(A continuación se transcribe la traducción que hizo Esteban Fernándes Medrano del artículo de Domingo Cavallo y Joaquín Cottani publicado en inglés en http://www.voxeu.org/index.php?q=node/4666)
Para Grecia, una “devaluación fiscal” es una mejor solución que una “licencia temporal” de la Eurozona. Martin Feldstein sostiene que, para mitigar los costos asociados con el ajuste fiscal, Grecia debería pedir a sus socios de la Eurozona “un permiso temporal para ausentarse con el derecho y la obligación de volver a un tipo de cambio más competitivo” (Feldstein 2010). Más específicamente, él sugiere que Grecia reintroduzca de nuevo el dracma a la par con el euro, devaluarlo el 23 %, y volver a la Eurozona unos años más tarde con un tipo de cambio más competitivo de 1.3 dracmas por euro.
Su propuesta no incluye una nueva denominación de contratos financieros de euros a dracmas (ya que esto sería lo mismo que el default de los contratos) sino que, simplemente, sería un cambio temporal de la unidad de valor usada para fijar precios y salarios en la economía. El objetivo es reducir los costos unitarios de mano de obra para incrementar exportaciones y reducir importaciones (suponiendo que el impacto de la devaluación sobre los precios locales es bajo o nulo) y, de esta manera, estimular la economía a fin de compensar la contracción esperada debido al inevitable ajuste fiscal que necesita Grecia para mejorar su solvencia (esto, a su vez, supone que el cambio de gasto debido al efecto de la devaluación pesa más que el efecto contracción debido a otras razones, como el efecto de balance y el aumento en los precios de importación).
Eurozona como Bretton Woods?
En esencia, lo que Marty propone es volver a crear dentro de la Eurozona el mismo mecanismo que existía bajo el sistema de Bretton Woods, que permitía a los países que enfrentan graves desequilibrios fiscales y externos ajustar sus tipos de cambio fijos, previa consulta con el FMI y los demás países que participan en el acuerdo.
En este sentido, la propuesta tiene cierta lógica, pero, lamentablemente, abre la puerta a cuestiones de credibilidad en otros países de la zona del euro, lo que la hace políticamente difícil de aceptar por todos.
Nosotros, sin embargo, estamos totalmente de acuerdo con Marty, que, a menos que se haga algo para mejorar la competitividad externa, el ajuste fiscal por sí solo no hará el trabajo de llevar la economía griega a estar de nuevo en pie. En Argentina, una regla monetaria similar a la que tiene Grecia hoy impidió que la economía se ajuste suavemente en 2001, cuando, ante una crisis de confianza y poco apoyo internacional, el gobierno se vio obligado a aplicar un drástico programa de ajuste fiscal. Las tensiones sociales causadas por ésta y otras medidas, incluyendo la aplicación temporal de control de capitales, condujeron a la caída del gobierno y la adopción, por una nueva administración, de políticas terriblemente equivocadas, precio que Argentina está todavía pagando hoy. Una de estas políticas fue la conversión forzada a pesos de los contratos financieros denominados en dólares de EE.UU., algo que (como Marty percibe correctamente) Grecia debería resistirse a hacer.
¿Es necesaria la devaluación para mejorar la competitividad?
El punto en que discrepamos con Marty es su idea de que la devaluación del tipo de cambio es necesaria para restaurar la competitividad. En realidad, el mismo efecto puede lograrse por otros medios, que, al menos en el caso de Grecia hoy en día, son menos perjudiciales, por ejemplo, cambiando la estructura tributaria sin afectar la recaudación de impuestos.
En nuestra opinión, una de las razones por las cuales los costos laborales son elevados en Grecia, son los impuestos de la seguridad social. Estos importes son del 44% del salario bruto, de los cuales el 28% es pagado por el empleador y el 16% por el empleado. Juntos, estos impuestos aumentan € 33 millones para el sistema de seguridad social o poco menos del 14% del PIB. En contraste, el impuesto al valor agregado, cuya base es más amplia, recauda menos de € 32 mil millones. Y esto a pesar de que la evasión de impuestos sobre la nómina (particularmente entre los mismos empleados, pero también entre empresas) es conocida en Grecia, lo que no es sorprendente dado el alto nivel de estos impuestos.
Por supuesto, la razón por la cual hay menos recaudación de IVA que de los impuestos de la seguridad social, a pesar de la amplia base y la relativamente más baja evasión (en general, es más difícil de evadir el IVA que los impuestos sobre la nómina) es que la tasa efectiva de IVA es relativamente baja. La cuestión es el hecho de que, en Grecia, no hay uno sino varios tipos de IVA, que varía en los diferentes productos y regiones. Así, mientras que la tasa general es del 19%, la que se aplica a las necesidades básicas, como alimentos y medicinas, es del 9% y para los libros y periódicos es de 4,5%. Además, algunas islas griegas disfrutan de un IVA más bajo que el resto del país. Además de introducir distorsiones a nivel microeconómico, una tasa no uniforme del impuesto, reduce la recaudación de impuestos para un nivel dado de la tasa fiscal promedio por inducir el arbitraje impositivo. Conservadoramente, se podría decir que si el Gobierno griego aplicara una tasa uniforme del 15% en todos los sectores, podría cobrar la misma cantidad de dinero que recauda hoy bajo un sistema de tipo diferenciado con una tasa máxima del 19%.
Utilizando el sistema impositivo en lugar de la devaluación, dada esta información, parece posible, en principio, rediseñar el sistema fiscal griego de tal manera de lograr la misma reducción en euros de los costos laborales que Marty tiene en mente, sin necesidad de requerir que Grecia salga de la Eurozona y sin sacrificio en la recaudación de impuestos. Esto se puede hacer:
* aumentando la tasa del IVA al 25%;
* aplicándola de manera uniforme en todos los bienes y servicios producidos en la economía, y
* eliminando los impuestos al trabajo ya sea en su totalidad o permitiendo a las empresas que compensen los pagos contra el IVA (de estas dos opciones, nosotros preferimos la última, ya que garantiza la continuidad del financiamiento del sistema de seguridad social, mientras que recompensa a las empresas que cumplan con sus obligaciones de impuestos laborales).
El siguiente cuadro muestra cómo llegamos a esta conclusión. Aumentando la tasa del IVA al 25% y haciéndola uniforme aumentaría la recaudación del IVA por € 21 mil millones (de € 31,5 a € 52.5 millones de dólares). Esta es la misma cantidad que se perdería, si se permite a las empresas registrar como crédito al IVA los pagos de impuesto sobre la nómina salarial (es decir, el 28% de los salarios que los empleadores contribuyan a la seguridad social).
Mientras que el efecto sobre la recaudación tributaria es neutral, el efecto sobre la economía no lo es. Bajo nuestra propuesta, los costos laborales totales (la suma de los salarios brutos y los impuestos de nómina) se reducirían desde € 96 millones a € 75 mil millones. La diferencia de € 21 mil millones es, en términos porcentuales, similar a la que Marty tiene en mente. Sin embargo, ausente el efecto contractivo de la devaluación, el impacto sobre la competitividad debe ser mayor, tal vez de manera significativa. Naturalmente, algunas empresas se beneficiarán más que otras. Pero, a menos que se quiera premiar a los evasores de impuestos, no habría nada que lamentar.
Como nota final, debemos señalar que esta medida, junto con otras, incluyendo una reducción nominal del 13% en los salarios del sector público y una reestructuración ordenada de la deuda pública en poder de los acreedores nacionales, se aplicaron con éxito en Argentina durante 2001.
Si no fueron suficientes para evitar la crisis monetaria y de deuda que se produjo a finales de ese año fue porque – después de haber prometido apoyo financiero a cambio de la aplicación de estas medidas – el FMI decidió repentinamente tirar del enchufe a la Argentina anunciando, en noviembre de 2001, que no desembolsaría los fondos que había prometido, lo que provocó una corrida masiva de depósitos bancarios y bonos soberanos y precipitaron la crisis.
Esperamos que Alemania, Francia, y los otros países de la Eurozona no cometan con Grecia el mismo error que el FMI cometió con Argentina.
Tabla 1. Cómo funciona una «devaluación fiscal»
(en billones de euros)
|
Actual |
Propuesta |
Recaudación |
Tasa |
Base |
Costo laboral |
Tasa |
Recaudación |
Costo laboral |
IVA bruto |
31.5 |
15% |
210.0 |
|
25% |
52.5 |
|
Crédito Salarial |
– |
|
|
|
|
21.0 |
|
IVA neto |
31.5 |
|
|
|
|
31.5 |
|
Imp s/salarios |
21.0 |
28% |
75.0 |
96.0 |
28% |
21.0 |
75.0 |
Total |
52.5 |
|
|
|
|
52.5 |
|