Mi impresión es que la misma persona o grupo de personas que asesora a la Presidenta en materia de comunicación pública es la que le brinda asesoramiento en materia financiera. Lamentablemente las finanzas son algo muy delicado y complejo como para que se maneje así.
Me explico. La decisión anunciada esta mañana por Cristina Kirchner de instruir al Ministro de Economía para que disponga cancelar la deuda de Argentina con el Club de París con reservas del Banco Central, por 6.700 millones de dólares fue sin duda una forma eficaz de informar al público en general, aquí y en el mundo, que Argentina tiene voluntad de pagar sus deudas. La noticia ya está en los mas importantes diarios on-line del exterior y será tapa de todos los diarios argentinos mañana. Esto ya ocurrió cuando Nestor Kirchner dispuso cancelar anticipadamente la deuda con el FMI.
Pero mi impresión es que los expertos financieros bien informados sobre la realidad Argentina no se dejarán impresionar por esta decisión. Cuando entren en los detalles van a concluir que el riego de default o de desestabilización monetaria y financiera de Argentina ha aumentado.
Quienes temían y temen un nuevo default de la deuda siempre se refirieron a la deuda con los tenedores de bonos, sean en pesos ajustables por CER o en dólares. Nadie dudaba que Argentina no volvería a declarar una nueva moratoria de la deuda con el Club de París, simplemente porque lo había hecho a principios de 2002 y continuaba en esa situación. Se descontaba que tarde o temprano el gobierno se iba a ver obligado a renegociar o pagar.
Por consiguiente, los expertos financieros que asesoran a los acreedores tratarán de indagar si, habiendo pagado lo que se debía al Club de París, a nuestro país le resultará más fácil o más difícil atender los vencimientos de la deuda en bonos durante los años 2009 y 2010.
No podrán sino concluir que el pago al Club de París no libera crédito para futuros vencimientos de la deuda en bonos. Sí podrá facilitar el acceso de Argentina al crédito país a país para el financiamiento de importaciones asociados a proyectos de inversión, y eso es bueno, especialmente si los proyectos de inversión son mejores que el del tren bala. Pero para atender futuros vencimientos de la deuda en bonos, en la medida que esos vencimientos excedan el superávit fiscal luego del pago de intereses, se necesitará emitir nuevos bonos o usar reservas del Banco Central. No hay otra alternativa.
Cabe preguntarse entonces, ahora que no se le debe al Club de París, será más fácil colocar nuevos bonos? Y con respecto a la posibilidad de usar reservas del Banco Central para afrontar el vencimiento de la deuda en bonos, será más fácil o más difícil luego de que hayan disminuido en 6.700 millones de dólares? La respuesta es que ahora será más difícil, tanto colocar nuevos bonos en el mercado, como seguir utilizando reservas del Banco Central.
Será más difícil colocar nuevos bonos, porque quienes comprar esos bonos, con la excepción de Venezuela, interpretarán que el gobierno echó manos a las reservas del Banco Central, que no le pertenecen, para evitar someterse a las auditorias del FMI. Y los inversores en bonos soberanos no confían en los países emisores que se niegan a ser auditados y a respetar las reglas de juego de los mercados de capitales. Interpretarán, sin lugar a dudas que el pago anticipado de parte de la deuda con el Club de París, porque no toda estaba vencida, como ya ocurrió con el pago anticipado al FMI, se hizo con el claro propósito de evitar las auditorias del FMI. Por si no estaba claro, Nestor y Cristina Kirchner siempre se preocuparon de recalcarlo.
Sólo así se explica que cancelen anticipadamente deuda que nos cuesta 5 % anual de interés cuando a Chavez le hemos estado pagando 15 % de interés. «Pagamos 10 % más, pero nos sacamos de arriba al FMI», dicen sin tapujos.
Pero, si no se pueden colocar nuevos bonos, cabe esperar que así como el gobierno decidió usar las reservas del Banco Central para pagarle al Club de París, también lo hará cuando deba pagar vencimientos de capital de la deuda en bonos? Los acreedores internos y externos no estarán tan seguros, porque las reservas no son tan grandes como se las pinta y además, hay un impedimento legal para utilizarlas.
Utilizaré unos renglones más para explicar estos dos puntos, porque son muy importantes. Al 20 de agosto, las reservas de divisas del Banco Central eran de 47 mil millones de dólares. Ese activo del Banco Central, el mismo 20 de agosto tenía la siguiente contrapartida en pasivos monetarios: Circulación monetaria: 73 mil millones, depósitos de los bancos en el Banco Central: 26 mil millones, depósitos en moneda extranjera: 12 mil millones, Letras del Banco Central: 48 mil millones, Posición neta de pases pasivos (una suerte de encajes remunerados de los bancos en el Banco Central): 14 mil millones y Otros:6 mil millones. En total, los pasivos monetarios que tienen como respaldo a las reservas ascendían a 179 mil millones, que al tipo de cambio de 3,02 pesos por dólar equivale a 59 mil millones de dólares. Es decir, antes de restar casi 7 mil millones que se utilizarán para pagar al Club de París, ya hay un descalce de 12 mil millones de dólares (59-47). Ese descalce aumentará a 19 mil millones de dólares cuando las reservas bajen a 40 mil millones, después del pago anunciado esta mañana. Cuando hablo de descalce me refiero a la divergencia con la relación de equivalencia entre reservas y pasivos monetarios que exigía la ley de convertibilidad.
Otra forma de ver esta misma realidad es la siguiente. Con 47 mil millones de reservas y 179 mil millones de pasivos monetarios, el tipo de cambio que el Banco Central puede defender frente a una corrida es de 3,80 pesos por dólar. Y con 40 mil millones de reservas, el tipo de cambio defendible por el Banco Central aumenta a 4,47 pesos por dólar.
Será muy difícil entonces, que cuando las reservas bajen a 40 mil millones, el gobierno pueda alegremente seguir utilizándolas para pagar vencimiento de capital de la deuda en bonos, cuando esos vencimientos son del orden de los 10 mil millones por año.
Además de esta dificultad objetiva, que surge de los riesgos que estaría asumiendo el gobierno al desguarnecer a su Banco Central frente a una eventual corrida sobre las reservas de divisas, hay un impedimento legal muy importante. La Carta Orgánica del Banco Central limita el financiamiento que esa institución le puede dar al Tesoro Nacional.
Como las reservas son del Banco Central y la deuda con el Club de París, así como la deuda en bonos, son del Tesoro Nacional, la única forma de poder hacer esos pagos es mediante un préstamo del Banco Central al Tesoro. Para que este sea legalmente factible, tendrán que modificar la ley que organiza al Banco Central. Y ello significa que tendrán que discutir en el Congreso Nacional, precisamente el significado de aquel descalce descrito más arriba. La sola discusión de un tema semejante, va a tener repercusiones muy negativos en los mercados monetario y financiero. Es una imprudencia correr esos riesgos.
En fin, decidí escribir éste artículo para ayudar a nuestra Presidenta a advertir que la comunicación hacia los potenciales compradores de bonos argentinos es muy diferente a aquella destinada a impresionar a la gente. El anuncio que hizo esta mañana no inpresionará a los potenciales compradores de bonos argentinos. Distinto sería el caso si la Presidenta anunciara que el INDEC deja de mentir sobre el Índice del Costo de la Vida, que Argentina va a renegociar con el Club de París y acepta las auditorias del FMI y que con los recursos que le quedarán por no tener que anticipar todo el pago al Club de París va a tratar de lograr un arreglo con los bonistas que no aceptaron el canje de Lavagna.
En materia financiera Cristina Kirchner debería consultar más al Banco Central y menos a quienes trabajan para la tapa de los diarios.