La aparición del ¨viento de cola¨ para las exportaciones argentinas en los mercados del exterior, algún ajuste fiscal de raíz inflacionaria y una mayor dosis de profesionalismo en el manejo monetario y cambiario, han hecho que el escenario de fuerte devaluación y descontrol hiperinflacionario, se aleje en el horizonte. Pero los rasgos cada vez más acentuados de la estrategia económica de mediano y largo plazo, inspirados mucho más en la ideas del gobernador Axel Kicillof, ideólogo económico del Kirchnerismo, que en las del ministro Martín Guzmán, consolidan una tendencia al estancamiento persistente con inflación crónica, algo que bien puede denominarse ¨estanflación secular¨
Los rasgos más notables de la estrategia económica de mediano y largo plazo son el encerramiento comercial y financiero de la economía, la creciente estatización de sectores productivos, el persistente intervencionismo gubernamental en los mercados en los que operan las empresas que siguen siendo privadas, la cada vez más acentuada presión impositiva, el creciente gasto público y la despreocupación por el ritmo de aumento de la emisión monetaria y de deuda interna.
La aplicación de esta estrategia preanuncia que la estanflación continuará por muchos años y tenderá a constituirse en un caso raro a escala internacional, de estancamiento secular con inflación crónica. Todos los fenómenos de estancamiento secular observados en el resto del mundo, en particular en las economías avanzadas, han estado asociadas a fenómenos de deflación, pero nunca a fenómenos de inflación crónica.
Es difícil imaginar cómo y cuándo puede comenzar a revertirse este deprimente panorama. Sin duda, requerirá una gran derrota política del Kirchnerismo, pero eso no será garantía de que un nuevo gobierno consiga las condiciones políticas y la inteligencia estratégica para producir los cambios con una secuencia e intensidad que conciten el apoyo popular imprescindible para asegurar su sostenibilidad en el tiempo.
Lamentablemente, la pandemia, además de su enorme costo en término de vidas y desarticulación de las economías, está influyendo en el campo de las ideas económicas en una dirección que puede llevar a la dirigencia argentina, no sólo a la del kirchnerismo, a creer que recobran vigencia las prácticas fuertemente intervencionistas en todas las economías del mundo y que el expansionismo fiscal y monetario no sólo no es peligroso, sino necesario para asegurar crecimiento de la demanda y del nivel de ocupación.
Este fenómeno puede llegar a ser positivo en los países estables y bien organizados, amenazados desde la crisis global del 2008 por lo que Larry Summers denomina ¨estancamiento secular¨. Pero, en una economía con los desajustes macroeconómicos y estructurales de Argentina, se constituirá sin duda en un factor perturbador del diseño de las reformas necesarias y dificultará las disciplinas imprescindibles para remover la inflación de la economía. Y si no se logra erradicar la inflación, pensar en revertir las causas del estancamiento secular se transformará en una quimera.
Estancamiento secular originado en las restricciones de oferta
Las alertas sobre el riesgo del estancamiento secular que viene haciendo desde algunos años Larry Summer para la economía global, se basan en un fenómeno de deficiencia keynesiana de demanda efectiva por lo que está asociado a la tendencia a la deflación que viene preocupando a los países avanzados desde la crisis global del 2008.
La tendencia al estancamiento secular que se perfila en la economía argentina como consecuencia de la estrategia de mediano y largo plazo inspirada en las ideas de Kicillof, es de naturaleza opuesta a la que predice Larry Summer para los países avanzados.
En nuestro caso, el estancamiento se originará en restricciones de oferta derivadas de las trabas comerciales, financieras y regulatorias a la producción y a la ausencia de inversiones productivas. Las medidas que se adopten para mantener elevado el nivel de la demanda efectiva, sólo producirán creciente inflación y no ayudarán al crecimiento sostenido de la economía. Por eso, será un caso raro, a nivel internacional, de estancamiento secular con inflación crónica, que bien podría denominarse ¨estanflación secular¨¨.
A la dirigencia política argentina le resultará tan difícil encontrar la salida a la ¨estanflación secular¨¨ que lo que lo que le resultó encontrar la solución al estancamiento de las décadas que precedieron a la hiperinflación de fines de los 80s y principios de los 90s. Puede ocurrir que la solución solo se encuentre después de una nueva hiperinflación.