¿Hay algo que el Gobierno puede hacer para atenuar los efectos negativos del cepo cambiario?

La reunificación y liberalización completa del mercado cambiario sólo podrá ser hecha por un futuro gobierno que inspire confianza y que sea capaz de hacer creíble la regla monetaria que deberá anunciar al mismo tiempo que adopta esa decisión central. Si lo hiciera el Gobierno de Cristina, los resultados serían fuertemente estanflacionarios con alto riesgo de transformarse en hiperinflacionarios.

Un salto devaluatorio manteniendo el actual sistema de controles de cambio sobre el mercado oficial y la ilegalidad del mercado paralelo, desataría una puja distributiva muy dificil de controlar para un gobierno fuertemente debilitado en su capacidad de mediación entre corporaciones y sectores. Además, la emisión monetaria muy probablemente terminaría aumentando en la misma proporción que el salto devaluatorio y el precio del dólar en el mercado paralelo podría terminar aumentando en una proporción incluso mayor a la que represente el salto devaluatorio. Es decir, asistiríamos a un nuevo «Rodrigazo».

Lo único que el Gobierno podría hacer para atenuar los efectos negativos del cepo cambiario es legalizar el mercado paralelo, transformándolo en un mercado financiero y turístico libre, sin restricciones a la compra y venta de divisas. De esa forma podría derivar hacia ese mercado la demanda de dólares para turismo, pagos de dividendos, pagos financieros y repatriación de capitales. Debería permitir que los ingresos de capital y las inversiónes directas puedan liquidarse también en ese mercado libre. De paso, la existencia de este mercado libre podría permitir una reunificación gradual, favoreciendo en el tiempo a las exportaciones que más están sufriendo el atraso cambiario, como las de las economías regionales y de las manufacturas. Ello supondría permitir que un porcentaje de las divisas generadas por estas exportaciones se pudieran vender en el mercado libre.

Este desdoblamiento legal del mercado cambiario no resolverá todos los problemas que crea el cepo cambiario, pero, al menos, dejará un terreno mejor preparado para que un nuevo gobierno que inspire confianza pueda reunificar y liberalizar totalmente el mercado cambiario.  Se trata de un tema en el que tanto el Gobierno de Cristina como los candidatos a gobernar en el futuro deberían estar interesados para reducir el riesgo de crisis traumáticas.

Acabo de encontrar en youtube un video en el que hablo de este tema luego del discurso de la Presidente en la Universidad de Harvard, hace precisamente un año. Para los visitantes del blog que quieran verlo incorporo el link a este post.

Hay una luz al final del tunel…

Estoy en Boston por razones profesionales y he encontrado aquí un renovado interés por los acontecimientos económicos y políticos de Argentina. En los últimos años decidí abstenerme de dar opinión a través de los medios masivos del exterior, porque no encontraba argumentos para ser optimista y no quería contribuir a acentuar el desinterés inversor en mi país.

Apenas llegado aquí para dar una conferencia el próximo viernes sobre clima de negocios en América Latina, recibí un llamado de David Assman, un presitgioso periodista económico de FoxNews, quien me invitó a aparecer unos minutos en su programa. Decidí aceptar porque el resultado de las últimas elecciones me permiten ver una luz al final del tunel… Me siento muy bien cuando puedo hablar sobre mi país con optimismo, aunque mas no sea, un prudente optimismo.

Para quienes quieran escuchar mis respuestas a las preguntas del periodista, éste es el link: http://video.foxbusiness.com/v/2647733453001/argentina-loses-appeal-in-legal-fight-with-bondholders/

Un nuevo engaño

La reforma del impuesto a las Ganancias que se necesitaba era la introducción de un ajuste automático por inflación, tanto de la base del impuesto como de las escalas de tasas y del mínimo no imponible. Ese mecanismo rigió mientras hubo inflación persistente. Sólo se suspendió durante el período de la convertibilidad, cuando no hubo inflación. Pero debió haber sido reintroducido en 2002. Lamentablemente no lo fue y, en su lugar, el Gobierno ha hecho algunos toques discrecionales y oportunísticos en el mínimo no imponible. Ahora, acaba de anunciar uno de estos cambios, pero el impuesto a las ganancias sigue mal legislado para una economía en la que la inflación es una enfermedad nuevamente crónica y es casi imposible anticipar cuando va a volver a ser erradicada.

Para colmo de males, tratan de compensar la caída en la recaudación con un impuesto sobre los dividendos distribuidos de las empresas: una carga fiscal adicional que desalentará la inversión. Además circula el rumor de que se proponen aumentar los aportes patronales jubilatorios sobre las grandes empresas, proyecto del que está hablando Héctor Recalde. Esto no sólo desalentará la inversión sino también el empleo. Todo en contra de la competitividad. Mientras más acentúen la imposición que reduce la competitividad, más fuertes serán las presiones devaluatorias que se originarán en el sector industrial exportador.

Lamentablemente el Gobierno de los Kirchner nunca quiso atenerse a reglas pre-establecidas ni a cuidar la competitividad a partir de una imposición racional y me temo que persista en esta actitud hasta el final de su mandato. Por eso el nuevo Gobierno va a tener que comenzar con un replanteo integral de las reglas de juego de la economía. Algo que es mejor que esté planeado de antemano y no que se comience a estudiar cuando ya se está en el Gobierno. Ojalá la oposición con aspiraciones de gobernar a partir del 10 de diciembre de 2015 comience a planear ese cambio en las reglas de juego.