la acciones refleja el valor que el mercado de capitales le da a las empresas que cotizan en bolsa. Es sabido que en los últimos seis meses el valor de las empresas se desplomó en casi todos los países el mundo, reflejando expectativas generalizadas de recesión.

Felipe Murolo me ha enviado un conjunto de gráficos muy ilustrativos de la evolución de los índices de precios de las acciones en los EEUU, Chile, Brasil y Argentina. En ellos se puede descubrir  la predicción que están haciendo los mercados sobre el curso futuro del nivel de actividad económica en cada uno de estos países.

Estos dos gráficos, copiados a continuación, incluyen en azul la evolución del índice MERVAL de la Argentina, en rojo el índice IPSA de Chile, en verde el índice Dow Jones de los EEUU y en anaranjado el índice BOVESPA de Brasil .

En el primer gráfico, referido a los últimos seis meses, se puede ver que el país en el que menos cayó el valor de las empresas es Chile, con un 10 %, luego siguen EE.UU. y Brasil, ambos con caídas del orden del 30% y finalmente, Argentina, con una caída del 40 %.

En el segundo gráfico se observa que. en la perspectiva más amplia de los dos últimos años, el posicionamiento de los EEUU, de Chile y de la Argentina prácticamente no cambia. Brasil aparece con una mejor desempeño, sufriendo una caída leve, como la de Chile, porque a lo largo de todo el año 2007 y la mayor parte del 2008, el valor de sus empresas había aumentado más que en los otros tres países. Esto tuvo que ver con el optimismo que generó el descubrimiento de reservas de petroleo y gas por Petrobras en un momento en que los precios del petróleo estaba aumentando fuertemente. Por consiguiente, si bien en los últimos seis meses el valor de las empresas brasileras cayó tanto como las de los EEUU, el efecto neto para los dos años es más favorable en Brasil que en los EEUU.

Cómo se explica que, contrariamente a lo que ha venido pregonando el gobierno, la recesión que predicen los mercados de capitales sea mayor en Argentina que en los demás países? La razón es la que he venido sosteniendo en varios artículos de los dos últimos años: Argentina iba a entrar en recesión con inflación, es decir, en "estanflación, aún si continuaba la bonanza internacional.

Ahora que el viento de cola ha desaparecido y se ha transformado en viento en contra, Argentina se encuentra mucho más indefensa que el país en el que se inició la crisis global y que en nuestros países vecinos, porque mientras todos los demás conservan el crédito y no enfrentan riesgos inflacionarios, nuestra economía carece de crédito y tiene inflación reprimida. Estos dos defectos son gravísimos cuando además están cayendo los precios de exportación. Y éso es lo que están percibiendo los inversores en los mercados de capitales.

No es para alegrarse, pero es la realidad. Espero que el gobierno no se auto-engañe como lo ha venido haciendo en relación al problema de la inflación. Si se da cuenta del problema que enfrentamos, no debería demorar en hacer todo lo que esté a su alcance para eliminar la inflación reprimida y recuperar el crédito.

La reforma financiera mundial

Varios de los visitantes de este blog me han preguntado sobre las causas y las consecuencias de la crisis financiera global, o han expresado su opinión al respecto. También sobre las reformas que será necesario introducir para evitar en el futuro la repetición de este tipo de crisis, una vez que la que hoy aqueja al Mundo sea superada. Una buena forma de pensar sobre esta cuestión en sentido positivo es contestar la última de las cuestiones, es decir, qué reformas son necesarias para evitar nuevas crisis de esta dimensión  y profundidad.

El Grupo de los 30, un centro de pensamiento liderado por Paul Volcker y del que soy miembro, ha trabajado sobre este tema desde mediados de 2008 y el 15 de enero ha dado a conocer un informe con 18 recomendaciones al respecto. Este informe ha sido comentado por muchos medios de todo el mundo, pero no lo he visto reflejado en la prensa argentina. Quienes lean inglés lo pueden ver en el sitio del Grupo de los 30. Se titula "FINANCIAL REFORM. A Framework for Financial Stability". Y para los que no lean Inglés, Felipe Murolo ha preparado una traducción que aparece en la página »Otros" de este sitio.

Yo no formé parte del grupo de trabajo que preparó el informe, pero sí participé activamente en su discusión en la reunión del Grupo de los 30 que se hizo el 5 y 6 de diciembre del año pasado en New York, y estoy totalmente de acuerdo con su contenido.

No se lo puede resumir en un post, pero quienes lo lean atentamente podrán advertir que todas las recomendaciones apuntan a organizar el futuro sistema financiero global sobre la base de regulaciones y supervisión estatales que aseguren el máximo de transparencia y permitan la evaluación y administración prudente de los riesgos que asumen los intermediarios financieros y quienes se valen de ellos para administrar su riqueza. De ninguna manera el informe propone estatizar a los intermediarios y sí advierte sbre las consecuencias negativas que puede acarrear una concentración excesiva de la intermediación financiera que pudiera surgir del acual proceso de reestructuración de bancos a escala mundial.

El informe, como todo buen trabajo orientado a ayudar a los estados y sus gobiernos a intervenir inteligentemente en las economías nacionales, presta atención a las "reglas de juego" o, lo que es lo mismo, a la "organización de la economía" y desaconseja el intervencionismo discrecional y arbitrario, que puede dar lugar a favoritismos hacia ciertos intereses económicos y políticos, las mas de las veces enfrentados con el interés general. Todo lo contrario de lo que esperan que ocurran los que quieren ver en esta crisis el colapso final del sistema de economía de mecado y del proceso de globalización comercial y financiera.

No creo que haya en el mundo un equipo de expertos con mayores conocimientos, experiencia e independencia de intereses sectoriales que el que preparó este informe. Sobre la relevancia del mismo basta señalar que Paul Volcker es asesor y consejero del Presidente Barack Obama y este informe será presentado a la reunión de abril de los jefes de estado del Grupo de los 20.

El «retro-progresismo» económico

Hoy, mientras leía el excelente artículo de Jorge Fernández Díaz en La Nación, titulado "El fin del falso progresismo" tuve una idea: trazar un paralelo entre ese falso progresismo político con el que yo denomino "retro-progresismo económico".

Tiene razón Jorge Fernández Díaz cuando sostiene que la adopción por parte de Néstor Kirchner de las banderas del progresismo político (castigo a los represores de la dictadura militar, condena del neo-liberalismo económico, anti-norteamericanismo en política exterior, etc.) tiene una explicación política: la necesidad de contar con el apoyo de ese movimiento invertebrado que se denomina "progresismo" y que tiene mucha influencia en medios de comunicación y ambientes intelectuales no sólo del País sino del Mundo.

Pero hay una explicación complementaria que yo creo que ayuda a entender porqué esta estrategia política rindió inicialmente frutos en Argentina, a pesar de las consecuencias sociales, claramente retrógradas, que estaba destinada a producir y que produjo desde el vamos. El movimiento "progresista" que bien describe Fernández Díaz tiene un ala económica que es "retro-progresista". Se trata de los economistas que creen que la inflación es una herramienta económica para redistribuir ingresos en forma progresiva, cuando en realidad lo hace de la manera más retrógrada que se puede imaginar. Es sorprendente que este tipo de economista abunde en Argentina, porque casi  no existe en ningún otro país del mundo que progresa.

Es sorprendente además que las experiencias: inflacionaria del período 1945-1975, estanflacionaria de 1975 a 1988 e hiper-inflacionaria de 1989-1990, no haya educado a los economistas argentinos que aún piensan que la inflación puede ayudar a resolver problemas de crecimiento económico y de redistribución progresiva de los ingresos y la riqueza. Escribí mi último libro, "Estanflación", para tratar de llegar a los estudiantes de economía, a los que me apena ver que, en muchas universidades, se están mal-educando en esta escuela "retro-progresista" de economía.

He querido traer este tema a mi blog, porque me temo que aún cuando la gente se dé cuenta del falso progresismo del régimen Kirchnerista, sería muy negativo que siga enredada en las confusiones y mentiras que genera el "retro-progresismo" económico que anida dentro del movimiento "progresista".

Si los progresistas que se alejan de los Kirchner porque se dan cuenta que lo que ellos pregonan es un falso progresismo y los peronistas que nunca pertenecieron al movimiento progresista pero estuvieron con los Kirchner por tener algo de poder, siguen abrevando en los economistas "retro-progresistas" para diseñar sus propuestas económicas, corremos el riesgo de salir de la sartén, para caer en el fuego.

Donde quedó el modelo de «Dólar Alto»?

Tal como lo predije en  marzo de 2007, en plena contienda electoral entre los Kirchner y Roberto Lavagna, enfrentado con el riesgo de una aceleración inflacionaria, Nestor Kirchner abandonaría las prescripciones de política cambiaria de los ideólogos del "Modelo Productivo basado en el Tipo de Cambio Real Alto", como a sus mentores les gusta llamarlo. (Hago la aclaración sobre quienes le han puesto este rótulo, porque en mi opinión no es un "modelo" y mucho menos "productivo", pero así es como han logrado presentarlo en sociedad en base a la propaganda oficialista, desde 2002 en adelante).

En mi artículo titulado "Los inevitables sobresaltos de una futura gestión de Kirchner o Lavagna" sostengo que mientras Lavagna se aferraría a las prescripciones de acompañar con devaluaciones del peso cualquier aumento de los precios y salarios internos, aún los originados en la eliminación de atrasos tarifarios, controles de precios, restricciones a las exportaciones y retenciones, Nestor Kirchner dejaría de lado el compromiso de mantener el dólar alto y haría todo lo que estuviera a su alcance para evitar que nuevas devaluaciones retroalimenten la inflación.

La reacción de kirchner al aumento de la inflación hasta el mes de setiembre pasado fue exactamente la que yo había predicho casi dos años antes. Pero quiero dejar bien en claro que, aún cuando el tipo de manejo cambiario que ha estado haciendo el gobierno es mejor que el que hubieran hecho los ideólogos del "Dolar  Alto", de ninguna manera está asegurado que el precio del Dólar pueda seguir siendo controlado si los instrumentos que se utilizan para evitar la devaluación del Peso, son los que se han utilizado hasta ahora.

Tal como le explicó mi amigo Felipe Murolo a alguien que le preguntó si descartaba una fuerte devaluación del Peso durante los próximos meses, es razonable descartar una devaluación como decisión deliberada del gobierno, pero no es posible descartar que llegue a haber una fuerte devaluación por la simple razón de que el gobierno no pueda frenar una escapada de la gente hacia el Dólar. En otras palabras, no habrá fuerte devaluación decidida por el gobierno, pero sí puede haberla por reacción del mercado.

En la medida que la inflación mensual se mantenga relativamente alta por ajustes de tarifas públicas que habían quedado muy atrasadas, o porque el gobierno permita que aumenten precios que habían estado artificialmente controlados o elimine restricciones a las exportaciones, como las que afectaron a la producción lechera y de carnes, o porque el gobierno reduce las retenciones a las exportaciones y permite que los precios internos se acerquen a los internacionales, nadie podrá argumentar que esa inflación provoca atraso cambiario. Por el contrario, se tratará de una suerte de inflación correctiva que lleva los precios relativos a los niveles que aseguran equilibrio entre la oferta y la demanda de cada uno de los bienes. El gobierno estará en lo cierto si no presta atención a las demandas de devaluación que se basan en el argumento de que estos precios, antes atrasados, están aumentando.

Pero si, por falta de crédito genuino, el Gobierno trata de financiar el déficit fiscal que inexorablemente va a resultar del proceso recesivo que ya se ha iniciado y trata de crear artificialmente crédito para el sector privado acudiendo, en ambos casos, a la emisión monetaria, la gente puede comenzar a demandar dólares como forma de cubrirse frente a un eventual descontrol inflacionario. Si la reacción del gobierno es detener una corrida semejante mediante acentuación de los controles de cambio y mandándolos a Moreno y Etchegaray a controlar las transacciones en la calle San Martín, se va a producir una fuerte devaluación en el mercado paralelo de cambios. Esto no debería ser novedoso para nadie: ya ocurrió de manera casi permanente en nuestro país entre 1975 y 1990 y viene ocurriendo en Venezuela desde varios años atrás.

Cuando se establece una brecha entre el mercado oficial de cambios y el mercado paralelo, la cotización del Dólar en este último mercado pasa a tener más influencia sobre las expectativas de inflación y el comportamiento de muchos precios que la cotización controlada por el gobierno. Un mercado cambiario desdoblado es normalmente la contracara monetaria de una ecoomía real en estado estanflacionario.

Es por esta razón que la decisión de Nestor Kirchner de abandonar la política de Dólar Alto sólo será exitosa en el sentido de evitar la espiralización de la inflación, si va acompañada no sólo de la eliminación de la inflación reprimida sino también de la recreación del crédito público y privado. Pero no del crédito ilusorio que se crea por emisión monetaría sino del crédito genuino que resulta de la confianza en que hacia el futuro a) no se volverán a violar los derechos de propiedad de los ahorristas argentinos y de los inversores del exterior y b) de que los deudores podrán cumplir con sus obligaciones. Por supuesto que ninguna de estas dos condiciones podrán alcanzarse si se continúa con la parte del discurso del gobierno que no cambió desde 2002: la de la violación permanente de los derechos de quienes arriesgan sus ahorros invirtiéndolos en la Argentina.