Tercera nota.
Cómo es posible que la economía de un país que ha sufrido durante décadas el acoso de guerrillas comunistas, carteles del narcotráfico y bandas paramilitares, haya, sin embargo, logrado mantener un ritmo de progreso económico y social superior al promedio de la América Latina?
Mi amigo Rodrigo Botero me había dado como explicación, la existencia de una tecnocracia valiosa, a la que me referí precisamente en mi nota anterior. Pero en este viaje y sobre todo luego de mi visita a Medellín, creo haber descubierto que la calidad de la tecnocracia colombiana es uno de los resultados de la verdadera ventaja comparativa de Colombia: la abundancia de capital social.
El capital social es un concepto introducido por Robert Putnam para explicar porqué la democracia funciona mejor en algunas sociedades que en otras. El capital social es la capacidad que tiene una sociedad para hacer que sus integrantes se relacionen para trabajar unidos por el bien común. La existencia de capital social se manifiesta por la cantidad y calidad de instituciones creadas espontáneamente por una comunidad para conseguir objetivos que los convocan y los llevan a trabajar unidos.
A medida que Diego Fernando Gómez me iba mostrando los lugares de Medellín y me hablaba de su gente y de sus instituciones, descubrí el importante rol que jugaron instituciones como la Sociedad de Mejoras Públicas, la más emblemática de Antioquia y, quizás, de toda Colombia. Esta creación institucional de pioneros antioqueños de fines del siglo XIX, impulsó la creación de establecimientos educativos , hospitalarios y culturales que han alcanzado niveles de excelencia. También promovió planes de desarrollo de la infraestructura regional que fueron adoptados como guía por las sucesivas administraciones públicas de Medellín y de Antioquia. Alcaldes y Gobernadores pudieron conducir gobiernos efectivos gracias, entre otras cosas, a las iniciativas y apoyos brindadas por la sociedad civil a través, precisamente, de la Sociedad de Mejoras Públicas y otras instituciones semejantes. En mi viaje de regreso a Bogotá tuve la suerte de encontrarme en el aeropuerto con Juan Sebastian Betancur, el Presidente de Proantioquia, la Fundación para el progreso de Antioquia, una institución del mismo tipo de la Sociedad de Mejoras Públicas, creada en 1975. Pudimos aprovechar todo el viaje desde Medellín a Bogotá para conversar sobre las actividades de Proantioquia, con lo que pude completar el cuadro sobre la abundancia de capital social que había ido descubriendo a lo largo de mi visita a Medellín.
Creo que mi visita a esta ciudad fue la más intensa de todas las que hice en los últimos años, porque en menos de 48 horas descubrí instituciones sociales como las que acabo de mencionar, establecimientos educativos y hospitales de excelencia, como la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, nacida de la emblemática Escuela Nacional de Minas de Medellín, El Hospital General de Medellín que pertenece a la alcaldía, el Hospital Pablo Tobon Uribe, insititución privada de prestigio mundial en técnicas de transplantes, y un medio de comunicación admirable: El Colombiano.
El Colombiano no sólo publica el diario líder de Antioquia y uno de los más prestigiosos de toda Colombia, sino que juega también un importante rol aglutinante en materia de promoción de la excelencia en la educación, las artes y la ciencia. Su directora, Ana Mercedes Gómez Martínez, reunió para mí, en un almuerzo, no sólo a sus principales colaboradores sino también a los más importantes empresarios de Colombia y al Alcalde de Medellín, Don Alonso Salazar. Fue una oportunidad única, porque pude conocer a figuras admirables de la comunidad Antioqueña que fueron describiendo, una a una, sus actividades de servicio a la comunidad. Lo que más me impactó es el énfasis coincidente de todos los comensales en el trabajo que en conjunto realizan los medios de comunicación, las empresas públicas y privadas y las universidades para mejorar la calidad educativa de las escuelas públicas.
Luego del Almuerzo tuve oportunidad de visitar al Gobernador de Antioquia, Don Luis Alfredo Ramos, a quien yo ya había conocido en Harvard cuando él estaba pasando en esa Universidad un año sabático y yo era Profesor Visitante. Me recibió acompañado del Presidente del Instituto de Desarrollo de Antioquia, Don Álvaro Vázquez. Como lo había detectado antes, al escuchar al Alcalde de Medellín, pude advertir que la calidad de la dirigencia de Antioquia y sus buenos gobiernos son una consecuencia natural del valioso capital social con que cuenta Colombia y de los continuos esfuerzos de sus instituciones públicas y privadas por la mejora de la educación y la salud de su pueblo, que es lo mismo que decir: por el desarrollo del capital humano.
El impresionante desarrollo empresarial, público y privado, que pude apreciar tanto en Medellín como en Bogotá, es otra confirmación de la riqueza colombiana en material de capital social. Pero para no alargar demasiado esta nota, dejaré ese tema para la próxima.