El retorno del mercado paralelo del Dólar

A pesar de que nuestro país goza de precios excepcionalmente altos para sus principales productos de exportación y de que hay una liquidez en dólares inéditamente elevada en el mercado mundial, comenzó a aparecer una brecha entre el precio del dólar en el mercado oficial y el precio de la misma moneda en el mercado paralelo. Yo vengo advirtiendo sobre este fenómeno desde 2008, cuando publiqué mi libro Estanflación, pero recién ahora este tema ha comenzado a ser analizado por quienes siguen los acontecimientos económicos de Argentina.

La brecha entre el precio oficial del dólar en el mercado oficial y su cotización en el mercado paralelo es una señal de que existe fuga de capitales que el gobierno trata de detener con controles de cambio, a la usanza de lo que hacían muchos países en proceso de desarrollo, y por supuesto, el nuestro, hasta fines de los 80s y principios de los 90s. Hoy hay muy pocos países que tienen un sistema de control de cambios como el que ha reinstalado el Gobierno. El caso más emblemático de los que han vuelto a sufrir una enfermedad económica que se creía erradicada en todo el mundo es Venezuela. Lamentablemente nosotros, como ya lo ha hecho Venezuela, estamos en camino de agregar a la inflación, esta otra fuente de distorsión económica: la denominada  “prima en el mercado paralelo”.

A medida que esta prima aumenta se estimula la sub-facturación de exportaciones y la sobre-facturación de importaciones. Cuando un exportador puede declarar un valor inferior al real por su exportación y deja parte de su ingreso en moneda extranjera en el exterior, podrá obtener un beneficio extra vendiendo la divisa en el mercado paralelo. Cuando un importador logra comprar dólares en el mercado oficial por un importe mayor al verdadero costo de su importación, en particular cuando las importaciones no pagan arancel, como las que vienen de países vecinos, también obtiene una ganancia extra vendiendo los dólares excedentes en el mercado paralelo. Quienes demandan dólares en el mercado paralelo porque no los pueden conseguir en el mercado oficial, pagan un precio más elevado. Es ese precio el que le permite una ganancia extra al exportador que sub-factura o al importador que sobre-factura. En principio, uno podría pensar que en definitiva el mercado paralelo provoca el mismo efecto beneficioso sobre las exportaciones que un aumento liso y llano en el precio del dólar en el mercado oficial y que a ese beneficio lo financian los que quieren sacar capitales del país fuera de la ley. Pero lamentablemente no es así.  La existencia del mercado paralelo produce perjuicios económicos muy grandes. Esos perjuicios son mayores a medida que aumenta la prima del mercado paralelo.

Cuando la prima del mercado paralelo aumenta, también aumentan las expectativas de devaluación y de inflación. Las expectativas aumentadas de inflación tienden a transformarse en realidad porque muchos precios internos ya no se fijan siguiendo el valor del mercado oficial sino que siguen el valor del mercado paralelo. Esto es particularmente cierto cuando el gobierno impone restricciones cuantitativas a las importaciones, práctica que el Gobierno ya venía aplicando pero que recientemente ha acentuado. Las expectativas aumentadas de devaluación pueden demorar en transformarse en una devaluación de la moneda en el mercado oficial, porque el Gobierno utilizará, por un tiempo, las reservas y los controles con ese objetivo. Pero aún demoradas, esas expectativas comienzan a influir sobre las tasas de interés. Si el Banco Central no permite que aumenten pari passu con las expectativas de devaluación, la fuga de capitales va a aumentar y con ella incrementará la prima del mercado paralelo. Esta a su vez provoca nuevos aumentos en la expectativa de devaluación y empuja aún más hacia arriba a las tasas de interés. Se trata ni más ni menos que de un círculo vicioso del que solo se sale con una devaluación fuerte de la moneda en el mercado oficial. No hace falta ir demasiado lejos para entender todos los efectos negativos que provoca una fuerte devaluación. Para los que no vivieron o ya olvidaron la experiencia argentina del período 1975-1990, basta que recuerden lo que pasó en enero de 2002. Las devaluaciones fuertes exacerban la inflación, provocan un fuerte deterioro de los salarios reales y las jubilaciones y redistribuyen el ingreso en forma muy regresiva.

Existiría una forma de hacer desaparecer de un saque el mercado paralelo del dólar: eliminar totalmente los controles de capitales, tanto para la entrada como para la salida y dejar que el precio del dólar se fije libremente en un mercado totalmente libre. El Banco Central podrá intervenir vendiendo o comprando dólares, según en que dirección quiera modificar el precio de esa moneda, pero la libertad cambiaria hará que desaparezca el mercado paralelo. Lamentablemente esto no es algo que entra dentro del sistema de pensamiento económico del Gobierno actual.

Por eso habrá que prestar atención a la prima del mercado paralelo. Servirá de advertencia sobre los problemas que las malas políticas económicas en vigencia seguirán creando hacia el futuro .

Un recuerdo personal sobre los pasos de Sarmiento

Hoy, mientras leía los excelentes artículos con que la prensa argentina conmemoró el segundo centenario del nacimiento del Gran Sanjuanino, recordé con nostalgia la visita de José Ignacio García Hamilton a la ciudad de Boston en el año 2004. Por aquel entonces yo era profesor visitante en la Universidad de Harvard y le había organizado al talentoso escritor tucumano una conferencia patrocinada por la Asociación de estudiantes latinoamericanos y el David Rockefeller Center for Latin Anmerican Studies.

José Ignacio García Hamilton, a quien yo le había elogiado en un encuentro anterior en Buenos Aires su libro titulado “Cuyano alborotador”, me trajo de regalo una copia de un libro de Sarmiento que yo no había leído: “Viajes por África, Europa y América”.  Leímos juntos las partes del libro en las que Sarmiento cuenta su primera visita a Boston y al día siguiente recorrimos los lugares  que el Gran Sanjuanino menciona en su crónica. Recuerdo en particular la emoción que ambos sentimos cuando en la ciudad de Concord, a pocos kilómetros de Cambridge, visitamos el museo que recuerda a Ralph Waldo Emerson y Henry Wadsworth Longfellow los intelectuales con los que compartió muchas horas Sarmiento en su segundo viaje. Sarmiento había estado en Concord invitado por Mary Mann, quien fue la traductora al inglés de Facundo, en 1868, poco después que el Gran Sanjuanino dejara los Estados Unidos para volver a Argentina a hacerse cargo de la Presidencia de la República. Mary Mann lo introdujo a Emmerson y a Longfellow y ambos quedaron fascinados por la inteligencia del visitante argentino.

Mary Mann era la viuda de Horace Mann, el gran educador Bostoniano que despertó la atención de Sarmiento con sus ideas sobre la organización del sistema de educación primaria en Massachusetts. Sarmiento había leído escritos de Horace Mann mientras estaba en Europa, durante su primer viaje como enviado del Gobierno de Chile y esas lecturas lo indujeron a visitar los Estados Unidos. A través de Horace Mann, con quien dialogó largamente en su primera visita a Boston, conoció la exitosa experiencia de Massachusetts en materia de educación. Atribuyó el impresionante desarrollo industrial que encontró en Lowell, a la educación y la moral de los trabajadores norteamericanos, muy superior a la de los trabajadores que él había conocido en Inglaterra.

Recuerdo que estábamos precisamente en Lowell cuando releímos párrafos impactantes de su libro viajes. Los transcribo porque son especialmente relevantes en un blog que, como éste, se dedica a discutir temas económicos:

“En los alrededores de Boston, a distancia de 12 millas, unido a la ciudad por un camino de hierro para las personas y por un canal para las materias primas, está Lowell, el Birminghan de la industria norteamericana. Aquí como en todas las cosas brilla la soberana inteligencia de este pueblo. ¿Cómo luchar con la fabricación inglesa producto de ingentes capitales empleados en las fábricas, y de salarios ínfimos pagados a un pueblo miserable y andrajoso? Dícese que las fábricas aumentan el capital en razón de la miseria popular que producen.»

«Lowell es un desmentido a esta teoría. Ningunas ventajas o escasísimas llevan a los ingleses en el costo de la materia prima; pues, tanto vale llevar a Londres o Boston por mar las balas de algodón de la Florida; pero las diferencias de salarios son enormes, y sin embargo, los tejidos de Lowell sostienen la concurrencia con los ingleses en precio y les aventajan de ordinario en calidad. ¿Cómo han hecho este prodigio? Apurando todos los medios inteligentes de que el país es tan rico. El obrero, el maquinista son hombres educados; su trabajo, por tanto, es perfecto, sus medios ingeniosos; y pudiendo calcular el tiempo y el producto,  producen mayor cantidad de obra y más perfecta.»

«Las hilanderas y trabajadoras son niñas educadas, sensibles a los estímulos del deber y de la emulación. Vienen de 80 leguas a la redonda a buscar por sí medios de reunir un pequeño peculio; hijas de labradores, más o menos acomodados, sus costumbres decorosas la ponen a cubierto de la disolución. Buscan plata para establecerse, y en los hombres que la rodean no ven sino un candidato marido. Visten con decencia, llevan,medias de sedas los domingos, sombrilla y manteleta en la calle; ahorran 150 o 200 pesos en algunos años y se vuelven al seno de su familia, en actitud de sufragar los gastos de establecimiento de una nueva familia (…)»

«De todo el mal que de los Estados Unidos han dicho los europeos, de todas las ventajas de que los americanos se jactan y aquellos les disputan o afean con defectos que las contrabalancean, Lowell ha escapado a toda crítica y ha quedado como un modelo y un ejemplo de lo que en la industria puede dar el capital combinado con la elevación moral del obrero. Salarios respectivamente subidos producen allí mejor obra y al mismo precio que las fábricas de Londres, que asesinan a las generaciones…»

Durante la recorrida José Ignacio García Hamilton me explicó muchos detalles de la vida de Sarmiento que yo había leído en «Sanjuanino alborotador» pero a los que no había relacionado tan estrechamente con la ciudad en la que yo mismo había estudiado 30 años antes y en la que ahora estaba trabajando como profesor. Terminamos la recorrida visitando, precisamente, el monumento a Sarmiento que se yergue altivo en medio de la «Commonwealth Avenue», la más elegante y señorial avenida de la ciudad. Con Sonia mi esposa, recordamos que mientras vivíamos en Boston, entre 1974 y 1977, cuando sentíamos nostalgia por la Argentina, solíamos ir en auto hasta el pie del monumento a entonar las estrofas del Himno a Sarmiento, tal como lo habíamos hecho cuando niños, cada mañana, antes de entrar al aula de nuestras respectivas escuelas.

Lamentablemente José Ignacio García Hamilton ya no está entre nosotros. Si viviera, hoy lo habría llamado para saludarlo y agradecerle por aquella hermosa experiencia, que me permitió darle una dimensión más humana a la profunda admiración que desde chico yo había profesado por el Sarmiento de las estatuas de bronce. Más que el bronce lo que lo ha inmortalizado es la pasión que puso para hacer de la educación popular el objetivo de su esforzada lucha. Todos los homenajes que hoy se le han tributado a lo largo y a lo ancho de nuestra Argentina son bien merecidos. Ojalá sirvan para revitalizar nuestro empeño por volver a darle a la educación la importancia que Sarmiento reclamó durante su larga y azarosa vida.

Moreno quiere silenciar a quienes miden bien la inflación, pero internet y la academia se lo impedirán.

Por Domingo Cavallo

A mediados de 2007 mi hijo Alberto tuvo una idea que hasta ese momento, a pesar de ser casi obvia, no se le había ocurrido a nadie: formar una base de datos con los precios a los que los supermercados ofrecen diariamente sus productos por internet. A partir de esa base de datos, comenzó a calcular índices de precios diarios de los bienes que entran en la canasta de alimentos y bebidas del índice de precios al consumidor y también de la canasta alimentaria básica con la que se calcula el índice de pobreza. Esos índices se vienen publicando en el sitio www.inflacionVerdadera.com.

A partir de esa idea y con apoyo técnico del Instituto Tecnológico de Massachusetts Alberto, pudo ampliar la base de datos a cuatro países latinoamericanos: Argentina, Brasil, Chile y Colombia. Utilizando esos datos escribió su tesis doctoral en la Universidad de Harvard. Desde que es profesor asistente de economía aplicada en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, puso en marcha con su mentor y colega Roberto Rigobón, un proyecto que aspira a recolectar el mismo tipo de datos, en forma diaria, para todos los países del mundo en los que haya ventas por internet. Por el momento ya han abarcado a 60 países. Los detalles y la información inicial que emanan de este proyecto se pueden encontrar en el sitio www.bpp.mit.edu. Ya han salido varios comentarios sobre este proyecto en la prensa internacional. El más reciente apareció en Businessweek.

No creo que Guillermo Moreno pueda encontrar argumentos para pretender cobrarle una multa a los responsables de un proyecto académico del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts como la que insólitamente pretende cobrar a los consultores residentes en la Argentina que han osado decir la verdad en materia de inflación. Una vez más las tecnologías de la información y la independencia académica son antídotos contra el veneno que escupen los dictadorzuelos mentirosos que aún existen en países institucionalmente debilitados como el nuestro.

Una pegunta que siempre me hacen en el exterior es la siguiente: ¿cómo se explica que en un país como la Argentina al gobierno se le ocurra mentir sobre la inflación? Mi contestación es siempre la misma: forma parte de la obstinada tendencia del actual gobierno por ignorar el conocimiento económico acumulado y la triste historia inflacionaria de la Argentina.

La inflación originada en la expansión monetaria (o, lo que es lo mismo, en la devaluación monetaria decidida por las autoridades y no por el mercado) sólo produce incremento de la producción y del empleo cuando los productores piensan que el aumento de sus precios de ventas no va a ser acompañado de aumentos de igual magnitud en sus costos de producción y cuando los trabajadores y prestadores de servicios por cuenta propia se resignan a que sus ingresos nominales aumenten menos que la inflación.

También ayuda a lograr aumentos en la producción y en el empleo la existencia de tasas de interés reales negativas, es decir, que las tasas de interés sean inferiores a la inflación, porque ello ayuda a aumentar la demanda, si reciben crédito los consumidores, o ayuda a que los productores inviertan, si son ellos los que consiguen crédito a tasas más bajas que el ritmo de aumento de sus precios.

Pero estos efectos beneficiosos de la inflación son transitorios y terminan revirtiéndose. La razón por la que no perduran es fácil de entender. Como contrapartida de los beneficios para los empresarios y para la gente que estaba desocupada y consigue empleo, existen muchos perjudicados por la inflación, entre ellos los trabajadores que estaban ocupados, los prestadores de servicios por cuenta propia, los jubilados. Todos ellos ven disminuir sus ingresos en términos del costo de la vida. Por eso aumentan los índices de pobreza. Por ejemplo, entre Octubre de 2001 y Octubre de 2002 el porcentaje de la población considerada pobre aumentó de 28 % a 46 % como consecuencia del repentino aumento de los precios que se produjo a causa de la fuerte devaluación de los primeros meses de 2002. Desde 2006 en adelante, el índice de pobreza bien medido también vienen aumentando. Pasó de 19% en Octubre de 2006 a 32% en la actualidad. Esto es clara consecuencia del aumento de la canasta básica con la que se mide el índice de pobreza.

Lo mismo ocurre con los ahorristas. La contrapartida de las tasas de interés inferiores a la inflación que reciben quienes toman crédito es la desvalorización de los ahorros de la población, algo que se puede mantener en el tiempo sólo mientras la gente no tenga la alternativa de ahorrar en monedas extranjeras. Esta alternativa reaparece cuando se agota el colchón cambiario que crean las fuertes devaluaciones o cuando el dólar, en lugar de depreciarse, como ha venido ocurriendo en los últimos años, tiende a hacerse cada vez más fuerte, algo que en algún momento comenzará a ocurrir.

Los perjudicados por la inflación, cuando toman conciencia de esos perjuicios, comienzan a bregar por revertirlos. Los trabajadores y jubilados demandan aumentos de sueldos y jubilaciones. De la misma forma, los ahorristas tratan de protegerse comprando monedas extranjeras cuando comienzan a ver que éstas ya no se desvalorizarán. Cuando estos fenómenos ocurren, la inflación se transforma en persistente y potencialmente explosiva. Para aventarla, eventualmente, el gobierno se verá obligado a restringir la emisión monetaria (o, lo que es lo mismo, a dejar que el peso se vaya apreciando en términos reales frente a las demás monedas). En ese caso, los productores y trabajadores que se habían beneficiado inicialmente de la inflación, no sólo perderán ese beneficio sino que comenzarán a ser los principales perjudicados por el aumento de la recesión y el desempleo.

El Gobierno Argentino, a partir de enero de 2007, puso en práctica una estrategia con la que creyó haber encontrado la forma de perpetuar los beneficios de la inflación demorando sine die la toma de conciencia por parte de los trabajadores que nunca perdieron el empleo, de los jubilados y de los ahorristas de los perjuicios que le causa la inflación. La estrategia fue, ni más ni menos, que dibujar desde el INDEC la tasa de inflación. Se pensó que mintiendo sobre los índices se podría perpetuar el engaño y la ilusión monetaria a través de la cual la inflación produce efectos reales.

Como era de esperar, la gente y, en particular, los trabajadores, no se dejaron engañar y la puja distributiva lejos de desaparecer se hizo más intensa. Al gobierno que tiene de Secretario de Comercio a Guillermo Moreno, le salió el tiro por la culata. Y, en su desesperación, quiere perseguir a quienes dicen la verdad sobre la inflación.

Tommaso Padoa-Schioppa y el Euro-Dolar

Hace treinta días moría de un sincope cardíaco uno de los economistas que más aportes hizo a la discusión de cómo volver a conformar un Sistema Monetario Internacional capaz de asegurar la estabilidad y el crecimiento de la economía global. Era todavía un hombre lleno de ideas y convencido que un buen conjunto de reglas acordadas multilateralmente entre las naciones podría ayudar mucho a evitar las crisis y sobresaltos a los que estuvo y sigue estando sometida la economía global. Puso en práctica sus ideas ayudando a la conformación de la Unión Europea y es considerado uno de los padres del Euro.

La última vez que lo ví, él había creado un grupo de trabajo para ayudar a pensar la conformación de un nuevo Sistema Monetario Internacional en reemplazo del desorden monetario que emergió de la crisis del Sistema de Bretton Woods en 1991. Presentó su iniciativa en una reunión realizada en París el 10 y 11 de Diciembre de 2010, organizada por Marc Uzan, Presidente de “Reinventing Bretton Woods”, con apoyo del gobierno francés. El Presidente Nicolás Sarkozy y su Ministra de Economía Christine Lagarde están empeñados en aprovechar su período en la Presidencia del Grupo de los 20 para avanzar en la discusión del nuevo Sistema Monetario Internacional.

Yo había tenido muchas oportunidades de apreciar su inteligencia y su generosidad, porque compartí con él muchas reuniones del Grupo de los 30. Durante el año 2001, cuando en Argentina enfrentábamos el problema de tener nuestra moneda atada a un Dólar exageradamente apreciado, vino varias veces a Buenos Aires a ayudarme a razonar sobre la conveniencia de incorporar al Euro en nuestro sistema de convertibilidad monetaria. Con él discutí la idea de modificar el régimen de tipo de cambio fijo con el que había nacido nuestra convertibilidad en 1991, por un sistema, transitorio, de tipo de cambio fijo en relación al Dólar-Euro y, a partir del momento en que el Dólar y el Euro tuvieran el mismo valor, en un régimen de flotación acotada del peso entre el Dólar y el Euro, de tal forma que nuestra moneda no pudiera devaluarse más que la más débil de las dos, pero, a su vez, no estuviera atada obligatoriamente a la más fuerte. Un esquema semejante evitaría tanto la tentación inflacionaria como la trampa deflacionaria. Lamentablemente el abandono del sistema de convertibilidad a principios de 2002 ocurrió antes de que se produjera la equivalencia entre el Dólar y el Euro, algo que Tommaso Padoa-Schioppa estaba seguro que iba a ocurrir muy pronto.

Tommaso Padoa-Schioppa era un convencido que un futuro Sistema Monetario Internacional no podría tener al Dólar como única moneda de reserva  sino que ese rol debería ser compartido con el Euro y, en el futuro, con otras monedas regionales, comenzando con la que se organizara alrededor del Yen y del Yuan en Asia. También pensaba que, eventualmente, América del Sur podría llegar a tener una moneda regional. Él estaba convencido que cuando ya no fuera el Dólar la moneda de reserva predominante, las grandes uniones monetarias iban a estar obligadas a hacer esfuerzos de coordinación de sus políticas capaces de evitar tanto la inflación como la deflación en la economía global y en cada una de las naciones que se sujetaran a las disciplinas mínimas que impondría el sistema.

Cuando Tommaso fue Ministro de Economía de Italia, durante el segundo Gobierno de Romano Prodi, me comentó que esa experiencia le permitía entender muy bien las dificultades que yo había enfrentado en 2001 para tratar de re-equilibrar las cuentas fiscales en una economía en la que el excesivo gasto público y el endeudamiento creciente habían llevado a una situación de crisis monetaria. El temía y la realidad le dio la razón, que el excesivo gasto público y el endeudamiento descontrolado podrían terminar creando en Europa una crisis como la que en 2001 sufrimos  en Argentina. Pero en plena crisis europea su postura seguía siendo la misma que había compartido conmigo en 2001: perseverar en el ajuste fiscal, pero nunca abandonar el sistema monetario que era el reaseguro de estabilidad. Estoy convencido que de haber estado vivo, él le hubiera respondido a Paul Krugman de la misma forma como lo hice yo en el Diario El País. Para Tommaso Padoa-Schioppa una salida de la crisis en Grecia, Irlanda y Portugal a la Argentina 2002, era lisa y llanamente, una catástrofe.

El próximo 1 de Febrero, Mario Monti, el rector de la Universidad Luiggi Bocconi, a la que Tommaso Padoa-Schioppa consideraba su Alma Mater, ha organizado un memorial en su homenaje en el que hablarán, entre otros el Presidente de Italia Giorgio Napolitano, el anterior Presidente de la República y legendario Presidente del Banco de Italia,  Carlo Azeglio  Ciampi, el dos veces Primer Ministro de Italia, Romano Prodi, el Ex Presidente de la Unión Europea, Jacques Delors, el actual Presidente del Banco Central Europeo Jean Claude Trichet y el ex Presidente del Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos Paul Volcker. Este tipo de homenaje a una persona recientemente fallecida es un evento académico en el que se discuten los temas que desvelaban a quien ya no está en este Mundo. Se trata de una forma muy inteligente y constructiva que se utiliza para rememorar la vida de las personalidades que con su intelecto y dedicación han hecho contribuciones valiosas al progreso de la Humanidad.Yo he sido invitado a ese memorial y un grupo de amigos latinoamericanos de Tommaso me han pedido que los represente. Lo haré con gusto. De esa forma rendiré mi homenaje y el de mucha gente de nuestra región que sabe y valora lo que Tommaso Padoa Schioppa significó en vida.

Para la industria ya desapareció el colchón cambiario

Mientras descansé unos días en Córdoba tuve oportunidad de conversar  con varios industriales que me explicaron que si bien hay mucha demanda interna  y el gobierno se preocupa por brindarles protección contra las importaciones, la exportación de manufacturas industriales está enfrentando grandes dificultades por combinación de altos costos salariales y fuerte presión tributaria. Incluso me dieron datos sobre costo salarial horario que resultan sorprendentes. En el caso de un industrial metalúrgico me indicó que mientras a fines de 2001 el costo de la hora del operario industrial era de 7 dólares, hoy cuesta ya 13 dólares y, con los aumentos que se prevén para 2011, si el precio del dólar sube poco, están previendo que ese costo puede llegar a 16 dólares, semejante al costo de la hora operario industrial en el sur de los Estados Unidos. Bastante más alto que en Brasil, México y Chile, a pesar de que en esos países las monedas nacionales se han apreciado mucho en los últimos años. Yo le argumenté que el dólar en 2001 estaba mucho más apreciado que en la actualidad, por lo que la comparación debería ser hecha teniendo en cuenta la canasta de monedas de nuestro comercio exterior. Y le prometí hacer el análisis correcto.

En el Gráfico que acompaña a este post aparece un índice del costo salarial horario para la industria manufacturera con base 1 en 1997, construido con los datos trimestrales de la encuesta industrial que publica el INDEC. El índice llega hasta el tercer trimestre de 2010. Este índice tiene dos características importantes: el costo salarial está corregido por la productividad media del trabajo en la industria manufacturera, medida por el índice de producción industrial dividido por el índice de número de horas totales trabajadas, y está deflactado por un índice del costo en pesos de una cesta de monedas extranjeras, al que le denominamos “dólar canasta”. La cesta de monedas extranjeras representa adecuadamente la composición de nuestro comercio exterior.

Para entender cómo influye el hecho de que no se tienen en cuenta sólo el precio del dólar sino el del resto de las monedas relevantes, por ejemplo, el real brasilero, vale la pena mirar el gráfico y entender el salto hacia arriba del índice de costo salarial que se dio entre el cuarto trimestre de 1998 y el primero de 1999. Ese salto se explica por la fuerte devaluación del real, que equivalió a una disminución del precio en pesos del dólar canasta.

Surge claramente que ya en el tercer trimestre de 2010 el salario industrial corregido por productividad estaba casi tan alto como en el momento de mayor costo horario industrial de la década del 90, el año 1999. Está 15 % por arriba del nivel que ese costo salarial tenía durante los años de la convertibilidad en los que la industria crecía, es decir hasta antes de la devaluación del real.

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Obviamente, si durante 2011 el costo salarial sube 30 % y el precio del dólar sólo 10 %, como surge de los pronósticos más habituales, este índice se ubicará hacia fines del 2011 casi un 35 % por arriba del nivel que tenía durante la década del 90, antes que la crisis Rusa y la desvalorización del Real provocaran un shock fuertemente recesivo a la economía argentina.

Sin duda este comportamiento del costo industrial horario significará un gran desaliento a la exportación de manufacturas. Hay que tener además en cuenta que en la actualidad la presión tributaria que soporta la actividad económica es muy superior a lo que era en  2001. Hoy las exportaciones industriales pagan un 5 % de retención que en aquella época no existía. Además todos los contribuyentes pagan el impuesto a las ganancias sin ajuste por inflación, lo que significa una presión fiscal adicional. Además, el impuesto a las transferencias financieras en aquel año se podía tomar a cuenta de IVA y Ganancias, cosa que hoy no ocurre. Y, por último, han desaparecido los planes de competitividad, que le permitían a las empresas industriales descontar el costo salarial por aportes patronales del IVA. (Las únicas empresas que recuperan los aportes patronales como lo disponían los planes de competitividad son las de transporte que tienen a su personal afiliado al gremio de los camioneros, quienes le tienen que devolver en efectivo, a la gente de Moyano, el 15 % del monto que les devuelve la AFIP).

La única razón por la que hoy hay todavía buenas exportaciones de automóviles es porque Brasil está absorbiendo mucha producción argentina debido a la fuerte demanda que plantea su mercado interno. Pero si esta situación se llegara a revertir por una eventual desvalorización del real, el panorama empeorará  significativamente.

Es paradójico, pero la estrategia que prometía un tipo de cambio real alto, está dejando a la industria exportadora mucho más expuesta que en la época de la convertibilidad. Lo único que queda de la estrategia “»industrialista” que se pregonó hasta el cansancio y se sigue pregonando, es la fuerte tendencia a la sustitución de importaciones basada no en la eficiencia sino en el proteccionismo. Una tendencia que va a contramano de lo que ocurre en todo el resto de las economías emergentes.