Dos designaciones promisorias y un gran interrogante

La Presidenta volvió y decidió dos reemplazos que son alentadores: la designación de  Jorge Capitanich como  Jefe de Gabinete y la de Juan Carlos Fábrega como Presidente del Banco Central. Si la Presidenta delega en ellos o les da los espacios de poder que institucionalmente le corresponden, estos dos altos funcionarios pueden llegar a desempeñar muy bien sus funciones. El gran interrogante lo plantea la designación de Axel Kicillof en el Ministerio de Economía. ¿Seguirá con sus prejuicios ideológicos basados en sus lecturas de Marx o habrá capitalizado la experiencia práctica de los últimos años? La incognita se develará cuando anuncien el «desdoblamiento cambiario» del que se lo supone autor intelectual.

Si el segundo mercado cambiario es realmente libre de controles y sin intervención del Banco Central, para que se liquiden por allí todas las divisas que no están obligadas a venderse o no se permitan comprar en el actual mercado oficial, entonces se podrá concluir que el nuevo Ministro de Economía ha aprendido a reconocer las virtudes de los mercados libres. Como expliqué en un post anterior, este tipo de desdoblamiento ayudará a que la transición hacia un mercado único y libre de cambios para todas las transacciones pueda llegar con un nuevo Gobierno a partir del 10 de diciembre de 2015 sin saltos traumáticos. También contarán con un posible mecanismo de recuperación de la competitividad de, al menos, las economías regionales y las exportaciones más intensivas en el uso de la mano de obra, a las que podrán ofrecer un tipo de cambio que resulte de mezclar en proporciones que pueden variar en el tiempo, la cotización en los dos mercados.

Si, por el contrario, el desdoblamiento sólo persigue crear dos mercados oficiales con cotizaciones diferentes pero en ambos casos intervenidos por el Banco Central y con restricciones de acceso, la consecuencia será que seguirá existiendo un mercado paralelo, tal como ocurrió en Venezuela cuando adoptaron este tipo de arreglo cambiario.

Ojalá Axel Kicillof haya aprendido las virtudes de los mercados libres, como los comunistas chinos lo hicieron desde 1978 bajo el liderazgo de Deng Xiao Ping, o, si ello no ha ocurrido, al menos que  prevalezca la experiencia de Capitanich y de Fábrega por sobre los prejuicios ideológicos de Kicillof.

 

Salto devaluatorio, inflación y competitividad externa

 Por Domingo Cavallo, para Perfil. Publicado en la edición especial de «Noticias» por los 30 años de democracia, bajo el título «El mágico poder de la ilusión».

La competitividad externa que se gana con una fuerte devaluación de la moneda, si no es seguida por una política monetaria enderezada a tasas muy bajas de inflación, es ilusoria: dura poco y termina llevando a la economía a un nivel de competitividad externa  inferior al inicial.

Esto ocurre porque la devaluación de la moneda, seguida por una política monetaria que no restringe el aumento de los precios, termina introduciendo en la economía niveles de inflación más altos que los anteriores. La mayor inflación y la intervención del Estado en los mercados que normalmente la acompaña crea muchas distorsiones en el sistema de precios relativos, desalienta la inversión y reduce la productividad de los factores de la producción.

Esta premisa ayuda a entender lo que pasó en la economía argentina entre 2002 y la actualidad. En 2001 y prácticamente desde principios de 1999 la economía argentina había perdido competitividad externa, no por descenso de la productividad ni por falta de inversión, sino por los déficits de las provincias financiados con endeudamiento bancario a tasas de interés flotantes y muy altas en términos reales; y por acontecimientos externos muy desfavorables: la devaluación de muchas monedas frente al Dólar, en particular del Real y del Euro a partir de principios de 1999.

La fuerte devaluación de los primeros meses del 2002, provocada por la decisión de dejar flotar el Peso luego de “pesificar”  compulsivamente todos los depósitos en dólares, pareció resolver los problemas de competitividad externa de la economía. La esperanza de que esta fuerte devaluación permitiría aumentar la competitividad externa de una manera permanente, llevó al Gobierno de Duhalde y luego al de Néstor Kirchner a sostener que se había puesto en marcha un modelo de “tipo de cambio real alto” que aseguraría superávits gemelos de la cuenta corriente de la balanza de pagos y de las cuentas fiscales. Estos superávits gemelos iban a ser la clave de un crecimiento sostenido de la economía.

A algo más de 10 años de aquella experiencia, resulta claro que los resultados no son los que se habían predicho. Hoy la economía argentina, a pesar de que las condiciones externas siguen siendo mucho más favorables que lo que fueron en el período 1999-2001, presenta problemas de competitividad externa más graves que los que existían antes de la gran devaluación de 2002.

¿Cuál es la causa de semejante resultado? Sin lugar a dudas, la reintroducción de la inflación como problema crónico de la economía y las numerosas distorsiones en la estructura de precios relativos que resultaron de las intervenciones  en los mercados que decidió el Gobierno para tratar de atenuar la inflación sin recurrir a políticas macroeconómicas restrictivas.

Esta experiencia puede ayudar a entender qué es dable esperar si en algún momento del futuro, el gobierno de Cristina Kirchner decide que debe producir un salto devaluatorio importante en el precio oficial del Dólar.

Hay que distinguir dos situaciones diferentes: una, si se mantienen los controles de cambio que existen hasta este momento; otra, si el salto devaluatorio es el resultado de la eliminación de los controles de cambio y la unificación del mercado cambiario para que funcione en forma completamente libre.

En el primer caso, el salto devaluatorio probablemente deje como resultado un aumento proporcional en la tasa de inflación sin que cambie para nada la estructura de precios relativos. Si se acompaña la devaluación con un tarifazo equivalente para evitar que aumente el monto de los subsidios, no es dable esperar que los sindicatos acepten mansamente la aceleración inflacionaria sin demandar aumentos de sueldos de magnitud semejante a l salto devaluatorio. Tarifazo más aumento salarial producirán un efecto “Rodrigazo”: el precio del Dólar en el mercado paralelo aumentará más que en el oficial y la inflación se acelerará.  Por consiguiente, la competitividad externa en lugar de aumentar puede llegar a disminuir. 

En el segundo caso, si bien la unificación del mercado cambiario y la eliminación de los controles de cambio probablemente lleven el precio único del  Dólar al nivel del mercado paralelo, los efectos sobre la tasa de inflación dependerán crucialmente de la política monetaria que se anuncia y de la credibilidad que la misma inspire. Si el Banco Central, con pleno respaldo del Gobierno, anuncia que perseguirá metas de inflación cada vez más bajas y deja que la tasa de interés sobre los depósitos suba a niveles positivos en términos reales, el precio del Dólar se estabilizará y el Peso puede incluso comenzar a apreciarse. En este contexto, el gobierno puede encontrar espacio para ajustar los precios atrasados de los servicios públicos sin que la inflación aumente y los aumentos salariales pueden mantenerse dentro de los porcentajes históricos. Si el Gobierno goza de suficiente credibilidad puede incluso convencer a los sindicatos que acepten aumentos salariales en línea con la inflación esperada y no con la inflación retrospectiva. De esa forma se puede evitar el efecto “Rodrigazo” y la competitividad externa de la economía comenzará a recuperarse.

Los anuncios del Gobierno de Cristina Kirchner no gozan de credibilidad y es por ello que no puede intentar un salto devaluatorio del segundo tipo. Al primer tipo de salto devaluatorio, mientras pueda, va a posponerlo, porque no quiere pagar el costo político de un “Rodrigazo”.

Lo mejor para el Gobierno de Cristina y también para aumentar las chances de que un próximo gobierno pueda decidir un salto devaluatorio asociado a la unificación del mercado cambiario acompañado por un anuncio creíble de política monetaria anti-inflacionaria, es que se admita que el actual mercado paralelo funcione como un mercado legal y libre de cambios. A este mercado deberían derivarse las compras y ventas de dólares con motivos financieros y turísticos, manteniendo el mercado oficial y controlado sólo para las operaciones asociados a la balanza comercial. Esta metodología, podría permitir mejorar selectivamente la competitividad externa para algunas producciones (por ejemplo para las manufacturas y las producciones regionales) mediante el arbitrio de dejar que se liquiden en el mercado libre un cierto porcentaje de las divisas provenientes de las exportaciones.

No tengo muchas esperanzas de que Cristina siga este consejo, pero siendo consciente de los peligros que acechan en el horizonte, no me perdonaría dejar de brindarlo. Estoy convencido que es el mejor consejo que se le puede dar al Gobierno para sortear la encrucijada en la que se ha metido.

 

Impresionante aumento en la emisión para financiamiento del Sector Público.

(Este artículo fue preparado por mi colaborador Mariano  Giachetti)

En los siguientes gráficos se presenta la evolución mensual de la emisión del Banco Central de la República Argentina (BCRA) para financiar al Tesoro, durante los dos últimos años. Como puede observarse, en la mayoría de los meses del 2013, la emisión del BCRA superó a la del año 2012. De hecho, la emisión acumulada hasta el 18 de octubre del 2013 ya superó a toda la emisión del año pasado. La emisión acumulada hasta octubre de este año  es un 125% superior a la emisión acumulada hasta octubre del año 2012.

Estos datos son un reflejo del deterioro continuo de las cuentas fiscales del Sector Público Nacional, alimentando el proceso inflacionario en marcha. Cabe destacar que la venta de dólares que viene realizando el BCRA durante los últimos meses está conteniendo en parte la expansión monetaria y modera el impacto sobre los precios, claro que a costa de una fuerte pérdida de reservas.

 

 

Retroceso exportador durante la década Kirchnerista

Una de las mentiras menos advertida del relato kirchnerista es la que se relaciona con el comportamiento de las exportaciones. Se argumenta que gracias al abandono de la convertibilidad y a que el tipo de cambio real, hasta no hace mucho, fue significativamente más alto que en la década anterior, las exportaciones tuvieron un mejor comportamiento. Y se muestran como prueba las cifras del valor en dólares de las exportaciones que entre 2002 y 2012 aumentaron en un 215 % mientras que entre 1991 y 2001 sólo lo habían hecho en un 122%.

Lo que no se dice es que el mayor aumento en el valor de las exportaciones se explica sólo por el aumento de los precios internacionales mientras que en volumen físico las exportaciones crecieron bastante menos durante la década kirchnerista que en el período de la convertibilidad. Pruebas al canto: Las cantidades exportadas aumentaron sólo el 27 % entre 2002 y 2012 mientras que habían aumentado 135 % entre 1991 y 2001. Como los precios habían declinado 6 % en el período de la convertibilidad, pero aumentado el 166 % durante los años del kirchnerismo, los resultados en términos de valor fueron superiores en el período 2002-2012. Pero ésto de ninguna manera significa un mejor desempeño de la producción exportable del país. Los precios de las exportaciones no son el resultado de las políticas locales sino de circunstancias internacionales que nuestro país no controla. Distinto es el caso de la producción de bienes exportables: ésta depende casi totalmente de las políticas locales.

En ninguno de los grandes rubros en los que se clasifica a las exportaciones el desempeño fue superior en la década kirchnerista. Así en materia de productos primarios, mientras el aumento de las cantidades exportadas fue del 95 % entre 1991 y 2001, entre 2002 y 2012 bajó al 36%. En materia de Manufacturas de origen agropecuario el aumento fue del 71 % en el primer período y de sólo el 33% en el segundo. Las cantidades exportadas de manufacturas de origen industrial (quizás el mejor indicador del proceso de industrialización como fenómeno sostenible en el tiempo) aumentaron 175 % entre 1991 y 2001 y sólo el 89 % entre 2002 y 2012. Y las cantidades exportadas de combustibles y energía, que habían aumentado 323 % durante los años de la convertibilidad, declinaron 67 % durante el período kirchnerista.

Estas cifras ponen claramente de manifiesto que la competitividad exportadora del país desmejoró mucho durante el período 2002-2012 en comparación con el período 1991-2001. Y esto no puede deberse sino al énfasis que se puso durante la convertibilidad en lograr que el proceso de inversión sea eficiente, que se eliminaran todos los impuestos distorsivos y que se ampliaran los mercados externos del país. Las retenciones a las exportaciones y los muchos otros impuestos distorsivos que se aplicaron durante el período kirchnerista, mas todas las trabas que encontraron las inversiones eficientes y el encerramiento de la economía que, a su vez, cerró mercados para nuestras exportaciones, explican que a pesar del tipo de cambio real mucho más alto que en la época de la convertibilidad, la producción exportable y las industrias eficientes con capacidad exportadora sufrieron un retroceso durante la última década. Por eso ahora, cuando el tipo de cambio real está en niveles semejantes a los de la época de la convertibilidad, las actividades exportadoras están sufriendo más que en aquella época, a pesar de que los precios de exportación son todavía mucho más elevados que entonces.

Los visitantes del blog que quieran analizar más en detalle las cifras de exportaciones mencionadas en este post, pueden recurrir a la planilla excel.

La política exterior argentina

Para salir del actual atolladero, un nuevo gobierno tendrá que cambiar radicalmente la política exterior y todos aquellos aspectos de la política económica que relacionan a nuestro país con el mundo. Sobre esto voy a escribir en próximos posts. Pero recomiendo a mis lectores leer previamente el excelente artículo que acaba de publicar el Embajador Enrique de la Torre en la revista Agenda Internacional, Año7, Agosto 2013, #30. Para facilitar su lectura me permito acompañar una versión más completa de ese artículo que he subido a este sitio en base digital.