Es urgente que el gobierno explique con una sola voz como manejará las política monetaria y de deuda pública

Hoy el Banco de la Nación intervino en el mercado cambiario al final de la jornada para evitar que el precio del dólar en el mercado mayorista cerrara a más de un centavo por arriba del precio del día anterior. Me parece bien que lo haya hecho. Si en promedio, de aquí en más, el precio del dólar se ajusta hacia arriba a razón de un centavo promedio por día, llegaría a fin de año, a 23 pesos por dólar, un aumento en línea con la meta de inflación del 15%.

Es necesario considerar que el aumento hasta 20 pesos que se dio desde mediados de diciembre hasta ayer fue la recuperación del atraso que habían provocado las altas tasas de LEBACs en el segundo semestre del año pasado. Ese aumento, probablemente, ya había influído en los precios, porque los productores lo esperaban y habían ajustado sus ofertas con un precio de 20 pesos por dólar en mente.

Pero si de aquí en más el precio del dolar sube a un ritmo muy superior a la meta de inflación, nadie creerá que el gobierno trabaja seriamente para alcanzarla. Además se tornará no sólo difícil sino imposible que los trabajadores acepten guiarse por esa meta para la fijación de sus aumentos salariales a partir de abril, cuando vencen la mayor parte de las paritarias  negociadas el año pasado.

Pero hoy los operadores financieros y de los mercados reales están confundidos y la incertidumbre ha aumentado mucho. Nadie sabe si hay consistencia entre lo que piensa el Banco Central y lo que piensa el equipo económico y político del Gobierno.

El Banco Central debe considerar que prestar atención no sólo a la tasa de interés y a los agregados monetarios, sino también al precio del dólar, no significa abandonar su política de metas de inflación. Todo lo contrario, la experiencia más exitosa de política monetaria persiguiendo metas de inflación de los países de América Latina, es la del Banco Central de Perú, que siempre ha prestado atención a lo que ocurre con el tipo de cambio y ha tratado de reducir su volatilidad.

El Ministerio de Finanzas tiene también que ser muy cuidadoso respecto a las señales que envía en materia de tasa de inflación esperada. No es criticable que para colocar el bono en pesos a un año, haya tenido que pagar 22,5% anual de tasa de interés. Pero sorprende que además haya tenido que agregar una claúsula gatillo que sugiere que espera una tasa de inflación del 19% anual, justo cuando el resto del gobierno dice que quiere evitar las claúsulas gatillo en los acuerdos salariales.

Que haya sido el Presidente del Banco de la Nación el que haya salido a hablar de lo que está pasando en los mercados monetarios y cambiarios, agrega elementos para la confusión.

¿Quien es el miembro del Gobierno que está en condiciones de explicar la consistencia de las medidas económicas que se adoptan? Es urgente que ésto quede claro. El presidente debería aprovechar el retiro de su equipo que está llevando a cabo en Chapadmalal para reflexionar sobre este asunto y luego trasmitir su decisión a toda la población.

La incertidumbre que se ha instalado en los mercados lo hace imprescindible.

 

La razón de una dedicatoria

Pronto saldrá publicado por editorial El Ateneo, la versión en español del libro que originalmente escribimos en inglés con mi hija Sonia Cavallo-Runde. A la versión en español la hemos titulado «Historia Económica Argentina».

Mientras buscábamos antecedentes para recordar la campaña electoral de 1999 encontramos un reportaje con respuestas muy sinceras de Sonia Abrazian, mi esposa.

Fue en ese momento que decidimos dedicar nuestro nuevo libro a «Sonia Abrazian, esposa y madre, por su paciencia, aliento, lealtad y amor».

 

¿Existe una forma de evitar la intervención desestabilizante del gobierno en el mercado cambiario?

Sí, existe. Si se establece como regla para el manejo de la deuda pública que el gobierno recurra al financiamiento en dólares sólo por el monto de los pagos en dólares que son parte del déficit fiscal y que todo el resto de ese déficit sea financiado en pesos, el Banco Central no tendrá que comprarle dólares al Tesoro y desaparecerá al mismo tiempo la necesidad de que el Banco Central aumente el stock de LEBACs para reabsorber liquidez.

Si además se elimina el stock de LEBACs a través del canje de deuda que describí en el post del 31 de diciembre, ya no existirá la tasa de interés de las LEBACs. El Banco Central sólo emitirá las letras cortas a siete días, sustitutivas de los pases por razones impositivas, colocables sólo en los Bancos y manejará la tasa de intervención para regular la liquidez bancaria y de paso controlar los agregados monetarios. Existirán sí, LETEs, bonos de corto plazo, bonos de mediano y de largo plazo todos emitidos por el Tesoro, algunos en pesos y otros en dólares.

Además de las LETEs en pesos a distintos plazos, los bonos en pesos de corto plazo a tasa fija, los bonos en pesos a mediano y largo plazo a tasa flotante o ajustables por UVA, podrán existir bonos en pesos ajustables por el tipo de cambio, pero la colocación primaria de todos ellos deberá ser en pesos. En el momento de la emisión de nuevas series de LETEs y bonos en pesos, el Tesoro tendrá en cuenta la estructura de tasas de rendimientos observada en el mercado secundario de cada bono y decidirá la estrategia, en materia de plazos y características de las nuevas emisiones. De esta forma influirá sin duda en la tasa de interés, siempre tratando de lograr el financiamiento más barato.

El Banco Central no podrá ser comprador de las colocaciones primarias, pero podrá intervenir en los mercados mediante operaciones de mercado abierto, siempre mediante compras o ventas en los respectivos mercados secundarios. Esto lo podrá hacer tanto con los títulos en pesos como con los títulos en dólares. Pero tendrá sentido que lo haga sólo como herramienta de política monetaria y no de administración de deuda.

Quienes quieran arbitrar entre los rendimientos de los títulos en pesos y los títulos en dólares, podrán hacerlo, pero en ningún caso tendrán como contraparte al Banco Central. Esto asegura que el eventual carry trade lleve al re-equilibrio de las tasas de interés si es que en algún momento existen diferencias no justificadas por los fundamentos de cada mercado.

Los organismos públicos y las entidades financieras podrán posicionarse en pesos o en dólares, según les convenga, pero sin tener la posibilidad de invertir en deuda del Banco Central. Tendrán que optar entre los instrumentos de deuda emitidos por el Tesoro o por los particulares.

Con este tipo de reglas para el manejo de la deuda pública (responsabilidad del Tesoro) y la política monetaria (responsabilidad del Banco Central), la política de metas de inflación del Banco Central podrá funcionar eficazmente con flotación totalmente limpia, tal como lo pregona la teoría más ortodoxa.

Habrá libre flotación y flexibilidad cambiaria, pero sin la volatilidad generada por la intervención no reglada del gobierno. Esto no significa que el Banco Central no pueda intervenir cuando lo crea conveniente, pero deberá explicar porque interviene, para que el sector privado pueda ir descubriendo la función de reacción de la autoridad monetaria.

Por supuesto, siempre será mejor que el Banco Central haga explícita esa función de la manera más clara y anticipada posible. En definitiva, se trata de que sólo exista la incertidumbre provocada por factores que son totalmente exógenos e impredecibles. No se agregará incertidumbre relacionada con las intervenciones arbitrarias y no preanunciadas del Gobierno en el mercado cambiario y en los mercados de deuda pública.

Por supuesto, las decisiones que el gobierno deberá tomar para completar las reformas necesarias que permitan este tipo de funcionamiento del mercado cambiario, de los mercados monetario y de la deuda pública, seguramente no serán inmediatas. Mientras tanto, la coordinación entre el Banco Central y el Tesoro debería llevarse a cabo como la describo a continuación.

Ahora que el tipo de cambio de mercado está prácticamente al nivel del tipo de cambio de paridad[1], 20 pesos por Dólar, otro elemento clave para alcanzar la meta del 15% es que en lo que resta del año el tipo de cambio no aumente a un ritmo mayor que el que se ha fijado como meta de inflación, es decir, que a fin de año no supere los 23 pesos por dólar y que se mueva en esa dirección, sin grandes sobresaltos.

El aumento de casi un peso del tipo de cambio de mercado durante enero debe interpretarse como una recuperación del atraso que se produjo en el segundo semestre del año anterior, cuando la tasa de LEBACs aumentó más de lo conveniente. Así como el estancamiento del precio del dólar entre julio y diciembre no tuvo influencia perceptible sobre la tasa de inflación, hacia la baja, la recuperación rápida durante diciembre y enero, tampoco parece haberla tenido hacia la suba. Pero, a partir de ahora, cuando el tipo de cambio está cerca de su nivel de equilibrio, es importante que no suba a un ritmo muy diferente al de la meta de inflación, por que de hacerlo, puede contribuir a que esa meta se torne inalcanzable.

A su vez, las tasas de interés que el Banco Central pague por las LEBACs, mientras éstas sigan existiendo, deberían ubicarse no más allá de 5 puntos porcentuales por arriba de la meta de inflación y de la tasa de devaluación, es decir, no debería superar el 20% efectivo anual.

Este esquema de manejo coordinado de las políticas fiscal, cambiaria y monetaria, debería servir para que los empleados públicos acepten ajustes salariales trimestrales que en conjunto no superen el 16% al cabo del año y para que los ajustes acordados en paritarias para el sector privado no sean muy diferentes a los del sector público.

Mientras se avanza con un esquema de coordinación de este tipo, será muy importante que se fijen reglas de manejo de la deuda pública y de la política monetaria que permitan un funcionamiento trasparente y con el mínimo posible de incertidumbre en los mercados monetario y cambiario. Sólo en el marco de una organización monetaria y de administración de la deuda bastante diferente a la actual, será posible conseguir resultados satisfactorios mediante el manejo de la política monetaria de metas de inflación que guía el accionar del Banco Central.

[1] Para conocer que se entiende por tipo de cambio de paridad, véase el post http://www.cavallo.com.ar/a-que-paridad-puede-llegar-a-estabilizarse-el-tipo-de-cambio/

El gobierno interviene en el mercado cambiario, aunque el Banco Central diga que hay flotación limpia.

El presidente del Banco Central niega que esa institución esté interviniendo en el mercado cambiario y sostiene que hacerlo sería violar la regla de política monetaria enderezada a metas de inflación. Por eso se resiste a que, al mismo tiempo que maneja la tasa de LEBACs, su institución intervenga en el mercado cambiario para reducir la volatilidad cambiaria y encaminar el ritmo de devaluación hacia la meta de inflación. Se trata de un error.

Yo sostengo que este error tiene como origen la falta de definición de reglas adecuadas para coordinar la política monetaria del Banco Central con la política de manejo de la deuda pública por parte del Tesoro. En un post anterior expliqué las ventajas de sustraer al Banco Central de la emisión de deuda remunerada y cómo crear las condiciones para que pueda intervenir en los mercados de deuda y regular la oferta monetaria mediante operaciones de mercado abierto.

En este post deseo explicar cómo el gobierno en su conjunto está introduciendo distorsiones en el funcionamiento del mercado cambiario. Estas distorsiones crean ciclos de periodicidad muy variable en el tipo de cambio. Estos ciclos comienzan con algunos meses de atraso cambiario para dar lugar luego a una recuperación rápida del tipo de cambio, con riesgo de que esa recuperación tome la forma de corrida y el tipo de cambio se ubique por arriba de lo que sería deseable.

La causa original de estos altibajos del tipo de cambio es el desajuste entre la composición por monedas del Déficit Fiscal y la mezcla de financiamiento interno y externo que elige el Tesoro para financiarlo. Voy a explicarlo con números. Durante 2017 el déficit fiscal fue de 712 mil millones de pesos, equivalente a 43 mil millones de dólares al tipo de cambio del último día de diciembre de ese año. Sólo alrededor de 10 mil millones de dólares (menos de una cuarta parte) de ese déficit tuvo que ser pagado en dólares (básicamente los intereses sobre la deuda pública externa). Para el resto, el Tesoro necesito conseguir pesos.

El Tesoro recurrió al endeudamiento externo por 26 mil millones de dólares, es decir con un exceso de 16 mil millones respecto de lo que necesitaba para financiar la parte del déficit erogable en dólares. Si hubiera volcado ese exceso en el mercado cambiario, seguramente el precio del dólar se habría desplomado. Para evitar ese efecto, el Banco Central compró directamente al Tesoro esos 16 mil millones de dólares y le entregó el valor equivalente en pesos. Luego, para absorber esos pesos emitió LEBACs por un monto prácticamente igual. Hasta aquí, pareciera que la decisión de traer dólares del exterior por parte del Tesoro en exceso de los que necesitaba para financiar la parte erogable en dólares de su déficit, no produce ningún efecto en el mercado cambiario. Pero esto no es así. Para entenderlo comenzaré transcribiendo un párrafo del informe del Banco Central de diciembre de 2017sobre el mercado de cambios y el balance cambiario:

En el acumulado del año 2017, el BCRA realizó compras netas en el mercado de cambios por US$ 16.036 millones (US$ 16.124 millones comprados de manera directa al Tesoro Nacional y US$ 88 millones vendidos a entidades). Por su parte, las entidades y el resto de los organismos del sector público vendieron US$ 7.362 millones y US$ 5.093 millones, respectivamente, que fueron comprados por clientes del sector privado a través del mercado de cambios”[1]

 Si bien el Banco Central compró todos los dólares que trajo el Tesoro en exceso de los que necesitaba, las entidades financieras y el resto de los organismos del sector público vendieron en el mercado, en conjunto, más de 12 mil millones de dólares. Ni las entidades financieras ni los organismos del sector público generan divisas comerciales por lo que su oferta en el mercado de cambios no puede provenir sino de endeudamiento externo inducido por la diferencia entre el costo del financiamiento externo de corto plazo y la tasa que el Banco Central fija para las LEBACs. Sin duda, la típica operación de “carry trade” con la que pueden hacer ganancias importantes quienes tienen suficiente sofisticación financiera y acceden ese tipo de financiamiento externo.

No puede disputarse que las altas tasas de interés pagadas por las LEBACs inducen el carry trade. El Banco Central argumenta que la volatilidad del tipo de cambio lo desalienta por lo que no debería ser cuantitativamente importante, pero el hecho de que el rendimiento del carry, aún calzado con operaciones de compra de dólares futuros, haya sido de entre el 4 y el 6 % anual en dólares para plazos de entre 60 y 240 días, fue, sin lugar a dudas, un fuerte incentivo para las operaciones que hicieron entidades financieras y hasta organismos públicos por cifras mil millonarias en dólares.

El inconveniente del carry trade es que la entrada de los fondos lleva a que el tipo de cambio se retraiga, pero cuando por cualquier cambio de expectativas comienza a revertirse, normalmente rebota con fuerza. Si frente a este rebote el Banco Central sube la tasa de LEBACs, comienza otro ciclo.

Como en los períodos en los que hay evidencias de atraso cambiario, aumenta la demanda de dólares para atesoramiento del pequeño ahorrista (que tiene en su memoria que al final el precio del dólar siempre sube y la volatilidad en lugar de asustarlo lo estimula a comprar), luego de algunos meses comienza a instalarse la idea de que el precio del dólar puede rebotar hacia arriba, no sólo entre los ahorristas poco sofisticados, sino en los que son muy activos en los mercados financieros. Es en ese momento cuando el ciclo se cierra con un salto desordenado y desconcertante para los que habían apostado a la diferencial entre la tasa de LEBACs y el costo del financiamiento externo de corto plazo.

[1] Evolución del Mercado de Cambios y Balance Cambiario, diciembre 2017, página 1, http://www.bcra.gob.ar/Pdfs/PublicacionesEstadisticas/Informe_Diciembre_17.pdf

Un merecido premio para PriceStats

Con fecha 24 de enero la revista especializada Central Banking que se publica en Londres, anuncio que ha otorgado su premio anual sobre Economía a PriceStats y el BPP project de MIT, en la figura de Alberto Cavallo y Roberto Rigobon. Destacan también la labor de Pilar Iglesias, la CEO de PriceStats.

Los visitantes de este blog saben de la existencia de PriceStats, porque a menudo utilizamos sus datos.

Se trata de un muy merecido reconocimiento. Felicitaciones a los premiados!