Describir una estrategia estabilizadora inteligente para un escenario en el que la inflación en el año inmediato anterior fue del 100 %, el precio del dólar en el mercado paralelo (libre pero todavía ilegal) es el doble que en el oficial y aún están sin corregir los atrasos tarifarios, es casi, una misión imposible. Pero voy a intentar describir los riesgos que debería tratar de minimizar cualquier intento estabilizador de un gobierno bien intencionado.
Para el primer año, el objetivo que el gobierno debería anunciar es lograr que la inflación no supere el aumento que en las paritarias se establezca para los salarios nominales. Es decir, la meta será no seguir deteriorando el salario y las jubilaciones en términos reales. Hay que recordar que en el peor escenario los salarios y las jubilaciones, en términos reales, habrán sufrido una caída del 30 % durante 2014 y 2015.
El nuevo Gobierno debería crear de inmediato el mercado cambiario libre y legal para el turismo, el atesoramiento y las transferencias financieras que el Gobierno saliente omitió crear. También deberá insistir en que va a hacer los máximos esfuerzos para normalizar la relación financiera con todos los acreedores internos y externos, descartando de cuajo cualquier default. Estas dos medidas, junto a la tasa de LEBACs, que aunque inferior a la tasa de inflación de los años anteriores, será bastante elevada en términos nominales, pueden dar lugar a una fuerte liquidación de dólares en el mercado libre que inicie y proyecte una apreciación significativa del Peso en ese mercado.
Aprovechando la tendencia a la depreciación del Dólar en el mercado libre, que operará como un mecanismo atenuador de la inflación, el Gobierno deberá ajustar todo lo necesario las tarifas de los servicios públicos como para eliminar los subsidios. Por supuesto que deberá acompañar esa decisión por un sistema de subsidios sociales que permita mantener bajo el costo de servicios públicos de las familias del quintil más pobre de la población.
El mercado oficial del Dólar deberá mantenerse por un tiempo como mercado comercial y el precio del Dólar en ese mercado tendrá que seguir ajustándose al ritmo de la inflación. Lo más importante será conseguir que en un plazo, lo más breve posible, disminuya la brecha entre el mercado oficial y el mercado libre. Mientras eso va ocurriendo, el Gobierno tendrá que conseguir fondos externos de los organismos internacionales. Lo más efectivo es que abra de inmediato negociaciones con el FMI para que éste respalde la estrategia en curso. Cuando la brecha entre el paralelo y el oficial se haya reducido a menos del 50 % y cuando el cociente entre la Base Monetaria y las Reservas del Banco Central se aproximen a la cotización del Dólar en el mercado libre, el Gobierno deberá anunciar y poner en marcha el nuevo plan de estabilización. Es importante, desde el punto de vista político y social, que esto se logre en no más de un año.
El nuevo plan de estabilización deberá comenzar con la unificación plena de los mercados cambiarios, aprovechando el ajuste del precio del dólar para importaciones y exportaciones para eliminar todas las restricciones cuantitativas al comercio exterior y, salvo casos de precios externos muy favorables, eliminar también todas las retenciones a las exportaciones. Será muy importante que junto con el uso del Peso, se legalice también el uso transaccional y contractual del Dólar, anunciando una política monetaria que apunte a estabilizar el Peso alrededor del tipo de cambio que resulta de relacionar la Base Monetaria en pesos con las Reservas en dólares del Banco Central. Si se necesitará o no inicialmente una suerte de caja de conversión, como en 1991, es algo que deberá evaluarse en ese momento. Pero dado que se partirá de una tasa de inflación mucho más baja que la que precedió al lanzamiento del Plan de Convertibilidad en 1991, es posible que se pueda hacer funcionar desde el vamos un sistema de convertida flotante como el de Perú.
El manejo de este nuevo sistema monetario deberá ser semejante al descripto en el post anterior para el mejor escenario. Los resultados que deberían esperarse son similares a los descriptos para ese caso: en los primeros 12 meses siguientes al lanzamiento del plan la tasa de inflación debería ser no mayor al 20 %, en segundo período de 12 meses debería alcanzarse una tasa de un dígito y en el tercer período ser del orden del 5 % anual.
Como lo señalé en el post anterior, lo que acabo de describir no es una predicción. Se trata de un bosquejo de lo que yo denomino el peor escenario posible para fines del 2015 y una política de estabilización del nuevo gobierno. Hay muchas razones por las que el curso de los acontecimientos puede ser muy diferente. Tal como lo señalé al analizar el mejor escenario, si el nuevo Presidente cede a presiones populistas o está mal asesorado, puede cometer graves errores. A los posibles errores que enumeré en el post anterior, agrego el que considero más perjudicial para todos, para el nuevo gobierno y para los argentinos.
Como al inicio del nuevo Gobierno, en el peor escenario, todavía subsistirá el cepo cambiario sin un mercado libre y legal para los pagos no comerciales, puede que quienes asesoren al nuevo Presidente, por temor a los mercados libres, le aconsejen seguir con el mismo sistema cambiario heredado. Pero le recomienden producir una devaluación en el mercado oficial que tienda a poner el precio del Dólar muy cerca del que en ese momento tenga en el mercado paralelo. Si el nuevo Gobierno adopta esta decisión, sin crear previamente las condiciones para que funcione un mercado libre para el ingreso de capitales blancos y para la repatriación de capitales y remisión de dividendos, estará enviando una pésima señal a los mercados. Es probable que el mercado paralelo pegue también un salto y que, para mantener la brecha bajo control, el Banco Central tenga que subir la tasa de LEBACs a niveles tan altos como la tasa de inflación del año anterior. Nadie va a apostar que el gobierno tendrá la fortaleza necesaria para sostener una política monetaria tan dura, siendo que el país ya sufrió una recesión de dos años y la credibilidad del Presidente se evaporará en pocos meses. Además el conflicto distributivo se acentuará por la fuerte devaluación inicial y es probable que la conclusión de la gente sea que el Gobierno no sabe cómo estabilizar. De allí a la hiperinflación, hay un corto trecho.
Señalar este gran riesgo es el propósito central de todo lo que he escrito en este blog desde el 5 de febrero, cuando publiqué «Las ventajas de al menos un mercado libre para el Dólar, aunque no sea único«.
Acabo de leer un muy buen post de Lucas Llach en su blog «La ciencia maldita» titulado «Peso argentino: en unión y libertad«. Voy a referirme a él en el próximo post, porque ayuda a clarificar mis argumentos.