Mis últimas palabras antes de la decisión del Tribunal

Hace aproximadamente 30 minutos terminé de pronunciar las últimas palabras que me corresponden antes de la decisión del Tribunal en el juicio  por el megacanje. El Tribunal ha hecho un cuarto intermedio hasta las 13 horas y entonces dará su veredicto. Les hago llegar a mis amigos del blog las notas que preparé para mi presentación. Cuando lo tenga subiré el audio.

Espero que el próximo lunes emerja la verdad sobre el Megacanje

Hace 14 años que llenan los diarios y cubren muchos minutos de radio y televisión con ataques a mi gestión como Ministro de Economía en 2001, utilizando, sobretodo, la decisión de no haber defaulteado la deuda en mayo de ese año y en su lugar, haber lanzado el megacanje.

Hoy anuncian el pedido de la señora fiscal de que me condenen a tres años de prisión porque, según la última y novedosa imputación, yo habría decidido llevar a cabo el megacanje para darle un beneficio a los bancos organizadores. Lo notable es la forma cómo la señora fiscal define el supuesto beneficio por el que me acusa de haberme interesado, apartándome del deber de funcionario público. También es notable que si éste fue mi delito, hayan sido sobreseídos todos los banqueros, supuestamente beneficiados, y que yo haya quedado sólo frente al Tribunal Oral. Quedó claro, y lo reconoció la señora  fiscal en su alegato, que:

1. No se trata ya de haber pagado ¨suculentas comisiones¨ a David Muldford. Ni siquiera de haberle pagado ¨altas comisiones¨ a los siete bancos organizadores, como vinieron diciendo desde 2007 en adelante. En ese año la Cámara Federal cambió el foco del supuesto delito desde ¨defraudación en perjuicio del Estado¨ al de ¨incumplimiento de los deberes de funcionario público¨ por haber, supuestamente, ¨manipulado la conformación del grupo de bancos organizadores del megacanje.

2. Mucho menos se trata de que yo haya perjudicado al Estado o a la Nación por haber decidido canjear bonos de pronto vencimiento por bonos  más largos, con la misma tasa de rendimiento. Quedó claro, ya en la etapa de la instrucción, que la decisión de utilizar un megacanje para descongestionar vencimientos muy elevados de los años 2001 a 2004, fue una decisión política, no judiciable.

3. Tampoco se trata de que el supuesto beneficio de los bancos por el que me interesé, haya significado un perjuicio al Estado o un beneficio personal para mí. Quedó palmariamente demostrado, como lo reconoció la señora fiscal, que nada de eso ocurrió.

¿Cual es entonces el supuesto beneficio para los bancos del que habla la señora fiscal? En pocas palabras:

Sostiene que los bancos organizadores, en particular los bancos locales, con la sola excepción, precisamente, del Banco de David Muldford, se beneficiaron al canjear bonos de cartera propia. Y que este canje significó que se sacaran de encima bonos que valían muy poco y los reemplazaran por otros bonos de mayor calidad. Si existió este beneficio, fue el mismo que en todo caso obtuvieron todos los tenedores de bonos argentinos, hayan participado o no en el megacanje y hayan sido o no, bancos organizadores. Pero es precisamente un beneficio que coincide con el interés nacional, que no era otro que el de mejorar el crédito público, es decir, bajar la tasa de riesgo país. La baja de la tasa de riesgo país significó que se alejaba el riesgo de default y eso es precisamente lo que perseguíamos con el megacanje.

El default hubiera sido, como lamentablemente lo fue desde principios de 2002 y lo será nuevamente si caemos en default desordenado en el futuro, un gran perjuicio para todos los argentinos, que de una u otra manera son acreedores. Los principales acreedores perjudicados en 2002 fueron los ahorristas del sistema bancario (que sufrieron la pesificación y re estructuración de sus depósitos en dólares), los trabajadores y futuros jubilados, que se vieron perjudicados por la fuerte caída del salario real y por la desvalorización de los bonos en poder de sus fondos de pensiones. Por supuesto, también perjudicó a los demás tenedores de bonos, sean bancos, fondos de inversión o tenedores individuales.

Tiene sentido decir que el megacanje brindó a todas estas personas e instituciones el beneficio de haber evitado las consecuencias negativas del default. Pero sostener que el megacanje benefició a los bancos en forma diferencial, es falso. Y sin embargo, es con el argumento de que yo impulsé el megacanje para beneficiar especialmente a los bancos organizadores que tenían bonos en cartera, que ahora la señora fiscal pide que me condenen.

La señora fiscal presentó un segundo argumento acusatorio. Sostuvo que el Banco de Inversión JPMorgan, que calcula la tasa de riesgo país (el índice EMBI), pudo haber utilizado esa herramienta para hacer bajar la cotización de los bonos en circulación y aumentar su rendimiento. De esa forma los bancos organizadores, que tenían bonos en cartera propia, podrían canjearlos por bonos nuevos que pagaban esa alta tasa de rendimiento. Dos errores conceptuales graves:

1) el JPMorgan no dicta ni decide la tasa de riesgo país. Lo que hace es aplicar una fórmula estadística que alimenta con los datos de la cotización de los bonos que determina el mercado (a través de miles de transacciones diarias) para calcular la diferencia entre el rendimiento promedio de los bonos del país y el rendimiento de los bonos de los Estados Unidos. Son las tasas de rendimiento que surgen del mercado las que determinan el índice EMBI y no el índice EMBI el que determina las tasas de rendimiento.

Es imposible pensar que tocando una estadística como el índice EMBI se pudiera hacer bajar o subir la tasa de mercado. Para explicarlo en términos más sencillos, el EMBI es la medición de la temperatura que hace el servicio meteorológico, pera esa medición no puede alterar la temperatura medioambiental. La temperatura medioambiental es una compleja resultante de muchos fenómenos físicos que ningún meteorólogo puede alterar.

2) Si los bancos organizadores hubieran querido hacer subir la tasa de riesgo país, tendrían que haber trabajado para que bajara la cotización de los bonos. Sostener que hicieron eso es contradictorio con sostener que tenían una gran cantidad de bonos en cartera propia al momento del canje. La verdad es la opuesta, la tasa de riesgo país no subió mucho más, porque los bancos locales compraban bonos para sostener su cotización a medida que los tenedores del exterior querían desprenderse de ellos. Por supuesto que los bancos argentinos, como todos los argentinos, no querían que Argentina cayera en default.

3) En todo caso los que sí influyeron para que subiera la tasa de riesgo país y se desvalorizaran los bonos, son quienes me denunciaron por mi supuesto delito de impulsar el megacanje.  Ellos sí venían trabajando, al menos desde el año 2000 y siguen haciéndolo hasta ahora, para que Argentina defaulteara. No otro significado tienen las permanentes apelaciones a que Argentina no pague los sevicios de su deuda y se aisle de los mercados de capitales.

Como comentario complementario les cuento que la señora fiscal extrajo su argumentación de una carilla de un peritaje contable, donde constan las tenencias de bonos propios por parte de los bancos. Lo raro, lo sustancialmente sorprendente, es que para armar su acusación no hizo una sola referencia a toda la prueba cumplida en el debate, por cierto totalmente favorable para mí. Tampoco, cuestionó una sola de las numerosas diligencias cumplidas ante el Tribunal. Fue como si el debate no se hubiese realizado.

Esto es todo. El argumento reportado ampliamente por los medios sobre mi elevada educación como causa agravante del supuesto delito, porque yo debería haberme dado cuenta de que con el megacanje estaba beneficiando a los bancos que tenían bonos en cartera propia, se desmerece a si mismo. No hace falta ser egresado de Harvard para saber que es bueno para todos (salvo para los que tienen vocación de buitres) evitar el default desordenado de un país.

Hasta ahora los promotores del default y la devaluación me acusaban de no haber utilizado mis conocimientos para advertir que el default y la devaluación iban a ser inevitables. Ahora me acusan de lo opuesto.

Entiendo que la señora fiscal, no siendo especialista en economía y finanzas, pueda no tener en claro qué es lo que significa un canje de bonos, cómo se determinan las tasas de rendimiento de los bonos viejos y de los bonos nuevos, qué es el índice de riesgo país y cuál es el beneficio para todos los argentinos de evitar un default y recuperar el crédito público. Lo que no entiendo es cómo, si valora mi nivel de educación en materia económica y financiera, no me preguntó sobre el tema en el que iba a fundar su acusación en oportunidad de mi indagatoria.

Lamentablemente, esta falta de indagación sobre los fundamentos de los supuestos delitos o irregularidades que yo habría cometido, ha sido una constante de este juicio. Lo fue cuando se cambió el foco de la denuncia en 2007 y se me acusó de un delito sobre el que yo no había sido indagado. Y luego no se me permitió sustanciar prueba para desvirtuar esa acusación. Ahora ocurrió lo mismo. Cuando ya se había agotado el período de las pruebas testimoniales, aparece una acusación diferente a aquellas por las que se me había indagado. No me queda otra alternativa que el derecho que tengo a decir la última palabra. Utilizaré ese derecho, el próximo lunes.

El gobierno se apresta a malvender los recursos de Vaca Muerta

El proyecto de nueva ley de Hidrocarburos que ha presentado el Poder Ejecutivo deja entrever que el gobierno se propone malvender los recursos de Vaca Muerta para hacerse de dólares. El proyecto de ley prevé que en el caso de los recursos hidrocarburíferos no convencionales, el gobierno podrá conceder su exploración y explotación por negociación directa (es decir sin licitación) con la posibilidad de que esas concesiones se renueven sine die, es decir a perpetuidad. Sería muy perjudicial para los intereses del País que se firmen concesiones sin licitación con el propósito de hacerles aportar capitales financieros a los concesionarios en lugar de crear condiciones para que hagan inversiones eficientes y aporten al país la máxima renta posible en una perspectiva de mediano y largo plazo.

A principios de la década de los 90s, los acreedores querían que vendiéramos las empresas del Estado como monopolios, con el argumento que de esa forma se obtendrían más recursos para afrontar el pago de las deudas. Yo siempre me opuse a esa propuesta porque las privatizaciones, como las concesiones, deben llevarse a cabo para asegurar un proceso eficiente de inversión y de producción sostenible de bienes y servicios al mínimo costo social. Así lo planeamos a partir de 1991. Las privatizaciones que se hicieron durante 1990, cuando todavía había alta inflación y no se había creado un clima de inversión, enfrentaron muchos inconvenientes y sus contratos debieron ser renegociados luego de la puesta en marcha de la convertibilidad, porque en medio de una gran incertidumbre, habían tenido que aceptarse condiciones inconvenientes para el país.

El rumor de que George Soros podría comprar la deuda de los fondos buitres, pedir el stay a Griesa  y conseguir a cambio un contrato de concesión de Vaca Muerta otorgado en forma directa y en condiciones diferenciales a otros contratos como para compensarle la pérdida en la que incurriría, conformaría una pseudo -solución al problema de la deuda mucho peor que la que la Presidenta frustró cuando los banqueros locales estuvieron a punto de hacer la misma operación esperando una eventual compensación de SEDENSA.

Decidí escribir este post luego de leer la valiosa conferencia que Carlos Bastos pronunció en el CARI sobre Política de Hidrocarburos.

Mi debate con Javier Gonzalez Fraga

Un visitante del blog me alertó sobre las declaraciones de Javier Gonzalez Fraga en una radio de Buenos Aires. Esas declaraciones no fueron recogidas por la prensa independiente pero sí por los medios kirchneristas. Vale la pena que los visitantes del blog las lean antes de seguir mi argumento.

En una parte de sus declaraciones Javier dice textualmente: “No coincido con Cavallo desde hace más de 40 años. Desde que fue presidente del Banco Central en 1982 lo he descalificado permanentemente y tuve el raro mérito en el primer año y medio de Menem de demorar la convertibilidad porque yo estaba en desacuerdo. Estuve toda la vida a favor de un tipo de cambio flotante y siempre he desautorizado a todos los que están atrás de esas medidas mágicas”

En primer lugar yo nunca me sentí descalificado por Javier. Por el contrario, recuerdo enorme cantidad de veces escucharle elogiar lo que yo estaba haciendo. Para no ir más lejos, hace pocos días, en ¨Duro por Domar¨, un programa kirchnerista, pasaron un video de mediados de 2001 donde Javier Gonzalez Fraga apoyaba las medidas que yo estaba tomando. Por supuesto que lo hicieron para desprestigiarlo. Para mí lejos de desprestigiarlo, fue una forma de demostrar que en algún tiempo, él pensaba bien.

Por supuesto, yo nunca lo descalifiqué, porque no acostumbro a descalificar a nadie. Me gusta sí, discutir las ideas, pero sobre todo, con quienes tienen ideas diferentes a las mías. El diálogo y la discusión  civilizadas son siempre enriquecedoras. Como lo fue nuestro semi-frustrado debate en la UCA. La verdad que allí no le escuché decir nada parecido a lo que dice en este reportaje radial. Por el contrario, me pareció que estuvimos de acuerdo en varias cosas. Incluso al final me dijo sorprendido: ¨no sabía que la convertibilidad que proponés es flotante y no con tipo de cambio fijo¨. Ahí me dí cuenta que no había leído mi libro ¨Camino a la Estabilidad¨ ni ninguno de mis artículos de los últimos 10 años. Espero que para un próximo debate, los haya leído.

Pero vamos al grano. En sus declaraciones a la radio confiesa que ¨durante el primer año y medio de Menem, él demoró la convertibilidad porque estaba en desacuerdo¨. Y lo señala como un mérito. Fenomenal mérito! Yo le había propuesto la convertibilidad a Menem y a Erman Gonzalez el 1 de enero de 1990, cuando lanzaron el Plan Bónex. Haber forzado la dolarización de los depósitos, junto a una re estructuración de los mismos, sin lanzar la convertibilidad, es decir sin poner al dólar en competencia con el Peso y comenzar a defender férreamente el valor del Peso, significó que entre marzo de 1990 y marzo de 1991, la inflación fuera todavía del 1000% anual. A causa de esa alta inflación, las privatizaciones que se hicieron durante ese período, fueron muy dificultosas, se consiguieron términos muy desfavorables y fue necesario renegociarlas íntegramente a partir de abril de 1991. Además, para Enero de 1991 el Gobierno de Menem tenía una popularidad del 20 % y todo el mundo apostaba a que el Gobierno iba a perder las elecciónes del segundo semestre de ese año. Haber demorado la convertibilidad, es decir la aplicación de un plan integral de estabilización y desarrollo, fue una necedad. No un mérito.

Sigue diciendo que estuvo toda su vida a favor de un tipo de cambio flotante. Si es así, ¿porque no criticó la política de tipo de cambio virtualmente fijo a 3 pesos por Dólar que impuso Nestor Kirchner y aplicaron Lavagna y Redrado dersde 2003 en adelante? Ese es el momento en que si el tipo de cambio hubiera sido realmente flotante, la inflación hubiera bajado a menos del 5 % anual, como lo hizo en Brazil. A ésto yo lo vengo explicando desde principios de 2003.

Apuesto a que si Roberto Lavagna o Javier Gonzalez Fraga inspiran la política del próximo gobierno, primero van a a provocar una muy fuerte devaluación y luego impedirán que la moneda se aprecie. Su particular concepto de flotación es asimétrico: les gusta que la moneda flote para depreciarse, pero prefieren intervenir en el mercado y mantener alto el tipo de cambio nominal cuando la tendencia del mercado es a la apreciación. Lo que ellos pregonan es una política de salarios reales bajos. Como no se animan a decirlo con todas las letras, lo disfrazan de la estrategia del ¨tipo de cambio alto¨ o ¨competitivo¨.

Puede ser que Javier tenga razón cuando afirma que el próximo gobierno (inicialmente agrego yo) no va a tener en cuenta mis ideas. Ocurrió también con el gobierno de Menem. No descarto que el próximo gobierno, sea liderado por Mazza, Scioli, Macri o Cobos, comience manejando la economía según los consejos de Roberto Lavagna, Javier Gonzalez Fraga y los economistas que han comenzado a pensar como ellos. Yo lo lamento, porque si ello ocurre, perderán entre un año y un año y medio, con lo cual pondrán en peligro las elecciones de medio término de 2017. Pero, para ser más optimista, pienso que estando a mano mi libro ¨Camino a la Estabilidad¨, mientras se sufra el fracaso de esa política inicialmente errada, habrá gente cercana al gobierno que se estará preparando para hacer algo parecido a lo que hicimos a partir de febrero de 1991.

El único propósito de mi libro Camino a la estabilidad, es evitar que pierdan ese año o año y medio inicial. Claro que si quienes asesoran a los candidatos a la presidencia, ni siquiera se toman el trabajo de leerlo, a pesar de que se los envíe dedicado a todos ellos, van a despreciar la única experiencia de lucha exitosa contra la inflación que registra nuestra historia.

Recuerdos y experiencias en 3 fotos

3 fotos es un programa conducido por Rolando Graña que se transmite por América 24 los días sábados a la tarde. En el programa de la última semana el conductor me indujo a trasmitir recuerdos y experiencias. Para quienes nolo  hayan visto y quieran hacerlo, lo subo al blog en tres partes:

Primera parte: Estudios en Córdoba y en Harvard, el papel de las ideologías y la capacidad de observación de la realidad, cómo se me ocurrió la convertibilidad, la crisis de 1982.

 

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Segunda parte: Estatización de la deuda privada, industrialización y des-industrialización, déficit fiscal y endeudamiento, lucha contra las mafias.

 

 

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Tercera parte: Convertibilidad y salida del 1 a 1, fuestes de ingresos, juicios, sinsabores y alegría.

 

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