Las economías emergentes deben aprovechar la coyuntura para modernizar sus estructuras productivas

La gran expansión monetaria impulsada por el Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos está obligando a los Bancos Centrales del resto de las economías avanzadas a seguir políticas monetarias también expansivas, so pena de que sus monedas se aprecien desmesuradamente. Como consecuencia, la liquidez global ha comenzado a buscar oportunidades de inversión en las economías emergentes, en una magnitud nunca vista en las ocho  últimas décadas.

Parece paradójico que las economías emergentes, que con tanta frecuencia  sufrieron insuficiencia de capitales dispuestos a financiar su crecimiento y crisis cambiarias por salida de capitales, en la actual coyuntura estén buscando formas de frenar la entrada de  capitales para impedir que sus monedas se aprecien y sus exportaciones pierdan competitividad.

El peligro que enfrentan las economías emergentes, por la abundancia de  liquidez en moneda extranjera, radica en que se produzca una expansión del gasto interno que genere un fuerte déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos y que luego, cuando la liquidez desaparezca, esas economías deban encarar dolorosos ajustes y sufrir fuertes devaluaciones de sus monedas nacionales, con los consiguientes efectos estanflacionarios.

El peligro radica, no en la expansión de las inversiones productivas sino,  en la expansión excesiva del consumo. Por eso, una forma inteligente de enfrentar esta coyuntura  mundial por parte de las economías emergentes consiste en alentar al máximo la inversión y ponerle freno al aumento del consumo. Esto se puede conseguir con un conjunto de medidas arancelarias e impositivas que paso a enumerar:

1.       Bajar a cero el arancel de importación de los bienes de capital, incluyendo computadoras, software y equipos de transportes de uso profesional. Si la economía de que se trata tiene producción local de bienes de capital, para que esta industria no quede repentinamente desprotegida, se le podrá otorgar un reembolso de impuestos equivalente al arancel que antes la protegía.

2.       Subir al nivel máximo consolidado ante la OMC los aranceles de importaciones de los bienes de consumo final. Este aumento de arancel, además de poner un freno a la importación excesiva de bienes de consumo, generará ingresos fiscales como para compensar la reducción derivada de la eliminación del arancel de los bienes de capital.

3.       Eliminar exenciones al impuesto  al valor agregado o aumentar su alícuota. Esta es una forma de ponerle freno a la expansión excesiva del consumo, sin desalentar la inversión, porque el impuesto al valor agregado no grava las exportaciones ni debería gravar a la inversión. El ingreso adicional por IVA podría utilizarse  para devolver de inmediato el IVA pagado por quienes invierten en el momento de comprar los bienes de capital, así como para devolver sin demoras el IVA pagado por los exportadores sobre sus insumos. Es normal que este IVA sea devuelto, pero suelen mediar plazos largos entre el momento en que el productor o inversor paga el IVA y aquel en que el inversor o exportador puede recuperarlo a través de la devolución por el órgano recaudador.  La devolución inmediata de este impuesto al inversor y al exportador se constituirá en otro fuerte estímulo a la inversión y atenuará el impacto negativo de la apreciación sobre las exportaciones. Si además de esta aceleración de las devoluciones quedara un excedente de recaudación del IVA, éste podría aplicarse para reducir los impuestos sobre la nómina salarial pagada por los productores de bienes exportables. Estos impuestos, en muchas economías emergentes, desalientan la creación de empleo formal y provocan la reducción del empleo en actividades exportables cuando la moneda local se aprecia.

4.       Frenar al máximo la expansión del gasto público corriente y no recurrir en ningún caso al financiamiento externo del déficit fiscal.

Las economías emergentes que lleven adelante este tipo de políticas habrán aprovechado la actual coyuntura mundial para impulsar masivamente la modernización de sus estructuras productivas. Habrán incorporado las tecnologías más avanzadas en todas las actividades  económicas y sociales y no  correrán el riesgo de tener que ajustar hacia abajo los niveles de consumo y de gasto pública cuando lleguen las épocas de iliquidez y reducción en la entrada de capitales.

Desde la crisis de 2001 Turquía buscó derrotar a la inflación, Argentina hizo lo contrario.

En Turquía se vive un clima de optimismo sobre su futuro económico, muy parecido al que prevalece en Brasil y en muchas otras economías emergentes. Lo acabo de percibir personalmente en mi viaje a ese País para participar en la tercera edición del “Global Economic Symposium” organizado, por primera vez fuera de Alemania, por el Instituto Kiel para la Economía Mundial. La reunión fue co-patrocinada por el Banco Central de Turquía, precisamente la institución a la que se le reconoce el mérito de haber logrado estabilizar a la economía Turca. Se trata de un logro importante, porque  Turquía había sido azotada por la inflación durante la década de los 90s.

Cuando terminó la conferencia en Estambul viajé a Esmirna para visitar las excavaciones de Efesus,  y allí me encontré, por casualidad, con Atilla Atakan, un prestigioso periodista turco que vivió muchos años en Argentina como corresponsal extranjero de medios de su País. Además de conocer a su hermosa familia, respondí a las preguntas que me fue haciendo mientras me llevó a conocer Esmirna y los alrededores de Efesus. Como no  pudo con su genio de periodista, Atila transformó a nuestra conversación en un reportaje, cuya transcripción me envió para que yo la revisara. Esta entrevista va a ser parte de una nota que Atilla está preparando para un diario de su País, pero dado lo interesante de las preguntas y hecho de que pocos de los visitantes de este blog podrán leer el artículo en turco, decidí reproducirlo aquí. Las preguntas en negrita son de él. Las respuestas son mías.

¿Cómo ve la evolución de la economía Turca desde la crisis de 2001?

No soy un experto en la economía de este país, pero tengo la impresión de que la economía turca ha evolucionado muy bien desde 2003 en adelante. Además de crecer vigorosamente, logró reducir gradualmente el flagelo inflacionario que había sido un problema grave durante toda la década de los 90. En este sentido debo decir que en comparación con la Argentina, mi país, la política monetaria y financiera de Turquía ha sido mucho más sana e inteligente. Diferente de los 90s, cuando Argentina había logrado erradicar la inflación por completo y Turquía tenía inflación del orden del 100 % anual. La realidad se ha revertido y hoy Turquía muestra una evolución mucho más favorable que Argentina.

Pero Argentina también ha crecido desde 2003 en adelante y el gobierno dice que la inflación no supera el 10 % anual.¿ Cómo se condice esto con su respuesta anterior?.

Lo que lamentablemente ocurre es que el Gobierno Argentino miente sobre la tasa de inflación. En el mes de enero de 2007 removió la dirección técnica (muy reconocida por entonces como de muy buen nivel profesional) del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) y nombró en su lugar a verdaderos punteros políticos. A partir de ese momento se han venido publicando índices de precios que reflejan una inflación que es apenas un tercio de la real. Hoy en Argentina la inflación verdadera se ubica entre el 25 y el 30 % anual.

Pero al menos la economía argentina está creciendo a tasas altas, cosa que no ocurría en la década de los noventa, cuando no había inflación, pero se vivieron años de deflación.

Desde 1991 (el año e el que erradicamos la hiperinflación) hasta 1998, la economía Argentina creció al mismo ritmo que está creciendo ahora, con un solo año de recesión, 1995, cuando nos impactó la crisis mexicana. Desde 1999 hasta 2001 vivimos en un clima de recesión y deflación por una combinación de shocks externos desfavorables y des-manejos fiscales y financieros internos.

Los precios de los productos de exportación de Argentina fueron muy bajos en ese período porque el Dólar se mantuvo muy fuerte y casi todas las monedas se devaluaron frente a la moneda norteamericana. Imagínese que en 2001 sólo se necesitaban  82 centavos de Dólar para comprar un Euro y 30 centavos de Dólar para comprar un Real. Hoy el Euro se cotiza a 1 Dólar con 37 centavos y para comprar un Real  se necesitan 70 centavos de Dólar, más del doble que en el 2001. Argentina tenía, en la práctica, al Dólar como moneda. Un Dólar exageradamente apreciado provocaba recesión y deflación.

Por otro lado, los gobiernos provinciales de la Argentina (principalmente la Provincia de Buenos Aires) habían venido aumentando mucho sus gastos y teniendo fuertes déficits fiscales que financiaban con créditos bancarios a  tasas de interés flotantes con altos Spreads sobre la tasa de interés pagada a los depositantes. La combinación de estos dos fenómenos creó un clima recesivo y deflacionario. Por eso se produjo la crisis financiera de 2001. En realidad se trató de un fenómeno muy diferente al de Turquía en aquella época.

Pero las crisis Turca y Argentina de 2001 y 2002 fueron parecidas: en ambas economía hubieron crisis financiera y fuerte devaluación monetaria.

Fueron crisis muy diferentes. La de Turquía en 2001 fue una crisis como las que había tenido Argentina en los 80s: fue consecuencia de fuertes déficits fiscales y alta inflación, que por un tiempo se quisieron atenuar con  endeudamiento externo y atraso del tipo de cambio. La devaluación fue una forma de producir un ajuste fiscal que era imprescindible y  la crisis financiera les permitió sanear el sistema bancario sin que el país entrara en default de su deuda pública. Por supuesto que para evitar el default Turquía recibió ayuda del FMI y de los países europeos.

En Argentina, aprovechando que al FMI y al Gobierno de los Estados Unidos no les interesó evitar el default de su deuda,  la crisis monetaria y cambiaria fue provocada deliberadamente por el Gobierno que tomó el poder en Enero de 2002. Eduardo Duhalde, quien había sido el Gobernador que más había aumentado el gasto y más había endeudado a su provincia, tomó esa decisión para resolver el endeudamiento de las provincias y de las grandes empresas. Al transformar todas las deudas y depósitos de dólares a pesos y luego dejar flotar el Peso, se produjo una terrible devaluación que licuó las deudas pero, al mismo tiempo, destruyó el ahorro  acumulado de los argentinos. Los bancos no tuvieron problemas para atender sus pasivos, pero los depositantes perdieron sus ahorros. Además la devaluación llevó al default de la deuda externa del País.

Nada de esto ocurrió en Turquía. Por eso Turquía sigue bien integrada y mantiene buen crédito en el sistema financiero internacional mientras que Argentina está entre los países considerados más riesgosos y no tiene crédito externo.

Entiendo que tanto Turquía como Argentina soportaron bien la crisis financiera global del 2008 y 2009. ¿Cual es la razón?

Tanto Turquía como Argentina desde 2003 y hasta 2008 fueron beneficiadas por el rápido crecimiento de la economía global que les permitió expandir sus exportaciones vendiendo a buenos precios. Por razones diferentes, ninguno de los dos países aumentó mucho su endeudamiento durante esos años y sus sistemas financieros estaban sólidos. En el caso de Turquía porque había sido exitosa la reestructuración financiera de 2001-2002. En el caso de Argentina, porque el sistema financiero se achicó mucho después de la pesificación y la devaluación y, al conseguir pocos depósitos internos y nada de crédito externo, quedó con una muy baja relación Deuda/Capital.

Ambos países pudieron mantener políticas fiscales y monetarias expansivas para compensar la caída de las exportaciones. La gran ventaja de Turquía es que pudo hacerlo manteniendo baja la inflación. Lamentablemente en Argentina esas políticas destinadas a sostener el mercado interno están provocando la aceleración inflacionaria.

¿Cómo ve la evolución de la economía global? ¿La recuperación que se insinúa, será sostenible?

 Las economías emergentes, fundamentalmente los  “BRICs” (Brasil, Rusia, China e India), pero también otros países de Asia, América Latina y África, que hoy tienen ingresos per cápita inferiores a 10.000 dólares, van a crecer vigorosamente. Ellos han aprendido que la mejor estrategia de crecimiento no es ni la sustitución de importaciones ni el aliento artificial a las exportaciones sino la inversión para incorporar las tecnologías más avanzadas en todos los sectores de la producción. El stock de tecnologías disponibles y aún no implementadas en los países en desarrollo es muy grande y la intensificación del proceso de adopción de estas tecnologías será la base de su crecimiento futuro.

Las economías avanzadas (Europa, Japón y los Estados Unidos), que hoy tienen ingresos per cápita del orden de los 30.000 dólares, van a crecer más lentamente, porque van a enfrentar una fuerte competencia externa proveniente de la producción crecientemente eficiente de los países en proceso de desarrollo. La única herramienta que estas economías tendrán para revigorizar su crecimiento será su capacidad para empujar hacia delante la frontera tecnológica de la humanidad. Tienen para ello las mejores universidades del mundo, los centros de investigación científica y tecnológica más avanzados y los mejores departamentos de Investigación y Desarrollo (R&D) de sus empresas. Si invierten en estos rubros y producen innovaciones tecnológicas que luego van a ser implementadas por todo el mundo, entonces podrá mantener e incluso seguir mejorando su nivel de ingreso real. Si no son capaces de seguir este camino, tendrán crecientes problemas para sostener su actual nivel de ingreso.

Yo soy optimista y pienso que se va a dar una sinergia importante, en este sentido del avance tecnológico, entre las economías avanzadas y el mundo en desarrollo, sinergia de la que todos saldremos favorecidos.

¿Que deberían hacer Turquía y Argentina para aprovechar este clima global que usted describe?

Turquía debería seguir haciendo lo que ha hecho en la última década, sin abandonar su política de lucha contra la inflación. Lo único que se me ocurre recomendar es que Turquía busque expandir sus exportaciones hacia los países emergentes, porque ha dependido demasiado de las compras europeas y norteamericanas y éstos no son los mercados que tendrán rápida expansión  en el futuro.

Con respecto a mi País es fundamentar que recupere la estabilidad de precios y vuelva a integrarse financiera y comercialmente al mundo, ofreciendo estabilidad y seguridad jurídica, como lo había conseguido hasta 1998. Si recrea esas condiciones de estabilidad monetaria y sostiene buenas reglas de juego, con el viento a favor que seguirá soplando desde afuera, Argentina también podrá tener un desarrollo muy rápido y sólido. En realidad, la ventaja de Argentina, como la de toda la América del Sur, es que su gran mercado para el futuro son los países asiáticos y éstos, sin duda, ven a tener un crecimiento muy alto por varias décadas.

El riesgo de revaluar por inflación.

                                                                               Por Domingo Cavallo para La Nación

Las monedas nacionales se están revaluando en prácticamente todos los países . En otros términos, el precio del dólar en relación a los precios internos de los bienes y servicios tiende a bajar.

En muchos de esos países la revaluación es resultado de la creciente confianza en la capacidad de sus economías de crecer con estabilidad. Este es el caso de Brasil, Chile, Perú, Colombia y Uruguay en América del Sur. Estas economías, al haberse mantenido abiertas al comercio y a la inversión externas, al haber logrado mantener baja la inflación en base a buenas políticas monetarias y al haber dejado funcionar libremente los mercados, evitando la creación o el aumento de impuestos y regulaciones distorsivas, han creado un clima de confianza entre los productores e inversores privados que promueve la entrada de capitales. Es precisamente este fenómeno el que provoca la revaluación de sus monedas, que no se da por el mecanismo de la inflación sino el de la apreciación nominal, es decir, de la caída del valor del Dólar en términos de la moneda local.

Si bien esta revaluación de las monedas nacionales crea problemas a algunos exportadores y pone presión sobre actividades internas que compiten con importaciones, no se trata de un fenómeno que desalienta la inversión, ni siquiera en estos sectores que ven caer los precios relativos de los bienes que ofrecen. Ello ocurre porque la buena organización de estas economías nacionales promueve el continuo aumento de la productividad y logra preservar la competitividad externa de la economía, pese a la revaluación monetaria. El aumento de la productividad se logra gracias a la modernización tecnológica que viene de la mano de la nueva inversión, a la fuerte inversión en infraestructura y servicios y a la disminución del costo del capital, particularmente por disminución de las tasas reales de interés y del precio relativo de las maquinarias, los equipos y el software.

Lamentablemente no es éste el tipo de revaluación monetaria que se está dando en Argentina. El Precio del Dólar está disminuyendo en relación al precio de los bienes y servicios internos, como en Chile, Brasil, Perú, Colombia y Uruguay, pero no por confianza, como en esos países, sino por inflación, como ocurre también en Venezuela.

La revaluación monetaria tiene su origen en la inflación cuando en una economía mal organizada se manipula el tipo de cambio en lugar de seguir una política monetaria enderezada a mantener baja la inflación. Y cuando se produce este tipo de revaluación monetaria, la pérdida de competitividad es muy gravosa para la economía y termina alimentando expectativas de devaluación nominal que, cuando se manifiestan como demanda de dólares por fuga de capitales, terminan agravando el problema inflacionario.

Una economía está mal organizada cuando en lugar de mantenerse abierta al comercio y a las inversiones, está plagada de restricciones a exportaciones e importaciones y de amenazas a los derechos de propiedad que desalientan la inversión externa. Otro signo de mala organización es la ausencia de una regla monetaria clara que tenga por objetivo mantener baja la inflación. Y, por supuesto, el peor rasgo de una mala organización económica es la existencia de impuestos distorsivos que aumentan artificialmente tanto el costo del trabajo como del capital y desalientan el ahorro y la inversión.

La economía Argentina está hoy tan mal organizada como lo estaba en la década de los 80s, sufre un peligroso fenómeno inflacionario no reconocido por el Gobierno y ha estado manipulando el tipo de cambio de manera arbitraria y, últimamente, en disonancia con su propio discurso. Primero, desde 2002 en adelante y por varios años, impidió que se diera el proceso de apreciación nominal que ayudó en los otros países a mantener baja la inflación. Lo hizo por aplicación de la teoría de que el crecimiento sólo se logra si la moneda local se mantiene depreciada en términos reales. Desde que comenzó a preocuparse por la aceleración inflacionaria no parece estar afligido por la fuerte apreciación en términos reales que se deriva del proceso inflacionario, aunque no ha cambiado el discurso del tipo de cambio “competitivo”. Esta conducta esquizofrénica lleva a que exista creciente incertidumbre entre los agentes económicos privados sobre cómo reaccionará el Gobierno en el momento en que se reavive el proceso de fuga de capitales que comenzó hace varios años y que en los últimos trimestres pareció atenuarse.

Estoy seguro que, cuando ello ocurra, y reconozco que la gran liquidez en dólares puede demorar ese evento varios meses, el Gobierno va a utilizar los controles de cambio para evitar la devaluación nominal del Peso. Claro que ello no podrá evitar que el Peso se devalúe en el mercado paralelo. En ese caso, Argentina se parecerá, aún más de lo que se parece hoy, a Venezuela,  la economía símbolo del Socialismo del Siglo XXI.

Alguien usurpó mi identidad en twitter

Hoy me sorprendió ver publicada en Perfil una supuesta predicción mía sobre el futuro del sistema de comunicaciones en nuestro país. Por supuesto, yo nunca hice esa predicción. Sin embargo aparece acompañada de mi foto. Según el diario esa predición fue trasmitida por una cuenta de twitter que ellos creen que es mía. La cuenta se identifica como @dfcavallo. Cuando ingresé a ella me encontré con una burda falsificación de identidad y una larga serie de mensajes sin sentido. La acabo de denunciar a twitter y espero que la suspendan indefinidamente de manera inmediata. La única cuenta de twitter que yo he abierto es @DomingoCavallo,, que está directamente ligada a mi blog www.cavallo.com.ar.

Me apresuro a trasmitir esta información a los visistantes de mi blog, porque presumo que esta usurpación de identidad no es casual. Pienso que tiene el propósito de engañar a la gente con algún afán propagandistico pro-gubernamental. Circulan evidencias de que en la SIDE se ha montado un operativo para infectar internet con mensajes falsos a los blogs destinados a mostrar apoyos al Gobierno y desacreditar a quienes lo critican, Tengo la sospecha que esta usurpación de identidad se inscribe en esa estrategia.

Medida en dólares de valor constante, la jubilación mínima apenas alcanza hoy a la de los 90s.

Varios de los visitantes del blog me indicaron que para comparar la jubilación en dólares, debería tener en cuenta la inflación de los Estados Unidos. Lo he hecho y los resultados acentúan la conclusión del post anterior. La jubilación media en dólares de valor constante de diciembre de 2009 era 500 en diciembre de 2001 y sólo 284 en diciembre de 2009. Es decir que nueve años atrás la jubilación media en dólares constante era 76 % más alta que la que se paga hoy.

Hecha la misma comparación para la jubilación mínima, resulta que, en promedio, durante los 90s ella era de 218 dólares de valor constante, prácticamente el mismo valor que tiene hoy. En otros términos, todos los aumentos de la jubilación mínima desde 2002 en adelante que el Gobierno tanto publicitó, apenas han conseguido retornarla al valor que’tuvo, en promedio, durante la década de los 90s. En otros términos, tampoco es cierto que el Gobierno haya concedido aumentos significativos a la jubilación mínima, si es que se hace el cálculo a dólares de valor constante.

A algunos visitantes del blog les ha llamado la atención que la jubilación mínima medida en dólares de valor constante disminuya entre 1991 y 2001 mientras la jubilación media aumenta mucho. La explicación es precisamente la inflación de los Estados Unidos. Como la jubilación mínima en dólares corrientes se mantuvo constante en ese período, al hacer el cálculo en términos de dólares de valor constante, esa jubilación se va reduciendo.

A continuación agrego la imágen con el gráfico de la jubilación a dólares constantes. La diferencia con el gráfico del post anterior radica en que en aquel se mostraba la jubilación en dólares corrientes.