El presidente demostró una gran claridad conceptual y una ajustada interpretación de la realidad política, económica y social sobre la que tendrá que actuar durante los dos próximos años.
Ya no caben dudas que quiere ver a la Argentina organizada conforme a nuestro régimen constitucional en todos sus aspectos, incluidos los principios Alberdianos de buena organización económica de los que estuvimos alejados por demasiado tiempo y que no fuimos capaces de sostener cuando fueron parcialmente recuperados.
Su énfasis en la búsqueda de consensos para modificar y sostener las reglas de juego en la buena dirección es apropiado. Es claro que en el pasado la inestabilidad de las reglas de juego, incluso aquellas que en algún momento estuvieron bien diseñadas, fue la causa principal de nuestros retrocesos económicos y sociales.
Ahora cabe esperar que las propuestas concretas y las negociaciones, tanto en el ámbito del Congreso Nacional, como con los gobernadores avancen suficientemente rápido como para aventar los riesgos de una pérdida del crédito externo e interno que torne imposible el financiamiento del déficit fiscal.
También serán muy importante las negociaciones con empresarios y sindicatos para adoptar las medidas necesarias para el aumento del empleo, la inversión productiva y la competitividad de la economía.
Urge darle un fuerte impulso a las exportaciones, que hasta el momento se muestran como el talón de Aquiles de la recuperación que se ha logrado a partir del segundo semestre de este año.
La información fiscal sobre la ejecución del presupuesto de 2017 es alentadora y si el Presidente Macri logra que su gobierno y los gobiernos provinciales avancen en la dirección sugerida en su discurso, podrán cumplirse las ambiciosas metas fiscales para 2018.
Pero para que estos avances se reflejen en una tasa de inflación sostenidamente decreciente, que no obstaculice en el corto plazo el crecimiento de la economía, el Banco Central tendrá que ajustar su política de metas de inflación, para complementar el manejo de la tasa de política monetaria con una regla clara de intervención en el mercado cambiario, que ayude a bajar las expectativas de inflación y permita que los salarios y jubilaciones no se ajusten en función a la inflación pasada sino conforme a la inflación esperada.
Cuando se haya prácticamente completado el ajuste de las tarifas de los servicios públicos, necesario para reducir a un mínimo los subsidios económicos, será la oportunidad para hacer estos anuncios en materia de política monetaria. Descartar ajustes de tarifas por arriba de la inflación esperada será un complemento importante de la regla de intervención en el mercado cambiario para influir sobre la expectativa de inflación.