Quinta nota de seis
En mis notas anteriores enumeré los problemas presentes y futuros que se derivan de la implementación del denominado Modelo «Productivo» con tipo de cambio real alto. Todos estos problemas provocarán muchos sobresaltos y crisis durante el transcurso del próximo mandato presidencial. Muchas más graves y frecuentes que las que tuvo que enfrentar Kirchner hasta ahora.
Los colchones ofrecidos por la fuerte inversión modernizadora de los 90, la paciencia de los trabajadores y jubilados postergados, y el viento de cola de la bonanza internacional ya han comenzado a atenuarse en algunos casos y a agotarse en otros y difícilmente ayuden por muchos años más. Por consiguiente resulta interesante especular sobre cómo reaccionarían Kirchner y Lavagna frente a estos sobresaltos y crisis.
En el caso de Lavagna, como principal ideólogo del Modelo “Productivo”, no tendrá otra alternativa que ser consecuente con su promesa de mantener el tipo de cambio real alto y, por consiguiente, luego de permitir todos los aumentos de tarifas, precios, salarios, jubilaciones y gastos necesarios para remover los desequilibrios entre oferta y demanda causantes de las crisis, se verá obligado a devaluar el Peso en la misma proporción en que aumente la inflación.
El resultado será una espiralización de la inflación que en, pocos años, retrotraerá la realidad del país a la década de los 80, con inflación persistente y esporádicos episodios de stagflación y, si no se abandona antes la política de tipo de cambio real alto, hasta de hiperinflación. Se habrá desandado totalmente el proceso económico reeducativo de la Convertibilidad, que con su éxito estabilizador de mas de 10 años, había logrado cambiar los comportamientos inflacionarios de los argentinos.
Kirchner no podrá evitar los aumentos de tarifas, precios, salarios, jubilaciones y gastos necesarios para remover las causas de las crisis, pero por su testarudez tratará de demorarlos tanto como le sea posible. Me atrevo a predecir que Kirchner no convalidará con una devaluación el impacto inflacionario de todos estos reajustes. Es decir, antes de correr el riesgo de espiralizar la inflación, abandonará la lógica del Modelo “Productivo” y su tipo de cambio real alto. Porque Kirchner, como Lula en Brasil, tiene olfato político y desapego a ortodoxias ideológicas. Ello le permitirá descubrir que no es buena para la gente ni para él, como Presidente, reintroducir en la economía Argentina una inflación virulenta.
La experiencia de Lula, cuando asumió la Presidencia de Brasil en 2002, puede servir de guía para predecir el futuro comportamiento de Kirchner. Lula había sido muy crítico del Plan Real, al que acusaba de haber provocado “atraso cambiario”, y de las políticas anti-inflacionarias de corte monetarista que le habían seguido, a las que responsabilizaba por las altas tasas reales de interés. Pero cuando apenas asumido, Lula observó lo que estaba aconteciendo en la Argentina, advirtió que la recomendación Paulista de hacer bajar drásticamente las tasas de interés convalidaría la fuerte devaluación del Real que se estaba produciendo y provocaría una fuerte aceleración inflacionaria. Entonces optó por instruir al Banco Central que lejos de relajar, acentuara las políticas monetarias anti-inflacionarias y no cedió a las presiones Paulistas por un tipo de cambio real alto.
Pese a que la moneda brasilera, en términos reales está tan apreciada como en la época del tipo de cambio virtualmente fijo del Plan Real de Fernando Enrique Cardozo, las exportaciones brasileras han crecido mucho más que las argentinas en los últimos cinco años. En la década del 90 habían crecido mucho menos que las exportaciones de nuestro país. La inflación de Brasil ha disminuido a menos del 4 % anual y, a pesar de que el crecimiento de la economía ha sido lento, la distribución del ingreso no ha desmejorado en comparación con la década anterior, como sí ha ocurrido en la Argentina. Brasil enfrenta menos riesgos de sobresaltos hacia el futuro inmediato que los que se prevén en nuestro país.
El pueblo brasilero premió a Lula con la reelección a pesar de que enfrento en las elecciones a un rival con mucho prestigio y que su gobierno ofreció muchos flancos de críticas por el lado de la corrupción. Lo que el pueblo brasilero valoró, fue el compromiso de Lula con la estabilidad.
Aún cuando para el momento del necesario sinceramiento de precios, tarifas y salarios, Kirchner tendrá suficientes evidencias de la inefectividad y de los costos de los controles de precios, y de las virtudes de la competencia, la estabilidad monetaria y la eficiencia de la empresa privada, en contraste con la corrupción y la ineficiencia que normalmente caracterizan a las empresas públicas, no creo que Kirchner vaya a estar en condiciones políticas como para dar un giro fundamental en la organización de la economía, como el que sería necesario para evitar una fuerte recesión. Por eso, en el mejor de los casos, su compromiso antiinflacionario y su desapego a ortodoxias ideológicas, al menos le permitirá evitar un escalamiento peligroso, como el que ineludiblemente provocarían las decisiones de Lavagna
Puede que me equivoque, y que Kirchner a diferencia de Lula en Brasil, vuelva a someterse a la influencia de los ideólogos del Modelo Productivo también en el dogma del tipo de cambio real alto. Pero en ese caso, sólo conseguirá producir los mismos resultados inflacionarios que describí para una eventual gestión futura de Lavagna.
Triste final. Pero al menos, con ejecutores pragmáticos, hay una posibilidad de evitarlo. Cuando están equivocados, los ideólogos son mucho más peligrosos