Un prólogo políticamente incorrecto
Estoy en un avión, viajando de Buenos Aires a Ciudad de México y me traje como único material de lectura un libro, aún inédito, escrito por un viejo amigo. El me lo había enviado en base digital, pero como me cansa leer tantas páginas de la computadora, antes de salir de viaje le pedí a mi secretario que lo pusiera en base papel. Me gusta leer mientras estoy en un avión, porque me puedo concentrar y nadie me interrumpe. Pero cuando el vuelo es nocturno, suelo leer durante dos horas y luego me derrota el sueño. Esta vez fue diferente, comencé a leer “Exiliado en el Ciberespacio” y me atrapó. Dediqué las 10 horas del vuelo a leer sus 42 capítulos y cuando lo terminé, comencé a escribir esta nota. Voy a resumir lo que siento en dos palabras: me encantó.
Me encantó porque es una apasionante historia de amor escrita por un economista, ese tipo de hombre al que se lo suele ver como un ser insensible y nada apasionado que analiza con frialdad números y gráficos y que, según la interpretación corriente, no piensa en la gente sino sólo en los números. No soy un gran lector de novelas, pero de la lectura de “Exiliado en el Ciberespacio” he acentuado la percepción de que las novelas, aún nacidas de la imaginación del autor, a veces describen de una manera mucho más elocuente la realidad que estamos viviendo que las miles de crónicas que leemos en los diarios o escuchamos en la radio y la televisión. La novela logra conectar la vida cotidiana de los personajes con eventos que cuando aparecen en los medios escritos o audiovisuales nos suelen parecer ajenos y distantes. Y, en la medida que el lector logra identificar a uno o varios de los personajes con seres humanos que conoce o ha conocido, la historia novelada se transforma en una experiencia personal difícil de distinguir de las que ha vivido en la realidad.
Estoy seguro que quienes lean “Exiliados en el Ciberespacio” desarrollarán una suerte de adicción a la lectura semanal de las “Cartas desde el Ciberespacio” con que Daniel Naszewski nos viene ayudando a entender los acontecimientos de la economía argentina desde el año 2004. Yo tuve la suerte de desarrollar la adicción por su lectura desde que escribió el primer artículo de esta serie. En esa primera carta descubrí que seguían existiendo pensadores inteligentes y valientes para expresarse en contra de la corriente, que no se dejaban arrastrar por la maquinaria propagandística que desde el gobierno de turno procuraba reescribir la historia. Perseguían demonizar a la década anterior y ensalzar las supuestas virtudes de un “modelo productivo” que no era otra cosa que la vieja estafa inflacionaria a ahorristas y trabajadores en beneficio de quienes no habían respetado los límites de la prudencia en el momento de endeudarse. Daniel lo advertía y pregonaba con la sinceridad y el candor del que están inundadas las páginas de “Exiliado en el Ciberespacio”.
Me complace mucho recomendar su lectura y deseo a Daniel Naszewski mucho éxito, con ésta, su segunda novela.
Domingo Cavallo