El «atraso tarifario» es más grave que el «atraso cambiario»

Los ideólogos del modelo económico basado en el tipo de cambio real alto, inspiradores de las políticas económicas desplegadas desde los primeros días de 2002 en adelante, argumentan que el principal desequilibrio macroeconómico actual es el «atraso cambiario». Cometen un grave error de diagnóstico. El mayor desequilibrio macroeconómico actual es el atraso tarifario y de todos los precios de bienes y servicios que han estado sujetos, directa o indirectamente, a controles represivos.  Utilizo la expresión «controles represivos» para referime a las medidas administrativas e impositivas que obligan a los productores a vender sus productos a precios muy por debajo de los que resultarían en mercados libres y con competencia.A partir de aquí, en este artículo, utilizaré la expresión «atraso tarifario» para referirme tanto al atraso de las tarifas públicas como de los precios y servicios sujetos a controles represivos.

Si no se corrigen antes estos desequilibrios, cualquier intento de corregir el «atraso cambiario» va a terminar en una gran frustración. Ello es así porque el «atraso tarifario», además de constituir inflación reprimida, es la principal causa tanto de los cuellos de botella productivos como del descontrol del gasto público y del abultado déficit fiscal. Los cuellos de botella y la emisión de pesos para financiar el déficit fiscal van a impedir que cualquier devaluación nominal del Peso se transforme en una devaluación real sostenible en el tiempo.

El «atraso tarifario» tiene dos consecuencias graves. Al impedir que los productores obtengan retorno por las inversiones que permitieron crear la capacidad instalada, paralizan nuevas inversiones. La capacidad productiva se va deteriorando con la depreciación del capital invertido antes de los controles. Esto se ve claramente con el proceso de desinversión en los sectores de la energía, el transporte urbano y la ganadería. Pero además, como los precios que surgen de los congelamientos tarifarios y los controles represivos no alcanzan a cubrir los costos variables de producción, para que pueda seguir aprovechándose la capacidad instalada, el Gobierno tiene que subsidiar la producción. El costo de los subsidios aumenta tanto por el creciente defasaje entre precios y costos como por la corrupción asociada a los mecanismos de distribución de esos subsidios.

La relación entre el supuesto «atraso cambiario» y el verdadero «atraso tarifario» es muy engañosa. En realidad, el «atraso tarifario» es la consecuencia que debía esperarse de la insistencia de mantener un «tipo de cambio real alto» y al mismo tiempo propiciar la suba de los salarios nominales para sostener la demanda interna y hacer crecer la economía a través del consumo. Si los salarios en dólares se empujan hacia niveles incluso más altos que los que se pagaban mientras estuvo vigente la convertibilidad, la única forma de que el tipo de cambio real sea alto es que los precios de los servicios públicos y de los bienes y servicios cuyos precios el Gobierno tiene forma de reprimir, sean cada vez más bajos. Es decir que el «adelanto cambiario» es el origen y la causa permanente del «atraso tarifario». En otros términos, pretender eliminar el «atraso cambiario» sin eliminar previamente el «atraso tarifario» es remar contra una corriente imposible de superar.

Me parece oportuno hacer estas consideraciones porque no sólo el Gobierno sino buena parte de la oposición razona sobre la realidad actual sin advertir que el «atraso tarifario» requiere ser resuelto antes de que sea posible encarar con probalidades de éxito una eliminación sostenible en el tiempo del «atraso cambiario». Y este razonamiento equivocado aumenta peligrosamente el riesgo que pronto nos enfrentemos a una explosión inflacionaria de una magnitud que nadie, hoy por hoy, está anticipando.

“Dejen al Mercado jugar un rol decisivo”

Esta no es una síntesis de mis reiteradas recomendaciones a los gobiernos de Néstor y Cristina  Kirchner, sino la orden que la Décima Octava Asamblea del Partido Comunista Chino dio a toda la dirigencia de ese país. En el documento oficial que da a conocer las conclusiones de esa Asamblea se explica que esa orden tiene por objetivo  profundizar las reformas económicas y sociales enderezadas  a mejorar la asignación de recursos económicos,  reducir la corrupción y mejorar la distribución del Ingreso.

Ya en la Décimo Segunda Asamblea del Parido Comunista Chino, que tuvo lugar en 1992, Deng Xiao Ping definió al “Socialismo de Mercado” como un sistema económico en el que el Mercado jugaría un rol “básico”. Él explicó que la experiencia que habían desarrollado entre 1978 a 1991, demostraba las virtudes del mercado como asignador de los recursos escasos. La experiencia de aquel período, cuando se permitió que se  comercializaran libremente los productos agrícolas y que se desarrollara la industria orientada al mercado externo en las zonas económicas especiales, había convencido   a Deng Xiao Ping de la necesidad de que China complementara la planificación central con la organización de mercados que pasarían a cumplir un rol “básico”.

Veintiún años después de aquella histórica decisión, los nuevos líderes chinos han llegado a la conclusión que la ineficiencia, la corrupción y las injusticias en materia distributiva tienen mucho que ver con las intervenciones discrecionales del Estado y las interferencias que impiden a los mercados desplegar todas sus virtudes. Por eso, no sólo en materia de asignación de recursos sino fundamentalmente como herramienta para aumentar la eficiencia, reducir la corrupción y mejorar la distribución del ingreso, los líderes chinos ordenan ahora que se deje al Mercado jugar un rol “decisivo”.

Acabo de constatar  esta evolución reciente del pensamiento de los líderes chinos en la reunión del “International Finance Forum 2013”  a lo largo de los días 14 y 15 de diciembre en la ciudad de Beijing. Es la octava vez que participo como disertante invitado a esta reunión que se organiza con el patrocinio del Gobierno de Beijing y  del Banco Central de China (PBC). Gracias a ello he podido conocer el pensamiento predominante entre los líderes y economistas chinos sin intermediarios y en reuniones en la que se habla con mucha franqueza.

Qué bueno hubiera sido que Axel Kicillof escuchara las conferencias que yo escuché en el  IFF2013!. Él había pasado por Beijing sólo dos días antes y, por las respuestas que dio a las preguntas de algunos periodistas, no parece haber tomado conocimiento de las importantes decisiones recientes del Partido Comunista Chino.

Los problemas que enfrenta hoy la economía argentina tienen su origen en los efectos distorsivos de la intervención del Estado en los mercados, tal como lo han constatado los chinos para su país. Que se lo demuestren a Kiciloff líderes políticos y economistas a los que no podrá etiquetar de “neoliberales” podría acelerar su proceso de aprendizaje práctico. Eso sería muy bueno para nuestro País.

¿Que debería hacer el Gobierno en materia cambiaria?

Lo único que el Gobierno puede hacer para atenuar los efectos negativos del cepo cambiario es legalizar el mercado paralelo, transformándolo en un mercado financiero y turístico libre, sin restricciones a la compra y venta de divisas. De esa forma podría derivar hacia ese mercado la demanda de dólares para turismo, pagos de dividendos, pagos financieros y repatriación de capitales. Debería permitir que los ingresos de capital y las inversiónes directas puedan liquidarse también en ese mercado libre. De paso, la existencia de este mercado libre podría permitir una reunificación gradual, favoreciendo en el tiempo a las exportaciones que más están sufriendo el atraso cambiario, como las de las economías regionales y de las manufacturas. Ello supondría permitir que un porcentaje de las divisas generadas por estas exportaciones se pudieran vender en el mercado libre.

Quienes quieran leer los fundamentos de esta propuesta deberían volver a leer mi post anterior «¿Hay algo que el Gobierno puede hacer para atenuar los efectos negativos del cepo cambiario?»

El arreglo con Repsol es una muy buena noticia.

Quiero expresar mis felicitaciones a todos los que han participado en la negociación. Es una de las mejores noticias para la Argentina de los últimos años. Y es alentador que se haya logrado por intermediación de México. Ojalá sea el inicio de una política exterior Argentina más racional y de un manejo responsable de la política energética de nuestro país.

¿Porqué tenemos alta inflación y brecha cambiaria?

Si uno presta atención a las declaraciones de los asesores económicos de Massa (Lavagna, De Mendiguren, Martín Redrado y Peirano), el problema es que a partir de algún momento el Gobierno abandonó el «modelo de tipo de cambio real alto» con superávits gemelos para avanzar hacia una política anti-inflacionaria basada en el atraso cambiario. Para Lavagna esto ocurrió desde que él dejó el Ministerio de Economía en el 2006, para Redrado desde que dejó el Banco Central en 2010 y para De Mendiguren y Peirano desde que optaron por poner controles de cambio muy restrictivos en lugar de dejar devaluar el peso, luego de la elección presidencial del 2011.

Cualquier economista profesional que acepte esta explicación tiene que concluir que el remedio debería ser entonces volver a la política de tipo de cambio real alto y a la generación, nuevamente, de fuertes superávits fiscales y comerciales. Esto se lograría, por ejemplo, eliminando los controles de cambio y dejando flotar libremente el Peso o decretando un fuerte salto devaluatorio en el mercado oficial, si deciden mantener los controles de cambio. Es decir, con un fuerte ajuste que, si consiguieran convencer a los gremios que lo admitieran sin pedir aumentos salariales, provocaría una fuerte recesión con inflación, no muy diferente a la actual. Y si , por el contrario, los gremios trataran de resistir el ajuste, demandando aumentos de salarios del mismo orden de magnitud que la devaluación, la consecuencia sería una estanflación violenta. Ésta, sin una política monetaria fuertemente restrictiva, terminaría en hiper-inflación. Esto es lo que saben, pero no dicen, porque no les conviene políticamente decirlo, los economistas que fueron ideólogos o ejecutores de la política de tipo de cambio real alto, entre 2002 y 2010.

Que esto iba a ocurrir yo ya lo predije en el año 2007 cuando competían por la Presidencia Cristina Kirchner y Roberto Lavagna. Lo pueden ver en mis notas tituladas «La habilidad persuasiva de los ideólogos del «modelo productivo»» y «Los inevitables sobresaltos de una gestión futura de Kirchner o Lavagna«.

En realidad, la razón por la que tenemos alta inflación y una brecha cambiaria del 60 % no radica en el abandono de la política de tipo de cambio real alto y de superávits fiscal y cambiario gemelos, sino todo lo contrario.  Tenemos inflación alta y brecha cambiaria por una conjunción de razones: en primer lugar por haber utilizado el golpe devaluatorio e inflacionario para revertir el déficit fiscal en 2002 en lugar de hacer una reducción transparente del nivel de gasto público. En segundo lugar, por haber adoptado la política de tipo de cambio real alto como supuesta estrategia de desarrollo y re-industrialización. Y, en tercer lugar, por haberse engolosinado el Gobierno con el congelamiento de tarifas públicas como herramienta anti-inflacionaria y redistributiva de ingresos y haber comenzado a hablar, nuevamente, de las ventajas de la pesificación.

La primera causa es fácil de entender. Para implementar un ajuste brutal y exagerado (y licuar pasivos en dólares), en 2002 el Gobierno de Duhalde (por inspiración de De Mendiguren) decidió transformar todos los contratos en dólares en contratos en pesos al tipo de cambio de la convertibilidad y luego dejar flotar el Peso. Ante semejante violación de los derechos de propiedad de los ahorristas e inversores en la Argentina, la gente decidió desprenderse de los pesos y convertiros en dólares billete , provocando una devaluación enorme que, en setiembre de 2002, llevó el precio del dólar a 4 pesos. Esto ocurrió a pesar de que entre enero y setiembre el Banco Central se desprendió de casi 5 mil millonees de dólares de los 14 mil millones que respaldaban en un 100% la base monetaria al final de la convertibilidad. Por supuesto, semejante devaluación no podía provocar, durante 2002, menos inflación que lla que provocó. Y si a inflación apenas superó el 40 % fue porque el Gobierno dispuso el congelamiento de tarifas públicas (gas, electricidad, transporte y combustibles en general) y, valiéndose de la alta desocupación, pudo evitar que los sindicatos demandaran fuertes aumentos de salarios. En definitiva se utilizó el golpe devaluatorio y la redistribución regresiva que siempre acompaña a los golpes inflacionarios para producir el ajuste que permitió que a partir de 2003 se produjeran los superávits gemelos.

La segunda causa es menos evidente, pero no menos importante. La estrategia de reactivar y hacer crecer la economía a través de «mantener el tipo de cambio real alto» impidió que la apreciación del Peso, que comenzó a producirse a partir de octubre de 2002, pari passu, con la apreciación del Real en Brasil, permitiera el proceso de re-estabilización de la economía que se logró en Brasil, pero no se logró en Argentina. En realidad, mientras estuvo Alfonso Pratt Gay en el Banco Central, aún sin decirlo, imitó la política de metas de inflación de Brasil y logró que el precio del dólar bajara de 4 pesos a 2.60, tal como lo hizo, en el mismo período, el precio del Real. Yo elogié esta política. Por supuesto la inflación comenzó a ceder, tanto en Brasil como en Argentina. En nuestro país, en 2004 la inflación bajó al 4 % anual.

Lamentablemente, la apreciación del Peso era vista por los ideólogos del modelo productivo, Lavagna desde el gobierno y De Mendiguren desde la Unión Industrial, como un peligro para la estrategia de crecimiento. De ahí que tanto Kirchner como Lavagna, alentaran a Martín Redrado a intervenir en el mercado cambiario, comprando todos los dólares que fueran necesarios para ubicar al Peso en una cotización no menor a 3 pesos por dólar. Lamentablemente Martín Redrado lo hizo, no sé si porque también creía en las «virtudes» del tipo de cambio real alto o por presión del Presidente y del Ministro de Economía. Pero la cuestión es que lo hizo y mientras el Real se siguió apreciándo y la inflación se redujo significativamente en Brasil, el Peso dejó de apreciarse y la inflación comenzó a aumentar en Argentina, a pesar de que el Gobierno mantuvo congelado los precios de los servicios públicos  y comenzó a apelar a las retenciones y los controles de precios para mantener bajo el precio de los alimentos. El aumento de la inflación comenzó en 2005, cuando Lavagna era aún el Ministro de Economía, lo mismo que las altas retenciones y los controles de precios, sobre todo los de la carne, la leche y el pan.

La tercer causa puede ser menos evidente: el congelamiento de tarifas de servicios públicos y el renacimiento de la tentación pesificadora. El congelamiento de tarifas públicas, fundamentalmente las del gas, la electricidad y el transporte urbano (porque a los combustibles se los dejó aumentar), provocó dos tipos de déficits: el fiscal, porque obligó al pago de fuertes subsidios a las empresas prestadoras,  y el comercial, por el aumento de las importaciones de energía. Cuando la gente comenzó a demandar dólares para protegerse de la inflación, el gobierno volvió a hablar de pesificación. Esto alertó a quienes todavía tenían ahorros en dólares en el sistema financiero y a muchos de los que tenían ahorros en pesos, a pensar que la única forma de proteger sus ahorros líquidos era comprando dólares billete o enviando sus fondos al exterior.La reacción del Gobierno fue ampliar los controles de cambio y así nació el cepo cambiario. Como la emisión monetaria no podía dejar de aumentar, porque de alguna forma el gobierno tenía que financiar el déficit fiscal creciente, cepo cambiario y fuerte emisión fueron generando una brecha cambiaria cada vez mayor. Hoy alcanza al 60 % del precio del dólar en el mercado oficial. Por supuesto, la expectativa inflacionaria no se guía ya por el ritmo de devaluación decidida por el gobierno en el mercado oficial sino por el ritmo de devaluación en el mercado paralelo.

Como lo vengo sosteniendo desde hace mucho tiempo, la inflación tiene su origen en la devaluación de la moneda y ésta no puede ser manejada por el gobierno a través de controles de cambio sino que es el resultado de la expansión monetaria.

Por eso, la solución a los problemas actuales que tienen en mente los asesores económicos de Massa, que aún  sin decirlo, alientan una fuerte devaluación monetaria, es absolutamente equivocada. Resulta mucho más razonable pensar en eliminar los subsidios aumentando cuanto antes las tarifas de los servicios públicos (cuidando que no golpee a los sectores realmente pobres), bajar los impuestos distorsivos que hacen perder competitividad, tanto al agro como a la industria, y pensar seriamente en formas transparentes de bajar el gasto público como porcentaje del producto bruto interno, no a través del engaño de la devaluación (que, con este gobierno ya muy debilitado, los trabajadores no permitirán que sea una devaluación real), sino a través de una discusión responsable en el Congreso del presupuesto del Estado.

Después de escuchar las declaraciones de Capitanich, ayer y esta mañana, me da la impresión que él rumbea en esta dirección. Lástima que al mismo tiempo no se animan a dejar que funcione, además del mercado oficial sujeto a controles de cambios, un mercado cambiario verdaderamente libre para todo el resto de las operaciones . Ojalá la ideología anti-mercado y estatista no les cierre los ojos a los miembros del gabinete que ha quedado formado desde la designación de Capitanich al frente de la Jefatura de Gabinete.