La economía argentina después de las elecciones

La economía argentina ya está sufriendo estanflación, un fenómeno que se hará aún más virulento luego de las elecciones, con absoluta independencia de cuál sea el resultado. Se trata de una crisis que no se parecerá a la del 2001, año en que la debacle financiera local sobrevino a un proceso depresivo-deflacionario que se había iniciado en el segundo semestre de 1998. La crisis estanflacionaria actual prácticamente no tiene agravantes financieros locales . Es un fenómeno de la economía real que devendrá en crisis fiscal. En todo caso tendrá algunos rasgos de la del 2002, porque como entonces habrá inflación y fuerte recesión. Pero será una crisis mucho más parecida a las de 1975-76 y a la de 1989-1990.

La estanflación argentina, a diferencia de lo que ocurre en la mayor parte de las economías emergentes, tiene poco que ver con la crisis financiera global. Argentina es uno de los países menos afectados por lo que está pasando en la economía mundial porque sus principales productos de exportación mantienen precios bastante más elevados que los que predominaron en la década anterior. No han caído tanto como los precios de los minerales de uso industrial y del petróleo. Además Argentina no había estado recibiendo capitales financieros del exterior y sus bancos no habían tenido una gran expansión del crédito en los últimos años. Por esa razón tampoco adquirieron grandes riesgos crediticios como los de los bancos de los países avanzados y de las economías emergentes con gran desarrollo financiero reciente.

La crisis argentina es totalmente autogenerada y era totalmente predecible. Yo la anticipé a principios de 2007 cuando describí cómo serían los escenarios de un futuro gobierno según ganara las elecciones Cristina Kirchner o Roberto Lavagna. Luego la describí con más detalle en mi libro Estanflación, escrito durante el invierno del año pasado, cuando todavía no se había producido ningún impacto significativo de la crisis financiera global sobre las economías emergentes.

La crisis argentina tiene su origen en:

1) las medidas impositivas y de controles de precios y tarifas que desalentaron la inversión y la producción en los sectores más productivos de nuestra economía, particularmente los sectores agropecuario y energético;

2) el aumento desmesurado del gasto público improductivo financiado con el producido de los impuestos distorsivos y

3) el encerramiento comercial y el aislamiento financiero que impidieron la recuperación del crédito público y privado y transformaron a Argentina en una economía a la que los demás países y organismos financieros del exterior les importa poco.Por eso la consideran no elegible para recibir los apoyos financieros que se están brindando a la mayor parte de las economía emergentes.

El tercero de estos factores es el que me lleva a predecir que la crisis argentina se va a agravar en la segunda mitad de este año y probablemente durante 2010 y 2011, aún cuando comiencen a verse signos de recuperación en la economía global y en la mayoría de las economías emergentes.

El déficit fiscal adquirirá dimensiones hasta hoy impensadas por la mayor parte de los economistas, aún de los que critican al gobierno. La caída de la recaudación, la necesidad de asistir financieramente a las provincias y de cumplir con los compromisos de pagos de obras públicas y a proveedores, determinarán un déficit fiscal significativo que no podrá financiarse con crédito público. Por lo tanto, habrá una fuerte emisión monetaria con el consiguiente drenaje de divisas. Si el Banco Central intenta frenarlo acentuando los controles de cambio, aparecerá un mercado paralelo como el que existió entre 1975 y 1990. Si el banco Central defiende sus reservas y no impone controles de cambio, se producirá una fuerte devaluación que espiralizará la inflación.

Estoy convencido que Néstor Kirchner sabe que la que acabo de describir es la realidad presente y futura. Hablé con él muchas veces durante la década de los 90 y me siento seguro en afirmar, como profesor de la materia, que tiene suficientes conocimientos de economía como para saber cuál es la interpretación correcta de nuestra realidad. Lo que lo lleva a argumentar que la crisis argentina es fruto de la crisis global y que la crisis se agravará sólo si el Gobierno pierde las elecciones del 28 de junio no es su desconocimiento de cómo funciona la economía argentina si no su falta de escrúpulos políticos .

Ya ha encontrado culpable para la crisis que estamos viviendo: son los EEUU que engendraron la crisis financiera global. Está preparando la lista de culpables del agravamiento de la crisis argentina. Como sabe que el gobierno va a perder esas elecciones (al menos en términos del número de diputados y senadores oficialistas que quedarán en el nuevo Congreso), ha decidido identificar como culpables del agravamiento de la crisis a los ciudadanos que voten a alguna de las variantes opositoras, es decir, a la mayoría del Pueblo Argentino. Sólo así se explica su discurso de campaña.

Esta falta de escrúpulos políticos me preocupa no por el efecto que pueda tener sobre el resultado electoral, sino porque es un indicio de que Néstor Kirchner esté planeando el alejamiento de su esposa de la Presidencia, luego de las elecciones del 28 de junio, en medio de algún episodio que pueda mostrar frente a la gente como un “Golpe Duhaldista”. Por otro lado, hay mucha gente alrededor de Duhalde a la que no le disgustaría esa alternativa, porque piensan que un futuro gobierno de Cobos, para completar período, necesitaría del apoyo del “Piloto de Tormentas” del 2002. Si Néstor Kirchner decide que no quiere pagar el precio político de hacerse cargo del agravamiento inexorable de la crisis, puede encontrar la bandeja servida para aparecer echado. Algo que el visualiza como un episodio histórico semejante al que vivió Perón en 1955.

Para quienes quieran imaginarse como podría ser un futuro gobierno de Cobos apoyado por Duhalde y con Lavagna de Jefe de Gabinete, sugiero a los visitantes de mi blog que relean el artículo que publiqué el 31 de marzo de 2007 titulado “Los inevitables sobresaltos de un futuro gobierno de Kirchner o Lavagna”. Por supuesto que hay una esperanza: la que describí en el artículo inmediato siguiente al anterior titulado: “Una alternativa electoral, difícil pero no imposible”. Pero para que ella vuelva a tener vigencia, habrá que esperar hasta las elecciones presidenciales de 2011.

 

Argentina frente a la Crisis Global

 Artículo de Domingo Cavallo publicado por Perfil en su edición del 3 de mayo bajo el título "Nuestra Torpeza".

La interpretación que prevalece en nuestro país sobre el origen de la crisis global, los mecanismos para su solución y la causa de nuestra crisis estanflacionaria es totalmente equivocada. Si nuestra dirigencia no lo comprende, aun cuando la mayoría de la naciones encuentre una salida y vuelvan a crecer sostenidamente, nosotros seguiremos enredados en una crisis local mucho más grave que la que ya nos aqueja y estaremos cada vez más aislados del mundo.

La interpretación que prevalece en Argentina.

Los economistas que dan apoyatura intelectual a las políticas de los Kirchner, así como los empresarios que bregaron por la pesificación con devaluación para licuar sus pasivos en 2002, entienden que la crisis global, iniciada en EE.UU. en agosto de 2007 demuestra el fracaso de la economía de mercado abierta al comercio y al movimiento de capitales, sin suficiente intervención de los Estados nacionales para proteger la producción interna de bienes y servicios. Sostienen que este fracaso quedó demostrado cuando entraron en crisis las políticas de los 90 en Argentina, entre 1999 y 2002.

Entienden que la solución es la que se aplicó en Argentina desde 2002, es decir la implementación de lo que denominan el “modelo productivo”, para contraponerlo al “modelo neoliberal”, al que caracterizan como la prevalencia de los intereses del sector financiero y de los exportadores e importadores sobre los intereses de los que producen bienes y servicios para el mercado interno. Y atribuyen la crisis de la economía argentina al impacto negativo de la crisis global sobre nuestro país que, de otra manera, habría continuado creciendo, según ellos, al ritmo que lo hizo entre 2003 y los tres primeros trimestres de 2008.

Si ésta fuera la interpretación sólo de los Kirchner y sus seguidores, se podría sostener que se trata de una lectura oportunista de la realidad frente a la necesidad de llevar adelante una campaña electoral que se presenta difícil para el oficialismo. Pero muchos de los dirigentes y economistas que habiendo apoyado a Néstor Kirchner durante una buena parte de su mandato se han distanciado de él desde su ruptura con Duhalde algunos, desde la salida de Lavagna del Gobierno otros, o desde la aparición del conflicto con el campo los más, parecen tener la misma interpretación que los Kirchner, al menos respecto de lo que significa la crisis global y cuál es su solución.

Sólo se diferencian de los Kirchner por las causas de la crisis que sufre ahora la Argentina. Sostienen que antes que el impacto negativo de la crisis global, son más responsables los errores de los Kirchner al dejar atrasar el tipo de cambio desde fines de 2006 en adelante.

La interpretación que prevalece en el mundo.

Aunque hay interpretaciones diversas, en el mundo prevalece la opinión de que la crisis global tiene su origen en la subestimación del riesgo asociado a inversiones inmobiliarias y de otro tipo en economías en las que abundó la liquidez y el optimismo, principalmente, pero no exclusivamente, en los Estados Unidos. Algo parecido ocurrió en España, Inglaterra, Irlanda y los países de Europa oriental.

El exceso de liquidez y el optimismo exagerado no se debió a la falta de intervención de los Estados nacionales sobre la economía, sino a la ausencia de mecanismos de coordinación y supervisión global de las intervenciones estatales nacionales que, tanto en países superavitarios como deficitarios, contribuyó por igual al desbalance global de la última década.

Los excesos de liquidez en las economías que pudieron sostener por muchos años fuertes déficits en las cuentas corrientes de sus balanzas de pagos, tuvieron que ver con políticas monetarias expansivas de sus bancos centrales y con las intervenciones de los Estados de muchas economías emergentes que, para evitar la repetición de crisis financieras que las habían afectado en el pasado, siguieron políticas mercantilistas para generar fuerte superávits en las cuentas corrientes de sus balances de pagos. Precisamente, como lo hiciera Argentina desde 2002 en adelante.

Por consiguiente, si ésta es la interpretación más aceptada sobre el origen de la crisis global, es inimaginable que la solución se consiga con una generalización de las políticas mercantilistas como las que pregonan en Argentina los promotores del “modelo productivo”. Por el contrario, en la reunión del G-20 en Londres, se puso énfasis en el compromiso de evitar el proteccionismo y en la necesidad de dar crédito a las economías emergentes para que puedan aplicar políticas expansivas de su demanda interna y no se vean obligadas a generar superávits en la cuenta corriente de su balanza de pagos.

Esta estrategia para sacar al mundo de la crisis global va a determinar que el consumo y la inversión aumenten en las economías emergentes que tienen muchas reservas y conservan buen crédito público, como China, India, Brasil, México y la misma Rusia. Los EE.UU. serán los primeros interesados en que esto ocurra, porque necesitan que alguien compense la caída del consumo y la inversión que sufren y que, si bien podrá atenuarse con las medidas monetarias y fiscales que está aplicando el gobierno de Obama, no se puede revertir totalmente, porque la tasa de ahorro de las familias norteamericanas debe necesariamente aumentar.

En este contexto no debería esperarse un impacto demasiado negativo de la crisis global sobre la economía argentina, porque nuestros principales productos de exportación tienen precisamente como mercados estas economías emergentes y sus precios no deberían bajar mucho más de lo ya han bajado. Además, tienen todavía precios que son casi el doble de los que se conseguían en la década de los 90. ¿Por qué entonces hay más pesimismo que en la mayor parte de las economías emergentes?

La razón es simple. Mientras las economías emergentes, especialmente las que acabo de mencionar, cuentan con un elevado nivel de reservas y muy buen crédito público, nuestra economía apenas tiene reservas para respaldar los pasivos monetarios del Banco Central y el crédito público está más deteriorado que nunca. Además, nuestra economía sufre una inflación persistente y está comenzando a aparecer un déficit fiscal que sólo podrá ser financiado con emisión monetaria. Y los sectores más productivos están agobiados por impuestos distorsivos que desalientan la producción y la inversión.

En otras palabras, nuestros problemas no se originan en la crisis global sino que son fruto de nuestra propia torpeza.

Debemos advertir el error y reinsertarnos en el mundo.

Para salir de esta trampa en la que hemos caído por errores de diagnóstico y la tendencia a culpar a otros de nuestros males, debemos cambiar de actitud frente al mundo. Cumplir con los compromisos asumidos en las reuniones del G-20 y dejar de encerrar a nuestra economía con medidas proteccionistas de viejo cuño que nos malquistan con nuestros vecinos y nos alejarán de China, nuevo actor del escenario mundial.

Debemos aprovechar los mecanismos que están poniendo en marcha las instituciones financieras internacionales para reconstruir el crédito público. No será imposible, siempre y cuando estemos dispuestos a dejar de mentir con nuestras estadísticas y demostremos voluntad de encontrar soluciones mediante el diálogo y la negociación con los acreedores que aún sufren nuestro default de la deuda: los países nucleados en el Club de París y los tenedores de bonos que no se presentaron al canje.

La recuperación del crédito público, en particular el de los organismos, permitirá que el déficit fiscal, sobre todo el que surja de la eliminación de los impuesto distorsivos, no agrave las presiones inflacionarias que surgen de los inevitables ajustes de precios y tarifas antes congelados.

Apenas termine el proceso electoral, cualquiera sea su resultado, el Gobierno debe revisar con sensatez la estrategia seguida desde 2002. Esperar hasta diciembre de 2011, cuando seguramente asumirá un nuevo gobierno, significará una tragedia, porque si no encontramos una salida a la trampa estanflacionaria, las consecuencias sociales en los próximos dos años y medio serán muy dolorosas. Argentina no puede seguir desafiando al mundo con arrogancia, restringiendo las importaciones con medidas proteccionistas y desalentando la inversión y la producción de alimentos y energía.

Estos son los dos rubros en los que nuestros valiosos recursos naturales nos ofrecen oportunidades extraordinarias de generación de ingresos y riqueza y nos permiten contribuir a resolver la crisis alimentaria y energética global que, lejos de haber desaparecido, se acentuará cuando se hayan superado los problemas financieros que hoy agobian al mundo.

Nuestros dirigentes deberían prestar atención a lo que opinan los presidentes de Brasil, Uruguay, Chile, Perú y Colombia. Acabo de participar en Washington en muchas reuniones en las que pensadores de todas las latitudes aportan ideas para resolver la crisis global.
En ninguna he escuchado opiniones positivas sobre el discurso oficial de la Argentina, en contraste con la simpatía que despierta entre gente de distintas posiciones ideológicas, pero obsesionada por encontrar soluciones, la posición de los países hermanos que he mencionado. En nada nos ayuda identificarnos con la Venezuela de Chávez y la Cuba de Fidel. La mayoría de los dirigentes políticos y económicos del mundo identifica los regímenes de estos países como resabios de un pasado al que nadie quiere volver.

 

 

Cómo prevenir un rebrote inflacionario global

Quiero compartir con los visitantes de mi blog la opinión que hemos estado dando con Joaquín Cottani en reuniones de discusión sobre temas de la Crisis Global, mantenidas en Washington y Boston, en las que se nos consultó nuestra opinión sobre cómo prevenir un rebrote inflacionario global.

Cuando los principales bancos centrales del mundo están preocupados por evitar la deflación parece extemporáneo preocuparse por un posible rebrote inflacionario futuro. Sin embargo se escuchan muchas voces que alertan sobre un rebrote inflacionario global, originado en la fuerte expansión de la base monetaria en los EEUU y en la magnitud del déficit fiscal del año en curso y de los años futuros.

 

Entre la gente común, la preocupación se origina en las noticias que recibe sobre el ritmo al que está creciendo la deuda pública de los EEUU y la presunsión de que ésto obligará a aumentar los impuestos o a permitir la emisión inflacionaria de dinero.

 

Entre los economistas profesionales, hasta hace unos meses predominaba la impresión de que no había riesgo inflacionario en el horizonte, porque la crisis financiera estaba dando lugar a una fuga de los inversores hacia la calidad que significó un fuerte aumento de la demanda de dólares y de letras del Tesoro de los EEUU. Se abonaba esta impresión en el fortalecimiento del Dólar frente al resto de las monedas y en la fuerte baja de las tasas pagadas por el tesoro americano, tanto en títulos de corto plazo, como en aquellos de plazos más largos.

 

Sin embargo, desde hace dos meses no sólo se escuchan más opiniones profesionales que alertan sobre las dificultades que puede llegar a enfrentar la FED para controlar la emisión monetaria en el futuro (Ver testimonio ante el Congreso de John Taylor y artículos de Bob Hall y Martin Feldstein), sino que el Dólar ha comenzado a revertir su tendecia al fortalecimiento y las tasas de interés de largo plazo han comenzado a subir (todavía en forma tímida, pero persistente).

 

En el exterior aún resuenan las expresiones de preocupación del Primer Ministro Chino Wen Jimbao, que expresó sin tapujos su preocupación por el valor de las fuertes reservas de dólares que ha acumulado su país. Expresiones como las de Paul Krugman, que señalan a los chinos que están entrampados con el Dólar, no ayudan a aventar las expectativas de que, eventualmente, los EEUU pueden terminar permitiendo una fuerte devaluación del Dólar y la consiguiente inflación mundial para licuar sus pasivos. Mucho menos propuestas como las de Ken Rogoff sobre la conveniencia de que haya al menos dos años de inflación del 6 % anual como forma de resolver la crisis financiera.

 

Si bien es cierto que si los chinos quisieran diversificar sus reservas podrían hacerlo canjeando sus dólares por Euros u otras monedas convertibles, no es menos cierto que ello gatillaría el fenómeno sobre el que expresan temor. Advertirlos sobre esa trampa, como lo hace Paul Krugman, no contribuye a tranquilizarlos. Por de pronto han dejado de canalizar hacia el dólar el flujo de su superávit en Cuenta Corriente, que por otro lado se está reduciendo, y esa decisión es, muy probablemnte, la responsible del cambio de tendencia, tanto del valor del dólar como de las tasas de interés de los bonos a largo plazo del Tesoro de los EEUU.

 

La FED y el Gobierno de los EEUU han relajado de manera muy agresiva tanto su política monetaria como su política fiscal para frenar el proceso recesivo y procurar la reactivación de la economía, pero si se extienden y acentúan las expectativas de un rebrote inflacionario, el objetivo antirecesivo de ambas políticas se puede transformar en inalcanzable, porque sólo se estará reemplazando el riesgo deflacionario y depresivo por el riesgo estanflacionario. Si las expectativas de inflación futura aumentan, también aumentarán las tasas de interés de largo plazo y La FED se verá obligada a aumentar las tasas de interés de corto plazo. Todo esto jugará en contra del ojetivo reactivador y puede quedar instalado en la economía un clima parecido al que predominó durante la década de los 70 hasta el éxito estabilizador del Plan Volcker, ya avanzado 1982.

 

La FED y el Gobierno de los EEUU deberían considerar muy seriamente dos conjuntos de propuestas que podrían ayudar grandemente a remover las futuras expectativas inflacionarias. La de afilar las herramientas para el control de la política monetaria futura y la de aventar el riesgo de que los Bancos centrales del resto del Mundo decidan cambiar la composición monetaria de sus reservas y provoquen al mismo tiempo una devaluación del Dólar y un aumento de las tasas de interés sobre la deuda del Tesoro de los EEUU.

 

Primer conjunto de propuestas: afilar los instrumentos de control monetario:

 

Dado que la Base Monetaria se ha duplicado entre marzo de 2008 y marzo de 2009, M1, que en ese mismo período sólo aumentó 10 %, podría llegar a duplicarse también, con sólo que los bancos decidan reducir a cero sus encajes en exceso de la exigencia legal (que es actualmente del 10 %). Para aventar este riesgo se han sugerido:

1)Mecanismos para inducir a los bancos a mantener sin prestar los encajes en exceso (a través de que la FED maneje la tasa de interés que paga por esos encajes, tal como lo propone Bob Hall) o a prestar esos encajes en exceso a la misma FED (para lo cual, el Congreso debería autorizar a la FED a emitir sus propios títulos de deuda, con el objetivo de regular la oferta monetaria.

2)Establecer los encajes legales en el 100 % de los depósitos a la vista (de tal manera que M0 y M1 sean siempre iguales), con una remuneración de esos encajes de tal forma de no desalentar la inversión de los bancos en la provisión de servicios de pagos. Esta propuesta, revivida recientemente por Larry Kotlikoff, no es sino la propuesta de narrow banking de Simon, Knight y Fisher. Y seguramente tendría mayor influencia sobre las expectativas de inflación futura que la anterior. Además haría innecesaria la garantía del FDIC, al menos para los depósitos a la vista.

3) Siempre existe la posibilidad de que la FED combine ambos conjuntos de instrumentos, anunciando que puede aumentar los encajes legales (aunque no predetermine que serán siempre 100%) y, al mismo tiempo, maneje la tasa de interés con que remunera a los encajes en exceso, de tal forma de desalentar su préstamo por los Bancos.

 

Segunda propuesta: canjear los dólares de las reservas de otros Bancos Centrales por obligaciones de los EEUU en DEGs o en otras monedas.

 

Es dcir, aceptar la propuesta China de canje de los Dólares que están como reservas en los Bancos Centrales por DEGs, de tal forma que los EEUU pasarán a tener parte de su deuda denominada en DEGs en lugar de tenerla sólo en Dólares. La aceptación de este canje llevaría a que los Bancos Centrales no necesiten vender dólares en el mercado para diversificar sus reservas y los EEUU estarían enviando al Mundo una fuerte señal de compromiso con la estabilidad del Dólar y de los precios en dólares a escala global.Sería una forma de decirle al mundo que EEUU desarma la trampa del Dólar, simplemente porque no la piensa usar. Este compromiso de los EEUU podría ser la carta de negociación para que China y otros países superavitarios acepten acentuar la expansión fiscal en sus economías y releven a EEUU de aumentar desmesuradamente su deuda pública como forma de revertir la recesión global. (ver artículo de Fred Bergsten en el FT, la diferencia con la propuesta Bergsten es que e caso de desvalorización del Dólar frente al DEG, el costo sería de los EEUU, mientras Bergsten sugiere que debería cubrirse con las reservas de Oro del FMI o con nuevas emisiones de DEGs).

 

Incluso, esta operación podría ser más simple aún si los EEUU aceptan canjear aquella proporción de su deuda pública que los Bancos Centrales de China y otros paises superavitarios soliciten diversificar, por títulos del Tesoro en otras monedas (Euros, Yenes, Libras Esterlinas o, incluso, Raminbis). Finalmente, si los EEUU no estuvieran dispuestos a cambiar la moneda de pago de su deuda, debería al menos ofrecer a los chinos y a los demás bancos centrales que lo soliciten, la posibilidad de canjear sus títulos del Tesoro por los denominados TIPS, que son títulos de la deuda americana ajustables por el índice de Precios al Consumidor de los EEUU. Esa sería una forma de demostrar que el Gobierno de ese país no planea licuar sus pasivos a través dela inflación.


China y los EEUU buscan cooperar para sacar al Mundo de la crisis.

La solución de la crisis financiera que se inició en los EEUU pero que ahora se ha transformado en una crisis económica global, sólo se encontrará si se acentúa el espíritu de cooperación entre las naciones del  mundo que se pregona en los pronunciamientos de los líderes nacionales del Grupo de los 20 reunidos en Nueva York, el año pasado y en Londres hace pocas semanas.

Ojalá esa voluntad de cooperación se acentúe en la reunión cumbre inter-americana que está por realizarse en Trinidad Tobago. Es muy importante que en esta reunión predomine un clima de unidad y de respeto mutuo que revierta el clima disolvente que se vivió en la cumbre anterior, realizada en Mar del Plata. Como nuestro gobierno tuvo mucho que ver con el fracaso de aquella cumbre, es importante que en las actuales circunstancias Cristina Kirchner asuma una actitud diferente a la que en aquella asumió Nestor Kirchner. La presencia de Barack Obama como Presidente de los EEUU en lugar de George Bush, el Presidente al que se destrató en aquella oportunidad, le da a nuestra Presidenta una excusa de consumo interno para diferenciarse de la actitud anti-diplomática y grotesca que caracterizó a la postura de su esposo en la reunión de Mar del Plata.

China y los EEUU le están dando un buen ejemplo al Mundo. Sus sistemas políticos no podrían ser más diferentes. Sin embargo, ambas naciones están asumiendo una actitud responsable. China se avino, desde el inicio de la crisis financiera en los EEUU, a poner en marcha un ambicioso programa de expansión fiscal, claramente complementario del programa necesariamente más restringido que, por su ya elevado déficit fiscal, podían impulsar los EEUU. En Noviembre del año pasado trasmití a mis lectores mi visión de la crisis global vista desde los EE y vista desde China. Destaqué que los chinos ven a la crisis global como una oportunidad para corregir desajustes. Desde entonces China y los EEUU han actuado precisamente como yo visualicé que lo harían casi seis meses atrás.

Los chinos han manifestado, con sinceridad, su temor de que los EEUU terminen licuando sus deudas a través de una inflación mundial impulsada por una emisión descontrolada de dólares por parte de la FED, el Banco Central de los EEUU. Tienen razón en estar preocupados porque ellos tienen casi 2 billones de dólares de reservas (2 millones de millones o 2 trillions, en inglés). Si ellos intentaran canjear esos dólares por Euros, por ejemplo, provocarían la caída del dólar y el efecto inflacionario que los preocupa y además harían que aumenten las tasas de interés en los EEUU, acentuando el clima recesivo mundial. Por eso han planteado una alternativa muy constructiva: que los propios EEUU se avengan a un canje de los dólares que tienen los países como reservas por Derechos Especiales de Giro (DEGs). Los derechos Especiales de Giro son una moneda de reserva cuyo valor resulta de una cesta de monedas que además del Dólar, incluye Euros, Yenes y Libras Esterlinas.

Si Estados Unidos aceptara este canje, pasaría a tener una parte de su deuda pública en DEGs, en lugar de deber sólo en dólares. El monto de la Deuda pública de los EEUU en DEGs sería equivalente al monto actual de las reservas de dólares de los países que solicitaran el mismo canje que propone China. Posiblemente ascendería a entre 3 y 4 billones de dólares. Al pasar a deber en DEGs y no en dólares los EEUU estarían limitando su habilidad para licuar su deuda, es decir, estarían enviando señales claras de que la FED seguirá empeñada en mantener baja la inflación en los EEUU. Además sería una forma de que EEUU de el ejemplo en el compromiso asumido por todos los integrantes del G20 de no recurrir a devaluaciones competitivas de sus respectivas monedas nacionales.

Por supuesto que una vez producido este canje, estarían sentadas las bases para transformar a los DEGs en la moneda de la economía global. A partir de allí, será más fácil lograr la cooperación de todos los países del mundo para mantener baja la inflación a escala global y estarían sentadas las bases para que la expansión monetaria necesaria para atender situaciones de iliquidez en las economías emergentes pudieran decidirse en un Banco Central Global y no requiriera decisiones extraordinarias como las adoptadas por  el G20 en la reunión de Londres.

Las señales enviadas tanto por el Gobierno de China, como las que con menos contundencia pero con la misma vocación dialoguista está enviando el Presidente Obama, permiten alentar el optimismo.

El Valor del Crédito Público

 

Este es el título de un artículo que escribí para El Colombiano, de Medellín. Fue publicado el 26 de marzo en coincidencia con la reunión del BID en aquella ciudad. Acabo de recibir el PDF con la fotocopia de la página de aquel diario con el artículo. Para facilitar su lectura lo transcribo a continuación. Es relevante frente a la decisión del G20 de ayer de aumentar hasta 1.1 billones de dólares las disponibilidades del FMI.

 

 

Que el sector público de cualquier economía nacional goce de buen crédito es siempre importante. En épocas normales un pais que tiene buen crédito público puede emitir títulos de deuda interna o externa para financiar inversiones en infraestructura e, incluso, para dar crédito a las familias y empresas del sector privado que por su tamaño no tienen fácil acceso al mercado de capitales.

Pero es en épocas de crisis recesivas cuando el buen crédito público adquiere su máxima importancia. Para revertir una caída en la demanda efectiva el gobierno tiene que estar en condiciones de financiar el déficit fiscal. Es casi imposible que frente a una crisis recesiva el gobierno pueda mantener el equilibrio presupuestario. La recesión, al mismo tiempo que provoca caídas en la recaudación imposititva, obliga a aumentar los gastos, en especial los relacionados con el seguro de desempleo y aquellos destinados a proveer asistencia social a quienes caen en indigencia.

Si el país no goza de buen crédito público, no podrá financiar el déficit fiscal emergente y se verá obligado a emitir dinero. Un país que no tiene buen crédito público, seguro que tampoco inspira confianza en su moneda. Por consiguiente, la fuerte emisión destinada a financiar el déficit fiscal terminará provocando una fuerte devaluación de la moneda, lo que a su ves empujará al país a la entanflación.

La posible asistencia financiera de los organismos multilaterales de crédito a las economías emergentes que cuidaron en el pasado el crédito público, pero que han visto disminuido su acceso al crédito externo como consecuencia de la crisis financiera global, es fundamental para que su crédito público no se destruya por medidas restrictivas a los pagos internacionales o por incumplimiento liso y llano de sus obligaciones. De ahí la importancia de que en la próxima reunión del G20 los líderes nacionales de los países avanzados se comprometan a ampliar los recursos financieros del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y los Bancos de Desarrollo regionales. La mayor parte de los países de América Latina que han cuidado el crédito público, no deberían tener temor de utilizar el financiamiento de estos organismos, porque es precisamente en circunstancias como éstas, en las que la asistencia financiera de los organismos cobra su máximo sentido.

Los países con economías emergentes que hoy prácticamente no tienen crédito público, como es el caso de Ecuador, Argentina y Venezuela, debeían asignar primerísisma prioridad a ponerse en condiciones de ser elegibles para la asistencia financiera del FMI, porque son los que más la necesitarán. Después de haber perdido el crédito público a consecuencia del manejo económico del pasado, es impensable que puedan recuperarlo si previamente no demuestran que son capaces de conseguir la asistencia de los Organismos Multilaterales de Crédito.Lamentablemente ninguno de los tres está enviando señales que indiquen que quieren seguir este camino. Ojalá la próxima reunión del BID en Medellín ayude a que los dirigentes de estos tres países adviertan el callejón sin salida al que está llevando a sus respectivas economías y se apresuren a cambiar de rumbo.