El riesgo de revaluar por inflación.

                                                                               Por Domingo Cavallo para La Nación

Las monedas nacionales se están revaluando en prácticamente todos los países . En otros términos, el precio del dólar en relación a los precios internos de los bienes y servicios tiende a bajar.

En muchos de esos países la revaluación es resultado de la creciente confianza en la capacidad de sus economías de crecer con estabilidad. Este es el caso de Brasil, Chile, Perú, Colombia y Uruguay en América del Sur. Estas economías, al haberse mantenido abiertas al comercio y a la inversión externas, al haber logrado mantener baja la inflación en base a buenas políticas monetarias y al haber dejado funcionar libremente los mercados, evitando la creación o el aumento de impuestos y regulaciones distorsivas, han creado un clima de confianza entre los productores e inversores privados que promueve la entrada de capitales. Es precisamente este fenómeno el que provoca la revaluación de sus monedas, que no se da por el mecanismo de la inflación sino el de la apreciación nominal, es decir, de la caída del valor del Dólar en términos de la moneda local.

Si bien esta revaluación de las monedas nacionales crea problemas a algunos exportadores y pone presión sobre actividades internas que compiten con importaciones, no se trata de un fenómeno que desalienta la inversión, ni siquiera en estos sectores que ven caer los precios relativos de los bienes que ofrecen. Ello ocurre porque la buena organización de estas economías nacionales promueve el continuo aumento de la productividad y logra preservar la competitividad externa de la economía, pese a la revaluación monetaria. El aumento de la productividad se logra gracias a la modernización tecnológica que viene de la mano de la nueva inversión, a la fuerte inversión en infraestructura y servicios y a la disminución del costo del capital, particularmente por disminución de las tasas reales de interés y del precio relativo de las maquinarias, los equipos y el software.

Lamentablemente no es éste el tipo de revaluación monetaria que se está dando en Argentina. El Precio del Dólar está disminuyendo en relación al precio de los bienes y servicios internos, como en Chile, Brasil, Perú, Colombia y Uruguay, pero no por confianza, como en esos países, sino por inflación, como ocurre también en Venezuela.

La revaluación monetaria tiene su origen en la inflación cuando en una economía mal organizada se manipula el tipo de cambio en lugar de seguir una política monetaria enderezada a mantener baja la inflación. Y cuando se produce este tipo de revaluación monetaria, la pérdida de competitividad es muy gravosa para la economía y termina alimentando expectativas de devaluación nominal que, cuando se manifiestan como demanda de dólares por fuga de capitales, terminan agravando el problema inflacionario.

Una economía está mal organizada cuando en lugar de mantenerse abierta al comercio y a las inversiones, está plagada de restricciones a exportaciones e importaciones y de amenazas a los derechos de propiedad que desalientan la inversión externa. Otro signo de mala organización es la ausencia de una regla monetaria clara que tenga por objetivo mantener baja la inflación. Y, por supuesto, el peor rasgo de una mala organización económica es la existencia de impuestos distorsivos que aumentan artificialmente tanto el costo del trabajo como del capital y desalientan el ahorro y la inversión.

La economía Argentina está hoy tan mal organizada como lo estaba en la década de los 80s, sufre un peligroso fenómeno inflacionario no reconocido por el Gobierno y ha estado manipulando el tipo de cambio de manera arbitraria y, últimamente, en disonancia con su propio discurso. Primero, desde 2002 en adelante y por varios años, impidió que se diera el proceso de apreciación nominal que ayudó en los otros países a mantener baja la inflación. Lo hizo por aplicación de la teoría de que el crecimiento sólo se logra si la moneda local se mantiene depreciada en términos reales. Desde que comenzó a preocuparse por la aceleración inflacionaria no parece estar afligido por la fuerte apreciación en términos reales que se deriva del proceso inflacionario, aunque no ha cambiado el discurso del tipo de cambio “competitivo”. Esta conducta esquizofrénica lleva a que exista creciente incertidumbre entre los agentes económicos privados sobre cómo reaccionará el Gobierno en el momento en que se reavive el proceso de fuga de capitales que comenzó hace varios años y que en los últimos trimestres pareció atenuarse.

Estoy seguro que, cuando ello ocurra, y reconozco que la gran liquidez en dólares puede demorar ese evento varios meses, el Gobierno va a utilizar los controles de cambio para evitar la devaluación nominal del Peso. Claro que ello no podrá evitar que el Peso se devalúe en el mercado paralelo. En ese caso, Argentina se parecerá, aún más de lo que se parece hoy, a Venezuela,  la economía símbolo del Socialismo del Siglo XXI.

Alguien usurpó mi identidad en twitter

Hoy me sorprendió ver publicada en Perfil una supuesta predicción mía sobre el futuro del sistema de comunicaciones en nuestro país. Por supuesto, yo nunca hice esa predicción. Sin embargo aparece acompañada de mi foto. Según el diario esa predición fue trasmitida por una cuenta de twitter que ellos creen que es mía. La cuenta se identifica como @dfcavallo. Cuando ingresé a ella me encontré con una burda falsificación de identidad y una larga serie de mensajes sin sentido. La acabo de denunciar a twitter y espero que la suspendan indefinidamente de manera inmediata. La única cuenta de twitter que yo he abierto es @DomingoCavallo,, que está directamente ligada a mi blog www.cavallo.com.ar.

Me apresuro a trasmitir esta información a los visistantes de mi blog, porque presumo que esta usurpación de identidad no es casual. Pienso que tiene el propósito de engañar a la gente con algún afán propagandistico pro-gubernamental. Circulan evidencias de que en la SIDE se ha montado un operativo para infectar internet con mensajes falsos a los blogs destinados a mostrar apoyos al Gobierno y desacreditar a quienes lo critican, Tengo la sospecha que esta usurpación de identidad se inscribe en esa estrategia.

Medida en dólares de valor constante, la jubilación mínima apenas alcanza hoy a la de los 90s.

Varios de los visitantes del blog me indicaron que para comparar la jubilación en dólares, debería tener en cuenta la inflación de los Estados Unidos. Lo he hecho y los resultados acentúan la conclusión del post anterior. La jubilación media en dólares de valor constante de diciembre de 2009 era 500 en diciembre de 2001 y sólo 284 en diciembre de 2009. Es decir que nueve años atrás la jubilación media en dólares constante era 76 % más alta que la que se paga hoy.

Hecha la misma comparación para la jubilación mínima, resulta que, en promedio, durante los 90s ella era de 218 dólares de valor constante, prácticamente el mismo valor que tiene hoy. En otros términos, todos los aumentos de la jubilación mínima desde 2002 en adelante que el Gobierno tanto publicitó, apenas han conseguido retornarla al valor que’tuvo, en promedio, durante la década de los 90s. En otros términos, tampoco es cierto que el Gobierno haya concedido aumentos significativos a la jubilación mínima, si es que se hace el cálculo a dólares de valor constante.

A algunos visitantes del blog les ha llamado la atención que la jubilación mínima medida en dólares de valor constante disminuya entre 1991 y 2001 mientras la jubilación media aumenta mucho. La explicación es precisamente la inflación de los Estados Unidos. Como la jubilación mínima en dólares corrientes se mantuvo constante en ese período, al hacer el cálculo en términos de dólares de valor constante, esa jubilación se va reduciendo.

A continuación agrego la imágen con el gráfico de la jubilación a dólares constantes. La diferencia con el gráfico del post anterior radica en que en aquel se mostraba la jubilación en dólares corrientes.

La jubilación media es hoy mucho más baja que en el 2001

El Gobierno argumenta permanentemente que en la actualidad las jubilaciones son más altas que en los 90s. Ese es otro engaño de los tantos a los que nos tienen acostumbrado los Kirchner y sus colaboradores.

La jubilación media en diciembre de 2009 ascendió a 1078  pesos. En diciembre de 2001, corregida por el efecto del aumento del costo de la vida, la jubilación media fue de 1330 pesos. Es decir un 23 % más alta.

Medida en la moneda norteamericana, mientras la jubilación media había sido de 412 dólares en diciembre de 2001, en diciembre de 2009 fue de sólo 284 dólares.  Es decir que al final del régimen de convertibilidad la jubilación media medida en dólares era 45% más alta que a fines del año pasado.

El Gobierno compara la jubilación mínima. Pero este análisis es engañoso porque en diciembre de 2001 sólo 15% de los jubilados cobraban la mínima, mientras que en la actualidad más del 70 % de los jubilados cobran ese haber jubilatorio. En otros términos, la jubilación que cobraban esos mismos jubilados que hoy cobran la mínima, en 2001 cobraban, en promedio, bastante por arriba de la mínima.

Para quienes quieran ver la serie completa desde el año 1971 decidí subir a este sitio la planilla excel en la que hice los cálculos. Lamentablemente no es fácil conseguir esta información en Internet, porque ni el ANSSES ni el INDEC publican estas cifras de manera fácilmente accesible. A continuación se pueden ver los gráficos de la jubilación en dólares y a precios constantes de diciembre de 2009 entre 1971 y 2009.

 

 

El gran desafío de gobernar en el año 2012

                                                                         Por Domingo Cavallo, para Perfil

No está claro que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner vaya a lograr llegar a las elecciones de Octubre de 2011 sin que los síntomas de la crisis fiscal hayan adquirido magnitudes impresionantes para la gente que tendrá que votar y elegir un nuevo gobierno. Pero tampoco está claro que la política de mentir en todos los frentes y apelar a todas las reservas de ahorros y capital, aún de las que están muy lejos de pertenecer al Estado, no les va a permitir seguir escondiendo aquellos síntomas y continuar con el cuento de la economía en crecimiento, con equilibrio fiscal  e inflación controlada. Tienen a su favor, la bonanza de las economías emergentes, en especial las asiáticas, que los vienen ayudando sin interrupción desde 2003 y las reservas de capacidad productiva que se acumularon gracias a la fuerte inversión modernizadora de los 90s. Estas últimas se están agotando, pero la bonanza del mundo emergente por el momento parece inagotable.

Lo que es cada vez más claro es que quienquiera que gane las elecciones del año que viene va a enfrentar un año 2012 muy complicado, al menos en el ámbito de la economía y de la situación social. La crisis fiscal se manifestará de manera dramática y, si Argentina no recupera rápidamente el crédito público, el riesgo de aceleración inflacionaria será muy elevado. Los cuellos de botella en la producción por falta de inversión se habrán multiplicado y aparecerán claramente reprimidos muchos precios de bienes y servicios que ya no podrán mantenerse artificialmente por debajo de sus costos. Las demandas de ajustes salariales serán cada vez más frecuentes y la presión fiscal generada por la necesidad de financiar subsidios alcanzará magnitudes extravagantes.

Los juicios contra el Estado con sentencias en firme, desde las que responden a reclamos de los Jubilados hasta las que se derivan de los reclamos por violación de los tratados de garantía de inversiones externas y por incumplimiento de obligaciones financieras, tendrán una magnitud mucho mayor que la que tenían a fines de la década de los 80s, cuando 13 años de estanflación y 2 años de hiperinflación habían dado lugar a millones de reclamos judiciales.

La operación de las empresas argentinas en el exterior, desde sus exportaciones hasta sus inversiones) estarán cada vez más condicionadas por las represalias que irán tomando más países contra la arbitraria intervención del Gobierno Argentino en los negocios internacionales, muy frecuentemente violatoria de los compromisos asumidos ante la Organización Mundial del Comercio y de lo demás tratados comerciales internacionales. También atentarán contra los negocios externos de las empresas argentinas, el alto costo financiero que enfrentan en comparación con el que pagan las empresas del resto de las economías emergentes.

Frente a este panorama, una pregunta que siempre me formulan quienes escuchan esta descripción del panorama que describo para 2012 es si estará mejor preparado un gobierno de los Kirchner o uno encabezado por alguno de los dirigentes de la oposición que hoy se visualizan como candidatos. Mi respuesta es que tendrá mucho mejor chance de encontrar una salida ordenada para esa crisis en perspectiva un nuevo Presidente surgido de la oposición al actual Gobierno que uno encabezado por Cristina o por Néstor Kirchner. La razón es simple: no hay forma de conseguir el crédito público que será necesario para transformar a la crisis en controlable y no explosiva sin que cambie en 180 grados el actual discurso económico y político del Gobierno.

El discurso de los Kirchner, desde 2003 en adelante y, crecientemente en los tres últimos años, se ha basado en la mentira reiterada y sostenida con una alevosía nunca vista antes en el plano de la comunicación política. Es imposible imaginar que la gente que tiene que hacer apuestas de futuro, tanto en argentina como en el exterior, vayan a creer que los Kirchner han decidido comenzar a gobernar con la verdad y se comprometan a dejar de mentir. Y sin capacidad para inspirar confianza en el nuevo discurso será imposible recuperar el crédito público.

Un gobierno diferente al de los Kirchner no tiene asegurado su éxito en la difícil empresa de recuperar la confianza pública, pero al menos tendrá la posibilidad de intentarlo. Será clave que llegue al poder haciendo campaña con la verdad. Esta será la gran herramienta de diferenciación con los Kirchner y, si da resultados en la etapa electoral, se transformará en el mejor activo con que contará el nuevo Presidente para enfrentar los desafíos que planteará la realidad económica y social de 2012.