El acuerdo con el FMI y la discusión sobre la dolarización desnudan peligrosos conflictos ideológicos
Hace treinta días, cuando los funcionarios del gobierno y la mayor parte de los analistas económicos esperaban una tasa de inflación de entre 3 y 4% mensual, alerté que se estaba dando una peligrosa aceleración de la inflación y que en febrero rondaba ya alrededor del 5% mensual. Estuve en lo cierto y es probable que esa tasa sea, a partir de ahora, un nuevo piso para la inflación.
Durante el mes de marzo no encontré datos de la realidad económica que me lleven a predecir situaciones más graves que las que dejé documentadas al final de febrero. Pero en el plano político, los últimos treinta días aportaron una dosis adicional de motivos de preocupación. Tanto la discusión en el Congreso del acuerdo con el FMI, como las opiniones posteriores sobre el modo de enfrentar la aceleración inflacionaria, ponen de manifiesto una peligrosa dispersión de ideas y estrategias, tanto dentro del oficialismo como de la oposición.
No me refiero a las propuestas de la izquierda trotskista ni a las de la derecha libertaria, cada una de las cuales vienen transitando dentro de carriles predecibles e internamente consistentes. La propuesta del repudio de la deuda externa y la estatización completa de la economía con un esquema de aislamiento internacional que proponen los trotskistas no debe sorprender a nadie, porque es la postura que siempre pregonaron. Tampoco debe sorprender la propuesta de reforma financiera y monetaria, reducción drástica del gasto público y apertura irrestricta de a economía que propone Milei, porque es enteramente consistente con su visión de que la marcha económica actual, con las ideas que predominan entre los dirigentes que él denomina la ¨casta política¨, va a terminar en una desorganización completa de la estructura productiva y en una hiperinflación por repudio generalizado del peso.
Me refiero sí, a las discusiones que se dan, tanto dentro del Frente de Todos, entre los Albertistas y los Cristinistas, como dentro del radicalismo, entre los radicales tradicionales, a la Gerardo Morales y los radícales más jóvenes del movimiento evolución.
Los enfrentamientos dentro del Frente de todos
Las posturas diametralmente opuestas sobre cómo debe relacionarse Argentina con el Mundo y como debe organizarse la política y la economía que anidan dentro del Frente de Todos, tienen su origen en la estrategia que decidió Cristina Kirchner para volver a conquistar el poder. Para conseguir el voto del peronismo y de los independientes que no adherían a las ideas neo-marxistas de sus dos gobiernos anteriores (sintetizadas en el discurso de Kicillof), la hoy vice-presidente eligió a Alberto Fernández como candidato a Presidente, pero desde el vamos, no estuvo dispuesta a que prevalecieran ideas y estrategias diferentes a las suyas.
Alberto Fernández se debatió frente al dilema de conformar a Cristina y de implementar políticas mínimamente consistentes con la idea de no agravar la situación económica y social heredada del gobierno de Macri y, al cabo de dos años, descubrió que ello no era posible. Por eso se resignó a firmar el muy poco ambicioso acuerdo con el FMI que trabajosamente había tejido Martín Guzmán con el staff de aquella institución, aun cuando sabía que la vicepresidente estaba en contra.
La virulencia que ha tomado este enfrentamiento hace muy difícil predecir que el gobierno llegue a implementar las medidas contempladas en el acuerdo sin graves conflictos sociales. Aún no se han tomado medidas como el aumento de las tarifas de los servicios públicos y ajustes del tipo de cambio oficial al ritmo de la inflación y ya existen manifestaciones multitudinarias frente al Ministerio de Bienestar Social pidiendo aumentos en los subsidios y divisiones dentro de los gremios que presagian demandas salariales muy superiores a las pautadas por el gobierno en el contexto del acuerdo con el FMI. Es inimaginable que el sector Cristinista del Frente de Todos haga causa común con el Albertismo para tratar de neutralizar y controlar estos estallidos.
Sergio Massa, que hasta el presente trató de actuar como mediador entre el `presidente y la vicepresidente, insinúa que podría llegar a desmarcarse del Frente de Todos para ensayar una alianza con el radicalismo de Gerardo Morales y recrear un espacio distanciado a la vez del Kirchnerismo y del Macrismo como para minar al mismo tiempo al Frente de Todos y a Juntos por el Cambio y mostrarse como una alternativa superadora de ambos. Las apariciones en televisión de Martín Redrado y de José Ignacio de Mendiguren, hablando sobre cómo abordar los problemas económicos, forman parte de esta tercera estrategia de lo que hoy es todavía una parte del Frente de Todos. Es posible que esta tercera posición bucee entre acceder al poder en los próximos meses por una decisión del Presidente de darle la conducción del gobierno a Sergio Massa desde la jefatura de gabinete o presentarse como candidato en las elecciones presidenciales del 2023 sin el apoyo del Kirchnerismo, pero tratando de quitarle el apoyo radical a Juntos por el Cambio.
Los enfrentamientos dentro de Juntos por el Cambio
Más allá de las competencias naturales que se observan dentro del PRO entre Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y el propio Mauricio Macri, el enfrentamiento que tiene una componente ideológica más preocupante es el que se observa dentro del Radicalismo entre el Presidente del Partido y Gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, y los dirigentes más jóvenes liderados por Martín Lousteau.
Este enfrentamiento dentro del Radicalismo es muy preocupante porque en cierta medida reproduce el que existió dentro de esa misma fuerza entre el Alfonsinismo y el Delaruismo y que tanto contribuyó al fracaso del gobierno de la Alianza en el 2001. Se trata de un enfrentamiento claramente ideológico. Gerardo Morales reivindica las políticas económicas del gobierno de Alfonsín y condena las políticas del gobierno de Menem a las que intentó darles continuidad el Presidente De la Rúa. Se trata de la misma interpretación de la historia de radicales como Leopoldo Moreau, Ricardo Alfonsín y Leandro Santoro que los llevaron a insertarse en el Frente de Todos en lugar de adherir a Juntos por el Cambio.
Para pensar cual podría ser el rumbo económico de un futuro gobierno de Juntos por el Cambio, es perfectamente posible imaginar un consenso entre economistas como Carlos Melconián, Luciano Laspina, Hernán Lacunza, Martín Tetaz, Martín Lousteau y Ricardo López Murphy, pero difícilmente se pueda construir un consenso alrededor de un plan económico consistente con la interpretación de la historia a la que adhiere Gerardo Morales.
La discusión sobre la dolarización de la economía
El tema de la dolarización de la economía que fue puesto sobre el tapete por la descripción que hizo Javier Milei de su propuesta de reforma financiera y monetaria, permite advertir la gran incertidumbre que provoca la dispersión de ideas que existe, tanto en el Frente de Todos, como en Juntos por el Cambio.
Lo primero que hay que advertir para entender la propuesta de Milei, es que él, como candidato a la Presidencia en 2023, obsesionado por impactar con su estilo de comunicación, quiere dejar absolutamente claro que su primera prioridad será erradicar la inflación, algo que todas las encuestas indican que es la mayor demanda popular en este momento.
Lo segundo que hay que advertir, es que Milei predice que las políticas del Frente de Todos y las que proponen el resto de las fuerzas políticas, conducirán inexorablemente a una hiperinflación porque la gente terminará repudiando en forma completa al peso. Por lo tanto, él se imagina implementando las reformas después de la hiperinflación, un escenario como el que precedió a la implementación del plan de convertibilidad en 1991. Esta observación lleva a descartar como crítica a su propuesta la escasez de reservas para implementar el canje de pesos por dólares. La hiperinflación habrá licuado suficientemente el stock de pesos en circulación como para que las pocas reservas que existan en el Banco Central alcancen para retirar todos los pesos y reemplazarlos por dólares. De hecho, en 1991, así como existían reservas suficientes para respaldar la base monetaria a razón de 10.000 australes por dólar, también hubiera sido posible, retirar de circulación todos los australes y reemplazarlos por dólares a ese tipo de cambio. La dolarización completa de la economía hubiera producido el mismo efecto inmediato en términos de estabilización y reactivación económica que produjo la convertibilidad. De hecho, el efecto estabilizador y reactivador se debió más a la legalización del uso del dólar como moneda que a la creación de la caja de conversión, porque de no haberse incorporado el ingrediente de dolarización, difícilmente la gente se hubiera convencido de que el gobierno iba a respetar la convertibilidad. La razón por la que yo decidí introducir el peso convertible respaldado en dólares, 1 a 1, fue para dejar abierta la posibilidad de que algún día, si la productividad de la economía crecía por arriba de la de los Estados Unidos, el peso pudiera flotar para apreciarse, es decir, para ser más fuerte que el dólar.
Además, Milei señala que la dolarización será precedida por una reforma financiera que eliminará el sistema de banca con encaje fraccionario para reemplazarlo por un sistema de ¨Banca Simmons¨. Es decir, por el desarrollo de un mercado de capitales separado del sistema bancario, una propuesta que ha desarrollado con todos los detalles operacionales el economista Larry Kotlikoff en su libro ¨Jimmy Stuart is dead. Limited purpose banking¨. El propósito de esta reforma es evitar el tipo de corrida contra los depósitos de los bancos que caracteriza a las crisis financieras cuando los bancos crean dinero a través del encaje fraccionario.
Milei tiene la precaución de advertir que él no impone autoritariamente el dólar, sino que sostiene que esa es la moneda que elegirá la gente en un sistema de libre elección ¨ a la Hayek¨, sin descartar que en otras circunstancias podría moverse hacia otras monedas. El argumento para descartar que dentro de la libre elección pudiera existir una moneda emitida por el Banco Central, aún en competencia con el dólar, es que de esa forma se impide que a algún gobierno del futuro se le ocurra des dolarizar compulsivamente, como lo hizo Duhalde en enero de 2002. Este argumento no es muy consistente, porque la posibilidad de des dolarizar por parte de un gobierno futuro siempre será técnicamente factible. Lo que sí se puede argumentar es que una vez que todos los contratos, incluidos los laborales, estén pactados en una moneda de calidad, la población no admitirá que se reemplace compulsivamente esa moneda por una que vaya a emitir el Banco Central.
Frente a la propuesta de Milei, los economistas de Juntos por el Cambio se dieron cuenta que desde el punto de vista comunicacional el candidato a presidente libertario les ganó de mano como pregonero de la lucha contra la inflación. Y lo hizo de una manera entendible para la gente, teniendo en cuenta la experiencia del Plan de Convertibilidad y la dolarización de los 90s. Por eso, El diputado Alejandro Cacase, integrante del grupo ¨evolución¨ del partido Radical, decidió proponer un proyecto de ley para disponer desde el Congreso la dolarización de la Economía como punto de partida de un cambio de paradigma económico.
Frente a la propuesta de un miembro de su propio espacio político, otros integrantes de Juntos por el Cambio se vieron obligados a dar su opinión. La más confrontativa fue la de Gerardo Morales, que trató de ¨payasesca¨ y estúpida¨ a la propuesta de Cacase, a la que identificó como un ingrediente de las políticas ¨neoliberales¨ de los 90s. De esta forma desnudó la impresión que aún prevalece entre muchos seguidores de la realidad política de que al menos una parte de la dirigencia radical no está dispuesta a asumir un compromiso contundente en la lucha contra la inflación. Con esta actitud, Morales ayudó a Milei a trasmitir a la opinión pública que nadie está tan comprometido como él en la lucha por la estabilidad.
Los otros miembros del grupo evolución del partido radical, aún sin avalar expresamente la propuesta de Cacase, se pronunciaron criticando a Gerardo Morales por el destrato que le propinó al autor del proyecto de dolarización de la economía. De esta forma procuraron atenuar el efecto favorable a Milei de la postura de Gerardo Morales, pero no dejaron en claro cuál es la propuesta alternativa a la de Cacase con la que piensan luchar contra la inflación.
La respuesta más inteligente frente a la discusión sobre la propuesta de dolarización completa, fue la de Carlos Melconián. Su crítica es pertinente y constructiva frente a la propuesta de Cacase, pero no invalida la propuesta de Milei. Melconián argumentó que la dolarización completa no es posible porque prácticamente no hay reservas. Utilizó la metáfora de que para dolarizar previamente debería traerse a David Copperfield para que haga aparecer reservas suficientes en el balance del Banco Central. Prefirió recurrir a la imagen de un mago en lugar de hacerlo a la más lúgubre de la hiperinflación.
Ocurre que Melconián, a diferencia de Milei, no se plantea introducir la reforma monetaria y financiera luego de una hiperinflación, sino en un escenario en la que aún no se ha producido el repudio total del peso y la economía funciona como una economía bimonetaria de hecho. El piensa en la legalización del uso del dólar como moneda y en la organización de una economía bimonetaria de derecho. En este contexto, para que la gente demande pesos y éste no desaparezca, deberán previamente anunciarse de manera creíble las reformas necesarias para reestablecer los equilibrios macroeconómicos básicos o, alternativamente, si se quiere acentuar el efecto estabilizador, organizar para el peso una caja de conversión a la usanza de la convertibilidad. Sobre este tema Melconián no se pronuncia, porque cree que deberá evaluarse en función de las circunstancias particulares que se enfrenten en el momento de decidir las reformas.
Lo interesante de esta discusión sobre la dolarización es que obliga a la dirigencia política a pensar seriamente sobre la necesidad de estabilizar y al mismo tiempo impulsar el crecimiento de la economía. De las posiciones que vayan adoptando los principales dirigentes, será posible deducir quienes están realmente comprometidos con una reorganización de la economía con chances de lograr la estabilidad que demanda la gente y sin la cual, ninguno de los otros problemas económicos y sociales encontrará solución.
Peligrosa aceleración inflacionaria
Durante febrero la tasa de inflación salto del 4% a casi el 5% mensual. Esta es una aceleración peligrosa porque se produce cuando el ajuste del tipo de cambio oficial, que debería acompasar a la tasa de inflación, fue apenas del 2,5% mensual.
De acuerdo a las encuestas, la inflación es el mayor motivo de preocupación de la población y, según los trascendidos, es la variable crítica a la que prestará atención el FMI en su evaluación de la marcha del programa una vez que se logre el acuerdo da facilidades extendidas que se está negociando. Por consiguiente, es muy difícil ser optimista sobre las condiciones de gobernabilidad de los dos años que restan del mandato de Alberto Fernández.
Hay indicios de que se intensifica la oposición interna a las condicionalidades que se estarían negociando con el FMI, oposición que anida en el núcleo Cristinista del gobierno y se manifiesta, sobre todo, en la actitud de los senadores.
Aun cuando el Presidente logre neutralizar esta oposición y el ministro Guzmán pueda ajustar las tarifas del gas, la electricidad y el transporte como para reducir los subsidios en la magnitud necesaria para alcanzar la meta de déficit fiscal primario, quedará todavía el riesgo de fuertes reclamos populares por parte de sectores que en las elecciones de 2019 le dieron el triunfo al Frente de Todos,
Las consecuencias económicas de la invasión rusa a Ucrania agravarán el panorama social porque producirán aumentos adicionales de los precios del combustible, la energía y muchos insumos importados.
No se puede descartar que una crisis política termine unificando el accionar del gobierno alrededor de las ideas y los objetivos de la Vicepresidenta y su núcleo duro de seguidores. Si esto llegara a ocurrir, hay que esperar todo tipo de represión económica: aumento de las retenciones, reimplantación del impuesto a la riqueza y controles de cambio y de precios más estrictos y gravosos.
Se acelera la inflación
En el mes de febrero la tasa de inflación se acercó al 5% mensual.
La medición de los precios online del promedio de los últimos 30 días con respecto al mismo promedio del mes anterior, arroja un aumento del 4,6% cuando en enero fue del 3,4%. Esto se puede ver en el Gráfico 1.
La tasa de inflación medida por los precios online ha estado sistemáticamente por debajo de la estimación del INDEC, tal como puede apreciarse en el gráfico 2. Por eso estimamos que la variación del IPC INDEC que fue 3,9% en enero, cuando la medición online arrojaba 3,4%, difícilmente haya terminado muy lejos del 5% en febrero.
Semejante tasa mensual de inflación sólo se observó al inicio de los saltos devaluatorios de enero de 2016, octubre de 2018 y septiembre de 2019. Pero en febrero 2022, no ha habido salto devaluatorio alguno. Por el contrario, el ajuste del tipo de cambio oficial es apenas la mitad de la tasa mensual de inflación.
En el gráfico 2 se muestra la evolución de la tasa de inflación medida por el INDEC y la que surge del seguimiento de los precios online, ambas en comparación con la evolución de la variación del tipo de cambio oficial.
La tenue tendencia a la baja de la tasa de inflación observada entre marzo y noviembre de 2021 se corresponde con una atenuación, aún más acentuada de la variación del tipo de cambio oficial. En diciembre y enero la variación del tipo de cambio pasó del 1% al 2% mensual y la tasa de inflación comenzó a aumentar.
El entendimiento entre el ministro Guzmán y los técnicos del FMI contempla que no habrá salto devaluatorio, pero el ajuste del tipo de cambio tendrá que acompasar a la tasa de inflación. Esto significa que tendrá que pasar del 2 al 4% mensual. En febrero sólo aumentó el 2,4%.
La aceleración inflacionaria observada en febrero es particularmente peligrosa, porque el ritmo de devaluación tendrá necesariamente que seguir aumentando y están pendientes los ajustes de tarifas del gas, de la electricidad y de los transportes, Además, como consecuencia de la invasión rusa a Ucrania seguramente aumentarán los combustibles y muchos insumos importados.
No sólo quedará obsoleta la hipótesis de inflación con la que han venido trabajando los negociadores del acuerdo con el FMI, sino también la estimación de las consultoras del mercado que en enero esperaban tasas del 54 al 57% anual para los próximos 12 meses.
Equivocada lectura presidencial de las perspectivas de crecimiento
El Presidente Fernández lee el 10,3% de aumento del PBI durante 2022 como un vigoroso proceso de crecimiento que espera se sostenga este año y continúe en los años siguientes. Pero una lectura atenta de los indicadores del Cuadro 1 no permite respaldar esta interpretación.
El mismo estimador mensual de actividad económica con que se calcula el aumento del PBI estaba mostrando una tenue desaceleración hacia el final de 2021. Mientras que para todo el año registraba el 10,3% de aumento, en diciembre ya había bajado al 9,8%. Y el índice general de actividad que anticipa Orlando Ferreres, registra un aumento de sólo el 6% en enero de 2022, una muy fuerte desaceleración con respecto al mes de diciembre.
La desaceleración es aún más notable en el rubro de la construcción. Mientras que para todo el año 2021 el aumento de la actividad de construcción fue un impresionante 30,8%, ya en diciembre ese aumento había bajado al 4,6% y los indicios para el mes de enero muestran una acentuación de la tendencia bajista. El índice construya registra un aumento enero 2022 contra enero 2021 de sólo el 3,9 % y la producción de cemento registra una disminución del 2,1%.
El índice de producción industrial, que en su discurso ante la asamblea el presidente mencionó como record histórico, muestra también una desaceleración acentuada. Mientras que durante todo el año 2021 aumentó 15,8%, ya en diciembre ese aumento se había acortado al 10,2% y en enero de 2022 el índice de producción industrial de FIEL registra un aumento contra enero de 2021 de sólo el 1,9%. La caída es particularmente notable en la producción y ventas de automóviles que en enero de 2022 registran -23,3% y -26,3% respectivamente.
La recaudación de impuestos ligados al nivel de actividad económica en términos reales registró en enero de 2022 una caída del 0,5% siendo que en 2021 había aumentado 16,3% y en diciembre aún estaba aumentando al 13,1%.
El consumo de los sectores populares que se aprovisionan en supermercados, a pesar de que en diciembre 2021 contra diciembre 2020 creció 4,7 %, para todo el año 2021 se mantuvo prácticamente constante (0,1%) y el impresionante aumento de las ventas reales en shoppings se explica por el hecho de que estos establecimientos estuvieron prácticamente cerrados durante todo el año 2020 y, en todo caso, reflejan sólo el consumo de la clase media alta.
Esta asimetría en el comportamiento del consumo tiene su correlato en el comportamiento de los salarios reales. Mientras que para los asalariados registrados del sector privado habían aumentado el 2,5% en diciembre de 2021 con respecto a diciembre de 2020 y los del sector público un 4,8%, los asalariados no registrados habían sufrido una disminución del -7,2%.
No caben dudas de que la tasa de inflación golpea mucho más a los sectores de la economía informal que a los trabajadores protegidos por las convenciones colectivas de trabajo.
El optimismo que trató de proyectar el Presidente Fernández en su discurso ante la Asamblea Legislativa se basa en una lectura equivocada de los indicadores de la actividad económica y no tiene en cuenta para nada, el efecto devastador de la inflación sobre la marcha de la economía. Esto explica el contraste tan grande que se observa entre el humor social y la narrativa oficial.
Así actuó el gobierno de Menem frente a la invasión de Irak a Kuwait
Un artículo imperdible de Rodrigo Botero
Cuando esta mañana leí este artículo de Rodrigo Botero, que apareció en ¨¨»¨¨¨¨´´¨El Colombiano» de Medellín y en «La República» de Bogotá, decidí que tenía que ponerlo a disposición de los visitantes de mi blog.
Cuando estoy en Cambridge salimos a caminar por las orillas del Río Charles con Rodrigo Botero y las conversaciones con las que matizamos nuestras caminatas me han enseñado muchísimo.
Rodrigo Botero, que es un legendario ex Ministro de Hacienda de Colombia, fue también el creador de Fedesarrollo, el think tank que más hizo y sigue haciendo para introducir racionalidad y continuidad en la pol´tica económica de Colombia. Yo me inspiré en esa institución, que data de 1970, cuando en 1977, promoví la creación del IERAL de la fundación Mediterránea.
Rodrigo Botero, además de toda las contribuciones que hizo y que los colombianos afortunadamente le reconocen, sigue publicando mensualmente en ¨»El Colombiano» unas columnas que yo considero imperdibles.
Esta que voy a transcribir, me pareció tan oportuna e inteligente, que decidí pedirle autorización para reproducirla en mi blog. Acá vá.
Autocracia y Revisionismo Histórico
Por Rodrigo Botero Montoya
Un denominador común del procedimiento autoritario es la construcción de mitos para crear una versión acomodaticia del pasado. En algunos casos, se trata de inventar hechos admirables que no existieron. En otros, se busca hacer desaparecer el recuerdo colectivo de actuaciones censurables. El intento por modificar e incluso falsificar la historia cumple un propósito político preciso. El escritor británico George Orwell afirmaba que: ‘Quien controla el pasado, controla el futuro. Quien controla el presente, controla el pasado.’
Así, por ejemplo, el gobierno de la China ha suprimido cualquier referencia a la masacre de la Plaza Tienanmén del 4 de junio de 1989, en la cual murieron varios miles de estudiantes que promovían la democracia. Así mismo, la versión oficial de la historia de la República Popular China omite los atropellos a los derechos humanos durante la Revolución Cultural de los años sesenta o la catástrofe humanitaria originada por El Gran Salto Adelante, (1958-1962). El propósito de esas omisiones es consolidar la legitimidad del partido comunista y su derecho a gobernar.
El régimen de Vladimir Putin en Rusia soslaya los crímenes cometidos durante la dictadura de Stalin al tiempo que valora el papel de la Unión Soviética como superpotencia mundial. En Estados Unidos, Donald Trump y sus aliados promueven la mentira que el presidente Joe Biden ganó la elección por fraude. Con la complicidad del partido Republicano justifican el asalto al Congreso del 6 de enero del 2021 como una expresión legitima de inconformidad política.
En Venezuela, Hugo Chávez, un coronel golpista, dedicó su habilidad como comunicador de masas a persuadir a sus seguidores que los cuarenta años de gobierno democrático que tuvo el país en el siglo XX fueron un fracaso. En la actualidad, el régimen dictatorial de su sucesor, Nicolás Maduro, celebra la fecha de su golpe sangriento contra un gobierno democrático, el 4 de febrero de 1992, como el comienzo glorioso de la Revolución Bolivariana.
En Argentina, el régimen kirchnerista logró opacar a los proceres civiles del siglo XIX, para enaltecer al Che Guevara y a los Montoneros. Lo que se considera valioso de la trayectoria nacional son las figuras de Juan Domingo y Evita Perón, como precursores de Néstor y Cristina Kirchner.
En declaraciones recientes, un dirigente de la izquierda autoritaria colombiana le atribuye al petróleo, la causa de la catástrofe venezolana, de la cual necesita distanciarse ahora por sus aspiraciones electorales. Es el intento de eximir a Chávez de cualquier responsabilidad por la tragedia venezolana. La ruina actual de Venezuela ocurrió a pesar de tener petróleo, no por causa de éste. Noruega y Canadá son democracias ejemplares a pesar de tener abundante petróleo.
En la presente coyuntura, adquiere importancia entender que esta distorsión de la realidad histórica tiene un claro propósito político. Como advertía el filósofo español Jorge Santayana, ‘Quienes no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo.’