Cómo bajar la inflación en China sin reducir el crecimiento

Este es el título de un artículo que estamos escribiendo con Fernando Díaz. Un primer borrador puede leerse en las páginas de «artículos en inglés». También en la de  «artículos en español”.

En síntesis, en el artículo sostenemos que si China quiere mantener el ritmo de crecimiento tendrá que comprometer la política monetaria en evitar la deflación en su sector productor de bienes de exportación y no podrá utilizarla para atenuar la inflación que se origina en dos efectos típicos de las economías que crecen rápidamente desde niveles bajos de productividad y no disponen de abundantes recursos naturales: el denominado efecto Balassa Samuelson y el efecto deterioro de los términos del intercambio externo.

El efecto Balassa Samuelson es el que explica el aumento de los salarios y de los precios de los bienes domésticos de China por interacción de dos fenómenos que se observan durante el proceso de rápido crecimiento: el menor aumento de la productividad en la producción de bienes domésticos en comparación con el rápido aumento de la productividad que se observa en la producción de bienes exportables y la tendencia a la igualación de los salarios nominales pagados en los distintos sectores de la economía. Por consiguiente, aunque haya completa estabilidad de los precios de los bienes de exportación, se observará una tasa positiva de inflación por efecto del aumento de los precios de los bienes domésticos.

El efecto deterioro de los términos del intercambio de la economía China se origina en el gran aumento de la demanda de materias primas que se deriva del rápido crecimiento Chino. Sus precios de importación crecen por arriba del crecimiento de sus precios de exportación. Por consiguiente, aún cuando se consiga plena estabilidad de los precios de exportación, habrá un cierto margen de inflación importada.

Los efectos distributivos de estos dos orígenes de la inflación observada en China son diferentes. El primer origen de la inflación no debería dar lugar a intranquilidad social, porque significa un mejoramiento en el ingreso real de las familias que viven de la producción de bienes domésticos, semejante al que obtienen las familias ocupadas en la producción de exportables, donde se produce el mayor aumento de la productividad laboral.

El segundo origen de la inflación sí puede generar intranquilidad social, porque la inflación importada por el efecto deterioro de los términos del intercambio externo reduce el estándar de vida de todas las familias.

La política monetaria, podría reducir la inflación que se observa en China si en lugar de apuntar a la estabilidad de los precios de los bienes exportables, permitiera un proceso de deflación de los mismos suficiente para neutralizar la inflación de los bienes domésticos, esto es, permitiendo una más rápida apreciación de la moneda China, como le reclaman desde Occidente. Pero esta política tienen dos inconvenientes: por un lado los chinos, mirando la experiencia japonesa, sostienen que la deflación de los bienes exportables acarrearía una disminución del crecimiento de la economía. Una de las razones que argumentan es que la tasa real de interés que deberían soportar los productores de bienes exportables resultaría fuertemente positiva, porque la tasa nominal de interés nominal no puede tornarse negativa y los precios de los bienes exportables podrían estar decreciendo a un ritmo de varios  puntos porcentuales por año. Por otro lado, la apreciación nominal del Yuan, si bien podría hacer bajar la tasa global de inflación, no lograría nunca neutralizar la reducción del ingreso real que se deriva del aumento de los productos importados, que es la verdadera causa de la intranquilidad social que produce la inflación.

Por estas razones, en el artículo sostenemos que para reducir la tasa de inflación sin afectar el ritmo de crecimiento, las autoridades chinas tienen que aplicar políticas que faciliten el aumento de la productividad en la producción de bienes domésticos, en particular en la producción local de alimentos y utilizar su capacidad de negociación comercial con el exterior, incluida la inversión directa China en países con abundantes recursos naturales, para promover el aumento de la oferta global de materias primas. Mientras este resultado no se consiga, no tendrán otra alternativa que subsidiar la importación de aquellas materias primas que tengan una alta incidencia en los costos de la producción interna y deterioren el ingreso real de las familias.

Invitamos a los lectores de este blog a enviarnos comentarios sobre el borrador del artículo que acabamos de subir a este sitio. Utilizaremos esos comentarios para mejorar nuestro artículo antes de su publicación en el exterior.

Libro de Daniel Naszewski: «Exiliado en el Ciberespacio»

Un prólogo políticamente incorrecto

Portada Exiliado en el ciberespacio, definitiva, enviada por germán(2)Estoy en un avión, viajando de Buenos Aires a Ciudad de México y me traje como único material de lectura un libro, aún inédito, escrito por un viejo amigo. El me lo había enviado en base digital, pero como me cansa leer tantas páginas de la computadora, antes de salir de viaje le pedí a mi secretario que lo pusiera en base papel. Me gusta leer mientras estoy en un avión, porque me puedo concentrar y nadie me interrumpe. Pero cuando el vuelo es nocturno, suelo leer durante dos horas y luego me derrota el sueño. Esta vez fue diferente, comencé a leer “Exiliado en el Ciberespacio” y me atrapó. Dediqué las 10 horas del vuelo a leer sus 42 capítulos y cuando lo terminé, comencé a escribir esta nota. Voy a resumir lo que siento en dos palabras: me encantó.

Me encantó porque es una apasionante historia de amor escrita por un economista, ese tipo de hombre al que se lo suele ver como un ser insensible y nada apasionado que analiza con frialdad números y gráficos y que, según la interpretación corriente, no piensa en la gente sino sólo en los números. No soy un gran lector de novelas, pero de la lectura de “Exiliado en el Ciberespacio” he acentuado la percepción de que las novelas, aún nacidas de la imaginación del autor, a veces describen de una manera mucho más elocuente la realidad que estamos viviendo que las miles de crónicas que leemos en los diarios o escuchamos en la radio y la televisión. La novela logra conectar la vida cotidiana de los personajes con eventos que cuando aparecen en los medios escritos o audiovisuales nos suelen parecer ajenos y distantes. Y, en la medida que el lector logra identificar a uno o varios de los personajes con seres humanos que conoce o ha conocido, la historia novelada se transforma en una experiencia personal difícil de distinguir de las que ha vivido en la realidad.

Estoy seguro que quienes lean “Exiliados en el Ciberespacio” desarrollarán una suerte de adicción a la lectura semanal de las “Cartas desde el Ciberespacio” con que Daniel Naszewski nos viene ayudando a entender los acontecimientos de la economía argentina desde el año 2004. Yo tuve la suerte de desarrollar la adicción por su lectura desde que escribió el primer artículo de esta serie. En esa primera carta descubrí que seguían existiendo pensadores inteligentes y valientes para expresarse en contra de la corriente, que no se dejaban arrastrar por la maquinaria propagandística que desde el gobierno de turno procuraba reescribir la historia. Perseguían demonizar a la década anterior y ensalzar las supuestas virtudes de un “modelo productivo” que no era otra cosa que la vieja estafa inflacionaria a ahorristas y trabajadores en beneficio de quienes no habían respetado los límites de la prudencia en el momento de endeudarse. Daniel lo advertía y pregonaba con la sinceridad y el candor del que están inundadas las páginas de “Exiliado en el Ciberespacio”.

Me complace mucho recomendar su lectura y deseo a Daniel Naszewski mucho éxito, con ésta, su segunda novela.

Domingo Cavallo

Contratapa Exiliado en el ciberespacio, final

Moneda y Pirotecnia.

Por Felipe Murolo.

No es lo mismo imprimir que emitir, aunque tampoco se emite cuando se entregan billetes, dado que habitualmente esas entregas se realizan contra un débito en la cuenta corriente de la entidad receptora, con lo que no se producen cambios en el volumen de la base monetaria.

Tampoco se producen en ese caso cambios en M2, dado que en la determinación de ese conjunto de agregados no se computan los billetes en poder de las entidades ni los depósitos de las entidades en el Banco Central.

No se producen tampoco cambios en M2 cuando una persona retira fondos de un cajero automático. Hubo expansión de M2 cuando se le acreditaron los fondos a esa persona en su caja de ahorros o en su cuenta corriente.

Ahora bien. ¿Cómo podría favorecer a una menor expansión de M2 la falta de billetes?
Depende de como se acrediten los fondos de planes sociales y de complementos de jubilaciones a las personas que no cobran a través de acreditación en una caja de ahorros.

Si esos fondos están acreditados en cada banco, globalmente, en una cuenta especial, y esa cuenta no se computa a los efectos de la determinación de M2, no habría expansión de M2 hasta que se entreguen esos billetes al público. Esta hipótesis es poco probable, porque los fondos de esa cuenta serían técnicamente depósitos a la vista y consecuentemente formarían parte de M2.

En cambio, si los bancos estuvieran adelantando con fondos propios (computables para el efectivo mínimo) esos recursos, no habría habido expansión de M2 porque no habría habido acreditación previa en ninguna cuenta, pero la entrega de billetes sí constituiría expansión de M2.

En este último caso, el retacear billetes a las entidades y declarar asuetos bancarios mejora la posibilidad de cumplir con las metas monetarias. Aunque parece una forma muy peligrosa de jugar con fuego, en una época del año en la que la pirotecnia está a la vuelta de cada esquina.

El origen monetario de la inflación y la falta de billetes.

Por Felipe Murolo.

Si se observa la información proporcionada por el Banco Central, puede advertirse que la Circulación Monetaria, ha crecido hasta el 17.12.2010 frente al stock existente al 17.12.2009 un 31,59%.

Hay que tener en cuenta que la Circulación Monetaria no es el origen de todos los males, si no la consecuencia de la expansión monetaria global, que partiendo de la oferta de base se multiplica en función de la parte utilizada, de la utilizable por los bancos de su propia expansión por el sistema de encaje fraccionario.

Es así que si observamos el crecimiento de todos los conceptos de dinero que incluyen hasta depósitos a la vista inclusive, veremos que el crecimiento entre las fechas apuntadas asciende al 29,89%, y si a ello agregamos el concepto depósitos a plazo fijo, esa variación se modifica hasta el 35,92%.

Hay que diferenciar la oferta física de billetes, la demanda física de billetes, y la demanda de dinero transaccional, que con carácter especialmente puntual se produce en los días previos a la Navidad y al Año Nuevo, como consecuencia del pago de aguinaldo, y este año, con el agregado de distintos tipos de bonos otorgados por el sector público y el sector privado.

Hay que diferenciar la escasez del dinero físico por falta de stock, de la escasez por problemas en la distribución con la celeridad que estas fechas requieren.

Es decir, que a los problemas derivados de la política monetaria, agravados por los relacionados con la política social, se adiciona hoy un problema de logística que no se agota en los problemas de impresión.

Esto se podría haber evitado, o morigerado notablemente, si en lugar de apelar a la impresión extraordinaria de billetes de 100 pesos se hubiera optado por agregar un nuevo valor ($ 200 o $ 500) a la actual línea monetaria. Con ello no vamos a cambiar la realidad macroeconómica, pero si se morigerarían los problemas de acceso a medios de pago con que se ha venido tropezando durante los últimos días.

Claro está que el Gobierno no aceptará fácilmente esta propuesta solución. Prefiere apelar, como siempre lo ha hecho, a la falsificación de la realidad, mediante la adulteración o escamoteo de las imágenes.

Pero todavía estamos a tiempo para evitar futuros incendios. Se debería aprovechar la impresión oficialmente anunciada de 130 millones de billetes de 100 pesos, con lo que quedaría regularizado el actual cuello de botella, al menos una vez que disminuya la demanda puntual, estacional, de efectivo, para decidir la impresión de nuevos valores en la actual línea monetaria.

Si se repitiera el incremento de circulación monetaria, por aumento de la demanda transaccional, consecuencia del aumento de los precios (inflación) en un 30%, se necesitarían 36.000 millones de pesos mas en efectivo durante el próximo año, para llegar sin sobresaltos a la Navidad del año 2011, y ello siempre que la inflación no se continúe espiralizando, cosa que no se puede descartar.

“Infla-adicción”

Puse al título de este artículo entre comillas para destacar que acabo de inventar una palabra compuesta que aún no existe en el diccionario de la Real Academia, pero que es la más apropiada para describir el tipo de inflación que ha infectado a la economía argentina. Los lectores advertirán de inmediato que la nueva palabra apunta a trazar un paralelo con el vocablo “drogadicción”. Justamente, se me ocurrió llamar así a la enfermedad más grave de nuestra economía, porque hay enormes paralelos entre ella y la enfermedad más peligrosa que afecta a nuestra sociedad: la creciente adicción a las drogas impulsada por los narco-traficantes para ampliar las bases de su infame negocio.

La inflación, como la drogadicción, tuvo introductores. En 2002 fueron los empresarios y dirigentes políticos que estaban preocupados por el alto nivel de endeudamiento de sus empresas y provincias y que pensaron que la solución era la combinación de pesificación y mega-devaluación, mientras controlaban los precios de los servicios públicos y conseguían que la desocupación extrema demorara el ajuste de los salarios nominales.

Desde 2003 en adelante, cuando la inflación comenzó a ceder porque el Banco Central insinuó, como en Brasil, que comenzaría a aplicar una política monetaria enderezada a metas de inflación cada vez menores y el Peso, como el Real, comenzó a apreciarse, el Gobierno de Néstor Kirchner se transformó en infla-traficante con el objetivo de recaudar a través de las retenciones a las exportaciones. Las retenciones no podrían haber generado el nivel de recaudación que proveyeron desde entonces hasta el presente si en Argentina se hubiera dejado apreciar el Peso al mismo ritmo que se apreció el Real. Que hoy suframos más del 25 % de inflación anual mientras en Brasil la inflación es menor al 5 % por año, es el precio que pagamos los argentinos por esta decisión de nuestros gobernantes.

A medida que la desocupación fue disminuyendo, resultado claro de la fuerte rebaja de los costos laborales que significó la devaluación de 2002, los dirigentes sindicales se transformaron también en infla-traficantes, no porque la inflación beneficie a los trabajadores, sino porque refuerza el papel que les toca jugar a los dirigentes sindicales en las renegociaciones salariales que se tornan cada vez más frecuentes a medida que aumenta la tasa de inflación.

Así como la droga destruye progresivamente a la sociedad, tal como lo estamos viendo a través de la creciente inseguridad ciudadana, la inflación destruye a la economía porque la desorganiza y crea un clima de creciente inseguridad económica de las familias. La droga destruye la mente y el físico de quienes se transforman en adictos. Los narco-traficantes tratan de corromper a los estamentos del Estado encargados de reprimirlos. Por eso buscan infiltrar a las fuerzas de seguridad, a los poderes ejecutivos, a los parlamentos y a la justicia.

La inflación carcome el ingreso real de las familias de trabajadores y de los jubilados, en especial de quienes no gozan de la protección de fuertes sindicatos vinculados al gobierno. Como los narco-traficantes, los infla-traficantes también tratan de infiltrar a los diversos poderes del Estado.

Lamentablemente, en Argentina lo han conseguido: hoy el Gobierno y una gran mayoría de dirigentes políticos se han transformado en poderosos infla-traficantes. La mejor prueba es la decisión de quitarle al Banco Central la responsabilidad de luchar contra la inflación. Es exactamente lo mismo que si el Gobierno y la dirigencia Argentina decidieran instruir a las fuerzas de seguridad que dejaran de luchar contra el narco tráfico. Afortunadamente eso no ha ocurrido en nuestro País, pero debemos estar precavidos: los incentivos que utilizan los narcotraficantes para evitar que el Estado identifique a la drogadicción como el enemigo público número 1 de la sociedad, son los mismos que utilizan los infla-traficantes para transformar al Estado en su aliado. En ambos casos se utiliza el poder económico y político que se consigue a través del dinero mal-habido.

Las elecciones del año próximo nos ofrecen a los ciudadanos una oportunidad para ejercer nuestros derechos y elegir un Gobierno que sea capaz de luchar frontalmente contra la infla-adicción y la drogadicción como las dos enfermedades más virulentas y peligrosas de nuestra sociedad. Por eso será muy importante que en el proceso electoral la inflación y la inseguridad se transformen en el centro de la discusión y de la atención de los electores. No debemos dejar que nos confundan con promesas demagógicas y apelaciones a supuestas ideologías progresistas. No hay nada más retrógrado en economía que el tipo de inflación que ya sufrimos y no hay nada más destructivo del orden social y moral que la creciente inseguridad que se origina en el narcotráfico.