Antes de sentarme a escribir este comentario, leí con atención los libros recientes de los economistas profesionales que están trabajando en política, así como sus declaraciones públicas y artículos de opinión. De todos estos escritos y declaraciones el que más me impactó es el libro “Yo no me quiero ir” de Federico Sturzenegger.
Está muy bien escrito, es muy ameno, trae experiencias muy ilustrativas de nuestra propia historia y de la de otros países del mundo y presenta, en mi opinión, la colección más completa y acertada de reformas institucionales y estructurales que se necesitan para alentar la innovación, la creatividad y la inversión, indispensables para que nuestra economía vuelva a crecer y mejore sostenidamente la calidad de vida de los argentinos.
No encontré mucha diferencia con las ideas y propuestas que sobre los mismos temas aparecen en los escritos de otros economistas jóvenes y promisorios, todos ellos de buena formación profesional, tales como Carlos Melconián, Martín Lousteau y Alfonso Prat Gay. Esta coincidencia de ideas y propuestas, permite pensar que sobre estos temas estructurales puede llegar a haber un alto grado de consenso, cualquiera sea el candidato presidencial que finalmente acceda al poder en diciembre de 2015. Pero me interesó analizar el libro de Federico Sturzenegger porque él acredita los mejores antecedentes académicos y escribió el libro con las mismas ganas de contribuir a transformar la realidad que yo tenía en 1985, cuando escribí “Volver a Crecer”.
Quienes lean con atención los comentarios que siguen, van a advertir que yo creo que Federico no analiza bien el fenómeno inflacionario y, sobre todo, no me convence lo que el bosqueja como las soluciones que propondría para restablecer la estabilidad en nuestra economía. La opinión de Federico es compartida por varios economistas, incluso algunos más viejos y con más experiencia en materia de manejo de políticas macroeconómicas, como Roberto Lavagna y Javier González Fraga. Creo que se equivocan porque no advierten el terrible efecto desorganizador de nuestra economía que tuvo la pesificación compulsiva de depósitos y contratos en enero de 2002 y el mito que existe detrás de los denominados “superávits gemelos” y del tipo de cambio “ultra-competitivo” de la época de Duhalde y de Néstor Kirchner.
Me propuse escribir esta nota, no para criticar al autor, sino para contribuir a que la dirigencia argentina encuentre la forma de darle una solución efectiva a la crisis inflacionaria en ciernes. Espero, con esta nota, convencer a mis colegas economistas, en especial a los que esperan influir en las políticas económicas del próximo gobierno y así contribuir a que no vivamos una nueva frustración.
Esta es sólo la introducción. Quiernes quieran leer el comentario completo deben hacer click en este link.