Además de que el precio de los alimentos y otros bienes vendidos en supermercados habían aumentado en exceso en enero, los bienes que normalmente se ajustaban según el precio del dólar paralelo, como por ejemplo, los electrónicos, debieron enfrentar la baja de la cotización de los dólares pseudo libres.
La demora en ajustar los precios regulados de la electricidad y el gas, ayudaron a que la tasa de inflación de febrero fuera mas baja de lo que anticipaban los analistas que alimentan la encuesta de pronósticos del mercado que publica el Banco Central.
No obstante esta desaceleración, el tipo de cambio real ya está en niveles cercanos a los del promedio del período 2018-2023. Esto significa que el tipo de cambio real relevante para las exportaciones, que es menor al de las importaciones a causa del impuesto país, se acerca peligrosamente a los niveles desde los que debió devaluarse en el pasado.
La caída de la tasa de inflación ofrece la oportunidad para aumentar el ritmo del crawl y aventar, de esa forma, el riesgo de un salto devaluatorio en los próximos meses.
En el gráfico 1 puede apreciarse la impresionante caída en la tasa de inflación según las mediciones basadas en precios online. La tasa de inflación promedio del mes, que es la que debería anticipar la que va a publicar el INDEC, bajó al 10,1% y la de los últimos 30 días al 8.4 %. Esas estimaciones estaban al 15 de febrero en 12,4% y 9,2% respectivamente, lo que indica que la desaceleración fue fuerte en las dos últimas semanas de febrero.
A pesar de esta fuerte desaceleración, el tipo de cambio real, medido por comparación entre una canasta de bienes en Argentina y los Estados Unidos, también bajo mucho. Esto se puede ver en el Gráfico 2.
La otra cara de la misma moneda es el costo relativo de la canasta de bienes en Argentina en relación a la misma canasta en los Estados Unidos. Esto se puede ver en el Gráfico 3.
La canasta que incluye alimentos, electrónicos y gasolina, al tipo de cambio oficial ya está valuada al 90% del valor en los Estados Unidos. Es interesante analizar cual es la relación para cada grupo de productos.
Evidencia de cambios en los precios relativos
En el caso de la comida, la relación entre el costo en Argentina y en los Estados Unidos es de alrededor de 60 %, no lejos de la relación promedio histórica (línea roja en el gráfico 4). Esta relación es razonable teniendo en cuenta que Argentina es exportadora neta de alimentos.
El valor de la canasta de gasolina en Argentina es prácticamente igual que en los Estados Unidos (línea roja, del Gráfico 5)
El cambio más notable se da para los productos electrónicos que hasta diciembre más que duplicaban los precios de los Estados Unidos y ahora están apenas un 40% más altos que aquellos medidos al tipo de cambio oficial (línea roja en el gráfico 6) Y medidos al tipo de cambio paralelo, están al nivel de los precios en Estados unidos (línea azul del gráfico 6).
Es muy claro que la reducción de la brecha entre el tipo de cambio oficial y el tipo de cambio paralelo ha ayudado al realineamiento de los precios relativos en una dirección semejante a la que debe esperarse de una normalización del comercio exterior.
Conocí a Sebastian Piñera hace 50 años cuando compartíamos no sólo las actividades académicas sino tambien reuniones de familia y las misas de los domingos en el *common room* del Peabody Terrace. Desde entonces fui consolidando mi impresión de que su inteligencia y elevada moral siempre estarían al servicio no sólo de Chile sino de quien requiriera sus opiniones y ayuda.
Puso mucha energía para luchar por su ideario liberal y por el bienestar de sus semejantes.
Nuestro último encuentro virtual fue precisamente hace apenas 40 días cuando Larry Kotlikoff, otro generoso y querido amigo de ambos, nos convocó a intercambiar ideas sobre una eventual dolarización en Argentina.
Sonia y yo abrazamos sobre nuestros corazones a su esposa Cecilia, sus hijos y nietos y rogamos por su eterno descanso.
Es mucho lo que el gobierno ha logrado en sus primeros 50 días de gestión.
Ni las demoras que plantean los recursos de amparo a algunas disposiciones del Decreto de Necesidad y Urgencia, ni las modificaciones que sufre el proyecto de “Ley de bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos” desvalorizan el gran aporte clarificador de objetivos e intenciones que significan esas dos ambiciosas propuestas legislativas.
El gobierno debía dejar en claro, desde el inicio, cual es el tipo de organización económica, política y social que aspira conformar durante sus años de gestión. No era suficiente su prédica libertaria. Había que reflejarlo en un nuevo marco normativo respetuoso de los principios Alberdianos de nuestra constitución, tan mancillados durante décadas de estatismo y corporativismo, creadores de ineficiencia, privilegios e injusticias.
Las reformas propuestas en este primer emprendimiento legislativo que no se logren poner en vigencia ahora, podrán conseguirse en el futuro cuando el gobierno pueda mostrar logros importantes en relación a la calidad de vida de los argentinos. En ese sentido, no existe logro más importante que erradicar la inflación. ¿Podrá Milei lograrlo con apoyo legislativo muy retaceado?
Yo sostengo que sí. En este post, luego de describir lo que ha ocurrido durante diciembre y enero, señalo lo que a mi criterio son los pasos necesarios para lograr erradicar la inflación.
Como puede verse en el gráfico 1 la tasa de inflación mensual promedio medida por los precios on line estuvo bajando desde la segunda semana de enero, cuando era de 32%, al 26% para el 25 de enero. La caída de la tasa de inflación de los últimos 30 días fue muy acentuada la primera semana de enero, cuando estaba en el 35% para ubicarse en el 13% el 25 de enero. Teniendo en cuenta la magnitud de esta caída, es posible que, en los seis días siguientes al 25 de enero, la tasa mensual promedio se haya acercado al 20 %.
La evolución de los precios online, que no toma en cuenta el precio de varios de los servicios controlados por el Estado que aún no han sido ajustados, supera al índice elaborado por INDEC, pero este desfasaje seguramente se revertirá en febrero y marzo, cuando se ajusten el precio del gas y las tarifas de electricidad y el transporte.
Pese a la baja de la inflación en enero, el tipo de cambio real ha descendido desde 1,6 al momento del salto devaluatorio del 12 de diciembre a 1,17 al 26 de enero. Esto se puede apreciar en el gráfico 2.
Si este ritmo de caída continuara a lo largo de febrero, en marzo podría ubicarse en zona peligrosa, preanunciando presiones demandantes de un nuevo salto devaluatorio. Este peligro sería aún mayor si se hubiera aprobado el aumento de las retenciones a las exportaciones por lo que más allá del problema que esa decisión pueda causar en materia fiscal, desde el punto de vista de evitar el riesgo de un nuevo salto devaluatorio, ha sido afortunada. Lastima que la no aprobación del aumento de las retenciones haya significado el retiro de todo el capitulo fiscal, que tenía buenas propuestas en materia del impuesto a los ingresos, facilidades de pago y blanqueo.
En la simulación que yo había presentado en mi post del 20 de diciembre, distinguiendo entre el tipo de cambio real de importación y el de exportación, demostraba que, de haberse aplicado el aumento de las retenciones, estas se hubieran tenido que eliminar entre febrero y marzo de 2024 para evitar que el tipo de cambio real de exportación cayera por debajo de 1, el nivel que puede considerarse de equilibrio en una economía sin inflación y con el comercio exterior normalizado.
A continuación, desarrollo lo que a mi criterio son los pasos necesarios para evitar un nuevo salto devaluatorio entorpecedor de la marcha hacia la desinflación.
Avanzar hacia el equilibrio fiscal sin aumentar distorsiones en precios relativos
El aumento de las retenciones a las exportaciones fue una mala idea y el hecho de que ha tenido que ser dejado de lado no debe preocupar al gobierno. El monto que eventualmente podría haber recaudado por esa vía, puede ser compensado con creces a través de la actualización del impuesto a los combustibles, algo que no requiere autorización legislativa porque esa actualización estuvo contemplada desde la creación del impuesto y el anterior gobierno no la llevó a cabo.
El capítulo fiscal de la ley de bases y puntos de partida (sin el aumento de las retenciones y contemplando el ajuste mensual de las jubilaciones y pensiones por el índice de precios al consumidor) y el proyecto de reforma a la ley del impuesto a los ingresos (nombre más apropiado que el de impuesto a las ganancias) se deben volver a presentar para su pronta discusión en la Cámara de Diputados.
No se debe demorar el ajuste de los precios de la electricidad, el gas y el transporte para reducir significativamente los subsidios en una magnitud incluso superior a la comprometida en la negociación con el FMI. De esta forma se avanzará en la corrección de los precios relativos que fueron fuertemente distorsionados, en forma demagógica, por el gobierno anterior.
La existencia de contratos a más de 30 días de plazo no ajustables por inflación se constituirá en un inconveniente para la baja drástica de la inflación que deberá contemplar cualquier plan de estabilización con chances de concitar apoyo popular.
Por consiguiente, para no tener que incluir mecanismos complejos como el desagio del plan Austral es aconsejable alentar que los contratos que significan entrega de pesos a más de treinta días, particularmente los salariales, las jubilaciones y los alquileres, se ajusten mensualmente, con el menor rezago posible, por el índice de precios al consumidor, por el tipo de cambio oficial, por el tipo de cambio libre o por cualquier otro índice publicado regularmente, según acuerden las partes contratantes.
Retomar la prédica dolarizadora del presidente Milei durante su campaña electoral es la mejor forma de inducir expectativas de descenso acelerado de la inflación durante el año 2024 para lograr que en 2025 ya no haya vestigios del cepo cambiario y se pueda implementar un plan de estabilización capaz de erradicar la inflación como lo logró el plan de convertibilidad en 1991.
El presidente Milei ha aclarado que cuando habla de dolarización se refiere a la libre elección de la moneda por parte de los ciudadanos. Por lo tanto, desde el punto de vista instrumental puede ser desde el reemplazo total de los pesos en circulación por dólares hasta el sistema peruano de competencia de monedas (el Sol, el dólar y cualquier otra moneda).
Esta aclaración es importante para desestimar el argumento de que para dolarizar se requiere disponer de reservas netas equivalentes a todos los pasivos monetarios del Banco Central. En otros términos, es posible dolarizar, en el sentido de dar libertad de elección de la moneda, cuando el Banco Central haya logrado recuperar reservas equivalentes a los encajes legales de los depósitos en dólares del mercado bancario y esté en condiciones de devolver esos depósitos si sus titulares lo requirieran.
Pero nadie creerá que la propuesta de dolarización es seria mientras siga siendo ilegal la libre compra y venta de dólares. Es imprescindible que se permita el funcionamiento de un segmento cambiario libre sin ningún tipo de interferencia del Banco Central. Cualquier persona física o jurídica podrá vender o comprar moneda extranjera. Sólo seguirán sujetas a controles de cambio las transacciones relacionadas con exportaciones e importaciones de bienes. Estos controles serán transitorios y desaparecerán cuando se den las condiciones para la unificación completa del mercado de cambios.
Mientras subsistan los dos mercados de cambio, el libre y el controlado, el ritmo de ajuste en el mercado controlado y la política monetaria deberán ser conducidas de forma tal que la brecha entre los dos tipos de cambio tienda a reducirse para que la meta de reunificación se torne creíble. Cuando la brecha sea suficientemente baja, se podrá producir el salto cambiario en el mercado controlado necesario para conseguir la reunificación, pero éste deberá ser el último salto cambiario decidido por el Banco Central. A partir de ese momento, el manejo cambiario se ajustará a las reglas del plan de estabilización que se pondrá en marcha en ese mismo momento. Ese plan comenzará, necesariamente, con la designación formal del dólar como moneda de curso legal en competencia con el peso.
Para que el compromiso con la estabilización sea creíble se deberá evitar un nuevo salto cambiario hasta el momento de la reunificación y liberalización completa del mercado.
Muchos economistas mediáticos se muestran decepcionados por las medidas económicas anunciadas por el ministro Luis Caputo porque no constituyen un plan de estabilización como el que prometía el presidente Javier Milei cuando era candidato.
Es cierto que prometiendo dolarización (entendida como libre elección de la moneda) y desaparición del Banco Central (entendido como eliminación de la facultad de emitir moneda no demandada por la gente) el entonces candidato insinuaba la aplicación de un plan de estabilización capaz de eliminar las expectativas de inflación, quebrar la inercia inflacionaria y producir una reducción drástica de la tasa de inflación.
Hizo bien el ministro Caputo en señalar, en el reportaje que le hizo Eduardo Feinmann, que aquellas promesas de campaña no han sido desechadas, sino que tendrán plena vigencia cuando se haya completado el realineamiento de precios relativos, eliminado la inflación reprimida y equilibrado las cuentas fiscales.
En una economía con un alto grado de dolarización de hecho, un plan de estabilización sólo puede implementarse cuando se ha logrado eliminar todo vestigio de restricciones al movimiento de capitales y el mercado cambiario funciona como un mercado verdaderamente único y libre.
Hasta que se den las condiciones para lanzar el plan de estabilización, es muy importante que se logre estabilizar el tipo de cambio real a un nivel compatible con el comercio exterior sin restricciones cuantitativas, sin vestigios de sesgo anti exportador y con un nivel de reservas externas suficientes como para respaldar los pasivos monetarios del Banco Central.
La simulación presentada al final de este informe persigue demostrar que es posible lograr estas condiciones a lo largo del año 2024.
Las medidas anunciadas hasta aquí apuntan a facilitar el realineamiento de precios relativos y la eliminación del déficit fiscal, pero se mantienen todas las restricciones al movimiento de capitales, es decir todas las variedades de cepos cambiarios que se fueron acumulando desde fines de 2019, llegando a conformar un sistema cambiario caótico que solo alienta el atesoramiento de dólares billetes dentro del país y la fuga al exterior del capital financiero, además de la sobrefacturación de importaciones y la subfacturación de exportaciones.
Tener como meta la puesta en marcha del plan de estabilización prometido en la campaña electoral, es decir, perseguir la eliminación completa del cepo cambiario mientras se limita rápidamente la emisión de pesos, es la mejor guía para el diseño de las medidas que el equipo económico deberá adoptar.
El gobierno no debe entusiasmarse con la reducción de la brecha entre el tipo de cambio oficial y el CCL, porque el CCL está muy lejos de ser un mercado libre de cambios. Para avanzar hacia el mercado único y libre de cambios es muy importante que, cuanto antes, el gobierno elimine los varios cepos que impiden que exista un mercado cambiario libre para todas las transacciones que no tengan que ver con el comercio de bienes. Cualquier persona humana o jurídica debería poder comprar o vender dólares o cualquier otra divisa en forma totalmente libre con la única limitación que imponen las normas contra el lavado de dinero.
Logrado de esta forma un desdoblamiento formal del mercado cambiario, existirán sólo dos tipos de cambio: el oficial, que mejor sería denominarlo “comercial”, y el libre. La brecha entre estos dos tipos de cambios, que mientras avanzan la eliminación del déficit fiscal y los desequilibrios de precios relativos, debería ir cerrándose en forma gradual, sería un excelente indicador de que se avanza hacia la reunificación y liberalización no traumática del mercado cambiario.
La eliminación de los cepos que hoy restringen las operaciones en el mercado CCL y el blanqueo de capitales que se está proyectando, son ingredientes complementarios para alentar la oferta de divisas en el mercado libre, de tal forma que su cotización se acerque al tipo de cambio comercial sin que el Banco Central tenga que derivar divisas del superávit comercial para influir en el tipo de cambio libre.
Hasta que se logre la reunificación completa del mercado cambiario, el tipo de cambio comercial deberá ser manejado en armonía con el ritmo de eliminación de la inflación reprimida, la emisión monetaria, las tasas de interés y el comportamiento de los salarios nominales que surjan de las negociaciones colectivas del sector privado.
Durante este período es posible que se logre disminuir la tasa mensual de inflación desde los altos niveles que alcanzará en diciembre. Pero ello ocurrirá sólo si se va cerrando la brecha entre el tipo de cambio libre y el tipo de cambio comercial.
Cuando se haya cerrado por completo esa brecha y pueda terminar de eliminarse todo vestigio de cepo cambiario, estarán dadas las condiciones para lanzar el plan de estabilización que prometió el presidente en su campaña electoral. La tasa mensual de inflación podrá reducirse drásticamente para inaugurar un clima de estabilidad sostenible en el tiempo.
La tasa de inflación de diciembre se ubicará alrededor del 25%
Esto es lo que surge de observar el curso de los precios online durante los 15 primeros días del mes.
Como señala el Gráfico 1 la inflación promedio mensual el 15 de diciembre ascendía a 15,5% y la inflación de los últimos 30 días era de 30%.
Dado que se produjo una clara aceleración al inicio de diciembre, vale la pena calcular la tasa de inflación promedio de los primeros 15 días y proyectarla para todo el mes de diciembre. Como la tasa de los primeros 15 días resultó ser 11,6%, la proyección para todo el mes asciende a 25%.
Gran parte del aumento de la tasa de inflación en diciembre se relaciona no tanto con el efecto directo de la devaluación sobre los precios de los bienes que estaban alineados al tipo de cambio oficial sino con la señal que el ajuste cambiario envió a todos los oferentes de bienes y servicios que habían estado reprimidos por controles de precios y decidieron evadirse de esos controles. Por consiguiente, para estimar cómo evolucionará la tasa de inflación en los próximos meses es importante conocer a que tipo de cambio (el oficial o el CCL) estaban alineado los distintos bienes que conforman la canasta de consumo de la familia tipo con que se confecciona el índice de precio al Consumidor.
Es frecuente escuchar que la mayor parte de los precios se mueven como el tipo de cambio libre y no como el tipo de cambio oficial. Esto no es lo que muestra la información que aportan los precios on line para una amplia gama de productos que permiten la comparación de los precios en los Estados Unidos y en Argentina.
PriceStats calcula índices del tipo de cambio real de varios países en base a canastas de bienes idénticos en los Estados Unidos y en cada país. La metodología consiste en multiplicar el precio en moneda local del país en cuestión por el tipo de cambio (dólar/peso) y dividirlo por el precio en dólares en los Estados Unidos. Luego se promedian los índices de todos los bienes que integran la canasta con las ponderaciones de esos bienes en el IPC del país en cuestión. El resultado es el valor de la canasta en el país del que se trata como porcentaje del valor de esa misma canasta en los Estados Unidos.
En el Gráfico 2 se presenta esta relación para la Argentina, calculado el valor de la canasta con dos tipos de cambio diferentes: el oficial (poligonal roja) y el libre (poligonal azul).
El cálculo comienza el día de las PASO de 2019 y termina el 15 de diciembre de 2023. La devaluación del Peso al día siguiente de las PASO de 2019 explica la caída de más del 20% del valor de la canasta, tanto al tipo de cambio oficial como al tipo de cambio libre, porque por entonces no había todavía cepo cambiario. Estos dos valores comienzan a diferenciarse a partir de la instalación del cepo. El valor de la canasta al tipo de cambio oficial (línea roja) se recupera a lo largo de todo el año 2020 hasta volver al porcentaje anterior a la primera devaluación y luego fluctúa alrededor del 90% del valor en los Estados Unidos hasta la devaluación que siguió a las PASO de 2023.
Esa devaluación provocó sólo un acercamiento muy transitorio entre el valor de la canasta en Argentina y en los Estados Unidos al tipo de cambio oficial y el tipo de cambio libre. Dos meses después de esa devaluación, la relación entre el valor de la canasta al tipo de cambio oficial no sólo volvió al nivel anterior, sino que lo superó en alrededor de un 25%. Esto significa que los precios internos excedieron significativamente al ajuste del tipo de cambio oficial. De esa forma, la canasta de bienes en Argentina resultó 25% más cara que en los Estados Unidos.
No es de extrañar que apenas asumido el nuevo gobierno decidiera volver a devaluar, ahora en una magnitud mucho mayor que la de la devaluación post PASO, pero acompañada de un compromiso de ajuste fiscal muy fuerte. Esto marca un contraste grande con el relajamiento fiscal electoralista que acompañó a aquel salto devaluatorio decidido por Massa.
Como en el caso de la devaluación post PASO, el salto del tipo de cambio oficial de cerca de 400 a 800 pesos por dólar, produjo una virtual reducción a la mitad del valor de la canasta en Argentina ubicándola en apenas un 60% del valor de la misma canasta en los Estados Unidos, no lejos del porcentaje medido al tipo de cambio libre, que en el último mes paso del 40 al 50%.
Para estimar el tipo de cambio real tomamos la inversa del valor de la canasta de bienes en Argentina como porcentaje de la misma canasta en los Estados Unidos.
Como puede verse en el Gráfico 3, el tipo de cambio real fluctuó bastante, pero estuvo por debajo de 1 desde principios de 2014 hasta mayo de 2018 y desde entonces fluctuó alrededor de 1 con picos de hasta 1.4 luego de fuertes devaluaciones y un valle profundo, pero muy estrecho de 0.8, justo antes de la devaluación decidida por el actual gobierno. Esta devaluación llevó el tipo de cambio real a 1.6, el valor más alto de toda la serie.
El nivel de equilibrio del tipo de cambio real una vez que se unifique y liberalice el mercado cambiario y el comercio exterior funcione normalmente, sin retenciones ni impuesto país, será 1.
En la transición hacia el equilibrio, el gobierno irá ajustando el tipo de cambio oficial por debajo de la inflación de tal forma que al cabo del período de transición se acumule una caída del tipo de cambio real desde 1.60 a 1.
A lo largo del período de transición, el Banco Central emitirá el dinero necesario para comprar reservas por 30 mil millones de dólares y para pagar el interés de los pases, pero no emitirá para financiar déficit fiscal alguno.
El tesoro aportará los fondos necesarios para financiar entre la mitad y los dos tercios de la acumulación de reservas
El período de transición durará un año.
El ejercicio de simulación consistente con estos supuestos permite estimar que la tasa mensual de inflación pasa del 25 % de diciembre al 26 % en enero, el 21% en febrero y el 19% en marzo (línea 8 del cuadro 1), a pesar de que la base monetaria se mantiene constante en 9 mil millones de pesos (línea 1 del cuadro 1) y los pasivos monetarios del Banco Central crecen sólo 6% mensual debido al pago de intereses por los pases (línea 5 del cuadro 1).
Durante esos meses, la tasa de inflación no se explica sólo por la expansión monetaria sino, fundamentalmente, por el realineamiento de precios relativos que motorizaron las medidas económicas del 12 de diciembre y que pueden medirse a través de la reducción del tipo de cambio real de 1,60 a 1 (línea 1 del cuadro 2).
Un supuesto razonable es que en diciembre ya se produce un realineamiento de precios relativos por un 16%, en enero por un 20%, en febrero por un 15% para agotarse en marzo con un remanente de 9% (línea 6 del cuadro 1). La tasa de inflación resulta de la suma del realineamiento de los precios relativos más la expansión de los pasivos del Banco Central. Desde abril en adelante la tasa de inflación se explica totalmente por la expansión de los pasivos del Banco Central. Se estima en 8% mensual durante los meses de abril a junio y en el 7% mensual desde julio a diciembre (línea 8 del cuadro 1).
Las tasas de expansión de la base monetaria y de los pasivos del Banco Central no son cero porque en el caso de la base monetaria, a pesar de que no aumenta por financiamiento del tesoro, sí lo hace por la compra de reservas que no son financiadas por el tesoro y, en el caso de los pasivos del Banco Central, por el efecto adicional del pago de intereses por los pases originados en las operaciones de esterilización monetaria del pasado.
Salvo en los meses en los que se produce el realineamiento de los precios relativos, la tasa de política monetaria se ubica 1% mensual por debajo de la tasa de inflación. En los tres primeros meses esa tasa se mantiene en el 8% mensual, es decir, fuertemente negativa en términos reales, facilitando la licuación del stock de pases, con el consiguiente beneficio en términos de reducción del costo de los pasivos remunerados del Banco Central (línea 9 del cuadro 1).
El tipo de cambio real y la eliminación del sesgo anti exportador en el comercio exterior
Partiendo del tipo de cambio real del 1.6 en el mes de diciembre de 2023 (línea 1 del cuadro 2), con una apertura entre 1,88 para las importaciones (por aplicación del impuesto país) (línea 2 del cuadro 2) y 1,33 para las exportaciones (a causa de la retención del 15%) (línea 3 del cuadro 2), se plantea como objetivo llegar a un tipo de cambio real único de 1 en el mes de diciembre de 2024.
Frente al lento ritmo de devaluación de enero y febrero la inflación de esos meses lleva el tipo de cambio real de exportación a 1 ya en febrero, por lo que, a partir de ese mismo mes, para que ese tipo de cambio real no descienda de 1, se deberá comenzar a reducir el impuesto del 15% a las exportaciones a razón de 7% en febrero y 8% en marzo (línea 4 del cuadro 2). A partir de abril, el tipo de cambio de exportación se mantendrá en 1 en la medida que la tasa de devaluación acompañe a la tasa de inflación. Este es el supuesto con que se trabaja en esta simulación.
En el caso del tipo de cambio de importación, que al momento de comenzar a igualarse el ritmo de devaluación con el de la inflación se estancaría en 1,21, tendrá que ajustarse gradualmente hasta alcanzar el valor 1 en diciembre de 2024 a través de la reducción del impuesto país a razón de 3% durante los meses de abril a junio y el 2% mensual de julio a diciembre (línea 5 del cuadro 2).
Este comportamiento del tipo de cambio real promedio y la disminución gradual de la apertura entre el tipo de cambio de importación y el de exportación, será la manifestación más clara del avance hacia un esquema cambiario compatible con un comercio exterior sin las distorsiones que se acumularon durante los largos años de cepos cambiarios y restricciones cuantitativas a las importaciones y a las exportaciones.
La persistencia al 7% mensual se debe a la necesidad de mantener un ritmo de ajuste del tipo de cambio igual a la tasa de crecimiento de los pasivos del Banco Central y de la tasa de inflación. Este típico fenómeno de inflación inercial, que puede perpetuarse en el tiempo, aunque se haya eliminado el déficit fiscal, sólo se puede quebrar con un plan de estabilización bien diseñado.
La posibilidad de lanzar un plan de estabilización semejante (dolarización, convertibilidad o “inflation targeting” a la peruana) se dará a principios de 2025 si es que para entonces se habrá logrado también unificar y liberalizar el mercado cambiario y el Banco Central cuente con un stock de reservas de 30 mil millones de dólares. Por supuesto que si estas dos condiciones se consiguieran antes, el lanzamiento del plan de estabilización podría anticiparse. Pero no me animo a afirmar que ello sea altamente probable.
Lanzado el plan de estabilización, la tasa de inflación mensual puede bajar de inmediato al 20% anual para desembocar al cabo de los siguientes 24 meses en el 5% anual. Se cumpliría plenamente con el compromiso asumido por el presidente Milei durante su campaña electoral.