La economía se encierra cada vez más

El manejo del sistema cambiario que está haciendo el gobierno lleva a un creciente encerramiento de la economía, tanto por el lado de las exportaciones como de las importaciones.

En materia de exportaciones, la producción de bienes está cada vez más desalentada no sólo por los impuestos que se le aplican sino también, y sobre todo, por las restricciones arbitrarias a las importaciones.

El avance en materia de exportaciones industriales está íntimamente ligado a la factibilidad de las denominadas cadenas de valor que integran partes y servicios producidos en países distintos para lograr competitividad para el producto final. Con el tipo de administración burocrática y arbitraria, que está haciendo el gobierno de las licencias de importación, es impensado que se desarrollen actividades de exportación que no sean de bienes primarios e, incluso, peligra la continuidad de actividades que se desarrollaron en el pasado.

Si, luego de las elecciones del año que viene, continuara la actual organización del mercado cambiario, es muy probable que la próxima etapa sería la estatización del comercio exterior que tanto pregonaban los ideólogos estatistas en las décadas del 50 al 70. Eso significaría el encerramiento completo de la economía argentina y su virtual aislamiento internacional por irrelevancia.

Con sólo entender las virtudes de los mercados libres, el equipo del ministro Massa y el Banco Central podrían aventar este riesgo y preparar, para el próximo gobierno, el terreno hacia una unificación y liberalización del mercado cambiario que permita volver a abrir la economía y avanzar hacia la derrota de la inflación. Sólo si éste fuera el rumbo que se imponga a la economía a partir de 2024, es posible pensar que en pocos años se logre mejorar la calidad de vida de las familias y se creen suficientes empleos productivos como para incluir a toda la población en el reparto de los beneficios del progreso.

Desdoblamiento formal y transitorio del mercado de cambio

La propuesta que vengo pregonando desde que se establecieron los controles de cambio significa transformar al actual MULC, “mercado único y libre de cambios” que no es ni único ni libre, en un mercado comercial en el que se compren las divisas de exportación y se vendan las divisas para importaciones que se muevan físicamente a través de las fronteras. Los controles de cambio se limitarán a las operaciones que obligatoriamente se deben realizar en este mercado.

Todas las demás transacciones cambiarias, sean exportaciones o importaciones de servicios, típicamente las del turismo, así como las de naturaleza financiera, incluidas las vinculadas al atesoramiento o des atesoramiento de ahorros presentes o futuros y a las transferencias financieras, tanto de salida como de entrada de capitales, deberán cursarse en un mercado totalmente libre, en el que no participe el Banco Central, ni para comprar ni para vender.

Las virtudes de este tipo de organización del sistema cambiario son varias.

En primer lugar, todo el superávit comercial, que sigue siendo positivo, se transformará en compra de reservas por el Banco Central.

Al no tener que vender divisas para ningún otro motivo, tampoco enfrentará el dilema de fijar precios diferenciales según el motivo de la demanda, con lo que se evitarán las arbitrariedades que existen actualmente, Cualquiera sea la razón por la que la gente demanda divisas, el precio será único y determinado por la oferta y la demanda en el mercado libre.

Ya no tendrá razón de ser la existencia de un mercado negro porque la gente que ahorró en dólares billetes o en depósitos bancarios en el país y en el exterior, lo mismo que los turistas, podrán venderlos en el mercado libre al que deberán concurrir los que quieran transformar sus pesos en dólares para atesoramiento o cualquier tipo de pagos al exterior que no sea por importaciones.

Al habilitarse la entrada de capitales en forma plenamente legal, a un tipo de cambio que no está distorsionado por intervenciones discrecionales del Banco Central, la entrada y salida de divisas actuará como estabilizador del precio en el mercado libre.

El sector privado que consiga crédito en el exterior podrá ingresar esas divisas por el mercado libre con lo que se habilitará una fuente de financiamiento que hacia el mediano y largo plazo resultará seguramente más barata que el endeudamiento en pesos a tasas de interés que necesariamente tendrán que ser superiores a la tasa de devaluación en el mercado comercial. Como a la postre se producirá una unificación completa del mercado cambiario, la tasa de devaluación en el mercado libre terminará siendo muy inferior a la del mercado comercial.

¿Habrá espacio para utilizar herramientas como la del dólar “soja”?

La fijación de un precio especial por un tiempo determinado al dólar de algún tipo de exportación es una herramienta inadecuada e ineficiente. Las exportaciones aumentan cuando previamente ha aumentado la producción de bienes exportables. Para que ello ocurra, es importante que el productor, antes de decidir la inversión en capital de trabajo para producir el bien exportable, espere un precio que supere los costos de producción. El anuncio de un tipo de cambio más favorable por un tiempo determinado sólo sirve para adelantar ingresos de exportación, pero no para aumentarlos. Por el contrario, la incertidumbre que agrega este tipo de manejo cambiario puede desalentar la producción futura de los bienes exportables.

El aliento genuino y sostenible de todo tipo de exportación se producirá cuando se unifique totalmente el mercado cambiario, se eliminen las retenciones y los impuestos que encarecen los costos de la producción exportable y no haya trabas a las importaciones más allá del pago de los aranceles de importación, sin ninguna restricción de tipo cuantitativa.

¿Cómo se produciría la unificación cambiaria sin riesgo de Rodrigazo?

Desde el momento en que comience a funcionar el mercado desdoblado, la brecha entre los dos tipos de cambio no tiene porqué ser superior a la que hoy existe entre los dólares bolsa, contado con liquidación y blue y el precio oficial fijado por el Banco Central. Pero en la medida que el gobierno vaya logrando disminuir el ritmo de crecimiento del gasto público y de la emisión de pasivos del Banco Central, la brecha tendría que comenzar a cerrarse. Cuando renazca mínimamente la confianza en el manejo responsable de la emisión y el endeudamiento, el tipo de cambio libre tenderá a apreciarse y acercarse al tipo de cambio comercial. Cuando la brecha sea reducida, se podrá avanzar hacia la unificación sin un salto cambiario que desate expectativas inflacionarias por arriba de las determinadas por la inercia inflacionaria y la eliminación de la inflación reprimida. En ese momento el gobierno podrá y deberá anunciar un plan de estabilización y crecimiento capaz de revertir las expectativas desestabilizadoras que se alimentan en la actual desorganización de la economía. Desorganización de la que un ingrediente crucial es el sistema cambiario.

El ritmo de aumento del gasto público difícilmente bajará a lo largo de 2023

En mi post del 30 de setiembre argumenté que el único mecanismo que el gobierno tiene disponible para intentar bajar la tasa de inflación del 6% mensual, equivalente al 100% anual, es la reducción del ritmo de aumento del gasto público.

La experiencia de los tres primeros meses de gestión de Sergio Massa como ministro de economía permite estimar que, aun cuando subió con un discurso que enfatizaba el propósito de contener el aumento del gasto público, le resultará muy difícil conseguirlo.

Las dificultades que ha enfrentado quedan claramente documentadas por la comparación de dos decisiones administrativas. La decisión administrativa 826 del 22 de agosto de 2022 disponía una reducción del gasto y del déficit fiscal de 128.000 millones de pesos, la que fue bastamente publicitada como demostración del plan de austeridad fiscal decidido por el nuevo ministro de economía.

Pero el 28 de octubre se publicó la decisión administrativa 1074 que aumenta el déficit fiscal en 144.662 millones de pesos como resultado de un aumento de gastos de 249.866 millones de pesos y un aumento de la estimación de recursos de 105.204 millones.

En pocas palabras, A sólo dos meses de la decisión administrativa que apuntaba a reducir el gasto, se acaba de publicar otra decisión administrativa que revierte totalmente aquella primera loable intención.

Otra manifestación de la dificultad para reducir el ritmo de aumento del gasto público surge de la comparación de las cifras de ejecución presupuestaria al cierre de 2022 que acompañaron al proyecto de presupuesto para 2023, con la ejecución ya observada al cabo de los 9 primeros meses del año.

Cuando el 15 de setiembre el ministro presentó en la cámara de diputados el proyecto de presupuesto para 2023, la estimación de la ejecución del presupuesto para todo el año 2022, indicaba un aumento del gasto total del 61% en comparación con el gasto total del año 2021. Esto se muestra en la tercera columna (con datos coloreados en rojo) del cuadro 1. En la segunda columna (con números en negro), se muestra lo que ocurrió en los nueve primeros meses según la oficina de presupuesto del Congreso (OPC) . Los gastos totales subieron 66%, un ritmo bastante mayor al que se preveía sólo dos meses antes.

Comparando los datos referidos al gasto primario, las diferencias se acentúan. Mientras que en el proyecto de presupuesto para 2023 se estima que, al cierre de 2022, el gasto primario habrá aumentado 51%, el aumento del gasto primario de los primeros nueve meses, según la OPC, fue del 66%

El aumento de recursos durante los 9 primeros meses de 2022, en comparación con los mismos meses de 2021, resultó más alto que el que estimaba la ejecución del presupuesto para todo el año 2022 (54% en comparación con el 45%). Aun así, el déficit primario, que debía terminar el año aumentando 98% con respecto al de 2021, aumentó 179% según las cuentas que reporta la OPC. Es imposible que este desvío se revierta en el último trimestre del año.

En la última columna del cuadro 1 se presentan las previsiones del presupuesto para 2023 que ya tiene media sanción de la Cámara de Diputados.

El presupuesto para 2023 contempla un aumento del gasto total del 71%, no muy diferente del aumento que se terminará produciendo en 2022. Por consiguiente, no puede argumentarse que para 2023 el gobierno planea una reducción del aumento del gasto público.

Cuando se profundiza el plan presupuestario en materia de rubros del gasto, aparecen de inmediato dudas sobre la posibilidad de que se puedan llevar a cabo las reducciones que en términos reales se planean para transferencias a provincias (-13,9%), universidades (-12,2%)  y prestaciones sociales (-2,8%). El análisis de los gastos de la OPC proyectados por rubros aparece en el cuadro 4, que lleva el número de el cuadro respectivo del documento del que ha sido copiado.

Estas reducciones van a encontrar mucha oposición, especialmente porque 2023 es un año con un nutrido calendario electoral. Si el gobierno no logra llevar a cabo estos recortes en términos reales, el aumento del gasto será parecido al que se contempla para los rubros gastos en personal y en bienes y servicios, es decir del orden del 78% en lugar de 71%.

Como en el presupuesto se contempla un aumento de recursos de 78%, no es de descartar que todo el gasto termine creciendo a ese mismo ritmo con lo que no se podrá lograr la reducción planeada en las cifras del déficit fiscal.