El margen de maniobra que el gobierno tiene para evitar un costo recesivo excesivo y que no se produzca una explosión tipo «Rodrigazo» es escaso, sobre todo por falta de credibilidad y por las inconsistencias entre el discurso y la acción. He explicado varias veces que el gobierno de Cristina no está en condiciones de pegar con éxito un viraje de 180 grados e inaugurar un buen plan de estabilización que reduzca significativamente la inflación. Esto es algo que recién tendrá la posibilidad de hacer un nuevo gobierno que goce de credibilidad y que comience con un discurso opuesto al que caracterizó al gobierno de los Kirchner.
Pero dentro del escaso margen que tiene, vale la pena reconocer que algo están haciendo. El haber aumentado las tasas que pagan por las LEBACs ayuda a tranquilizar el mercado cambiario. Haber pegado un saldo devaluatorio el 23 de Enero en lugar de seguir con un ritmo aumentado de mini-devaluaciones, como lo venían haciendo, fue un error, porque desató un mini-«Rodrigazo», pero es posible que haya servido para que el gobierno advirtiera que necesitaba dejar subir la tasa de interés. Ojalá no se entusiasmen ahora con mantener por demasiado tiempo el tipo de cambio oficial sin ajustes suficientes como para acompañar el aumento de los costos de las empresas que exportan. No es bueno que el mercado vuelva a esperar saltos devaluatorios. Sería mejor que la gente vea que el gobierno ajusta el tipo de cambio al ritmo de la inflación reflejada en los aumentos de salarios nominales y otros factores de costos.
También es razonable que hayan decidido dejar de mentir con las estadísticas, tanto en materia de inflación como de crecimiento del PBI. No lo están haciendo de manera suficientemente prolija, pero al menos han comenzado a moverse en la dirección correcta. Me da la impresión que el índice de inflación que publicaron para febrero vuelve a subestimar la inflación, pero no tanto como lo hicieron entre enero de 2007 y diciembre de 2013. Es importante que publiquen índices creíbles de aquí en más. La forma en que han anunciado la re-estimación del crecimiento del PBI tampoco ha sido muy prolija. suspendieron la reunión en la que iban a explicar la nueva metodología y por el momento no piensan publicarla. Pero es mejor que hayan reconocido que el crecimiento no fue del orden del 5% como venían anunciando hasta hace algunas semanas en contraste flagrante con todas las estimaciones privadas.
Por supuesto que fue un gran error haber alentado una sobre-valuación de los cupones de PBI con estimaciones que claramente exageraban el crecimiento. Pero los operadores en los mercados deberían haber tenido en cuenta este riesgo, porque no es, ni más ni menos, que el reverso de lo que ocurrió con el precio de los bonos ajustables por CER. También fue una sorpresa que en enero hayan reconocido que en ese mes la inflación fue del 3.8 % en lugar del 1 % mensual que venían publicando hasta ese momento.
Desde el punto de vista del manejo macro-económico, no tener que pagar el cupón de PBI este año, libera reservas para poder avanzar en la normalización de la deuda con el Club de París y, eventualmente, con los hold-outs. Esto facilitaría el acceso de Argentina al mercado internacional de capitales a tasas razonables. Si bien esto será más importante para el próximo gobierno que para el actual, todo lo que pueda hacerse en este plano va a facilitar la operación financiera de las empresas privadas y de YPF.
Haber comenzado a reducir los subsidios y actualizar las tarifas también es positivo. Va a tener un impacto negativo en el poder de compra de la población, especialmente de aquella que sea más afectada por el incremento tarifario. Pero éste es un costo social que ya está devengado y es inevitable. Mientras más se lo demore, más doloroso resultará. Por supuesto que lo que anunciaron no es muy claro y aparentemente es insuficiente, pero es positivo que hayan decidido comenzar a pagar el costo político que este tipo de ajuste siempre significa. Hasta hace poco muchos pensaban que el gobierno no haría nada en esta materia.
La conflictividad social alrededor de las negociaciones colectivas es también inevitable. Es entendible que los sindicatos pretendan aumentos no menores al 30 %, porque la inflación se proyecta más cerca del 35 % anual que del 25% del que hablaba informalmente el gobierno hasta antes de la devaluación de enero. Pero es positivo que se esté arribando a algunos acuerdos.
Me sorprende que el gobierno no legalice el funcionamiento de un mercado libre de divisas en el que puedan hacerse, sin restricciones, todas las operaciones no autorizadas u obligadas a pasar por el mercado oficial. Si se permitiera que se liquiden en ese mercado las divisas que ingresen por inversión directa y las de origen financiero al mismo tiempo que se permita también repatriar capitales y remitir dividendos por ese mercado, permitiría no sólo mejorar el clima general de negocios sino atenuar el aumento de la tasa de interés necesaria para asegurar tranquilidad cambiaria. Hay que tener en cuenta que tasas nominales de interés demasiado altas (aunque terminen no siendo tan altas en términos reales una vez que se materializa la inflación) pueden, en dos años crear un clima de cisis financiera por insolvencia de muchos deudores. Amén de que el pago de esas altas tasas de interés nominal sobre un stock creciente de LEBACs se constituirá en un déficit fiscal adicional (llamarlo cuasi-fiscal no significa ningún alivio).
Quienes lean este blog no tienen que saltar a la conclusión de que yo estimo que el gobierno va a poder revertir en 2014 y 2015 el clima de estanflación. Por el momento lo que percibo es que está bajando el riesgo de que suframos un «Rodrigazo». En términos de los escenarios que bosquejé en mi post titulado «La economía argentina en diciembre de 2015«, todavía es posible que tienda prevalecer «el mejor escenario».
Lo podrían hacer mucho mejor, pero algo están haciendo…