Domingo Cavallo propuso ayer que se pesifique la deuda con el FMI al tiempo que culpó al mal funcionamiento de la política por la crisis desatada al salir de la convertibilidad. El ex ministro de Economía habló en Madrid al participar en el seminario «Seguridad jurídica de las inversiones extranjeras en Latinoamérica», organizado por el Instituto Elcano. En ese contexto, defendió que «todas las modificaciones económicas» que se hicieron mientras él fue ministro «fueron aprobadas por el Parlamento», cosa que, destacó, no sucedió en etapas posteriores. En lugar de defender el haber anticipado la recuperación del euro, el ex ministro intentó resaltar las bondades de su breve gestión antes de la caída de la convertibilidad y los efectos negativos ya conocidos de la pesificación. Dijo: «Se ha originado un enorme pasivo contingente consistente en cientos de miles de juicios contra el Estado, derivados de los innumerables incumplimientos de los contratos y del marco legal». A juicio de Cavallo, la única razón por la que se ha evitado la hiperinflación, radica, justamente «en que se hayan venido dilatando las sentencias definitivas sobre estos reclamos». • Afirmaciones Estas fueron las principales afirmaciones de Cavallo en el seminario: • El gobierno tiene que pesificar la deuda con los organismos multilaterales de crédito. Si el gobierno argentino obliga al Fondo a aceptar títulos en pesos argentinos, el FMI va a empezar a preocuparse porque nuestra moneda, ahorros y nuestro trabajo valgan. Que los argentinos valgamos. • Mientras se dé esa situación cómoda en la cual el Fondo porque es el Fondo recibe los reembolsos en dólares, nos estará ayudando a terminar de estafar a los argentinos y a los extranjeros que confiaron en el país y obviamente no vamos a encontrar soluciones. • Durante los meses de diciembre de 2001 y enero de 2002 se produjo la crisis de las reglas de juego de los ’90. Si el gobierno de De la Rúa hubiera planteado la dolarización forzosa, posiblemente se hubieran acortado los plazos y el verdadero detonante de la crisis de las reglas de juego de los ’90 se hubiera accionado antes, con mejores argumentos políticos y jurídicos que los que se usaron en enero de 2002. Por lo tanto, la decisión de no avanzar hacia la dolarización forzosa no puede ser considerada el detonante de la crisis. • Ningún dirigente político ni economista importante de los partidos políticos proponía aumentar el déficit y abandonar la convertibilidad para financiarlo monetariamente. Adicionalmente, el 1 de noviembre se había lanzado el proceso ordenado de reestructuración de la deuda pública que comenzaba a recibir apoyos importantes por parte del sistema bancario argentino y de los fondos de pensiones, a la sazón, fuertes tenedores de deuda nacional y provincial. • ¿Pero qué señales llegaban del exterior? La demora del director gerente del FMI en enviar la misión evaluadora de las metas del programa de agosto, en el tercer trimestre de 2001; la ausencia de apoyo público del FMI al programa de reestructuración ordenada de la deuda pública; los comentarios informales sobre inequidad en el tratamiento de los acreedores internos y externos que surgían del FMI; la discusión pública de un futuro sistema de reestructuración de deudas soberanas (SDRM) que preveía la introducción de controles de cambio durante el proceso; la publicación de opiniones de ex funcionarios del FMI y del BID en el sentido de que la Argentina tendría que abandonar la convertibilidad y pesificar. • Eduardo Duhalde e Ignacio de Mendiguren llegaron a la conclusión de que el golpe institucional que en realidad habría estado impulsando el propio partido del presidente De la Rúa para terminar con el «neoliberalismo de los 90» era la oportunidad para implementar la licuación de todos los pasivos, internos y externos, públicos y privados. Ello se podría implementar a través de la estrategia que parecía sugerir el novedoso «Washington Consensus»: la pesificación y la devaluación del peso. Lula es inteligente porque está haciendo lo opuesto a lo que hizo Duhalde. La Argentina tendría que seducir al capital, como dijo Lula que haría su país cuando visitó España. |