Cuando abrí internet y leí la noticia de que 2 de cada 3 republicanos votaron en contra del paquete de estabilización financiera de 700 mil millones de dólares propuesto por el Presidente Bush, no lo podía creer.
A pesar de haber vivido y sufrido el extremismo ideológico de los economistas y políticos ultra-conservadores que influyen en el Partido Republicano de los Estados Unidos, nunca pensé que no siendo Argentina sino el Mundo el que podía sufrir la consecuencias del culto dogmático a la teoría del riesgo moral, esta vez no dejarían de tener en cuenta las lecciones de tantas crisis financieras del pasado y, en particular, de la que llevó a la Gran Depresión de los años 30.
Mi opinión sobre las consecuencias de ese dogmatismo ideológico están registradas en la conferencia que dí en la Universidad de Harvard en 2003 titulada «Argentina y el FMI durante las dos administraciones Bush«.
Yo espero que John McCain, utilice toda su influencia como candidato republicano a la Presidencia de los Estados Unidos para ayudar al Presidente George Bush a revertir esta posición de la mayoría de los representantes republicanos y logren aprobar alguna variante de la propuesta que acaba de ser rechazada. Cuentan a favor con la posición sensata de Barack Obama y de la mayoría de los representantes demócratas.
Nadie puede asegurar que el paquete de 700 mil millones de dólares que no pudo aprobarse sea suficiente para ponerle un piso a la crisis financiera global. Pero la actitud de varios gobiernos europeos de evitar la quiebra de sus bancos, no para salvar a sus accionistas pero si para proteger a los ahorristas, ayuda a ser medianamente optimista. Pero no conozco a ningún economista con conocimientos y experiencia que dude de que, en ausencia de una intervención estatal para impedir el colapso de los mercados de capitales, se va a producir una depresión como la de los años treinta.
Quienes fuera de los Estados Unidos se deleitan pensando que éste será el fin del capitalismo norteamericano no advierten que no sólo la economía norteamericana sufrirá sino todas las economías del mundo y,sobre todo, las economías que dependen de un precio alto para sus productos de exportación. Además una cosa es el estancamiento de una economía madura, como ocurrió en Japón durante la década de los 90s, y otra muy diferente el estancamiento en economías con bajos niveles de ingreso, como la nuestra. Las consecuencias sociales negativas de la depresión económica en las economías menos desarrolladas son infinitamente mayores que aquellas que sufrirán los países avanzados.