Cuando uno tiene pruebas o sospechas fundadas de corrupción, debe denunciarlas ante la justicia. Pero lamentablemente no hay que hacerse muchas ilusiones de que así se conseguirá frenar la corrupción. Quienes se organizan para corromper o enriquecerse a través de la corrupción compran de antemano impunidad y tienen muchos recursos y poder para defenderse. Siempre tratan de que los sobresean rápido, mientras tienen poder. Las únicas causas que permanecen abiertas mucho tiempo son las que no tienen pruebas como para condenar, pero que al poder de turno les convine mantener abiertas para utilizarlas contra sus adversarios.
La forma eficaz de prevenir y luchar contra la corrupción es a través de la transparencia y de la competencia. Si el gobierno no adopta decisiones discrecionales y arbitrarias sino que resuelve conforme a reglas que imponen competencia y transparencia, desaparecen las oportunidades de corrupción. Y los casos de corrupción que aún así se producen, son fácilmente detectables y punibles. Este es el tema de otro de los spots que preparé para mi campaña electoral en Córdoba.