Cavallo: «El modelo chileno es apropiado para Argentina y cualquier país emergente»

Domingo Cavallo, Mingo como a él mismo le gusta llamarse, parece sentirse como en casa en Harvard, donde hoy es Robert Kennedy Visiting Professor in Latin American Studies. Después de haber pasado parte del 2002 y el 2003 en New York University, hoy reconoce que prefiere Boston a Nueva York. Y no es sólo porque en esta universidad obtuvo su doctorado en economía, sino porque aquí estudian también dos de sus tres hijos. Con una actividad académica casi exclusivamente abocada a los temas latinoamericanos, sus cátedras y su consultora en Argentina lo mantienen conectado a su país, al cual podría retornar al término del año académico en Estados Unidos. Quizás por lo mismo, advierte que no quiere comentar la negociación que enfrenta el gobierno de Kirchner con el FMI a raíz de la deuda externa -«porque no quiero influir sobre un proceso en marcha», explica.

Aún así, es claro que este economista de 57 años plantea su alejamiento de la política como algo transitorio, y que como él mismo lo afirma en esta entrevista, las circunstancias en su país marcarán la pauta de su regreso a la contingencia más dura. Mientras aguarda ese momento, Boston y la academia parecen el perfecto lugar para revisar la crisis que vivió Argentina -sobre la cual ha escrito varios papers aquí en Estados Unidos-, examinar las responsabilidades envueltas y analizar sobre la contingencia política y económica de la región.

América Latina vive un buen momento debido en parte a la mayor demanda por commodities que genera el fuerte crecimiento de China. Pero hay dudas sobre si el crecimiento de China es sostenible

La expansión de China es buena para la región, porque se está constituyendo en un motor adicional para el crecimiento mundial. Y creo que va a durar. Es tan grande China y tiene tantas oportunidades de inversión por desarrollar y productividad por generar, que va a tener un proceso muy largo de expansión, como lo han tenido otros países asiáticos en el pasado. Además, se está empezando a gestar una estrategia de desarrollo interesante en India.

¿La inestabilidad política de la región, en particular en Bolivia y Venezuela, y en menor medida Perú, puede opacar este mejor momento económico?

El tema de Venezuela es un caso de vuelta al populismo de los años ’60 o ’70, que está demostrando ser inconducente. No creo que haya ningún progresista en América Latina que tome la experiencia de Chávez como modelo.

Pero está también Bolivia, que enfrenta una fuerte inestabilidad.

El tema Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia tiene un común denominador, que es la mezcla de estos fenómenos de financiamiento provisto por la droga, y el indigenismo pretendiendo cobrar poder, apoyado desde el exterior y planteando una suerte de cambio de sistema que no se sabe en qué consiste, pero que abarcaría no sólo la economía sino la política. Ese es un fenómeno muy peligroso para la democracia de esos países.

Lamentablemente, el retorno del populismo a Venezuela y la actitud de Chávez no ayudan. Pero así como están la mala influencia y el mal ejemplo de Chávez, los países andinos tienen la buena influencia y el buen ejemplo de Chile. Si Chile tuviera gestos de mayor amistad y acercamiento al resto de los países andinos, podría ayudar mucho a frenar este proceso de desestabilización democrática y de reversión de las reformas de mercado que peligrosamente se dan en Bolivia y amenazan a Perú, y eventualmente a Ecuador y Colombia.

¿A qué se refiere con mayor acercamiento por parte de Chile?

Chile tiene la gran ventaja de haber tenido y seguir teniendo éxito económico. Dado eso, podría tener una influencia muy positiva sobre el curso de los acontecimientos en Bolivia, Perú y en todo el resto de los países andinos. Pero creo que requeriría un poco de mayor predisposición de Chile de ayudar a resolver problemas de larga data, como son el acceso la mar de Bolivia y los problemas con Perú.

¿Usted apoya entonces la idea de que Chile le dé a Bolivia salida al mar?

Siempre y cuando Bolivia y Perú consoliden sus regímenes democráticos y sus economías abiertas e integradas al mundo. Chile lo tendría que hacer como una contribución a la estabilidad de la región, así como Alemania concedió muchas cosas para lograr la estabilidad, la paz y el crecimiento de Europa.

Si no hay esa contribución, como usted lo califica, ¿cómo ve las perspectivas para la estabilidad en esos países?

No me gusta ser agorero, pero se están dando situaciones muy peligrosas tanto para el futuro de Bolivia como de Perú y de Ecuador, manifestadas en estos movimientos antisistema.

Esos movimientos también se han dado en Argentina, con los piqueteros, mientras el gobierno de Kirchner ha aislado a su país de la comunidad financiera internacional.

En el caso argentino, fue un primer intento de volver a políticas populistas muy consecuentes con la personalidad y la trayectoria de Duhalde y Alfonsín, y que fue circunstancialmente apoyado por los gobierno provinciales. Pero las consecuencias fueron tan negativas para el pueblo argentino que el mismo Duhalde tuvo que variar la orientación de sus políticas, y ahora Kirchner estoy seguro va a reencauzar la situación.

¿En que dirección? ¿Un nuevo modelo liberal en Argentina?

En la dirección de no mantener a Argentina aislada del mundo y no cerrar oportunidades de inversión, para que ésta pueda retomar un crecimiento vigoroso. Lo que ha habido a partir del año pasado es una vuelta a los niveles razonables de producción y actividad. Pero eso no es crecimiento económico, sino simplemente recuperación del nivel de actividad. El modelo argentino para el futuro no puede ser diferente al que se aplicó y se sigue aplicando en Chile, y que no lo llamaría el modelo del consenso de Washington, ni el modelo neoliberal. Eso es un epíteto que se le ha puesto. Es el modelo de la racionalidad económica y del pleno aprovechamiento de la capacidad productiva y del potencial de crecimiento que tiene un país.

En la definición de las reglas del juego que está pendiente en Argentina ¿es aplicable el modelo chileno?

Cada país tiene su propia historia, pero si por modelo chileno entendemos el haber definido reglas del juego claras, que procuran una creciente integración de Chile al mundo, un alto grado de competencia y transparencia en los mercados, un gran equilibrio fiscal e incentivos al ahorro, sin duda el modelo chileno es apropiado para Argentina, como lo es para cualquier economía emergente.

Pero muchos en Argentina culpan al modelo de los ’90 por lo que pasó en la crisis del 2002.

No, eso de que muchos culpan es una interpretación mediática. Los argentinos son inteligentes y saben que algunas cosas produjeron malos resultados, como el excesivo gasto de las provincias y su endeudamiento. Los políticos que actualmente están en el gobierno, sobre todo los dirigentes provinciales, le echan la culpa a Menem, a De la Rúa, a Cavallo, pero la gente sabe que las responsabilidades por el exceso de gasto fueron de toda la dirigencia entre el ’97 y el ’99.

«El FMI se portó mal»

¿Y cuál fue la responsabilidad del FMI?

La única responsabilidad del FMI es la de haber prometido un apoyo para una reestructuración ordenada de la deuda en el segundo semestre del 2001, y luego no hacerlo. En el momento crítico, el FMI envió señales contradictorias que hicieron interpretar a los populistas argentinos que el Fondo pretendía el default, la devaluación y el caos que sobrevino en el 2002.

Hay quienes critican al FMI por un supuesto doble estándar: impone un severo ajuste fiscal a Brasil, pero con Argentina ha tomado una actitud más paciente, ahora que viene la renegociación…

No, no creo que haya que verlo así. El Fondo se portó muy mal con Argentina en la segunda mitad del 2001, porque debería haber ayudado a Argentina a hacer una reestructuración ordenada de la deuda, tal como lo había prometido en el mes de agosto, y luego no lo hizo. Por lo tanto el Fondo Monetario se siente corresponsable de haber provocado el default y la devaluación, y yo, claramente, lo hago responsable del proceso de pesificación que significó imponerles una quitada a los acreedores internos, que afectó a los ahorristas del sistema bancario y a los titulares de los fondos de pensiones.

Eso llevó a destruir la riqueza financiera de los argentinos y a eliminar los incentivos al ahorro.

Más allá del FMI y de la clase política, la crisis argentina se identificó con usted.

Sin duda hubo una decisión política del gobierno de Duhalde, apoyada por el principal multimedio de la Argentina -el grupo Clarín-, de identificarme a mí como el chivo expiatorio. Pero ahora yá han cambiado, ahora lo tratan de transformar como el chivo expiatorio a Menem y a De la Rua.

¿Y cual fue la responsabilidad de Menem en la crisis?

Tuvo una fortísima responsabilidad política para bien durante un período y para mal en otro. Pero en el desmanejo político y económico del ’97 al ’99 Menem tuvo un colega que es tan o más responsable que él. Y ese colega es Duhalde, porque el desmanejo de esos años fue fruto de la competencia entre los dos por la candidatura presidencial del ’99.

«Se me hizo difícil trabajar en Argentina»

¿Su reclusión en Estados Unidos ha sido un autoexilio dadas las fuertes críticas que enfrentó en su país?

Simplemente yo trabajo donde me ofrecen hacerlo. Con la actitud del gobierno de Duhalde y de la prensa en general, obviamente se me hacía difícil trabajar en la Argentina. Pero yo siempre desarrollé actividades en relación a la Argentina, y aun cuando estuve en actividades académicas, siempre volqué mi experiencia hacia mi país.

¿Quiere volver a participar en política en su país?

Uno nunca sabe si va a volver a participar en política, porque eso no depende tanto de uno sino de las circunstancias.

¿Cómo evalúa lo que han hecho Kirchner y el ministro de Economía Lavagna?

Lo que han hecho desde la segunda mitad del breve período de Duhalde y luego desde que asumió Kirchner es calmar la situación. Pero claramente no han adoptado ninguna decisión que signifique definir un rumbo claro hacia el futuro. Eso es lo que van a tener que hacer y que yo descuento que se va a hacer en el transcurso del próximo año. Yo creo que las va a terminar clarificando en el sentido de restablecer y reparar las reglas del juego que permitieron a Argentina crecer entre el 91 y el 98.

«Washington usó a Argentina como conejillo de indias».

El que fuera «superministro» de economía argentino considera que recuperar la seguridad jurídica y permitir que se revaloricen las inversiones extranjeras son las claves de la recuperación de su país.

Domingo Felipe Cavallo, ex ministro de Economía de Argentina, lleva casi dos años retirado de los intensos focos de la vida pública, y sin embargo todavía levanta pasiones por donde pasa. Cavallo participó en Madrid en el seminario La seguridad jurídica y las inversiones extranjeras en América Latina. El caso argentino, en el que se analizaron las incertidumbres que planean sobre las garantías legales de las inversiones extranjeras en el país, y fue la estrella de la reunión. Ajeno a la opinión extendida en buena parte del pueblo argentino, que lo considera uno de los causantes del desastre que vive el país, huye de la autocrítica. Muy al contrario, lanza sus invectivas contra los Gobiernos que lo antecedieron y que lo sucedieron.

En su conferencia ha sido usted muy crítico con sus críticos…

No, yo simplemente he tratado de describir objetivamente cosas que ocurrieron y que habían sido desvalorizadas en intervenciones anteriores. No es cierto que en mi etapa como ministro se gobernase mediante decretos o se saltasen los trámites legales.

Pero en este seminario se ha puesto de relieve que los gobiernos argentinos han creado mucha incertidumbre sobre la situación legal de las inversiones extranjeras.

En los dos últimos años se ha creado un clima de inseguridad jurídica enorme. Pero no con el primer gobierno de Ménem ni con el de De la Rúa [los dos períodos en los que él fue ministro de Economía]. Hemos escuchado que todo se había hecho por decreto de necesidad y urgencia, en contra de las leyes, y yo he querido corregir ese error. Es cierto que así fue durante la época del doctor Alfonsín, en los años anteriores al 89, también durante el segundo mandato de Ménem, del 97 en adelante, y durante el Gobierno de Duhalde.

En estos períodos, especialmente en el último, prácticamente nada se discutió en el Congreso y todo se resolvió por decreto de necesidad y urgencia. Pero en los períodos en los que yo estuve en el Ministerio siempre tuvimos una gran relación con el Congreso. Todo lo que se hizo en materia económica se hizo por Ley. Todo se discutió y se aprobó a través del Congreso. Las privatizaciones fueron sujetas a la ley, y funcionaron mientras se mantuvo en su puesto a los funcionarios elegidos por concurso. Los entes reguladores se conformaron también por concurso, y quienes invirtieron en estos sectores lo hicieron con amparo legal y total transparencia. Todo fue sometido al trámite legal.

¿Y las leyes económicas más controvertidas también lo fueron?

También. La famosa ley del “déficit cero”, [norma que permitía reducir un 13 por ciento los salarios y pensiones superiores a 500 dólares mensuales] fue una ley muy criticada, pero se aprobó en el Congreso en el año 2001, de acuerdo al trámite legal.

La ley de Convertibilidad [la que ancló la moneda argentina al dólar], también se aprobó así. ¡Lo que nunca se discutió fue su derogación! Cuando se impuso esta ley se hizo legal el uso del dólar, que ya era la moneda más empleada por los argentinos, que no se fiaban de su moneda.  Lo que se hizo fue poner «negro sobre blanco» algo que los argentinos ya hacían.

Sin embargo, se derogó por decreto esta ley, en una violación flagrante de los derechos del pueblo argentino. Lo que pasó en el año 2002 [el fin de la convertibilidad y la devaluación del peso] ha sido una destrucción de la base institucional y contractual de la Economía, con la consecuencia de una tremenda inseguridad jurídica.

¿El Gobierno de Kirchner está respetando la legalidad y ayudando a aumentar esa seguridad jurídica?

El Gobierno de Kirchner heredó una situación de desorganización completa de la economía, y todavía en cuanto a las reglas de juego hacia el futuro no ha tomado decisiones, pero ciertamente no es responsable de lo que pasó anteriormente.

¿La pesificación fue perjudicial para los argentinos?

Sin duda. La pesificación fue la peor medida que se pudo haber tomado. En primer lugar, porque significó la violación de una ley nunca derogada, o mejor dicho, derogada por decreto, de forma inconstitucional. Se le quitó la protección a todo el trabajo y el ahorro argentino, que a partir de entonces ya no es remunerado en la moneda en la que había sido pactado, sino en pesos tremendamente devaluados. Además agravó la crisis financiera y de la deuda.

¿Pero no resultaba imprescindible devaluar el peso?

No. Cuando se creó el corralito, que no fue un congelamiento de depósitos, sino un control del cambio, existían reservas para canjear los pesos en circulación por dólares. Se había facilitado al máximo la transformación de pesos a dólares de los depósitos bancarios.

Los dueños de los pesos, los argentinos en definitiva, podrían hacer valer sus derechos y canjearlos por dólares. Las reservas lo permitían, y si la gente decidía dolarizarse totalmente, era posible.

Si la derogación de la convertibilidad fue inconstitucional, ¿es posible que se detenga ahora en los tribunales?

El Tribunal Supremo debería haberlo declarado inconstitucional, como lo hicieron todos los tribunales de primera y segunda instancia. Lamentablemente, aunque la Corte Suprema se pronuncie en este sentido, los efectos que esta medida ya ha producido desde el 2002 pueden llevar a que esa declaración sea meramente simbólica.  Pero aún así sería importante que se produjese esa declaración para que en el futuro los gobiernos sepan que medidas como ésa, aprobadas de esa forma, no tienen validez y van a ser anuladas.

¿Entonces la solución era mantener la convertibilidad del peso y el dólar?

Sin duda habría que haberla mantenido, porque eso significaba respetar los contratos en la moneda en que había sido pactada. La fijación del tipo de cambio debería haberse cambiado, y se podría haber hecho ordenadamente en el año 2002. Eso ya lo habíamos previsto, porque habíamos introducido el euro como otra moneda de referencia, y eso iba a dar más flexibilidad al peso. Eventualmente el peso hasta podría haber flotado perfectamente, pero manteniéndose la convertibilidad, es decir, respetándose los contratos en la moneda original, y quedando los argentinos con la libertad de elección de sus futuros contratos. Esto fue lo que se anuló en enero del 2002 por el famoso decreto de pesificación, ni siquiera por una Ley.

Qué puede hacer España para ayudar a Argentina?

España ha hecho muchísimo. Lo que tiene que hacer ahora Argentina es permitir que se revaloricen las inversiones españolas en la Argentina, porque de esta forma se revalorizarán también las inversiones argentinas, las inversiones de todos los que confiaron en el país, y se revalorizará el trabajo y el ahorro argentino, en definitiva se revalorizará la Argentina.

¿Considera entonces que la aportación global de España ha sido positiva?

Sí, España ayudó muchísimo al confiar en el país con sus inversiones. Lamentablemente, por los hechos del 2002, a todos los que confiaron en ella Argentina los castigó. Esto es lo que tenemos que revertir, y lo que se ha comenzado a revertir desde que el peso se ha apreciado. Ahora hemos pasado de cuatro pesos por dólar a tres pesos por dólar. A medida que se fortalezca vuelven a revalorizarse inversiones, trabajo, ahorro… En definitiva se vuelve a revalorizar la Argentina, que es en definitiva la solución final de esta situación tan delicada y tan negativa que nos afectó en los últimos años.

Sin embargo entre muchos argentinos se oye decir que “España vino a aprovecharse”, y parece extendida la opinión de que las empresas españolas se llevaron mucho más de lo que dejaron.

No creo que los argentinos íntimamente piensen mal de España. Lo que pasa es que ha habido una campaña mediática muy antiespañola, que ya comenzó en el 2001 con los problemas de Aerolíneas Argentinas. Pero los argentinos no piensan así. Al contrario, el pueblo está muy agradecido por lo que hizo España.

Habla de una campaña interesada: ¿considera que el tratamiento periodístico de su gestión y de la crisis argentina ha sido incorrecto?

En el exterior sí fue correcto excepto en una cosa: se interpretó el “corralito” como un congelamiento de depósito cuando no era eso, era un control de cambio. Pero en Argentina, en la segunda mitad del 2001, hubo un apoyo mediático a la idea de la pesificación y de la devaluación. Esto se hizo de forma interesada, porque les convenía a algunos medios que estaban muy endeudados pero por supuesto no le convenía al país. Estas medidas significaban, como se vio en el 2002, una acentuación de la pobreza.

Se plantea actualmente en todo el mundo el debate sobre la conveniencia de una mayor o menor liberalización de la Economía. En este sentido, ¿a Argentina le sobra o le falta liberalismo?

Creo que no se puede plantear el tema en estos términos. Argentina necesitaba, por un lado, reformas del mercado, y por otro reformas del Estado. Se avanzó en las reformas del mercado pero no se hicieron todas las reformas del Estado que eran necesarias para que fuera más eficiente y produjera menos distorsiones en el funcionamiento de la Economía. Se hizo una reforma incompleta.

¿Cree que el Gobierno actual cuenta con suficiente apoyo como para llevar adelante todas las reformas necesarias?

Sí, el Gobierno tiene una predisposición favorable de toda la opinión pública argentina, incluída la mía, por supuesto. Yo pienso que Kirchner tiene la posibilidad de recrear un clima de legalidad, de seguridad jurídica, que permita recuperar la confianza. Ojalá que lo pueda hacer.

¿Y cree que está actuando correctamente?

Creo que no se puede evaluar hasta el momento, porque el mandato comenzó hace prácticamente dos días. Los meses anteriores fueron de continuidad de la campaña electoral, porque si bien la elección presidencial fue en la primavera pasada, todavía estaban las provinciales de por medio.

¿Pero se nota un talante diferente en este Gobierno, una forma diferente de hacer las cosas en este breve período?

En materia económica el Gobierno no ha tomado ninguna decisión importante. Por el momento, Lavagna ha tenido éxito en su batalla contra la inflación, pero todavía no sabemos cómo quedará organizada la economía hacia el futuro.

Sin embargo se nota una gran valentía para encarar un tema que agobia mucho a los argentinos, el de la inseguridad. En este aspecto el Gobierno ha sido muy efectivo, muy diligente. Han tratado de reformar las policías y el sistema judicial para que los argentinos sientamos más seguridad. No es que haya resuelto el problema, pero por lo menos demuestra una gran voluntad de encararlo con coraje.

Con las presiones que vienen del FMI, de los inversores, de la propia situación de crisis… ¿que margen de maniobra le queda al Gobierno argentino para tomar sus decisiones en materia económica?

Yo creo que tiene un gran margen de maniobra. Lo tuvo siempre, excepto en el año 2001, cuando se produjo esta circunstancia muy desfavorable para nuestro país. Desde Washington sugerían que la cesación de pagos era la puerta para las soluciones. Creo que fue una opinión totalmente irresponsable e inadecuada, que lamentablemente encontró un caldo de cultivo entre dirigentes argentinos que estuvieron dispuestos a ir adelante con la cesación de pagos.

Usted es muy crítico con el Fondo Monetario Internacional, pero ¿no cree que fue Argentina la que falló?

Argentina siempre cumplió sus compromisos. El que no cumplió fue el Fondo, que no ayudó al país a llevar a cabo el plan de reestructuración de la deuda. Desde Washington se decidió utilizar a Argentina como un ejemplo, como conejillo de indias para enviar el mensaje de que la nueva administración estadounidense iba a evitar a toda costa el «moral hazard» [riesgo moral en los préstamos a países deudores]. El FMI aceptó el plan de reestructuración de la deuda en agosto del 2001, pero después boicoteó este plan y rechazó todos los planes que se le presentaron.

¿Cuáles son las principales debilidades y fortalezas de la economía argentina para afrontar su actual situación?

Yo no quiero opinar sobre esto. Lo único que me atrevo a manifestar es que Kirchner tiene la oportunidad de recrear las reglas del juego y de restaurar un clima de seguridad no sólo física, también económica y social.

Una última pregunta de carácter personal: ¿no echa de menos la Política?

No, por el momento no. La Política me consumió tantas energías que ahora estoy descansando.

¿GENIO O CULPABLE?

Aunque es de la provincia de Córdoba, Cavallo responde al prototipo de argentino porteño: tan brillante en la dialéctica como arrogante en su actitud. Este economista metido a política de 57 años es quizá el símbolo más representativo de los 90 en Argentina, esa época fascinante en que el país pareció pasar del Tercer Mundo al Primero en tiempo récord, con un trayecto de retorno todavía más veloz.

Es difícil no dejarse cautivar por un tipo tan inteligente, y para eso lo mejor es vacunarse consultando a sus compatriotas, los argentinos corrientes, de la calle, que generalmente hablan pestes de él. Las opiniones son radicales. Para unos es el político más capacitado de la historia reciente de Argentina y para otros (la mayoría) es uno de los grandes culpables del desastre. Tampoco faltan quienes creen que ambas cosas son ciertas al mismo tiempo.

Los títulos y honores que acumula no caben en esta página, pero entre ellos hay que destacar su Doctorado en Economía en Harvard y otros cinco doctorados honoris causa en diferentes universidades europeas. En su tarea política fue elevado a los altares como «superministro» en 1991, cuando sacó de la chistera el conejo de la paridad peso-dólar y acabó de un plumazo con la hiperinflación, flagelo de la Economía argentina durante la época de Alfonsín. Años después se comprobó la incapacidad o falta de coraje de los sucesivos gobiernos para matar a ese conejo que había engordado más de lo previsto, y el país acabó en una catástrofe sin precedentes que a los argentinos les hace preguntarse si no han vivido en un espejismo todo este tiempo.

«Cómo voy a autocriticar mi pasión por el país»

Reveló que quiere volver a la política y está dispuesto a «servir»

Señala a Alfonsín, a Duhalde y a Moreau como los responsables del fin del gobierno de De la Rúa

Elogia a Kirchner por sus prioridades de gestión

MADRID.- Asegura que está siempre dispuesto para «servir al país» y no desmiente ilusiones por regresar a la política, pero no antes de mediados de 2004, en que caduca el contrato que tiene como profesor en Harvard.

Mientras, el ex ministro de Economía Domingo Cavallo elogia al presidente Néstor Kirchner por su «coraje» para abordar el problema policial y la «comprensión» que tiene de los problemas del país. «Fue un buen gobernador», insiste, y no revela si tuvo tratos con él desde que llegó a la presidencia. «No hablaré de eso», dice.

En lo personal no tiene ninguna intención autocrítica. «¿Por qué voy a criticar mi pasión por resolver los problemas del país?», contesta. Admite que durante el largo período en que ocupó el Ministerio de Economía «ya sabía de chicos que se morían de hambre por desnutrición, pero fui de los que más luché contra eso».

Si de algo se arrepiente es de haber creído en Raúl Alfonsín, que presidía la UCR cuando se sumó al gobierno de Fernando de la Rúa. «El es el mayor responsable de la peor caída de la Argentina. El, Eduardo Duhalde y Lepoldo Moreau», dice, a los que involucra en el «golpe institucional» con que cayó el gobierno a fines de 2001.

Ahora carga duramente contra ellos y contra el Fondo Monetario Internacional (ver recuadro aparte), las dos únicas cuestiones en las que no mide las palabras durante el diálogo con LA NACION en Madrid. El ex hombre fuerte de Carlos Menem participó aquí en un seminario y su avión de regreso a los Estados Unidos, donde ahora vive y da clases, despegó cuando en Buenos Aires renacía el escándalo por las coimas en el Senado.

«No voy a hablar de cosas personales», se ataja. Y lo primero es la situación del país. «Políticamente lo veo bien, con la situación normalizada. Creo, además, que la prioridad que Kirchner le ha dado al tema seguridad, que requiere cambios en la policía y en la Justicia, demuestra una buena comprensión de los problemas y, sobre todo, coraje. Es una cuestión muy compleja.

-¿Y en lo económico?

-Lavagna ha sido exitoso en su batalla contra la hiperinflación, pero aún no está claro cómo quedará organizada la economía hacia el futuro. Imagino que Kirchner decidirá al respecto, porque eso excede al ministro.

-¿Tiene relación con Kirchner?

-No revelo con quién hablo o dejo de hablar. Siempre lo apoyé. Como gobernador se desempeñó muy bien.

-¿Qué le enseñaron dos años fuera del poder?

-Lo que más hice fue descansar. El poder es extenuante.

-Sí, pero… ¿qué incorporó?

-Leí mucho, asistí a conferencias, a debates de naturaleza académica. Recuperé muchas cosas.

-¿No tiene ninguna autocrítica?

-¿Cómo voy a autocriticar mi pasión por la Argentina o mi dedicación a resolver los problemas del país? ¿Cómo me voy a arrepentir de haber luchado para que no se quiebre el orden constitucional. Lo que pasó en 2001 fue terrible para la República… que dirigentes bonaerenses hayan logrado voltear un gobierno nacional para diluir su propia responsabilidad. Yo luché por evitar una tragedia…

-La tragedia estaba. ¿Ignoró durante su período como ministro la muerte de niños por desnutrición?

-¡Claro que lo sabía! Y puedo asegurarle que yo traté de luchar contra eso.

-¿Cómo?

-Por lo pronto, tratando de mantener el valor de la moneda, porque le aseguro que con la devaluación terrible que se dispuso después el hambre no se cura. Yo luché por evitar la acción de fuerzas malignas.

-¿A qué se refiere?

-Al golpe institucional. Y en eso no sólo es culpable Duhalde, sino, sobre todo, Alfonsín. El, desde el radicalismo, me buscó como tabla de salvación para después hacer caer al gobierno y buscar a Duhalde para que se haga cargo. La mayor responsabilidad es de la dirigencia radical. Y en eso también estuvo Leopoldo Moreau.

-¿Fue un error haber estado en el gobierno de De la Rúa?

-Nunca es un error responder a un pedido de ayuda y menos en beneficio del país. El error fue haber creído en Alfonsín. Respondí a un clamor que no era sólo radical. Toda la gente quería que yo tomara el Ministerio de Economía. Me paraban en la calle para pedirme que ayudara a De la Rúa, pero Alfonsín, desde la UCR, lo boicoteó todo. Forzó la renuncia de Ricardo López Murphy como ministro de Economía e impidió que yo fuera jefe de Gabinete, que es lo que me ofreció De la Rúa. Todo porque la Jefatura de Gabinete la querían para ellos, por eso tampoco lo quisieron allí a Chacho Alvarez, como yo pedí. Mi error fue no haber advertido que a la cúpula radical no le interesaba que los problemas se resolvieran.

Consejos para negociar con el FMI 

«Querían que la Argentina entrara en el default generalizado»

MADRID.- Domingo Cavallo insiste en que el FMI «asuma responsabilidades» por la crisis argentina. Y, cuando menos, que se corrija su «privilegio» como acreedor, aplicándole las mismas condiciones que a los demás (con quitas incluidas) o, incluso, con la «pesificación» de su deuda ya que «fue instigador» de la medida.

«La pesificación es el desastre más grande que se ha hecho con la Argentina. Pero si la Corte Suprema la convalida, la propuesta lógica del gobierno es aplicarla a su deuda con el FMI. Después de todo, ellos la instigaron.

-Pero el FMI ya tiene sus pagos asegurados en dólares.

-Está muy cómodo. Su posición es que, cuanto menos le paguen a los demás, más recursos quedarán para pagarle a él. Y eso no es conveniente para la Argentina. En cambio, si se les pesifica la deuda, empezará a preocuparse para el peso tenga valor.

-¿Con quién conversó esa propuesta?

-Con mucha gente. Y no digo nada extraño. Desde el mundo académico la idea de la pesificación la lanzó Ricardo Hausman, que es profesor en la Escuela Kennedy, en Harvard, e incluía su aplicación a la deuda con los organismos multilaterales.

-Usted dice que el FMI boicoteó la reprogramación ordenada de la deuda. ¿Hace lo que quiere?

-Ellos querían que el país entrara en default generalizado para que sirviera de ejemplo futuro de quitas y castigos a quienes presten a un país. Y es muy preocupante que eso haya sucedido, que el FMI haya cambiado de pronto la política que había fijado. Yo denuncio esa actitud porque fue lamentable para la Argentina.

-¿Algo se reconoció en este nuevo acuerdo logrado por el Gobierno?

-No. Porque después de lo que ha hecho con la Argentina, lo que cabe es un respaldo no como el programa aprobado meses atrás sino con el aporte de recursos, aceptando quitas y la pesificación. El FMI tiene que asumir responsabilidades. Y eso no lo digo yo solo. También se lo escuché al doctor Ricardo López Murphy.

«Hay que pesificarle la deuda al Fondo»

Domingo Cavallo lo afirmó en Madrid

Es una solución amparada por la legislación, planteó el ex ministro en un seminario realizado en España

Acusó al organismo de boicotear la reestructuración en 2001

MADRID.- El ex ministro de Economía Domingo Cavallo recomendó al Gobierno que «deje de privilegiar al Fondo Monetario Internacional y que pesifique su deuda» con el organismo. No sólo porque «legalmente puede hacerlo», sino porque con eso conseguiría que la entidad «se preocupe por preservar el valor de la moneda, del trabajo y del ahorro de los argentinos».

Al oír tal propuesta, una carcajada estalló entre los 300 asistentes al foro empresarial en el que ayer Cavallo reapareció en Madrid. Pero enseguida el ex ministro probó que hablaba en serio. «Con su deuda asegurada en dólares, el FMI ahora está muy tranquilo y su situación es muy cómoda. Pero si el Gobierno lo obliga a aceptar títulos en pesos argentinos, como hizo con muchos otros acreedores, verán que empieza a preocuparse porque los argentinos valgamos», sostuvo.

«Es una solución sencilla y amparada por la legislación. El FMI no tiene por qué tener privilegios sobre otros inversores nacionales y extranjeros que confiaron en la Argentina y a los que está ayudando a estafar», disparó el ex ministro, muy a tono con el reclamo de bonistas de todo el mundo que, precisamente, denuncian esa deferencia de trato. El ex hombre fuerte de los gobiernos de Carlos Menem y de Fernando de la Rúa responsabilizó también al FMI, y en especial a su vicedirectora, Anne Krueger, de «boicotear la reestructuración de la deuda» en agosto de 2001.

Luego afirmó que la actual renegociación de la deuda «nos dejará en una situación peor que en diciembre de 2001», cuando cayó el gobierno de De la Rúa. «Con las quitas que propone no irá a ningún lado y sí enfrentará miles de juicios contra el Estado, cuyas sentencias engrosarán aún más el endeudamiento existente». Todo eso ocurrió en un seminario sobre seguridad jurídica e inversiones extranjeras en la Argentina, que organizó el Instituto Elcano.

Próximo al gobierno español, el encuentro fue inaugurado por el ministro de Economía y vicepresidente, Rodrigo Rato. No asistieron, en cambio, ninguno de los tres pares argentinos convocados: Rafael Bielsa, Gustavo Béliz y Roberto Lavagna, que designó al secretario de Coordinación Técnica, Leonardo Madcur, para representarlo.

Los organizadores negaron el comentario de varios asistentes según el cual las ausencias de los ministros argentinos se decidieron luego de que Cavallo y el ex candidato a presidente Ricardo López Murphy ratificaron su presencia.

Cavallo reiteró que hubo un «golpe institucional» contra el gobierno de De la Rúa y en su montaje involucró a Eduardo Duhalde y a Raúl Alfonsín, «que enviaron a la Plaza de Mayo a empleados públicos bonaerenses, irritados porque no cobraban sus sueldos debido al alto endeudamiento de la provincia.»

Contra todos

Dijo que el enorme endeudamiento no fue del Estado, sino de las provincias y que «en eso la culpa la tuvieron Duhalde y el ex presidente Carlos Menem, que gastaban a lo loco en competencia por lograr la candidatura a la presidencia de la Nación entre 1998 y 1999».

En la pasada, culpó también al Banco Central por haber calificado ese endeudamiento provincial con riesgo cero y, encendido ya el volcán, cargó sobre quienes «apoyaron la pesificación porque, de paso, con eso se salvaban ellos». En ese punto mencionó especialmente al ex ministro de la Producción de Eduardo Duhalde José Ignacio de Mendiguren «que vendió su empresa (Coniglio) en dólares, sacó el dinero del país y luego quiso la pesificación porque con eso, con los dólares fuera del país, podría no sólo recomprar su empresa, sino también otras».

Cavallo propone pesificar ahora deuda con organismos

Domingo Cavallo propuso ayer que se pesifique la deuda con el FMI al tiempo que culpó al mal funcionamiento de la política por la crisis desatada al salir de la convertibilidad. El ex ministro de Economía habló en Madrid al participar en el seminario «Seguridad jurídica de las inversiones extranjeras en Latinoamérica», organizado por el Instituto Elcano. En ese contexto, defendió que «todas las modificaciones económicas» que se hicieron mientras él fue ministro «fueron aprobadas por el Parlamento», cosa que, destacó, no sucedió en etapas posteriores. En lugar de defender el haber anticipado la recuperación del euro, el ex ministro intentó resaltar las bondades de su breve gestión antes de la caída de la convertibilidad y los efectos negativos ya conocidos de la pesificación. Dijo: «Se ha originado un enorme pasivo contingente consistente en cientos de miles de juicios contra el Estado, derivados de los innumerables incumplimientos de los contratos y del marco legal». A juicio de Cavallo, la única razón por la que se ha evitado la hiperinflación, radica, justamente «en que se hayan venido dilatando las sentencias definitivas sobre estos reclamos». • Afirmaciones Estas fueron las principales afirmaciones de Cavallo en el seminario: • El gobierno tiene que pesificar la deuda con los organismos multilaterales de crédito. Si el gobierno argentino obliga al Fondo a aceptar títulos en pesos argentinos, el FMI va a empezar a preocuparse porque nuestra moneda, ahorros y nuestro trabajo valgan. Que los argentinos valgamos. • Mientras se dé esa situación cómoda en la cual el Fondo porque es el Fondo recibe los reembolsos en dólares, nos estará ayudando a terminar de estafar a los argentinos y a los extranjeros que confiaron en el país y obviamente no vamos a encontrar soluciones. • Durante los meses de diciembre de 2001 y enero de 2002 se produjo la crisis de las reglas de juego de los ’90. Si el gobierno de De la Rúa hubiera planteado la dolarización forzosa, posiblemente se hubieran acortado los plazos y el verdadero detonante de la crisis de las reglas de juego de los ’90 se hubiera accionado antes, con mejores argumentos políticos y jurídicos que los que se usaron en enero de 2002. Por lo tanto, la decisión de no avanzar hacia la dolarización forzosa no puede ser considerada el detonante de la crisis. • Ningún dirigente político ni economista importante de los partidos políticos proponía aumentar el déficit y abandonar la convertibilidad para financiarlo monetariamente. Adicionalmente, el 1 de noviembre se había lanzado el proceso ordenado de reestructuración de la deuda pública que comenzaba a recibir apoyos importantes por parte del sistema bancario argentino y de los fondos de pensiones, a la sazón, fuertes tenedores de deuda nacional y provincial. • ¿Pero qué señales llegaban del exterior? La demora del director gerente del FMI en enviar la misión evaluadora de las metas del programa de agosto, en el tercer trimestre de 2001; la ausencia de apoyo público del FMI al programa de reestructuración ordenada de la deuda pública; los comentarios informales sobre inequidad en el tratamiento de los acreedores internos y externos que surgían del FMI; la discusión pública de un futuro sistema de reestructuración de deudas soberanas (SDRM) que preveía la introducción de controles de cambio durante el proceso; la publicación de opiniones de ex funcionarios del FMI y del BID en el sentido de que la Argentina tendría que abandonar la convertibilidad y pesificar. • Eduardo Duhalde e Ignacio de Mendiguren llegaron a la conclusión de que el golpe institucional que en realidad habría estado impulsando el propio partido del presidente De la Rúa para terminar con el «neoliberalismo de los 90» era la oportunidad para implementar la licuación de todos los pasivos, internos y externos, públicos y privados. Ello se podría implementar a través de la estrategia que parecía sugerir el novedoso «Washington Consensus»: la pesificación y la devaluación del peso. Lula es inteligente porque está haciendo lo opuesto a lo que hizo Duhalde. La Argentina tendría que seducir al capital, como dijo Lula que haría su país cuando visitó España.