La oposición es tan responsable como el Kirchnerismo por la falta de ajuste del mínimo no imponible y otras alevosas injusticias que crean el impuesto a la ganancias y la inflación.
El impuesto a las ganancias, sin ajuste automático por inflación, se transforma en uno de los impuestos más injustos e ineficientes. En los países donde no hay inflación, el impuesto a las ganancias es el que más se utiliza para hacer equitativo y progresivo al sistema tributario. Pero la inflación destruye sus virtudes, tal como lo hace con muchos otros mecanismos de cualquier economía.
Desde el año 2002, cuando al abandonar la convertibilidad se reintrodujo la inflación, el impuesto a las ganancias se transformó en un gravamen muy injusto, tanto para los empresarios como para los trabajadores. Que la inflación iba a producir estos efectos era conocido por los expertos tributarios y por mucha gente que había vivido los estragos de esa enfermedad durante muchos años. Por eso, hace varias décadas, la ley del impuesto a las ganancias había incluído el ajuste por inflación, tanto del mínimo no imponible (que excluye a los ingresos bajos del alcance del impuesto), como de las escalas del impuesto personal a las ganancias (que determinan a partir de qué ingresos deben aumentar las tasas impositivas) y de la base imponible (para que no quedaran gravadas ganancias ficticias fruto del aumento inflacionario del valor de los inventarios0.
Como era lógico, a partir de la vigencia de la convertibilidad, estos mecanismos de ajuste fueron suspendidos, porque la economía dejó de sufrir la inflación y se eliminaron expresamente los mecanismos de indexación. Pero a partir de que la convertibilidad se abandonó y la inflación volvió a ser una plaga en la economía argentina, los mecanismos de ajuste por inflación no se reinstalaron. Estoy convencido que por parte del oficialismo, ésta fue una decisión deliberada, tanto durante el Gobierno de Duhalde como el de los Kirchner. Tuvieron una voracidad fiscal nunca vista antes, que ha significado un aumento de más del 15 % del Producto Bruto Interno en la presión tributaria. Adoptaron, con respecto al impuesto a las ganancias, el mismo temperamento que aplicaron a las jubilaciones de más de 1.000 pesos, a las que mantuvieron congeladas y sin ajustes por inflación hasta el año 2007.
Pero lo más sorprendente es que la mayor parte de los legisladores de partidos y fracciones que hoy aparecen en la oposición, no hayan planteado este tema en las innumerables oportunidades en las que el Poder Ejecutivo envió proyectos de ley prorrogando el impuesto a las ganancias o incluyendo cláusulas cada vez más distorsivas. Estuve investigando si alguna iniciativa de este tipo apareció avalada por alguno de los legisladores cordobeses que hoy se ubican en la oposición y no la he encontrado. Existieron sí, iniciativas recientes de los diputados gremialistas desde que el mínimo no imponible comenzó a alcanzar a remuneraciones muy bajas en términos de poder adquisitivo. El Poder Ejecutivo se encargó de neutralizar estas iniciativas parciales con ajustes limitados y mezquinos, dispuestos demagógicamente por decretos de necesidad y urgencia. Pero una propuesta integral de ajuste por inflación, como la que existió en las épocas anteriores de alta inflación, nunca fue propuesta y menos aún votada por quienes hoy critican las fuertes injusticias que provocan el impuesto a las ganancias combinado con la inflación.
Si llego al Congreso Nacional, tengan la seguridad que esta omisión no se va a repetir. Ningún legislador opositor al Kirchnerismo, e incluso muchos de los que hoy se dicen kirchneristas, podrán pasar el papelón de votar en contra de una iniciativa tan sensata y avalada por la experiencia de décadas de flagelo inflacionario anteriores a 1991. Por eso, le pido a los cordobeses que cuando escuchen los slogans pre-electorales, se pregunten si los que los repiten tienen la capacidad y experiencia para generar las iniciativas legislativas y defenderlas con argumentos convincentes en el Congreso Nacional. Si la respuesta es negativa, no los voten, por más anti-kirchnerismo que hagan en los discursos. El gatopardismo será muy peligroso en los dos próximos años. No vaya a ser que la gente crea estar apoyando a nuevos líderes que van a eliminar muchas injusticias e ineficiencias y todo siga igual.