¿Cómo se consigue un «shock» de confianza?

Uno de los visitantes del blog me preguntó sobre la relación de mi propuesta en el libro «Camino a la Estabilidad» con el «shock» de confianza del que hablaba siempre el Ingeniero Álvaro Alsogaray. Esta pregunta me recordó la conferencia conjunta que habíamos dado con el ingeniero Alsogaray en el Consejo Argentino de Ingenieros en 1988. Una transcripción de mi conferencia aparece en el capítulo VI de mi libro «Economía en Tiempos de Crisis», que editó Sudamericana en 1989.

Me sorprendió encontrar que el tema que discutimos entonces tiene plena actualidad. Por eso recomiendo su lectura. El título es «Sistema económico y shock de confianza: un debate con Álvaro Alsogaray«. De paso les comento a los jóvenes que no vivieron aquellas épocas, que por entonces los seguidores de don Álvaro Alsogaray, el líder político más relevante del liberalismo, me consideraban demasiado «desarrollista» para ser liberal. A su vez, los seguidores de Rogelio Frigerio, el padre intelectual del «Desarrollismo», me consideraban demasiado liberal para ser desarrollista. Pero yo me enorgullecía de tratar de prestarle atención al pensamiento y a la experiencia de los dos. En un próximo post voy a subir la transcripción de mi debate con Frigerio.

¿ Que pasará con el precio del Dólar cuando se re-unifique y liberalice el mercado cambiario?

Hay cada vez más gente que advierte que más tarde o más temprano el nuevo gobierno va a tener que eliminar el cepo cambiario, es decir, unificar y liberalizar el mercado del Dólar. Tanto Macri como Massa han insinuado que se moverán en esa dirección. Y a pesar de que Scioli no lo menciona, si llegara a ser presidente, cualquier economista profesional que lo asesore le dará el mismo consejo.

Sobre que pasaría con el Precio del Dólar a partir de la unificación y liberalización hay opiniones y preocupaciones muy divergentes.

Por un lado están los que piensan que dada la gran emisión monetaria y la inflación reprimida, la brecha cambiaria al momento de asumir el nuevo gobierno va a ser muy grande y que, por consiguiente, una inmediata unificación y liberalización del mercado cambiario llevará el precio del Dólar en el mercado único y libre al nivel precedente en el mercado paralelo (o blue). Sostienen que esta fuerte devaluación del Peso en relación a su cotización previa en el mercado oficial, va a exacerbar la inflación, provocará una caída grande los salarios reales y pondrá en marcha una puja distributiva tipo «Rodrigazo», sobre todo teniendo en cuenta que se partirá de una gran déficit fiscal financiado con emisión monetaria.

En el otro extremo están quienes piensan que el problema va a ser una avalancha de capitales del exterior que llevará a una apreciación del Peso, es decir, a una caída en el precio del Dólar con la consiguiente pérdida de competitividad de la industria exportadora y sustitutiva de importaciones.

Yo creo que hay que comenzar descartando la segunda de las preocupaciones. Será muy bueno que entren muchos capitales atraídos por las oportunidades de inversión y el clima de confianza que el nuevo gobierno sea capaz de generar. Incluso hay que facilitar esa entrada de capitales permitiendo que puedan firmarse contratos en dólares y que quienes traigan esos capitales, mientras no los utilicen para pagos internos, puedan mantenerlos en cuentas en dólares.Para aventar el peligro de que esta fuerte entrada de dólares cause deterioro de la competitividad lo que el gobierno debe hacer es eliminar todos los impuestos que afectan la competitividad y desalientan la inversión eficiente.

Si el nuevo gobierno quiere crear un clima favorable de inversión y conseguir que la producción aumente de inmediato, tiene que eliminar las retenciones a las exportaciones y también las prohibiciones y restricciones cuantitativas a exportaciones e importaciones, permitir el ajuste por inflación de los balances e indexar las escalas y el mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, disponer que el impuesto a las transacciones financieras se pueda deducir de IVA y ganancias y conseguir que las provincias eliminen el impuesto a los ingresos brutos en las etapas intermedias de producción.

La preocupación opuesta, es decir que por falta de confianza la unificación y liberalización provoque una estampida inflacionaria, el precio del Dólar se vaya a las nubes y se produzca un efecto «Rodrigazo» debe ser mitigada anunciando de entrada un conjunto coherente de nuevas reglas de juego enderezadas al crecimiento con estabilidad. En primer lugar será necesario dejar que los precios que han sido artificialmente contenidos por debajo del nivel de equilibrio de mercado o por debajo de los costos de producción, generando demanda de subsidios, reflejen la realidad. La exteriorización de esta inflación reprimida debe ser explicada como un reajuste de una vez para siempre y no de un salto en la tasa de inflación. El argumento central para que la gente lo entienda es que al mismo tiempo se eliminan los subsidios y los impuestos distorsivos y que el déficit fiscal remanente será financiado con el crédito público que renacerá de la confianza y adoptará la forma de entrada de capitales.

El salto en el precio del Dólar en el mercado oficial no producirá fuertes reajustes en los precios de los productos importados o substitutivos de importaciones, porque la existencia previa de restricciones cuantitativas a las importaciones ya habrán permitido que los precios de los productos importados y sus sustitutos se valoricen al precio del Dólar en el mercado paralelo y no a la cotización oficial.

En cualquier caso, si de entrada no aparece la avalancha de capitales del exterior que evita la devaluación exagerada del Peso, la flotación posterior del Peso en el mercado cambiario único y libre sin intervención del Banco Central acompañada por una política monetaria y fiscal que no permita financiamiento monetario del déficit, llevará a que el Precio del Dólar caiga hasta alcanzar un nivel de equilibrio sostenible en el tiempo. Esa caída del precio del Dólar posterior a la reunificación, será el mejor mensaje estabilizador de la economía.

Será clave que cuando el precio del Dólar comience a bajar en el mercado único y libre no reaparezcan los devaluo-maníacos o los teóricos del tipo de cambio real alto, a recomendar que el Banco Central emita dinero para comprar divisas como lo hicieron a partir de 2004.

Un discurso lleno de sofismas

Cristina comenzó su discurso tomando el twitter de un periodista del Financial Times, en el que destaca que Argentina logró que los bonos de su deuda reestructurada se coticen sobre la par, como un elogio a su gestión. De inmediato el propio autor del twitter se encargó de señalarle lo que todos los especialistas en mercados de capitales saben y lo vienen diciendo desde fines de 2013: los bonos argentinos comenzaron a valorizarse a partir del momento en que quedó descartada su reelección. Mientras más claro queda que el Kirchnerismo y sus ideas económicas quedarán sin influencia alguna, los bonos de la deuda se valorizan. Este fue el primer sofisma de su discurso, pero no el único.

Sostuvo que los problemas de nuestra economía del último año fueron causados por la manipulación del dólar y del precio del petróleo por los intereses geopolíticos de los Estados Unidos. La verdad es que desde 2003 hasta el año pasado el dólar estuvo perdiendo valor y el precio del petróleo y de la soja estuvieron aumentando en proporciones mucho mayores a la reversión parcial de 2014 y eso explica el grueso de los logros económicos que ella atribuyó a sus políticas. Otro sofisma.

El supuesto desendeudamiento es también una mentira. La deuda pública que el gobierno de Cristina va a dejar asciende a 250 mil millones de dólares, es decir más de 100 mil millones de dólares por arriba de la que existía al final del 2001. Como porcentaje del PBI, la deuda pública representará, a fines de 2015 el mismo porcentaje del PBI que representaba al final de 2001. La gran diferencia es que la década del 90 dejó  una economía fuertemente capitalizada: se habían invertido más de 70 mil millones de dólares en el sector energético, por ejemplo. Por el contrario, Cristina va a dejar una economía energética desquiciada.

La deuda exigible que el próximo gobierno va a tener que atender o consolidar y refinanciar en 2016 asciende a más de 40 mil millones de dólares y no de 2 mil quinientos millones como ella señaló en su discurso. Los 40 mil millones se componen de las deudas con China y con el Banco Central de Francia que se han utilizado para dibujar las reservas externas, las deudas con los holdouts que han conseguido sentencias definitivas a su favor y más de 10 mil millones de dólares de deudas con jubilados que también tienen sentencias definitivas a su favor por la falta de ajustes entre 2002 y 2007.

Podría seguir enumerando muchos sofismas más. Pero no quiero cansar a mis lectores. Una simple lectura del discurso de la Presidenta permite advertir que es una sucesión de mentiras disfrazadas para que la gente crea que son verdades.

 

La reforma monetaria y las posibilidades de éxito del próximo gobierno

(conclusión)

Si la estrategia de quien resulte elegido Presidente en Octubre de 2015 incluye la eliminación inmediata de todo vestigio de inflación reprimida y una política de estabilización que comience con una reforma monetaria, el nuevo gobierno acrecentará su poder político y contará con apoyo popular como para implementar buenas soluciones a los otros problemas económicos heredados.

Los resultados finales dependerán de cómo aproveche su poder político y apoyo popular para avanzar con las reformas capaces de reinsertar a Argentina en el mundo, reducir el gasto público, eliminar impuestos distorsivos, recuperar el crédito público interno y externo, conseguir inversiones eficientes, aumentar la productividad y crear empleos de alta calidad.

Si el plan de estabilización con reforma monetaria inicial tiene éxito en reducir la inflación, pero el gobierno no aprovecha el poder político reforzado y el apoyo popular para llevar a cabo las otras reformas estructurales indispensables, los resultados inicialmente favorables se pueden evaporar rápidamente y ocurrir algo parecido a lo que pasó en las postrimerías del Plan Austral.

Si, por el contrario, el éxito inicial del plan de estabilización con reforma monetaria que refuerza el poder político y aumenta el apoyo popular, es aprovechado para llevar a cabo aquellas reformas, tendrá asegurado un éxito duradero. El carácter más flexible pero igualmente estable del nuevo sistema monetario en comparación con el régimen de convertibilidad con tipo de cambio fijo (o su equivalente, la dolarización completa), junto a los esfuerzos que se hagan para evitar los errores de los ´90 (que detallé tanto en “Estanflación” como en mi nuevo libro al describir la historia de la inflación en Argentina), permitirá que se obtengan éxitos iniciales como los que se consiguieron en aquella década, sin arriesgar una crisis deflacionaria como la del período 1999-2002.

Si el nuevo gobierno no introduce un gran cambio en la organización económica de la Argentina y continúa con las políticas de Cristina Kirchner, es probable que, antes de las elecciones de 2017, la gente comience a temer una explosión inflacionaria. Con semejantes resultados el nuevo gobierno perderá esas elecciones y, ya con un poder muy debilitado, una hiperinflación no quedará fuera del horizonte. Por supuesto, en esos escenarios el nuevo gobierno no logrará resolver ninguno de los muchos problemas que habrá heredado de la gestión de Cristina Kirchner.

Algo parecido le ocurrirá si, aun anunciando un giro importante en la organización económica, decide no llevar a cabo una reforma monetaria que quiebre de cuajo la inercia inflacionaria y aplica una política monetarista de estabilización basada en muy altas tasas reales de interés. Estará reeditando los resultados de la política de estabilización del gobierno militar en el período 1977-1980. Perderá el poder político y la posibilidad de resolver la mayoría de los problemas heredados de la gestión anterior.

Es cierto que la historia no se repite, pero sería necio que al pensar el futuro no prestemos atención a lo mucho que nuestra historia tiene para ayudarnos a encontrar los rumbos adecuados y evitar los errores que provocaron pasadas frustraciones.