Genial Artículo de Federico Pinedo, lástima que al final retoma el relato Duhalde-Kirchnerista del que no se han podido desprender los ideólogos del PRO

En los últimos tiempos, sentí pereza para escribir posts y dar opinión en medios audiovisuales. Me desanimó ver tanta coincidencia entre los opinólogos económicos y políticos en interpretar nuestra historia económica según el relato Duhalde-Kirchnerista, que destaca como gran logro del 2002, a los superávits gemelos del período 2003-2006.

Pensé que recomendar la lectura de mis libros Estanflación (2008), Camino a la Estabilidad (2014) e Historia Económica de la Argentina (escrito con mi hija Sonia y publicado en 2018), era lo único que podía hacer para sacar a la dirigencia política y a la mayoría de los economistas profesionales de lo que yo considero el mayor error de interpretación histórica que impide encontrar soluciones a la estanflación que nos azota.

Pero, esta mañana, la lectura del artículo de Federico Pinedo, publicado por La Nación y titulado «Estabilizar para Crecer», me recreó la esperanza de que, en su eventual segundo período de gobierno, el Presidente Macri pueda desprenderse del relato Duhalde Kirchnerista en el que los ideólogos económicos y políticos a los que escucha, están entrampados. Claro que debería hacerlo desde la campaña electoral.

No es que Federico Pinedo ya lo haya logrado, pero la primera mitad de su artículo, sugiere que esa posibilidad está abierta. Es la primera vez que un dirigente del PRO reconoce que existieron en Argentina 10 años de estabilidad por existencia de moneda sana. Siempre me sorprendió que en todos los discursos de los dirigentes del PRO, haya sido lugar común sostener que en los últimos 70 años vivimos permanentemente con alta inflación y sin moneda.

Es genial la descripción que hace Pinedo de las virtudes económicas de la estabilidad por existencia de una moneda sana. También acierta cuando destaca la importancia del equilibrio fiscal y del aumento de la productividad como forma de ganar competitividad.

Pero en su intento de conciliar el reconocimiento de las virtudes de la convertibilidad con el relato histórico con los que los economistas del PRO, escuchados por Macri, utilizan para justificar la inestabilidad monetaria de los últimos 3 años, comete dos errores. Sostiene que la vocación por la estabilidad se extendió hasta 2006 (aclara, ¨aún con los tremendos sucesos de 2002¨) y argumenta que la convertibilidad estalló por los aires porque no fue acompañada por equilibrio fiscal primario y porque no se produjo aumento de la productividad en la economía.

El primer error surge por no advertir que la convertibilidad dotó a la economía de moneda sana, no sólo porque el peso estaba respaldado en dólares, sino porque se legalizó el uso del dólar como moneda alternativa. El carácter bimonetario formal de la economía, fue la razón por la que la gente creyó de inmediato en que el gobierno iba a cumplir a rajatabla con el compromiso de cuidar el valor del Peso. Fue también ese estricto compromiso, el que permitió la des-indexación inmediata y total de la economía, con lo que se quebró de cuajo la inercia inflacionaria.

No se puede argumentar que la vocación por la estabilidad recién se quebró en 2006. En realidad el abandono de la estabilidad como rasgo estructural de la economía se produjo, brutalmente, en enero de 2002. Fue cuando se decretó la pesificación forzosa de todos los contratos en dólares bajo ley argentina (en particular, la pesificación de los depósitos en dólares en el sistema bancario, contrapartida de la licuación de la deuda en dólares de las grandes corporaciones que tuvieron de vocero a De Mendiguren).

La devaluación del Peso fue extrema. El precio del Dólar saltó de 1 a casi 4 pesos), no porque esa fuera la medida del atraso cambiario del que tanto se hablaba, sino porque la pesificación cuadruplicó la tenencia de pesos en los portafolios de los ahorristas argentinos, algo claramente no deseado por ellos. Por eso corrieron a convertirlos nuevamente en dólares billete, fuera del sistema bancario argentino.

La convertibilidad podría haber continuado con libre flotación del Peso, pero tendría que haberse evitado la pesificación compulsiva, como se la evitó en el Uruguay y en el Perú, cada vez que hubo una devaluación de sus respectivas monedas. La convertibilidad es un sistema bimonetario legal y puede funcionar con tipo de cambio fijo o con tipo de cambio flotante. En ambos casos, para asegurar estabilidad, se necesita equilibrio fiscal y aumento de la productividad.

El segundo error es argumentar que la convertibilidad voló por los aires porque no hubo equilibrio fiscal primario, como el que ahora ha sido dispuesto por ley de presupuesto, y que no se produjo aumento de la productividad. Craso error. En todos los años de la convertibilidad hubo superávit fiscal primario. Y la productividad, tanto agropecuaria como industrial y de los servicios, aumentó mucho más que en las décadas anteriores y que en las casi dos décadas posteriores. Por eso, la exportaciones a precios constantes, crecieron mucho más entre 1990 y 2001 que entre 1980 y 1990 y que entre 2001 y 2018.

Es asombroso que, así como hasta el artículo de Pinedo, nadie del PRO reconocía que habíamos gozado de 10 años de estabilidad con moneda sana, todavía nadie reconozca el impresionante aumento de la productividad agropecuaria, energética e industrial que se produjo gracias a las privatizaciones, la desregulación, la eliminación de impuestos distorsivos y las inversiones privadas eficientes que acompañaron desde el vamos a la convertibilidad.

El problema fiscal que provocó la crisis financiera del 2001 se originó en las provincias. Especialmente en la Provincia de Buenos Aires, sobre todo, porque esos déficits fiscales se financiaron con crédito bancario a tasas muy altas de interés (BADLAR mas 7%) y se garantizaron con recursos de la coparticipación federal de impuestos. Se trató del mismo problema que provocó en los Estados Unidos la crisis financiera del 2008, nada más que allá fueron las hipotecas sub prime y acá los préstamos a las provincias. Con cualquier sistema monetario, cuando los préstamos bancarios crean riesgos de insolvencia de los bancos, se producen las crisis financieras. Pero la solución de esas crisis no puede ser la destrucción del sistema monetario. Ni los Estados Unidos ni Europa, ni prácticamente ningún país del mundo, incluido Brasil, destruyeron el valor de sus monedas para sacar a sus economías de la crisis del 2008.

Estos dos errores son la contra cara del error, incluso más grave, que significa sostener que las medidas del 2002 que generaron los superávits gemelos de los años 2003 al 2006, ayudaron a volver a crecer. El crecimiento volvió por la muy favorable evolución de los precios de nuestros productos de exportación tradicionales.

Por el contrario, esos superávits gemelos fueron el resultado de dejar de pagar intereses por varios años, fruto del default de la deuda interna y externa, y de la fortísima caída del poder adquisitivo de salarios, jubilaciones y tarifas públicas. El deterioro de los salarios reales y de las jubilaciones, inexorablemente se iba a revertir. Pero, además, volvía a alentar y a legitimar la puja distributiva que siempre atentó contra la estabilidad. El atraso tarifario se transformaría en la principal causa de aumento del gasto público, problema que aún hoy no está totalmente resuelto.

Si los economistas a los que escucha Macri, creen que tienen que imitar a Duhalde en la búsqueda de los superávits gemelos, deberían tratar de incorporar a De Mendiguren al PRO.

Mis comentarios en este post, son muy relevantes para la campaña electoral. Si junto al reconocimiento de que tuvimos 10 años de estabilidad con moneda sana, que en su inteligente artículo hace Federico Pinedo, Macri no avanza hacia el abandono completo del relato Duhalde Kirchnerista en el que lo han enredado malos asesores económicos y políticos, sus estrategas electorales terminarán llevando muchos votos al espacio de Lavagna.

Hay que reconocer que Lavagna es el único que consiguió, si bien gracias al aumento del precio de la soja, cosechar laureles en la economía de los superávits gemelos. Si lo que Macri persigue es un re-equilibrio como el del 2002, entonces el votante va a preferir que Lavagna conduzca la salida.

Si reconociera que nuestra economía es bimonetaria, el gobierno no debería temerle a la dolarización de los ahorros

Para que la tasa de inflación baje a menos del 2% mensual, el Banco Central tiene que manejar su política monetaria tratando de que el precio del Dólar se mantenga lo más cerca posible del piso de la zona de no intervención. Por el momento, la tasa de LELIQs es el único instrumento del que dispone para conseguir este comportamiento del tipo de cambio.

Existe el temor de que más cerca de las elecciones, los ahorristas decidan dolarizar sus tenencias de activos financieros y el precio del Dólar suba hasta el techo de la zona de no intervención o la tasa de LELIQs tenga que aumentar mucho y aborte cualquier incipiente reactivación de la economía.

No hay señales que indiquen que el Ministerio de Economía y el Banco Central estén dispuestos a convencer al FMI de la conveniencia de impulsar acciones tendientes a atenuar el riesgo de que la dolarización de los ahorros lleve inexorablemente a tener que elegir entre esos dos males. Pero, por si acaso, yo las explico en esta nota.

Reconocer el carácter bimonetario de la economía y ampliar la capacidad de los bancos para intermediar financieramente en dólares, al mismo tiempo que el Tesoro deja de emitir LECAPs y se financie exclusivamente con LETES, puede permitir la dolarización de los activos financieros de los ahorristas (depósitos a plazo fijo y letras del Tesoro) sin que esos ahorros dejen de estar invertidos en el país.

Además, si el Banco Central va a conducir su política monetaria de tal forma de impedir que el ritmo mensual de devaluación supere el 2%, sería mucho mejor que ajuste el techo de la zona de no intervención a, digamos, 42 pesos por dólar, en lugar de tenerla en casi 50 pesos por dólar. Por supuesto, esta decisión debería ser anunciada al mismo tiempo que se reconoce el carácter bimonetario de nuestra economía.

Para evitar que la caída del tipo de cambio real desaliente a las exportaciones, el gobierno debe anunciar que, tan pronto la evidencia de avances hacia el equilibrio fiscal lo permita, se irán reduciendo las retenciones hasta ser eliminadas totalmente. De la misma forma, es importante anunciar que, como política de aliento a las exportaciones, el plan de mediano plazo consiste en eliminar todos los impuestos distorsivos y las regulaciones que restringen la productividad de la economía y no pretender mantener alto el tipo de cambio real mediante continuas devaluaciones del tipo de cambio nominal.

Alta tasa mensual de inflación en febrero y marzo

En el gráfico 1 se puede apreciar que la tasa de inflación de los bienes y servicios que se fijan en mercados libres (capturada online) fue más alta en febrero que en enero. Y la tasa de los últimos 30 días no sugiere que la tendencia en marzo pueda ser diferente, máxime cuando en marzo se producirán aumentos de varios servicios con precios regulados.

Para estimar lo que puede ocurrir con la tasa de inflación a partir de abril, es importante observar el comportamiento del tipo de cambio. Si se comparan los efectos de la devaluación de diciembre de 2015 con la devaluación de setiembre de 2018, no debería descartarse la posibilidad de que a partir de abril la tasa de inflación tienda hacia el 2% mensual e incluso se ubique por debajo de ese porcentaje. Pero, sin duda, eso dependerá de que se evite una nueva escapada del precio del Dólar.

Tipo de cambio de mercado y de paridad del poder adquisitivo

En el gráfico 2 se presenta la comparación entre el precio del Dólar en el mercado y el precio del Dólar que mantiene la paridad del poder adquisitivo (PPP). El tipo de cambio de paridad se estima comparando el precio en los Estados Unidos de 300 bienes y servicios con los precios de los mismos bienes y servicios en Argentina[1].

Puede observarse que el tipo de cambio de mercado y el de paridad coincidieron en 25 pesos entre mayo y junio de 2018 y vuelven a coincidir, ahora en 40 pesos por Dólar, en enero de 2019. Las fuertes devaluaciones posteriores a junio de 2018 se fueron trasladando a los precios de los bienes y servicios en Argentina en forma gradual, pero al cabo de cuatro o cinco meses, los tipos de cambio de mercado y de paridad volvieron a equipararse.

Pensando en lo que resta del año 2019, de nada valdría admitir otra escalada significativa del precio del Dólar, porque al cabo de unos meses terminaría trasladándose totalmente a los precios. Por consiguiente, si la política monetaria persigue y consigue que la devaluación no exceda el 2% mensual, la tasa de inflación puede perfectamente ubicarse por debajo de ese porcentaje.

Decisiones que podrían ayudar a evitar una nueva escalada del precio del Dólar

No hay ningún indicio de que el gobierno esté teniendo en cuenta las sugerencias que presento en esta sección, pero yo sigo insistiendo que ayudarían mucho a aventar el riesgo de nueva escapada del precio del Dólar. También insinuarían el avance hacia una organización de la economía adecuada para enmarcar un plan de estabilidad y crecimiento promisorio a partir del próximo cuatrienio presidencial.

Ya presenté este argumento en mi post del 2 de julio de 2018: http://www.cavallo.com.ar/es-imprescindible-ofrecer-a-los-ahorristas-argentinos-oportunidades-para-dolarizarse-sin-sacar-sus-ahorros-del-pais-y-anunciar-una-politica-monetaria-cambiaria

La sugerencia consiste en que el Tesoro se abstenga de emitir LECAPs en pesos y se financie sólo con LETES y con títulos en pesos ajustables por UVA. Al mismo tiempo, se debe alentar a los bancos a recibir depósitos a plazo fijo en dólares. El Banco Central tendrá que remunerar los encajes que le imponga a esos plazos fijos con la misma tasa de captación por parte de los bancos y deberá permitirles a éstos invertir la capacidad prestable que resulte de los depósitos en dólares en préstamos al sector privado, con menos restricciones que las que existen ahora, o en LETES que puede comprar en el mercado secundario o suscribir en el momento de emisión.

Con este tipo de reconocimiento del carácter bimonetario de nuestra economía, exactamente como ocurre en Perú y en Uruguay, la decisión de los ahorristas de pasar parte de sus ahorros de pesos a dólares no debería alterar el tipo de cambio ni suponer fuga de capitales del país. La tasa de interés de los depósitos a plazo fijo en pesos tenderá a ser igual a la tasa de plazo fijo en dólares más la tasa esperada de devaluación y más una prima de riesgo de default. Pero la menor volatilidad del tipo de cambio y los anuncios sobre la política monetaria y cambiaria que haga el BANCO Central serán mucho más creíbles y ayudarán a que bajen las expectativas de devaluación.



[1] La estimación del PPP que se presenta en este gráfico no incluye un ajuste que se introducía en los gráficos presentados en informes anteriores para contemplar el efecto del 2% de ahorro externo que se observó en promedio en el pasado. Obviamente, ese ahorro externo (saldo negativo de la cuenta corriente de la balanza de pagos) no existe en este momento y, probablemente, no existirá por varios años en el futuro. Por consiguiente, conviene omitir aquel ajuste, tal como se lo hace en el gráfico 2.

Un artículo de Horacio Liendo que debería ayudar a pensar, tanto a peronistas como a antiperonistas.

Cuando escucho en los programas de televisión a peronistas autodefinidos como ortodoxos, como Julio Bárbaro y Luis Barrionuevo, y a antiperonistas acérrimos, como Fernando Iglesias y Federico Andahasi, me queda la impresión de que están recreando grietas del pasado que en nada ayudan a pensar el presente y el futuro de la Argentina.

El artículo de Horacio Liendo, publicado hoy en el diario Nueva Rioja, es esclarecedor y valdría la pena que lo lean ambos bandos de la vieja grieta. Lo que narra Liendo sobre su expriencia con Eduardo Bauza, puede ayudar a descubrir el valor que tiene en política la busqueda de consenso, si es que se quiere, sinceramente, trabajar por el progreso del país y el bienestar del pueblo.

Eduardo Bauza: un dirigente político que antepuso el bien común a sus intereses personales

La muerte de Eduardo Bauza me trajo a la memoria cientos de episodios del tumultuoso período 1987-1996 en el que los dos compartimos, primero, la Cámara de Diputados y luego, el gabinete del Presidente Menem.

No recuerdo uno sólo de esos episodios en el que Eduardo Bauza no haya ayudado a reflexionar con calma sobre las causas de los conflictos y confrontaciones y a buscar soluciones constructivas, enderezadas siempre a resolver los problemas de la gente más que a los intereses de los dirigentes. Por eso lo comparo con un bálsamo. Él nunca quería que las grieteas se agrandaran. Él siempre pensaba que las heridas se podían curar.

Por mi temperamento y por las luchas que debí enfrentar en mis roles de Ministro de Relaciones Exteriores y de Economía y Obras y Servicios Públicos, yo tenía discusiones ásperas con muchos otros miembros del gobierno y de la oposición. Eduardo Bauza y, para no ser injusto, Eduardo Menem, siempre me ayudaron a encauzar esas discusiones hacia la búsqueda de acuerdos y apoyos suficientes para producir las grandes transformaciones que perseguíamos con el Presidente Menem.

Cuando dejé el gobierno y emprendí mi propia aventura política creando Acción por la República, nunca me mostró un gesto de disgusto ni esbozo de reproche. Por el contrario, siempre interpreté que él veía a mis críticas al gobierno como una contribución a derrotar a los aduladores que lejos de ayudar a Menem a coronar con éxito su gestión, lo estimulaban a buscar el poder perpetuo.

Con la muerte de Eduardo Bauza, desaparece un dirigente político desprendido de intereses personales y comprometido con el bien común. Lamentablemente, un tipo de dirigente que no es fácil de encontrar en nuestra clase política.

Envío mis condolencias a su familia y rezo por su eterno descanso.

El sincericidio de Duhalde

En el reportaje que hoy le hace La Nación, cuando el periodista Mariano Obarrio le pregunta ¿Que errores cometió?, Duhalde responde: ¨Cuando dije, el que puso pesos sacará pesos y el que puso dólares, sacará dólares. A los pocos días llamé a una conferencia de prensa y dije: me equivoqué. Error garrafal, era un tema muy peligroso.¨

Es asombroso! Si Duhalde fuera realmente consciente de los errores que cometió, debería haber mencionado que desde 1997 en adelante, cuando competía con Menem por la candidatura presidencial del Peronismo, porque Menem insistía con la re-re-elección, endeudó a la provincia de manera alevosa, no sólo emitiendo deuda que colocaba en los mercados, sino, sobre todo, tomando prestado miles de millones de pesos del Banco de la Provincia de Buenos Aires y de muchos otros bancos, a los que le otorgó garantía de los recursos de la coparticipación federal de impuestos.

Él sabe que esa actitud, junto a la de otras provincias cuyos gobernadores lo imitaron, fue la génesis de la crisis financiera con la que tuvo que lidiar De la Rúa, y, particularmente , con la que me enfrenté yo, como Ministro de Economía, al que Duhalde prometió ayudar, en el 2001.

Yo se lo expliqué, con lujo de detalles, durante aquel año, cuando le pedía a él, como a todos los dirigentes importantes de esa época, entre ellos al Dr Raúl Alfonsín, que le dieran apoyo al gobierno de De la Rúa, para superar esa crisis y evitar una verdadera catástrofe.

Lamentablemente, la catástrofe se desató con el golpe institucional del 19 y 20 de diciembre de 2001, que Duhalde presenta como un mérito de la ¨gran concertación convocada por la Iglesia¨, que ahora invita a imitar como herramienta principal de un eventual gobierno de Lavagna.

Duhalde es un ignorante o un dirigente deshonesto. Es imposible interpretarlo de otra manera.

Cuando él dijo que quien había depositado dólares iba a recibir dólares, no se equivocó. Era lo que correspondía en un país que respeta el derecho de propiedad de millones de ahorristas.

Claro que los capitostes de la Unión Industrial, liderados por Ignacio De Mendiguren, habían acompañado el golpe contra De la Rúa y, a la semana, contra Rodriguez Saá, para sacarse de encima las deudas en dólares, aunque fuera a costa de robarle sus ahorros a quienes habían depositado dólares en los bancos y de los trabajadores y jubilados, a los que la enorme devaluación que la pesificación provocaría, iba a deteriorar en más del 30% sus ingresos reales.

Fueron esos lobbistas sin escrúpulos, los que lo convencieron, que reconocerles a los ahorristas sus depósitos en dólares, era un error. Que él se haya dejado convencer por esos lobbistas es, o una muestra de ignorancia suprema o de escandalosa deshonestidad, si es que para convencerlo le hicieron pagos multi-millonarios, como en su momento se rumoreó.

Traigo a colación este recuerdo, porque es muy relevante para imaginar cuál sería el comienzo de un eventual gobierno como el que quiere promover ahora Eduardo Duhalde para suceder al de Mauricio Macri.

Comenzaría, sin duda, con una evaporación de todas las deudas públicas y privadas, por vía de dos efectos. Por un lado, un tremendo golpe devaluatorio e inflacionario, como el del 2002, para que las deudas en pesos virtualmente desaparezcan, como siempre lo hizo la hiperinflación. Pero, como el sector público tiene el grueso de sus deudas en dólares, volvería a decidir una pesificación, al menos de todas las deudas bajo ley argentina.

Por supuesto, argumentarán que de esa forma reeditarán los superávits gemelos del 2002 al 2005, a los que siempre presentan como un gran mérito, siendo que se lograron en base a un fortísimo deterioro de los salarios y las jubilaciones y dejando de pagar intereses sobre la deuda, que significaron y aún hoy significan, una costosa pérdida del crédito público y de la confianza en las leyes de la Argentina.

Me alarma sobremanera que ésta sea la política que tienen en mente. Además, hay claros indicios de que prima esta actitud irresponsable y mentirosa cuando presentan a los esfuerzos del gobierno de Mauricio Macri por buscar el equilibrio fiscal a través de discusiones transparentes y sinceras, como una forma de trabajar por la acentuación de la pobreza.

Por supuesto, si ellos llegaran a gobernar después de Macri, ocurriría lo que ya vivimos en el 2002, de índices de pobreza del orden del 30%, se pasaría a índices del 50% y la desocupación se multiplicaría por 2, como ocurrió en aquel año. La posibilidad que, después de esa catástrofe, hubiera crecimiento, residiría en que vuelva a repetirse el inédito boom de las materias primas que llevó el precio de la soja de 130 a 600 dólares por tonelada.

Es muy poco probable que ese fenómeno vuelva a repetirse, pero si lo hiciera, no me caben dudas, que esa oportunidad volvería a dilapidarse, como se la dilapidó en los 12 años que gobernaron los Kirchner. ¿Cuando se ha visto que un gobierno populista, ahorre e invierta, cuando los vientos soplan a favor? ¿Serán las iglesias, en la nueva propuesta de Duhalde, las que inviten a la responsabilidad y a la austeridad fiscal?