Acabo de regresar de mi vigésimo viaje al Este Asiático. Fui invitado por el Banco Central de China para participar en la reunión del Grupo de los 30, que se realizó en Hangzhou entre el 26 y el 30 de abril. En la foto aparecemos algunos de los que participamos en esta reunión: de izquierda a derecha, Andrew Crockett, Jacob Frenkel, Guillermo Ortiz, Paul Volcker, Domingo Cavallo, Jacques de Larosiere, Martin Feldstein, Zhou Xiaochuan y Toyoo Gyohten.
Por mi parte, aproveché la oportunidad para volver a visitar, junto con mi esposa, Pekín, Shangai y Hong Kong, que ya conocíamos, y para conocer Macao, Shenzhen y la República de Vietnam, lugares en los que nunca habíamos estado antes. Salimos de Washington, en un vuelo directo a Pekín el 22 de abril y regresamos desde la misma ciudad el 10 de mayo.
El Este Asiático es una región que siempre me atrajo más que cualquier otra en el mundo. Mi primer viaje fue en 1980, oportunidad en la que con mi esposa visitamos Japón, China, Tailandia, Malasia, Singapur e Indonesia. Fue un viaje turístico, pero a su vez muy instructivo. Luego estuve no menos de 16 veces en Japón, 7 en China, 4 en Singapur y Malasia, tres en Tailandia y Taiwán y 1 en Filipinas. Siempre en misiones oficiales como Ministro de Relaciones Exteriores o Ministro de Economía, o invitado para dar conferencias.
Mi último viaje anterior a la región había sido en 2004, invitado por Robert Mundell y el China Reform Development Forum Committee para participar en el segundo Internacional Financial Forum, que se realizó en un impresionante centro de conferencias, Grand Epoch City, localizado a 70 kilómetros de Pekín. En esa oportunidad pude volver a recorrer por algunas horas la ciudad de Pekín, que no visitaba desde 1995, y me quedé con las ganas de hacer un viaje como el de 1980, con mi esposa y con suficiente tiempo como para volver a visitar varias ciudades y constatar el asombroso contraste con lo que habíamos conocido un cuarto de siglo antes.
Se ha escrito tanto sobre el impresionante progreso de China en los últimos 20 años y en las oportunidades y desafíos que su inserción en la economía global ofrece para el resto del mundo, que voy a evitar repetir descripciones y observaciones que seguramente mis lectores ya conocen. En sucesivas notas voy a comentar algunas observaciones muy personales que creo originales y que no he visto reflejadas habitualmente en los artículos sobre el desarrollo de China en particular y del Este Asiático en general.
En esta primera nota sólo comentaré algo que descubrí a través de la comparación que pude hacer gracias a tantos viajes. El progreso de China, a pesar de ser tan impresionante, no es un fenómeno inédito. Con todo el asombro que genera el crecimiento del Producto Bruto Interno ininterrumpido del orden del 10 % anual entre 1978 y 2006, vale la pena observar que Japón creció a un ritmo semejante entre 1950 y 1973, Taiwán entre 1958 y 1987 y Corea del Sur entre 1962 y 1990. Singapur y Hong Kong, crecieron a un ritmo aún mayor, pero más que naciones, son ciudades estado con características excepcionales. Es decir que China no es sino el episodio más reciente de un fenómeno de progreso económico que caracteriza a todo el Este Asiático.
Por eso estoy convencido que el Este Asiático es el lugar para buscar y encontrar las claves del Desarrollo Económico. India y el Sur de Asia, El Centro y el Este de Europa, Rusia y las ex naciones soviéticas, América Latina y Africa, deberán mirar al Este de Asia no sólo para descubrir las oportunidades y los desafíos que plantea la inserción de China en la economía global, sino también para descubrir las claves del desarrollo de sus respectivas economías nacionales.