Los datos fiscales de enero agregan incertidumbre sobre la tasa de inflación para el resto del año

El control del gasto público es la única herramienta que el gobierno tiene disponible para evitar que la tasa de inflación salte por arriba del 6% mensual.

Aunque estuvo tentado de hacerlo durante diciembre y parte de enero, ya expliqué en informes anteriores que el gobierno no podrá atrasar más el tipo de cambio oficial. Tampoco podrá rebajar la tasa de interés ni esterilizar más de lo que ha venido haciendo la expansión de la base monetaria. Peor aún, si intentara utilizar alguno de estos instrumentos, estaría arriesgando el amesetamiento de la tasa mensual de inflación alrededor del 6% mensual y aumentaría la probabilidad de un salto devaluatorio capaz de generar un “Rodrigazo”.

Lamentablemente, las cuentas fiscales del mes de enero, muy diferentes según se lea el informe de la Secretaría de Hacienda (SH) sobre base caja o el de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC), sobre base devengado, no permiten dilucidar si el gobierno tiene efectivamente el propósito de reducir la tasa de crecimiento nominal del Gasto Público.

En las cuentas de la Secretaría de Hacienda sobre base caja, el gasto total de la Administración Nacional aumentó en enero, con respecto al mismo mes del año anterior, el 115% mientras que, en las cuentas fiscales de la Oficina de Presupuesto del Congreso sobre base devengado, aumentó sólo el 78%. Dilucidar cual es la razón de esta diferencia, es clave para evaluar la posibilidad efectiva de que se reduzca el ritmo de crecimiento del gasto público. A esto se dedicará este informe.

Las cuentas fiscales del mes de enero de 2023

Los cuadros 1 y 2, presentan en forma resumida las principales cuentas fiscales para el mes de enero según la Secretaría de Hacienda y según la Oficina de Presupuesto del Congreso. El cuadro 1 presenta los valores en miles de millones de pesos y el Cuadro 2 muestra los porcentajes de variación entre 2022 y 2023.

La gran diferencia entre los datos de la SH en comparación con los de la OPC es particularmente expresiva en el renglon del Balance Fiscal primario. Mientras que según la SH en enero se produjo un déficit fiscal primario de 223 miles de millones de pesos (mm$), La OPC calcula un superávit fiscal primario de 325 mm$.

En el cuadro 2 se muestra el incremento de gastos e ingresos durante 2022 en comparación con el incremento presupuestado para todo el año 2023 (en rojo) y compara el incremento observado entre enero de 2022 y enero de 2023 según las cuentas base caja publicadas por la Secretaría de hacienda y las cuentas base devengado que aparecen publicadas por la Oficina de Presupuesto del Congreso.

Lo primero que se destaca es que mientras el gasto total sobre base caja había subido 70% durante 2022 y para 2023 se presupuestó un incremento del 62%, durante el mes de enero el gasto total pagado aumentó 115%, casi el doble que el presupuestado. El incremento devengado durante el mes de enero fue de 78%, mas parecido al de todo el año 2022 y el presupuestado para todo el año 2023, pero aún así, mas elevado que ambos patrones de comparación.

De la observación de las cifras de los cuadros 1 y 2 surgen varios interrogantes relevantes para discernir lo que debe esperarse en materia de aumento del gasto durante 2023 y, consecuentemente, que déficit fiscal puede estimarse para el año completo.

Es muy probable que el gran aumento del gasto efectivamente pagado durante enero de 2023 se explique por la decisión de diferir gastos de 2022 para ser pagados en el primer mes de 2023, artificio contable para mostrar cumplimiento de las metas fiscales acordadas con el FMI. Si esto fuera así y en los meses siguientes dejaran de existir pagos diferidos, todavía sería posible conseguir que el aumento del gasto público no se aleje mucho, durante todo 2023, del que se produjo durante 2022.

Observar las cifras del gasto devengado durante el primer mes de 2023 puede ayudar a examinar la posibilidad de que el incremento del gasto público se modere y no agregue presión sobre la tasa de inflación.

El 78% del gasto devengado durante enero de 2023 surge de promediar un aumento del 123% de los intereses a cargo del Tesoro con un aumento del 70% del gasto primario. Éste es idéntico al porcentaje de aumento del gasto primario durante 2022 y apenas superior al 62% presupuestado para todo el año 2023.

Es muy probable que las cuentas fiscales según lo devengado de enero de 2023 dadas a conocer por la Oficina de Presupuesto del Congreso hayan sido utilizadas por el equipo económico para demostrar ante el FMI la intención de cumplir con las metas acordadas con esa entidad y con el presupuesto aprobado por el Congreso para todo el año 2023.

Las cuentas fiscales según lo devengado también son resultado de contabilidad creativa

Lamentablemente, no se puede dar crédito a las cuentas fiscales según lo devengado publicadas por la Oficina de Presupuesto del Congreso. No porque la OPC haya alterado las cifras de la contabilidad, sino porque la Secretaría de Hacienda omitió devengar importantes gastos que tendrán que pagarse inexorablemente. Así como en diciembre difirió pagos importantes que se terminaron haciendo en enero, en enero difirió devengamientos importantes que tendrán que hacerse en los meses siguientes. Esto surge claramente de las cifras que se muestran en el cuadro 3.

Son especialmente significativas las cuentas “subsidios económicos”, “intereses” y “gastos de capital”. intereses. Mientras que en enero de 2023 se pagaron 199 mm$ de “subsidios económicos”, sólo se devengaron 16 mm$, una cifra que es incluso 76% más baja que la que se había devengado en enero de 2022. Otra diferencia llamativa es la del rubro “intereses” por el que se pagaron 46 mm$ en enero 2023 y sólo se devengaron 261 mm$. Para la cuenta “gastos de capital” se pagaron 155 mm$ y se devengaron sólo 29 mm$, cifra que también es menor al devengamiento de enero de 2022.

Algo parecido ocurre con las cuentas “bienes y servicios”, “transferencias a provincias” y “transferencias a universidades”, aunque con porcentajes de subestimación menores a los de las tres cuentas mencionadas en el párrafo anterior.

Con contabilidad creativa no podrá el gobierno influir sobre las expectativas inflacionarias. Por el contrario, la poca claridad de las cuentas fiscales sólo agrega incertidumbre sobre el curso de la inflación en los próximos meses. Yo sigo pensando que el mejor resultado que Sergio Massa puede conseguir es que la tasa de inflación promedio no exceda del 6% mensual (o del 100% anual) hasta fin de año. Pero el riesgo de un Rodrigazo no ha desaparecido sobre todo si en lugar de aplicar medidas efectivas para el control del gasto público se apela a la contabilidad creativa pretendiendo engañar a los agentes económicos.

Cavallo «Hay que aplicar un desdoblamiento cambiario»

Este es el título que le puso el periodista Daniel Penizzotto del Diario Río Negro a un muy buen reportaje que publicó este domingo

ENTREVISTA EXCLUSIVA │ La coyuntura, la inflación, la convertibilidad, el corralito, el kirchnerismo, Macri, el Fondo Monetario, Massa, Milei y las criptomonedas. En un extenso mano a mano con RÍO NEGRO, el ex super ministro de los ‘90 habla de todo y de todos.

POR DIEGO PENIZZOTTO

Histórico. Fue el último capaz de domar a la fiera y gestionar el periodo más largo sin que Argentina haya padecido a su bestia negra: la inflación. Polémico. Fue parte del naufragio de la Alianza que dio puntapié inicial al pos menemismo, y autor de una de las medidas más antipáticas de la historia reciente: el corralito.

Su impronta aun sigue presente en la década de los ’90 con el apogeo del Consenso de Whashington tras la caída del muro de Berlín, y la extensión a todo el globo de la economía de mercado. Hasta el día de hoy su apellido se asocia al 1 a 1, la estabilidad y la convertibilidad. También a las privatizaciones, los retiros voluntarios y la crisis en la industria.

Por todo ello, la figura de Domingo Felipe Cavallo sigue siendo gravitante, y sus apreciaciones relevantes para entender la Argentina de la inflación más alta en tres décadas, de la pospandemia, de la grieta, de la incertidumbre.

PREGUNTA: ¿Cómo analiza la coyuntura económica actual?
RESPUESTA:
 La economía está muy desorganizada. Se viene desorganizando desde el año 2002 en adelante. Ello se manifiesta en la inflación, pero también en muchos otros aspectos como la ausencia de inversiones en sectores clave de la economía, no se crean empleos productivos, el gobierno en sus distintos niveles termina creando puestos en el sector público, lo que a su vez aumentan el gasto sin agregar nada a la producción y a la productividad de la economía. En fin. Con el enfoque del actual gobierno es imposible que se encuentren soluciones. La verdadera solución es elegir un nuevo gobierno.

P: De todo lo que describe ¿cuál es el principal nudo a resolver?
R:
 Son muchos nudos al mismo tiempo. Pero sin duda con la actual configuración del mercado cambiario, con trabas para el mercado de capitales y para el comercio exterior, se crean serias dificultades en materia de crecimiento y de inflación. Y por supuesto el desajuste fiscal, al que hay que analizar como «exceso de gasto público a nivel nacional y provincial», y no como «exceso de déficit». Naturalmente hay que eliminar el déficit, eso es esencial. Pero no se puede eliminar pensando en seguir aumentando impuestos. Hay que encontrar la forma de reducir el gasto público.

P: ¿Es posible reducir el gasto de forma abrupta?
R: 
Los resultados no se obtienen de inmediato. Hay que tener bien pensado el cambio de organización económica, anunciarlo al inicio de la gestión de una manera creíble para la gente, y luego empezar a implementarlo.

P: Significa que la inflación seguirá siendo alta…
R:
 Se necesita como mínimo un año. Es probable que el año 2024 siga siendo de una inflación tan alta como la actual, pero si se aprovecha ese periodo para hacer necesarios reajustes en los precios relativos de la economía y para producir una reducción del déficit total, no solo del primario, se puede esperar que en el año 2025 se vean resultados en términos de una rápida desinflación. Obviamente ello requiere poner en marcha un plan de estabilización, y eso solo es posible una vez que se haya logrado unificar y liberalizar el mercado cambiario. Luego, una vez que la economía logre estabilizarse a partir de 2025, es mucho más probable que la población apoye las reformas estructurales.

P: Antes de la convertibilidad, estuvo el Plan Bonex ¿es necesario resolver la deuda en pesos antes de un plan de estabilización?
R: 
Ninguna medida que signifique una nueva violación de los derechos de propiedad de quienes han confiado en la moneda argentina, ayuda a crear un clima de estabilidad. Hay que encontrar la forma de poder cumplir con las obligaciones, sean en pesos o en dólares. Y hay que descartar transformaciones compulsivas de los pasivos del gobierno. No sirven los «pases mágicos» de pasivos. La situación fiscal se debe aliviar por vía de la reducción de los gastos del presupuesto y por vía de procesos de desregulación y sinceramiento. No se puede seguir con tarifas de los servicios públicos que no cubren los costos, y requieren que luego el gobierno pague subsidios. O empresas que han sido re estatizadas para generar enormes pérdidas que debe financiar el Estado.

P: ¿Es necesario revisar el gasto social y previsional?
R: 
Sí es necesario, pero no es por allí donde hay que comenzar. Hay que revisar las pérdidas de las empresas del Estado. Hay que privatizar esas empresas. También por los subsidios económicos a las empresas privadas. Hacia el futuro, hay que replantear totalmente el sistema previsional, pero eso es algo para pensar cuando se haya logrado estabilizar la economía. Este gobierno bajó el gasto previsional en términos reales, y esa no es la forma de resolver el problema del gasto previsional.

P: ¿Cuál es el primer impuesto a corregir ?
R: 
Primero hay que definir a donde se quiere llegar en el sistema impositivo. Y luego ir corrigiendo en base a las posibilidades para eliminar distorsiones en los precios relativos. Un sistema impositivo del futuro tendrá que tener un Impuesto a la Renta bien definido y progresivo, un Impuesto al Valor Agregado de amplia cobertura y con un sistema que permita evitar la evasión, y un Impuesto Inmobiliario sobre la tierra urbana y rural como única forma de recaudar de las provincias. A la vez habría que eliminar todos los impuestos a las transacciones como Ingresos Brutos o el Impuesto al Cheque. Para implementarlo, al inicio habrá que tomar esos impuestos como pago a cuenta de los tributos que luego van a quedar. Otro de los ítem a corregir, son los impuestos sobre la nómina salarial. Pero primero hay que reducir el gasto.

P: ¿Se puede unificar hoy el mercado cambiario?
R: 
Hoy no se puede unificar pero si se puede hacer algo previo, que es un desdoblamiento cambiario. Es decir, liberalizar el mercado cambiario para pagos y cobros que no tengan que ver con el comercio exterior. Hay que limitar el control de cambios a las transacciones comerciales. Si estas últimas se dejaran al tipo de cambio libre, habría un impacto inflacionario peligroso. Pero todas las demás transacciones, como atesoramiento, turismo, pago de servicios o amortizaciones de deuda en el exterior, debe correr por el mercado libre. También deben ir al mercado libre todos los cobros de servicios, por ejemplo todo lo relacionado al trabajo de los argentinos en la economía del conocimiento en el exterior. Eso generaría un solo precio en el mercado libre, determinado por la oferta y la demanda. Ya con la gente acostumbrada a comprar, vender y pagar en dólares, y cuando además se hayan corregido desequilibrios fiscales y los precios relativos, entonces si será posible unificar. Lo que no se puede es prometer la unificación al otro día que asuma el próximo gobierno.

P: Hasta hoy su figura sigue asociada al 1 a 1 ¿cuál fue el principal mérito de aquel «Plan de Convertibilidad»?
R:
 Bueno, logramos que el país tuviera moneda, que tuviera crédito, que la gente confiara, y que el ahorro argentino se canalizara al financiamiento de la inversión y a la producción de las empresas, tanto en pesos como en dólares. Ese es el clima que hay que recrear. Cualquier plan de estabilización debería lograr eso que logró la convertibilidad.

P: ¿Es posible repetir la experiencia? ¿De qué forma?
R:
 La forma de lograrlo puede diferir. Puede ser con un sistema bimonetario como funciona en Perú, en Paraguay y en Uruguay, donde se permite el uso del dólar y de la moneda local y luego el banco Central maneja la política monetaria de forma tal que la moneda local se estabilice respecto al dólar. Se puede también con una nueva convertibilidad, permitiendo que además del peso convertible se pueda usar el dólar, como en la década del 90. Y en el extremo, se puede pensar también en una dolarización total de la economía, como lo hizo Ecuador, El Salvador o Panamá. Pero no sirve pronunciarse teóricamente por uno o por otro. Hay que observar las circunstancias en las que se tiene que poner en marcha el plan de estabilización. Todo ello debiera ser en una economía que vuelva a abrirse al mundo, que remueva los obstáculos a las exportaciones y las importaciones, y que tenga equilibradas las cuentas fiscales. De lo contrario hay una dominancia fiscal sobre la política monetaria que hace imposible la estabilidad.

P: Una de las mayores críticas al periodo de la convertibilidad es el efecto negativo de la apertura sobre la industria y el empleo argentino ¿hay forma de evitar ese efecto?
R:
 Esa crítica siempre existe ante procesos de apertura, porque hay gente que se ha acostumbrado a producir con calidades y precios que les impiden competir en los mercados del exterior. Los que gozan de sistemas extraordinarios de protección, en lugar de adaptarse a las nuevas circunstancias, se quejan y buscan regresar al proteccionismo. Por supuesto hay muchas fábricas que cerraron, porque no lograron adaptarse para competir. Pero hay un indicador que señala que durante los 90 hubo un proceso genuino de industrialización, y son las exportaciones industriales. Las de manufacturas, no las agroindustriales. En comparación con las décadas anteriores y las décadas posteriores, nunca, ni antes ni después de los 90 las exportaciones de manufacturas industriales aumentaron tanto como en esa década. Quiere decir que la industria se estaba transformando en un sector capaz no solo de competir, sino de exportar y colocar su producto en los mercados del mundo. Es la única forma de industrializarse de forma sostenida. Es la experiencia china y la del sudeste asiático.

P: ¿A qué atribuye las altas tasas de desempleo del periodo?
R: 
Obviamente las privatizaciones llevaron a que más de 500.000 trabajadores que estaban en las empresas del Estado pasaran a ser desocupados. Algunos lograron reinsertarse rápidamente y otros no. Cuando se sobre dimensiona el plantel de las empresas públicas, lo que hay en realidad es «desocupación disfrazada». Se la puede mantener indefinidamente. Pero a costa de que entonces no hay posibilidad de crecimiento económico, porque eso es pura ineficiencia, que genera déficit, y luego inflación. Por supuesto cuando hay transformaciones estructurales por un tiempo puede haber desocupación friccional mientras se van desarrollando nuevas actividades, sobre todo de exportación, que puedan pagar mejores remuneraciones.

P: Hacia fines de los 90 todos los espacios políticos acordaban con la continuidad de la convertibilidad, pero a los dos años de asumir De La Rua el programa «voló por los aires» ¿por qué sucedió?
R:
 El programa no «voló por los aires». Al programa «lo hicieron volar por los aires». La convertibilidad se acabó porque hubo un golpe institucional para sacar al Presidente De La Rua y para sacarme a mi. El objetivo de quienes lo impulsaron era pesificar la economía de manera forzosa. Algo que significó la peor redistribución imaginable en la riqueza y el ingreso. Le sacaron más de la mitad de los ahorros a quienes tenían depósitos en dólares para bajarle a un tercio la deuda a los grandes empresarios que estaban endeudados en dólares. El golpe al salario de los trabajadores fue tremebundo, porque la devaluación provocó un enorme impacto inflacionario. Y los que generaban dólares, recibieron un premio enorme. Una redistribución muy regresiva.

P: ¿A quienes atribuye el golpe institucional?
R: 
En parte a los dirigentes políticos que tomaron el poder. Sin duda Eduardo Duhalde, que lamentablemente tuvo apoyo de Raúl Alfonsín. Pero ellos fueron «idiotas útiles» de quienes en buscaban la pesificación. Ese sector era impulsado por la Unión Industrial Argentina que en ese momento tenía como máximo dirigente a José Ignacio De Mendiguren. A ello se sumó un grave error que cometió el directorio del Fondo Monetario Internacional, que nos negó un desembolso de u$s 1.400 millones en noviembre de 2001. Todo ello creo el clima para el golpe institucional, y destruyeron la convertibilidad. A raíz de eso es que 20 años después tenemos 100% de inflación. Sin un régimen monetario que obligue a la disciplina necesaria para preservar la estabilidad, la estabilidad es insostenible.

P: ¿El corralito fue producto de ese golpe institucional?
R
: No, el corralito fue una forma de ponerle un límite a la corrida contra los depósitos bancarios. Cada vez que hay una corrida, esa es la única forma inmediata de detenerla. Pero el sistema puede seguir funcionando, porque no se necesitan billetes para los pagos. Se pueden utilizar tarjetas de débito o de crédito, y el dinero sigue circulando dentro del sistema bancario. El corralito se iba a levantar en 90 días al culminar la re estructuración ordenada de la deuda, y el FMI iba a desembolsar los fondos que había comprometido. Utilizaron la excusa del corralito para robarle los ahorros a la gente. La pesificación compulsiva, siendo que el 80% de los depósitos estaba en dólares, fue un verdadero robo. Es la mayor violación de los derechos de propiedad que uno pueda imaginar en una economía. Es un daño gravísimo. Es muy difícil convencer a alguien del exterior para que invierta en Argentina, si a los propios ahorristas argentinos se les quitaron el 50% de sus ahorros y la Corte Suprema convalidó en ese momento semejante violación de los derechos de propiedad.

P: ¿Qué opina del crecimiento observado por la economía entre 2003 y 2007?
R:
 Creo que los resultados de ese periodo no fueron producto de la gestión económica, sino del boom de las comodities que nos benefició en forma extraordinaria con el precio de la soja que llegó a u$s 600. Las retenciones establecidas por Néstor Kirchner permitieron financiar el sector público en ese periodo. Pero utilizaron todos los ahorros que se habían acumulado en los periodos anteriores. Primero los depósitos de los ahorristas. Luego los ahorros del sistema previsional. En general, los ahorros que estaban en forma de reservas del Banco Central. Y todo ello más que inversiones productivas, financió gasto público. En el momento en que el gasto superó a la recaudación, inició el proceso inflacionario. Desde 2002 en adelante ha sido todo un desastre, porque se ha manejado sin respeto por las reglas básicas de cualquier economía bien organizada: organización presupuestaria estricta y libre mercado sin que el gobierno intervenga con regulaciones absurdas e impuestos distorsivos.

P: ¿A qué atribuye la centralidad que sigue teniendo Cristina Fernández en la política argentina?
R:
 Me sorprende. Pero han abusado tanto de la plata ajena para hacer creer a la gente que ellos son generosos, que a algunos los han convencido. Pero entiendo que su base de apoyo política hoy es menor, y que es mayoritaria la porción de la población que ya no la votaría. Cristina es en gran parte responsable de la delicada situación actual, al haberle abierto la puerta a las ideas de Kicillof. Ellos atacan al neoliberalismo, pero Kicillof es un neomarxista, que pregona las viejas recetas para el manejo de la economía.

P: ¿Qué opina de la gestión Martín Guzmán?
R: 
La única misión que le encomendaron a Guzmán, con el padrinazgo de Stiglitz, fue la re estructuración de la deuda. En mi opinión, se tomaron demasiado tiempo, pero es cierto que Guzmán estaba condicionado por Cristina y su sector, y tampoco tuvo un Presidente con ideas muy claras respecto a respaldar o no una tarea seria de re estructuración. Su acción fue muy limitada.

P: ¿Cómo ve a Sergio Massa?
R:
 A Massa hay que juzgarlo más como dirigente político que como economista. Creo que tomó la responsabilidad de gobernar cuando la economía ya está con severos problemas. Temas como la inflación, distorsiones por todos lados y controles absurdos. Cuenta con un economista serio que lo asesora, como Gabriel Rubinstein, que conoce la problemática argentina, y tiene como mérito el haber logrado que le permitan tomar decisiones. Pero con ello no alcanza para evitar el clima recesivo que inevitablemente se va a producir este año, y siempre está el riesgo de que la inflación se descontrole.

P: ¿Por qué Macri no logró llevar adelante una receta como la que Ud. propone?
R: 
Macri nunca prometió nada de esto. Recuerdo a Macri haber dicho en campaña «no vamos a privatizar Aerolíneas». Estaba de por medio el discurso de Scioli que advertía sobre el peligro del «ajuste» si volvía la derecha. En ese marco, Duran Barba le recomendaba a Macri no hablar de ajuste ni de privatizaciones, y afirmar que era muy sencillo eliminar la inflación. Ese fue el discurso de Macri. Luego de haber leído los dos libros que escribió, creo que si hoy fuera candidato ahora sí tendría un discurso similar al que yo le menciono. Cometió el error de creer que su sola presencia alcanzaba para atraer capitales.

P: ¿Qué opina de la disputa «halcones vs palomas» en Juntos por el Cambio?
R:
 Veo que tanto Horacio Rodriguez Larreta como Patricia Bullrich, hablan de una agenda similar a la que yo estoy describiendo.

P: ¿Cómo evalúa el crédito que se solicitó al FMI en 2018?
R:
 Mejor hubiese sido no tomar ese dinero, porque ese crédito se usó para cancelar deuda con el sector privado. Fue una forma de evitar un default. Pero podrían haberse utilizado otras estrategias para que quienes le habían prestado a la Argentina mantuvieran esos créditos, y no fuera necesario utilizar un apoyo del FMI de esa envergadura para permitir que los acreedores se vayan del país. El apoyo del Fondo hay que conservarlo para momentos críticos de balanza de pagos y para apoyar reformas estructurales que permitan resolver los problemas de fondo.

P: Osea que acuerda con que el crédito de 2018 se usó para financiar la fuga de capitales…
R: 
Bueno, eso se observa mirando las estadísticas.

P: Pero el macrismo se resiste a esa mirada…
R: 
El macrismo lo que niega es que la deuda con el FMI haya aumentado el volumen total de la deuda pública. No. El crédito reemplazó deuda que estaba en el mercado, con tasas de interés más altas, por nueva deuda con el Fondo. Pero así y todo, no fue la mejor decisión en ese momento, porque el Fondo no permitía que el Banco Central pudiera intervenir en el mercado cambiario y le impuso libertad cambiaria total. Eso hizo que fuera muy difícil evitar una escalada inflacionaria, que le quitó popularidad al gobierno y dificultó las reformas de fondo que había que encarar.

P: ¿Cómo valora la propuesta libertaria de Javier Milei?
R:
 Lo que me gusta de Milei es su prédica a favor de la libertad y contra los vicios de la política, a los cuales describe bastante bien. Eso es lo que le ha valido el apoyo de miles de jóvenes. Fui dirigente estudiantil hace 50 años, y con las ideas de la libertad no se podía convencer a los jóvenes en aquella época. El marxismo o la izquierda en general los atraía más a los jóvenes con la idea de que el Estado podía resolver todos los problemas y de que el mercado era un mecanismo para enriquecer a los poderosos. Milei está produciendo un cambio cultural importante, incluso entre la gente más humilde.

P: Los libertarios lograron correr el eje del debate…
R: 
En efecto. Eso se observa por ejemplo en Juntos por el Cambio, que aceptó entre sus filas a Ricardo López Murphi, y tiene a un dirigente jóven como Martín Tetaz, cuyo discurso no se distingue demasiado del de López Murphi. Un discurso muy bien orientado en el sentido de organizar una economía con el sector público bien presupuestado y ordenado y sin déficit, y el sector privado con libertad y no intervención del Estado.

P: ¿Qué opina de la agenda económica «disrruptiva» de Milei?
R: 
Creo que no debería enfatizar tanto su propuesta económica, porque de lo contrario parece que quisiera ser ministro de economía y no Presidente. Él exagera porque quiere que la gente entienda que para eliminar la inflación es necesario dejar de emitir dinero. Y como el que emite es el Banco Central, la forma gráfica que encontró fue decir «prendemos fuego el Banco Central». Pero eso equivale a lo que logró el régimen de convertibilidad, que hizo del Banco Central una caja de conversión. O a lo que generaría una dolarización completa de la economía, donde el banco central sería una Superintendencia de Bancos. Pero eso es ininteligible para la gente.

P: ¿La derecha le robó las consignas revolucionarias a la izquierda?
R:
 Me parece que derecha e izquierda son categorías que han perdido sentido. Hay una derecha que es la antítesis del liberalismo. Y a la vez hay una izquierda que es mucho más liberal que más de una «derecha». El liberalismo para mi es más «progresista» que el anti liberalismo. Es ridículo por ejemplo tildar de progresista al kirchnerismo, que en muchos de sus planteos es retrógrado. Imagínese: quienes se tildan de «progresistas» en Argentina, apoyan a Maduro en Venezuela, a Castro en Cuba, o a Ortega en Nicaragua.

P: ¿Qué opina de la irrupción de las criptomonedas?
R:
 La tecnología blockchain va a ser muy relevante para perfeccionar el funcionamiento de los mercados de capitales, de los sistemas financieros, y de la economía global. En cuanto a las criptomonedas en particular, creo que son activos para la organización del ahorro, pero no me parece que vayan a jugar el rol de moneda desplazando a las monedas tradicionales. Para ser dinero, las criptomonedas debieran cumplir ciertas funciones. Por ejemplo para transacciones, al ser tan inestable el valor de las criptomonedas en relación a las monedas tradicionales, es difícil que sirvan a los fines de un sistema de pagos. La verdad es que es un tema que no manejo del todo, y prefiero escuchar las discusiones entre jóvenes que tienen un entusiasmo mayor que yo con el tema.

https://www.rionegro.com.ar/economia/cavallo-hay-que-aplicar-un-desdoblamiento-cambiario-2760683/

En 2023 el manejo cambiario tendrá que ser diferente al de los últimos tres años

El escenario “optimista” de mi proyección del 31 de agosto de 2022 que resultó prácticamente igual a los resultados observados en materia de inflación al cierre de 2022 (96% comparado con 95,4%) suponía que, para evitar un salto cambiario en el mercado oficial, en el último cuatrimestre del año el gobierno dispondría que cualquier demanda de dólares que no fuera para pago de importaciones se derivaría a un mercado libre en el que el Banco Central no intervendría, ni para comprar ni para vender.

En lugar de disponer este arreglo cambiario, que significaba limitar el control de cambios y la regulación del precio del dólar oficial a las exportaciones e importaciones de bienes y no a las transacciones de servicios, el gobierno utilizó el arbitrio de inducir un adelantamiento de la liquidación de divisas por ventas de soja, pagando un tipo de cambio especial a esas exportaciones. De esa forma logró un ingreso adicional suficiente para seguir atendiendo desde el mercado oficial el pago de los servicios.

Cabe preguntarse si podrá seguir con este manejo cambiario en 2023 o si tendrá que enfrentarse al dilema de producir un ajuste del tipo de cambio oficial o restringir mucho más las importaciones de bienes que lo que las restringió en los últimos meses de 2022.

Esta cuestión es muy relevante porque en 2023 la balanza comercial se deteriorará significativamente a causa de la caída de exportaciones por efecto de la sequía que excederá bastante a la caída de importaciones de energía que se espera por menores precios del gas importado y aumento de la provisión local desde Vaca Muerta.

Además. El desembolso neto por parte del FMI ya no será positivo como lo fue durante 2022 sino que caerá por algo más de 3 mil millones de dólares, transformando en negativo al saldo de la cuenta capital.

Si el gobierno no evita utilizar reservas para pagos de servicios y cancelación de deudas del sector privado, los menores ingresos por exportaciones y el saldo negativo de la cuenta capital, obligarán a acentuar las restricciones a las importaciones con severas consecuencias sobre el nivel de actividad económica.

Análisis de la evolución probable del mercado cambiario oficial en 2023

Aún con el adelantamiento de los ingresos por exportaciones de soja, de no haber sido por los desembolsos del FMI, las reservas del Banco Central habrían sufrido una fuerte caída: para estimar lo que puede ocurrir en 2023 si no se derivan los pagos de servicios a un mercado libre como para economizar divisas del mercado oficial, es necesario examinar más en detalle el comportamiento del mercado oficial de cambios desde que se introdujeron los controles a fines de 2019.

 En el cuadro 1 se puede ver que el superávit comercial que en 2021 había sido de 17.900 de millones de dólares aumentó a 21.800 millones, mientras que el saldo de la cuenta corriente bajó de 5.800 millones a 4.800 millones de dólares. Este comportamiento divergente de la balanza comercial y de la cuenta corriente de la balanza de pagos tiene que ver con los saldos negativos de las cuentas de servicios reales (-10.100 millones en 2022 comparado con -4.500 millones en 2021) y de servicios financieros (-6,900 millones en 2022 comparado con -5.100 millones en 2021).

Las reservas que no habían aumentado en 2021 pese al superávit en cuenta corriente de 5.800 millones a causa de un saldo negativo de la cuenta capital del mismo orden de magnitud, en 2022 aumentaron 6.900 millones porque al saldo de la cuenta corriente se le adicionó un saldo positivo de la cuenta capital de 2.100 millones. La diferencia entre el saldo negativo de la cuenta capital de 2021 y el saldo positivo de 2022 se explica exclusivamente por los desembolsos netos del FMI.

Como puede verse en el cuadro 2, de no haber existido el desembolso de 18.800 millones de dólares del FMI, las reservas hubieran caído 13.900 millones. A su vez, si a partir del establecimiento de los controles de cambios se hubiera dispuesto que servicios turísticos y de viajes, la emisión neta de pasivos del sector privado y la formación de activos externos (rubros que en el cuadro están marcados en marrón) fueran derivados a un mercado libre de cambios habilitado por un desdoblamiento formal del mercado cambiario, se podrían haber economizado reservas del Banco Central por 7.100 millones de dólares en 2020, 5.100 millones en 2021 y 10.800 millones en 2022.

Incluso, si el desdoblamiento se hubiera producido a partir de julio de 2022, como yo lo propuse insistentemente, se podrían haber economizado reservas del Banco Central por 4.100 millones durante el segundo semestre de 2022. Esto puede apreciarse en el cuadro 3. Esa economía se explica por 3.700 millones de viajes y turismo, 1.200 por cancelación de deudas del sector privado y 800 por disminución en la formación de activos externos del sector privado.

Si en 2023 se continúa con el mismo manejo del mercado cambiario de los tres años anteriores es probable que se tienda a perder reservas por más de 10 mil millones de dólares, porque se estima una reducción de la balanza comercial de sólo 8 mil millones por efecto de la sequía y una salida neta de capitales del orden de los 2 mil millones por el saldo negativo de los desembolsos del FMI y el resto de los multilaterales. Obviamente, semejante pérdida de reservas llevaría a fuertes expectativas de devaluación, a menos que el gobierno disponga una restricción adicional de los pagos por importaciones. Inexorablemente se asistirá al dilema de optar entre una devaluación del tipo de cambio en el mercado oficial o producir una restricción de importaciones de fuerte efecto recesivo. Es un dilema muy desafiante para la política en un año electoral.

Si en orden a evitar este dilema, el gobierno finalmente deja que funcione un mercado libre de cambios y deriva hacia ese mercado la demanda de dólares para pago de servicios y amortizaciones financieras del sector privado, se planteará como cuestión a resolver cómo se manejará la política monetaria para tratar de que el tipo de cambio en el mercado libre no se aleje demasiado del tipo de cambio comercial. Sin duda, será necesario mantener tasas de interés fuertemente positivas, algo que, por otro lado, será imprescindible para lograr renovar los vencimientos de la deuda en pesos del Tesoro y del Banco Central. Es difícil imaginar un curso de acción más favorable para las chances electorales del frente de todos.