…pero no la viga en el ojo de la Argentina. No la vé porque la viga es ella misma y las políticas de su gobierno.Haberse burlado de los esfuerzos responsables y transparentes que está haciendo el Gobierno Español para superar una crisis muy aguda es de una necedad suprema.
La crisis de España es seria, pero aún así España tiene hoy un crédito y una imagen externa mucho mejor que la de Argentina y va a salir de su crisis sin destruir sus instituciones económicas y políticas. Argentina, desde 2002 en adelante y pese a que se dieron condiciones externas excepcionalmente favorables por un período de casi 10 años, sólo ha acentuado la destrucción institucional que comenzó con el golpe del 20 de diciembre de 2001, la pesificación y devaluación de enero de 2002 y la creciente intervención arbitraria y discrecional del Gobierno en todos los ámbitos de la vida económica de los argentinos.
Por eso, hoy, a pesar de todo el empuje que significaron los altos precios de nuestras exportaciones tradicionales (la soja pasó de valer 120 dólares la tonelada en 2001 a 600 dólares en la actualidad) pagamos tasas de interés en el mundo que son más del doble que las tasas altas que paga España, tenemos 10 veces más inflación que la de cualquier país Europeo y estamos entrando en una recesión a la que se le ve menos salida que a la que afecta a los países de Europa, precisamente porque se trata de recesión con inflación, la peor combinación que una economía puede soportar. Además los desequilibrios fiscales y la fuga de capitales son hoy mucho mayores en Argentina que en España.
El único rubro en el que España se muestra más débil que la Argentina es en el del nivel de empleo, pero hay que tener en cuenta que en nuestro país, hasta hace algunos meses, hemos vivido la burbuja que normalmente acompaña a los procesos inflacionarios originados en políticas fiscales y monetarias fuertemente expansivas, burbuja más grave aún que la que se dio en España hasta hace tres años y que precedió a la crisis actual. También España tenía hasta tres años atrás un alto nivel de empleo que, naturalmente, no ha logrado sostener desde que explotó la burbuja. Burlarse de la alta desocupación de España, cuando en Argentina está también explotando una burbuja muy peligrosa, es de una miopía lamentable.
En España hoy, como en Argentina hoy y en el 2001 , el ajuste fiscal es inevitable. En España, como en Argentina, el déficit fiscal ha alcanzado proporciones que lo hacen imposible de financiar a tasas razonables de interés o a tasas bajas de inflación. Frente a esa circunstancia hay sólo dos alternativas: o encarar un ajuste fiscal sincero y transparente, como lo está haciendo España y como lo intentó Argentina en el 2001, o producir el ajuste en forma insincera y apelando a la inflación, como lo hizo Argentina en 2002 y lo está volviendo a hacer en 2012. Un golpe devaluatorio y un pico inflacionario como el del 2002 en nuestro país, produce una reducción de los salarios reales y un ajuste del gasto público, en términos reales, mucho más drástico e injusto que el que se estaba haciendo en forma transparente y sincera en el 2001.
España no quiere repetir la experiencia de Argentina en el 2002, porque es consciente que ello provocaría al Pueblo Español mucho más dolor y sufrimiento que el que hoy está soportando. Por eso es absolutamente insensato e irresponsable que la Presidente de la Argentina critique el ajuste fiscal que está llevando a cabo España y sugiera, como lo hizo en varias oportunidades, que a España le conviene «pesetizar» su economía como Argentina «pesificó» la suya en 2002. Además es irresponsable, cuando hoy, en Argentina, la gente tiene miedo de que sus depósitos en dólares vuelvan a ser pesificados. Luego de estas declaraciones de Cristina sobre España, se acentuará la sospecha de que en la mente de las autoridades argentinas está todavía la idea de la «pesificación» compulsiva. No deberá sorprender a nadie que en los próximos días el retiro de depósitos en dólares del sistema bancario se acentúe.
Y sugerir desde Argentina que en España convendría «pesetizar» y devaluar en lugar de hacer un ajuste fiscal explícito es mostrar la cuerda en la casa del ahorcado. ¿Que van a pensar los muchos argentinos que están sospechando que en algún momento, también el gobierno de Cristina va a recurrir a una fuerte devaluación para salir del callejón en el que ha metido a su economía?; ¿Cómo aventar estas sospechas con una brecha entre el dólar oficial y los varios dólares paralelos del orden del 30 al 50%? Máxime cuando la presidente sugiere a España que en lugar de un ajuste fiscal, debe buscar una solución «a la Argentina» del 2002.
En mi opinión el ajuste inevitable que está haciendo España necesita ser acompañado de un «Plan de Competitividad» y un papel más activo del Banco Central Europeo en su rol de prestamista de última instancia. El gobierno español ha comenzado a señalar que sabe que es necesario, pero hasta el momento sólo lo ha insinuado de manera muy tímida: acompaña el aumento de la tasa del IVA con una reducción de los aportes patronales al sistema de seguridad social, pero sólo de 1 % a partir del 2013 y del 2 % a partir del 2014. En mi opinión deberían animarse a producir una reducción de entre el 10 y el 20 %, equivalente a la que en Argentina implementamos en 2001 a través de los planes sectoriales de competitividad.
Mi impresión es que el Gobierno Español sólo ha insinuado la dirección, pero no se ha animado a darle a esta política la profundidad que sería necesaria. Teme que esa reducción de impuestos sobre el trabajo, que produciría una saludable reducción de los costos laborales y alentaría la creación de empleo, provoque una reducción en la recaudación y no contribuya a cerrar la brecha fiscal. Yo sostengo que las instituciones europeas que están ayudando a España a superar su crisis, en particular el Banco Central Europeo, deberían estar dispuestas a proveer el financiamiento puente que es necesario para implementar ese Plan de Competitividad. Hablo de «financiamiento puente», porque la reducción de contribuciones a la seguridad social no significará caída en la recaudación una vez que haya aumentado el empleo y ese mayor empleo genere más recaudación de los impuestos al Valor Agregado a la vez que reduzca el costo fiscal del seguro de desempleo.
Además, si España no consigue que el desembolso de fondos para la capitalización de sus bancos con problemas llegue suficientemente rápido sin afectar el crédito público, debería inducir la re-capitalización de sus bancos sujetándolos a un proceso de re-estructuración y ofreciendo a sus acreedores quirografarios (que son fundamentalmente bancos alemanes, franceses e ingleses) como única vía para la recuperación de sus créditos una de dos alternativas: la capitalización de sus acreencias o las resultas de un proceso de liquidación. Yo creo que esos acreedores elegirán, en la mayor parte de los casos, la capitalización de sus acreencias. Si lo hacen, los bancos podrán seguir funcionando con adecuados niveles de capital y si su nuevo gerenciamiento es suficientemente profesional, pueden terminar compensando con creces el esfuerzo de l0s acreedores.
La salida de la crisis española tomará tiempo, pero tiene grandes chances de producirse sin que se destruyan las instituciones económicas que permitieron la reconstrucción de Europa después de la Segunda Guerra Mundial y su impresionante progreso durante los últimos 60 años. Sería imperdonable que por asumir actitudes como las que viene sugiriendo Cristina Kirchner, se destruya el enorme esfuerzo integrador y estabilizador que le ha dado a Europa un nivel de vida dos o tres veces superior al de la Argentina.
No puede decirse lo mismo de la crisis, mucha más grave por cierto, que comienza a perfilarse en nuestro país. Aquí, lamentablemente, las instituciones económicas que nos habían devuelto la estabilidad y habían permitido un proceso de modernización y de integración de nuestra economía al mundo comenzaron a destruirse en Enero de 2002 y se han terminado de destruir durante los sucesivos gobiernos de los Kirchner. Hoy Argentina es, junto a Venezuela, una de las economías más desorganizadas y desestabilizadas del mundo. Será mucho más difícil para un futuro buen Gobierno, elegido en 2015, restablecer los equilibrios y reconstruir reglas de juego que vuelvan a posicionarnos entre las naciones que inspiran confianza, gozan de buen crédito y atraen inversiones. Lamentablemente el Pueblo Argentino tiene por delante un futuro inmediato mucho más sombrío que el que hoy afecta a los países en crisis de Europa. Por eso sostengo que Cristina ve la astilla en el ojo ajeno pero no la viga en el propio.